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¿Por qué la renta variable tiende a revalorizarse mucho en momentos de expansión económica
y de inflación? ¿Por qué el oro o bitcoin tienden a revalorizarse mucho en momentos
de depresión y en momentos de inflación? ¿Por qué la moneda estatal tiende a hacerlo
muy bien en momentos de depresión y en momentos de deflación? ¿O por qué los bonos tienden
a hacerlo muy bien en momentos de expansión económica y de deflación? Veámoslo.
En el vídeo anterior, dentro de esta serie de finanzas personales apadrinada por la
plataforma Mintos, explicamos cuál es la lógica detrás de la estrategia inversora conocida
como cartera permanente. Básicamente se trataba de diversificar nuestra cartera de inversión
en cuatro categorías distintas de activos, renta variable, renta fija, liquidez y activos
reales, porque en cada una de las distintas fases de la coyuntura económica del ciclo económico
en las que podemos encontrarnos, hay una categoría de estas cuatro que funciona bien, hay dos que
funcionan decentemente y hay una que funciona mal. De tal manera que, a través de la cartera
permanente, tendemos a adquirir cobertura frente a las fluctuaciones macroeconómicas, pudiendo por
tanto explotar a largo plazo, en el promedio de las distintas fases o etapas del ciclo económico,
la rentabilidad promedio que nos proporcionan estas cuatro categorías de activos. Pues bien,
en el vídeo de hoy vamos a explicar cuál es el motivo económico por el cual cada una de estas
cuatro categorías de activos se comporta bien, se comporta decentemente o se comporta mal en
cada una de las coyunturas macroeconómicas posibles por las que puede atravesar un sistema
económico. Antes de empezar, sin embargo, y dado que este es un vídeo apadrinado por la
plataforma de inversión Mintos, me gustaría recordaros que, a través de esta plataforma de
inversión, a través de Mintos, podéis invertir en varias de las categorías de activos que componen la
cartera permanente. Podéis invertir en renta fija, por ejemplo, a través de bonos fraccionados,
o asimismo, también en renta fija a través de la titulización de préstamos, es decir,
de bonos de titulización, o también podéis invertir en renta variable a través de sus ETFs.
Por tanto, si os seduce la estrategia de inversión basada en la cartera permanente,
un vehículo a través del cual podéis componerla es justamente la plataforma de inversión Mintos.
Podéis obtener más información sobre la misma, sobre las condiciones que ofrece,
pinchando en el enlace que aparece en la caja de descripción de este vídeo y en el comentario
destacado. Empecemos con la renta variable. La renta variable es un activo que tiende a
comportarse bien en momentos del ciclo económico expansivos, es decir, cuando la economía está
creciendo, y también en momentos del ciclo económico de carácter inflacionista. ¿Qué sentido
económico tiene que la bolsa, que la renta variable, lo haga bien cuando la economía crece
y cuando hay inflación? Pues, por un lado, si la economía crece de manera más o menos sostenida,
los inversores anticipan que los beneficios futuros de las empresas van a aumentar al calor
de ese crecimiento económico. Y mayores beneficios futuros esperados significa un mayor valor presente
de las acciones cotizadas y, por tanto, una tendencia a que esas acciones se revaloricen.
Esencialmente, una economía en crecimiento es una economía donde las empresas lo harán bien. Y,
por tanto, siendo las acciones títulos de propiedad sobre las empresas, esos títulos de propiedad sobre
personas jurídicas, sobre empresas que cada vez son más ricas, que cada vez son más prósperas en ese
contexto expansivo, esos títulos de propiedad, esas acciones tenderán a revalorizarse. Y,
por otro lado, no es que la inflación beneficie per se a las empresas. En ocasiones puede beneficiarlas.
