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Fiasco electoral del bloque de la derecha en los comicios generales del 23 de julio.
¿Qué ha pasado? ¿Por qué ha pasado? ¿Y qué puede pasar a partir de ahora?
¡Veámoslo!
Ayer, domingo 23 de julio, se celebraron las elecciones generales en España y la
expectativa mayoritaria de todas las encuestas era que el bloque de la derecha, es decir,
Partido Popular y Vox, estaba destinado a conseguir una mayoría absoluta que algunos
sondeos auguraban como holgada. Vamos, que podrían gobernar sin demasiadas dificultades.
La mayoría absoluta en España se ubica en 176 diputados. Pues bien,
finalmente PP y Vox han logrado 169 diputados, o 170 si incluimos a los aliados navarros del
Partido Popular. 170 no alcanza la cifra de 176 y, por tanto, no alcanza la mayoría absoluta que
necesitaba la derecha para poder gobernar. Por su parte, el bloque de la izquierda no
nacionalista, el Partido Socialista y su mar, el antiguo Podemos, han conseguido 153 diputados,
16, 17 menos que el bloque de la derecha. Sin embargo, como cabe esperar que la izquierda
nacionalista apoye a este bloque, la investidura de Pedro Sánchez resulta más factible.
Concretamente, la izquierda nacionalista, Esquerra Republicana de Cataluña, Bildu y el bloque
nacionalista galego han conseguido 14 diputados, que sumados al bloque de la
izquierda no nacionalista lo llevan a 167 diputados. Todavía por detrás del bloque de
la derecha. Pero, y aquí está la clave de la cuestión, hay 12 diputados nacionalistas,
que no son de izquierdas, sino que podríamos incluir más bien en la derecha o en el centro
derecha el PNV y Junts per Catalunya, que deciden el voto más en términos territoriales que en
términos ideológicos, y por tanto están más predispuestos a apoyar a la izquierda no
antinacionalista, que apoyar a la derecha que sí es antinacionalista. Cuando digo que la derecha
española es antinacionalista, me refiero claro a antinacionalista catalán o antinacionalista
vasco. Y estos dos partidos nacionalistas que no son de izquierdas, son los que en principio
inclinarán la balanza para que gobierne la izquierda. Repetimos las cifras. Ahora mismo
el bloque de la derecha, Partido Popular, Vox, Unión del Pueblo Navarro y potencialmente
coalición canaria tienen 171 diputados. Por su parte, el bloque de la izquierda nacionalista
o no nacionalista, PSOE, SUMAR, Bildu, Esquerra Republicana de Cataluña y el bloque nacionalista
galego tienen 167 diputados. Hay una diferencia de 4 a favor del bloque de la derecha. Pero el
PNV tiene 5 diputados que si se suman al bloque de la izquierda totalizarían 172 diputados,
uno más que el de la derecha, y bastaría por tanto con que Junts per Catalunya, partido
fuertemente independentista y muy enfrentado no solo con el bloque de la derecha, sino también
en parte con el de la izquierda, bastaría con que se abstuviera para que Pedro Sánchez tuviera más
votos a favor que votos en contra y saliera por tanto investido nuevamente presidente de España.
Hay que aclarar, no obstante, que estos resultados todavía no son completamente definitivos. Hay
que incorporar a finales de esta semana el llamado voto cera, es decir, el voto de los
españoles que residen permanentemente en el extranjero. Y hay varios escaños que pueden
ser decisivos para que vayamos en una dirección u otra que penden de muy pocos votos. Por ejemplo,
en Madrid el Partido Popular está a 2.000 votos de quitarle un diputado al PSOE. En Gerona,
el Partido Popular está a 600 votos de quitarle un diputado a Junts per Catalunya. Bastaría con
que el bloque de la derecha ganara un solo diputado, y el resto de partidos ninguno,
claro, para que Pedro Sánchez necesitara ya no la abstención de Junts per Catalunya,
sino el voto favorable de Junts per Catalunya para salir investido presidente. Por tanto,
el rompecabezas todavía se puede complicar más en los próximos días. Y en este sentido,
ahora mismo, ¿cuáles son las combinaciones de piezas de ese rompecabezas que resultan
más factibles? Vayamos de escenarios menos probables a escenarios más probables.