Por ejemplo, si los salarios durante un tiempo aumentan menos que la inflación, se producirá una
bajada de salarios reales y eso provocará que el margen de beneficios de las empresas
transitoriamente aumente. Pero, en términos generales y a medio plazo, no es que la inflación
beneficie a las empresas. Pero, si la inflación se manifiesta en forma de subidas de precios,
entre ellos los precios de venta de las mercancías fabricadas por las empresas,
entonces que suban los precios de las mercancías vendidas por las empresas significará que los
lujos nominales de caja, que los beneficios nominales de las empresas, cuyas mercancías
suben de precio, así se manifiesta la inflación, supondrá, como digo, que los beneficios nominales
de las empresas aumenten al calor de la inflación y eso le proporcionará al inversor en renta variable
cobertura frente a la dilución de su poder adquisitivo a través de la inflación. Por tanto,
invirtiendo en renta variable en momentos de expansión inflacionista, obtendremos una
revalorización tanto real como nominal del valor de nuestro patrimonio. No sólo estaremos protegidos
frente a la inflación, sino que, además, las acciones tenderán a aumentar, en términos generales,
claro, en términos reales después de descontada la inflación. Y, en sentido contrario, claro,
durante una depresión deflacionista, la renta variable tenderá a hacerlo bastante mal. Por un
lado, porque habrá un hundimiento de los beneficios futuros esperados de las empresas. Muchas de ellas,
de hecho, estarán abocadas a la quiebra, ya que, por tanto, sus acciones no valgan nada. Y, por otro
lado, porque las empresas tendrán que reducir precios, muchas veces a costa de sus márgenes, en
otras no a costa de sus márgenes, pero, aún así, la bajada de precios supondrá una reducción como
poco nominal de sus beneficios futuros y, por tanto, las acciones también tenderán a desinflarse en
términos nominales. Con lo cual, saldremos perdiendo respecto a la inversión en otro activo que no se
desinfle, en términos nominales, durante esa etapa de depresión deflacionista. Analicemos ahora la
renta fija. La renta fija tiende a hacerlo muy bien en momentos de expansión económica con deflación. Y,
de nuevo, ¿cuál es la lógica de que la renta fija lo haga muy bien en momentos de expansión económica
con deflación? A los bonos les beneficia la expansión económica por dos razones. En primer
lugar, porque cuando la economía está creciendo y, por tanto, los ingresos de los agentes económicos
se mantienen o se expanden, la capacidad de repago de esos agentes económicos, la solvencia de esos
agentes económicos, cetiris paribus, claro está, se incrementa. Por tanto, los bonos se van volviendo
menos arriesgados. Pero, al mismo tiempo, en condiciones de expansión económica, lo habitual
es que la demanda de financiación sea muy intensa. Porque si la economía va muy bien y hay muchas
oportunidades de negocio, habrá mucha gente que quiera emprenderlas y, para emprenderlas,
pueden necesitar financiación. Es decir, la demanda de financiación, la emisión de bonos,
se incrementará sin que necesariamente, puede suceder o no hacerlo, pero en las expansiones
no suele suceder en la misma medida, sin que necesariamente la oferta de financiación se
incremente en la misma medida. Más demanda de financiación, debido a un más despejado panorama
económico, a un más brillante panorama económico, misma oferta de financiación o, en todo caso,
una oferta de financiación que no aumenta proporcionalmente a la demanda, tipos de interés
más elevados en los bonos de nueva emisión. Por supuesto, aquí intervienen muchos otros
factores que están interrelacionados. Si la emisión de bonos aumenta muchísimo, entonces
quizá la solvencia de los bonos existentes no mejore tanto, porque aunque contamos con mayores
ingresos y, por tanto, con mayor solvencia, también estamos más apalancados. Y, al mismo
tiempo, si suben los tipos de interés de los nuevos bonos, si alguien necesita liquidar
anticipadamente los bonos emitidos en el pasado, lo hará a un precio no conveniente.