Un escenario muy poco probable, pero diría que no absolutamente imposible, es el siguiente. El
Partido Popular llega a un acuerdo de investidura con Unión del Pueblo de Navarro, con Coalición
Canaria y con PNV. El PNV no se ha cerrado en banda, al contrario, diría que tiene cierto
interés en llegar a un acuerdo con el Partido Popular, pero ha de ser un acuerdo que no incluya
a Vox. Pero claro, sin Vox estos partidos apenas suman 143 diputados, por tanto,
no bastarían en absoluto para investir presidente a Rajoy. Ahora bien, si Vox le entregara gratuitamente,
y esto es lo que se me hace muy difícil de ver, si Vox le entregara gratuitamente sus 33 diputados,
su voto favorable de 33 diputados, a un Feijó que ha llegado a ese acuerdo de investidura con
estos otros tres partidos, entonces Feijó sí sumaría 176 diputados y podría ser investido
presidente. ¿Por qué digo que este escenario me parece muy poco probable? Porque Vox, en principio,
no está dispuesto a entregar gratuitamente sus votos al PP, y menos si el PP ha hecho cesiones
al PNV para llegar a un acuerdo de investidura. Y si, en cambio, el PP llega a un acuerdo de
investidura con Vox, el PNV ya ha dejado muy claro que va a votar siempre en contra. Por tanto,
este primer escenario es un primer escenario factible, pero muy improbable. Segundo escenario
factible y, a mi juicio, bastante más probable, aunque no el más probable. Bloqueo político y
repetición electoral. Si Pedro Sánchez consigue el voto a favor de PSOE, SUMAR, Vildu, Esquerra
Republicana de Cataluña, bloque nacionalista galego y PNV, Pedro Sánchez conseguirá 172 votos
a favor. Pero si Junts per Catalunya se enroca en el no, y ahora mismo, por lo que dicen, están en
el no, es decir, que no quieren votar a favor de la investidura de Pedro Sánchez y votarán más bien
en contra, entonces, en ese supuesto, Pedro Sánchez tendría 172 votos a favor y 178 votos en contra.
Es decir, que sí o sí, Pedro Sánchez necesita la abstención de Junts per Catalunya. Es más,
si cambia a algún diputado a favor del bloque de la derecha una vez se incorpore el voto
extranjero, entonces, como ya he mencionado antes, no sólo necesitaría la abstención de Junts per
Cataluña, sino el voto a favor. Y si Junts per Catalunya coloca un precio altísimo que ni siquiera
Sánchez está dispuesto a pagar por esa abstención o ese voto a favor, entonces, Pedro Sánchez no
podría salir elegido presidente, pero tampoco feijo, porque tampoco feijo, contaría con más
votos a favor que en contra y, por tanto, nos encaminaríamos a una repetición electoral en
diciembre o en enero. Y tercer escenario, factible y a mi juicio el más probable, Pedro Sánchez es
reelegido presidente del gobierno con los votos a favor de Pessoa, Sumar, Bildu, Esquerra,
bloque nacionalista galego, PNV y la abstención de Junts per Cataluña. Se trataría de repetir lo
que los medios de comunicación han llamado coalición Frankenstein, pero es que las urnas
han revalidado esa coalición Frankenstein. Por tanto, ahora mismo Pedro Sánchez no va
a tener absolutamente ningún reparo en volver a hacer lo que ha venido haciendo durante toda
esta legislatura, porque no ha perdido poder, lo ha mantenido. Y la última cuestión precisamente
es esta, ¿cómo es posible que Pedro Sánchez después de esta legislatura, después de que
todas las encuestas le dieran como clarísimo perdedor de estas elecciones del 23 de julio,
cómo es posible que haya salido vivo y reforzado? A este respecto solo podemos especular, dado que
no contamos con estudios que midan, que cuantifiquen, que modelicen el comportamiento de los votantes y
las causas por las que los votantes se han movido de un modo o de otro, pero hay varias
posibilidades desde luego encima de la mesa. Varias posibilidades que no obstante se resumen
en dos ideas clave, el bloque de la izquierda ha planteado y ha hecho una buena campaña electoral
y el bloque de la derecha, en cambio, ha planteado y ha hecho una mala campaña electoral. ¿Por qué
el bloque de la izquierda ha planteado y ha hecho una buena campaña electoral? Pues por lo que ya
explicamos cuando Pedro Sánchez convocó elecciones anticipadas después de su humillante
derrota en las elecciones autonómicas y municipales del pasado 28 de mayo. Ya dijimos entonces que la
estrategia electoral de Pedro Sánchez consistía en aglutinar en torno a su figura todo el voto
útil anti derecha, es decir, una parte del voto de Podemos y de su mar y una parte del voto
nacionalista anti centralista y por tanto anti PP y sobre todo anti Vox. Y esta estrategia sin duda
le ha salido bien y le ha salido bien sobre todo en Cataluña. En Cataluña el PSOE, el PSC ha ganado
siete diputados, que son los mismos que ha perdido Esquerra y Junts per Catalunya, sobre todo Esquerra,
que ha perdido seis. Durante la campaña Pedro Sánchez ha conseguido colocar en los medios de
comunicación alguno de sus principales mensajes antifascistas. PP y Vox nos quieren hacer retroceder
40 años, fijaos en cómo están quitando las banderas LGTBI de estos ayuntamientos, cómo están
censurando estas obras de teatro en estos otros ayuntamientos, etcétera, etcétera, etcétera.
Estos han sido temas continuos en campaña electoral que hábilmente la izquierda ha conseguido
colocar en agenda. Y a su vez al bloque de la izquierda también le ha favorecido el buen
entendimiento que hay entre PSOE y su mar. No ha habido fricción entre ambos partidos. Es verdad
que al comienzo de la campaña hubo una lucha intestina dentro de su mar, cuando por ejemplo
excluyó a Irene Montero de las listas. Pero superado ese episodio, el entendimiento entre
las dos principales fuerzas del bloque de la izquierda ha sido continuado. Se vio muy claramente
en el debate A3 en televisión española. Era un debate Pedro Sánchez y Yolanda Díaz contra
Santiago Abascal y entre ellos no se atacaban, al contrario, se apoyaban. Y ese buen entendimiento
no ha ahuyentado a sus votantes, al contrario, les ha dado ánimos y esperanza de que podían
derrotar a la derecha. En suma, que más allá de la mala, diría que muy mala, exhibición que tuvo
Pedro Sánchez en su cara a cara con Nuñez Fijo, la izquierda no ha cometido errores en campaña.
Y en cambio, la derecha sí los ha cometido muy abundantemente. De hecho, diría que esta campaña,
más que ganarla a la izquierda, la ha perdido la derecha. Por muchos factores. Primero, la
precampaña estuvo marcada por los pactos de gobernabilidad entre PP y Vox, que más que
pactos bien avenidos fueron bodewiles, como el caso extremeño. Ahí se vio que el entendimiento
entre PP y Vox era un entendimiento complicado que pondría, por tanto, en solfa la gobernabilidad
de la región o del país. En segundo lugar, el PP siguió menospreciando y diciendo que no quería
pactar con el que era su socio de investidura natural, Vox. Ya explicamos en un vídeo cómo
Fijo se postulaba a ser investido con votos del PSOE o con votos del PNV, pero nunca con votos
de Vox. En tercer lugar, el PP también ha apelado a concentrar el voto útil a costa de Vox, lo cual
al final ha podido terminar provocando una sangría excesiva de diputados de Vox que ahora no alcanzan
para la mayoría entre PP y Vox. En cuarto lugar, también hay que mencionar la mala gestión de las
expectativas. Todas las encuestas daban una victoria tan holgada a PP y a Vox. Incluso el Partido
Popular filtraba que podían llegar ellos solos, sin Vox, a la mayoría absoluta, algo del todo
disparatado a la luz de los resultados que conocimos ayer. Pero claro, si va calando el mensaje de que
la victoria es arrolladora, es incontestable, es segura, pues entonces cabe la posibilidad de que
el votante se relaje, especialmente en las fechas en las que se ha votado, que son fechas veraniegas
y de vacaciones. No en vano, el bloque de la derecha no consigue los resultados esperados en
dos regiones que en principio le iban a ser muy favorables, Madrid y Andalucía. Gana en ambas,
pero la diferencia de escaños con el bloque de la izquierda no es espectacular, especialmente en
Madrid, que supuestamente es un feudo de la derecha. Madrid reparte 37 diputados y se han repartido
21 para la derecha y 16 para la izquierda. Solo con que PP y Vox hubiesen conseguido dos o tres
diputados más en Madrid ya estarían al borde de la mayoría absoluta. Y ese era el escenario que
se manejaba, que en Madrid iba a arrasar la derecha y ha ganado, ha ganado con cierta holgura,
pero desde luego no ha arrasado. En quinto lugar, si la izquierda hábilmente plantea una estrategia
de alerta antifascista, cuidado que vamos a retroceder 40 años si ganan PP y Vox, si dentro