Pero si uno sigue una estrategia de mantener los bonos hasta vencimiento y de reinvertir
el capital cobrado por esos bonos a vencimiento en nuevos bonos, un ciclo expansivo dentro de
la economía tiende a ser beneficioso para él. Y, de la misma manera, la deflación también
es beneficiosa para la inversión en bonos, dado que si es una deflación no enteramente
esperada, los deudores tendrán que devolverles a los bonistas una cantidad nominal de dinero
cuyo poder adquisitivo se habrá incrementado gracias a la deflación. Y, en contrapartida,
los bonos tienden a hacerlo muy mal en momentos de depresión económica, donde la solvencia de
los deudores quede muy seriamente dañada, porque entonces la tasa de impagos de los
bonos se dispara, y también en momentos de inflación no enteramente anticipada, porque
en ese caso los deudores devuelven a los bonistas una cantidad nominal de dinero menos valiosa
que la que prestaron originalmente. Analicemos ahora la inversión en liquidez, es decir,
la inversión en efectivo o, más en general, en deuda a muy corto plazo y de muy bajo riesgo,
como pueda ser, por ejemplo, las letras del tesoro. La inversión en liquidez tiende a hacerlo
muy bien en momentos de depresión y de deflación. ¿Por qué tiende a hacerlo muy bien en momentos
de depresión? Porque cuando la economía va muy mal, cuando la incertidumbre es muy elevada,
cuando hay muchos riesgos de impago, de pérdidas empresariales, de caída del valor de los activos
en el horizonte, los agentes económicos tienden a buscar un activo refugio. Y ese activo refugio
que buscan los inversores en momentos de tribulación es la liquidez, es decir, el efectivo o la deuda
generalmente pública a muy corto plazo. En ese contexto, mientras muchos otros activos tienden a caer,
las acciones caen, los bonos se impagan, la liquidez mantiene su valor, de modo que su
precio relativo frente al resto de activos se incrementa. No sólo eso, si estamos en un contexto
deflacionista, la liquidez tiende a aumentar su valor real. Se mantiene en términos nominales,
pero esa cuantía nominal de dinero, ya sea en efectivo o en deuda pública a muy corto plazo,
esa cuantía nominal de dinero adquiere un mayor poder adquisitivo. Y en contrapartida,
la liquidez lo hará muy mal en momentos de expansión económica y en momentos de inflación.
En momentos de expansión económica porque si los tipos de interés son altos o las rentabilidades
de la renta variable son altas, estar en liquidez tiene un coste de oportunidad enorme. En lugar de
estar ganando rentabilidades, intereses muy altos, me mantengo como estoy. No sólo me mantengo como
estoy, sino que si además hay inflación, cada vez soy más pobre. La cantidad nominal de dinero o de
sustitutos del dinero que poseo cada vez tiene un menor poder adquisitivo. Y por último, analicemos
el caso de los activos reales, que tienden a hacerlo bien o al menos mejor que el resto en momentos de
contracción económica y de inflación. Esta es la categoría más potencialmente ambigua, dado que hay
muchos tipos de activos reales y no es cierto que todos ellos lo hagan bien en momentos de depresión.
Por ejemplo, las materias primas son un activo real y desde luego no lo hacen bien en momentos de
depresión, dado que si se desmorona la producción global de la economía, la demanda de materias
primas cae y por tanto su precio también lo hace. Algo similar sucede con los inmuebles. Los inmuebles
no suelen hacerlo bien, tampoco es que tengan por qué hacerlo muy mal, pero no suelen hacerlo demasiado
bien en momentos de depresión, porque el precio de un inmueble tiende a coincidir con el valor actual
de los alquileres futuros que se espera que uno pueda cobrar por ese inmueble. Si entramos en
depresión, caen los salarios y caen por tanto los alquileres que pueden pagar los trabajadores,
a los inmuebles como inversión no tenderá a irles demasiado bien. Por eso, cuando en la cartera
permanente hablamos de activos reales que salen beneficiados o que no lo hacen mal del todo o incluso
que lo hacen bien durante las depresiones, estamos pensando sobre todo en el oro y en los últimos años
potencialmente también en Bitcoin. Tengamos en cuenta que cuando Harry Brown elabora su teoría
de la cartera permanente, Bitcoin todavía no existía y por tanto no lo pudo incluir en ella.
El oro, y potencialmente también Bitcoin, es un activo monetario o cuasimonetario que se beneficia
de dinámicas similares a las de la liquidez en forma de moneda fiat o de deuda pública a corto
plazo. Cuando hay mucha incertidumbre en el horizonte dentro de una depresión, buscamos activos seguros.
Un activo seguro, como ya hemos visto, es el dinero estatal, pero otro activo bastante seguro
históricamente, de hecho, en ciertos contextos, bajo ciertas contingencias, más seguro que la moneda
fiat, no bajo otras, pero sí bajo algunas, ha sido el oro. Y como digo, también podría llegar a serlo
Bitcoin. Por tanto, en ese contexto de incertidumbre, vinculada a una depresión donde además los tipos
de interés bajan y precisamente por ser tipos de interés bajos el coste de oportunidad de tener
liquidez o de tener oro o de tener Bitcoin es mucho más reducido, la demanda de estos activos y por
tanto también su precio se puede revalorizar. Pero además, si esa depresión tuviese un carácter
inflacionista, no deflacionista, sino inflacionista, si fuese una estanflación, una depresión que conviviera
con una fuerte caída de la demanda de dinero estatal, con una huida del dinero estatal, por ejemplo, porque no
se confiara en el sistema monetario estatal, entonces el oro y Bitcoin también actuarían
como refugios frente a la inflación, algo que no proporcionaba la moneda estatal, la demanda de
liquidez en forma de moneda estatal. Ahora bien, y en este segundo caso, cuando hablamos de activos
reales que se ven beneficiados por la inflación, al margen de si estamos en depresión o no, aquí sí que
podríamos incluir las materias primas o los inmuebles. Ceteris paribus, a largo plazo, estos
activos reales tienden a subir con la inflación, sobre todo los inmuebles. Las materias primas es
más discutible porque dependen mucho más de si hay aumentos de la productividad que reduzcan su coste
de producción. Pero en el caso de los inmuebles, históricamente sí tienden a revalorizarse con la
inflación, no durante las depresiones, pero sí a lo largo de todo el ciclo. Por tanto, hasta cierto punto
también podríamos incluir algo de inmuebles dentro de este apartado de la cartera permanente. Y en
contrapartida, si hemos dicho que los activos reales lo hacen bien en momentos de depresión
inflacionaria, pues lo harán muy mal en momentos de expansión deflacionaria. Si la economía crece
mucho y los tipos de interés reales son muy altos, entonces estar invertido en oro o en bitcoin tiene un
coste de oportunidad muy elevado. Y si la moneda fiat se está revalorizando, eso significa la deflación,
pues entonces puede ser más interesante adquirir una exposición a moneda fiat, aunque sea a través
de un bono a largo plazo pagadero en esa moneda fiat, en ese dinero estatal, que tener activos reales
cuyo precio se denomina en esa moneda fiat cuyo valor está aumentando. En definitiva, esta es la
lógica económica que subyace a la lógica inversora de la cartera permanente. Diversificar nuestra cartera
de inversión en distintas categorías de activos que tienen comportamientos distintos en cada una de
las posibles coyunturas macroeconómicas por las que atraviese una economía. Y en el próximo y último
vídeo dentro de esta serie de finanzas personales apadrinada por Mintos, trataremos de ilustrar con
ejemplos históricos cada una de estas distintas coyunturas macroeconómicas por las que puede pasar
una economía y cómo en cada una de ellas hubo activos que lo hicieron muy bien y activos que lo hicieron muy mal.
¡Gracias!
¡Gracias!