de esa estrategia de alerta antifascista de la izquierda, Vox coloca al frente de su campaña a
Jorge Buxadé y articula un discurso electoral e ideológico que se complementa muy bien con
los prejuicios que tiene la izquierda respecto a Vox, pues entonces si bien Vox no desmoviliza
en absoluto a su electorado, sí puede haber contribuido a movilizar al electorado de izquierdas
y al electorado nacionalista. De la misma manera que en las elecciones autonómicas y municipales
las lonas que colocó Podemos en Madrid probablemente contribuyeron a movilizar al
electorado de derechas, en este caso las lonas que ha puesto Vox o el entorno de Vox en Madrid
probablemente, no lo sabemos, pero probablemente hayan contribuido a movilizar al electorado de
izquierdas. Y en sexto lugar, y probablemente lo más decisivo, es que el PP ha tenido una última
semana de campaña electoral horrorosa. Feijón no acudió al debate entre los cuatro principales
candidatos a la presidencia del gobierno de España y en ese debate además Santiago Abascal
no lo hizo especialmente bien, con lo cual el bloque de la derecha lo hizo mal, a su vez Feijón
se acudió a una entrevista en radio televisión española realizada por Silvia Inchaurrondo,
donde cometió la enorme torpeza de mentir en directo diciendo que el Partido Popular siempre
había revalorizado las pensiones al IPC y la periodista, adecuadamente en este caso,
otra cosa es que en otras entrevistas no haya mostrado el mismo rasero, pero en este caso la
periodista hizo bien en replicar en directo las mentiras de Feijó sobre el IPC. Nuestro partido
nunca dejó de revalorizar las pensiones conforme al IPC, el único partido que congeló las pensiones
fue el Partido Socialista Obrero Español. Por cierto, el señor Sánchez era diputado en la
Cámara, por tanto siempre lo hemos hecho y yo en el Senado... No es correcto señor Feijó. Es
absolutamente correcto. No lo hicieron ni en 2012 ni en 2013 ni en el año 2016. Yo no sé de dónde saca
usted eso, lo vuelvo a reiterar, nosotros siempre hemos revalorizado las pensiones conforme al IPC,
cuando el IPC es negativo o es cero incluso la subíamos un cuarto de punto, por tanto
le reitero, reviso usted los datos. No, mis datos son correctos señor Feijón, ni en 2012 ni en 2013
ni en 2017. Bien, pues como hay hemeroteca usted va a comprobar lo que yo le digo y ya le digo si yo
estoy equivocado le pego disculpas y si está usted espero que lo digan en este programa.
Y claro, si tú mientes en directo y te afean que has mentido en directo y posteriormente admites
que has mentido en directo, pues eso no es un reclamo electoral, sobre todo cuando has basado
gran parte de tu campaña en decir que Sánchez es un mentiroso, que lo es y que tú eres honesto
y honorable y no mientes. Pues claro, acabas de mentir. Y por si todo lo anterior fuera poco,
el tema de Marcial Dorado, la amistad que mantuvo durante muchos años Feijó con un
narcotraficante gallego, esa polémica ha copado también la última semana de campaña, hasta el
punto de que el pasado viernes Feijó tuvo que salir al quite diciendo que cuando entabló una
estrecha amistad con Marcial Dorado, Marcial Dorado no era narcotraficante, sino contrabandista.
Claro, este tipo de declaraciones a dos días de las elecciones generales son devastadoras.
En definitiva, los errores de la derecha parece que nos abocan a cuatro años más de sanchismo.
Como ya dijimos, no han venido a derogarlo, sino a consolidarlo.