This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
Javier Milei se ha comprometido a hacer un ajuste presupuestario de 5 puntos del PIP,
mayoritariamente a través de recortes del gasto público.
¿Pero será esto realmente posible?
Veámoslo.
NO HAY PLATA Esta es una frase que Javier Milei ha repetido
durante las últimas semanas en múltiples ocasiones para justificar el contundente ajuste
presupuestario que pretende aprobar.
La Argentina es un país sin credibilidad financiera porque lleva décadas viviendo
a costa del endeudamiento y de impagar a sus prestamistas, ya sea a través de la inflación
o directamente a través de repudios de la deuda.
Y precisamente porque los acreedores de la Argentina ya han aprendido que no es un deudor
confiable, la Argentina no tiene acceso a los mercados crediticios, de modo que si quiere
gastar más de lo que ingresa, si quiere tener un déficit presupuestario, no le queda
otro remedio que crear nueva moneda.
Pero esa nueva moneda, esos nuevos pesos no tienen demanda, por supuesto fuera de la Argentina,
pero tampoco dentro de la Argentina, y por tanto esa creación de nuevo dinero dirigida
a financiar el déficit público se traduce en inflación.
Por eso Javier Milei promete cuadrar las cuentas, porque nadie le presta a la Argentina y la
única forma de seguir gastando más de lo que se ingresa es con más inflación.
Y Javier Milei quiere acabar con la inflación.
En este sentido, Milei cuantifica en 5 puntos del PIB el ajuste presupuestario necesario
para equilibrar las cuentas.
Por lo que la solución implica, por un lado, un ajuste fiscal en el sector público nacional
de 5 puntos del PBI, que a diferencia del pasado caerá casi totalmente sobre el Estado
y no sobre el sector privado.
5 puntos del PIB de ajuste presupuestario es un ajuste presupuestario muy contundente,
pero no es inédito en la historia de la humanidad.
Muchos países durante los últimos años han acometido ajustes fiscales de esta magnitud,
por ejemplo, Lituania, por ejemplo, Ecuador o, por ejemplo, Portugal.
No obstante, hay economistas que argumentan que durante una recesión no es factible acometer
este tipo de ajustes fiscales, y la principal razón con la que pretenden respaldar esta
afirmación se llama multiplicador fiscal.
El multiplicador fiscal no es más que la relación entre cuánto ha variado a corto
plazo el PIB de una economía como consecuencia de la variación o de su gasto público o
de sus ingresos tributarios.
Por ejemplo, si aumentando el gasto público en 100 el PIB de esa economía se expande
en 200, diremos que el multiplicador fiscal del gasto público dentro de esa economía
es de 2.
Por cada euro que has incrementado el gasto público, el PIB ha crecido en 2 euros.
Pues bien, ¿por qué hay economistas que sostienen que no es factible lograr a corto
plazo un ajuste fiscal de esta magnitud como consecuencia de los multiplicadores fiscales?
Imaginemos que los multiplicadores fiscales son bastante elevados, por ejemplo, de 3.
Es decir, que por cada euro que incrementamos el gasto público, el PIB crece en 3 euros,
y al revés, por cada euro que reducimos el gasto público, a corto plazo, claro, el PIB
se reduce en 3 euros.
¿Eso qué significa?
Pues que si el multiplicador fiscal del gasto público en la Argentina fuera de 3, si Javier
Mileia comete un ajuste fiscal por el lado del gasto de 5 puntos del PIB, eso implica
o eso implicaría, mejor dicho, que el PIB de la Argentina se contraería en 15 puntos.
Y dejando de lado que una contracción económica de 15 puntos del PIB generaría un absoluto
caos social, no se trata solo de eso, sino de que si la presión fiscal en Argentina
ronda, por ejemplo, el 35% del PIB, una caída de 15 puntos del PIB implicaría dejar de
recaudar el 35% de esos 15 puntos de PIB.
¿Y cuánto es el 35% de 15 puntos de PIB?
Pues algo más de 5 puntos de PIB.
Es decir, que recortando 5 puntos de PIB de gasto público, la recaudación fiscal caería
más de 5 puntos del PIB y, por tanto, en lugar de cuadrar las cuentas a corto plazo, las
desequilibraríamos todavía más.
Por tanto, la cuestión es esa.
Si los multiplicadores fiscales son muy elevados, cualquier ajuste presupuestario, ya sea recortando
gastos o aumentando impuestos, conllevará una contracción de la actividad económica
que generará pérdidas de recaudación todavía mayores.
Y al respecto, se tiende a pensar que los multiplicadores fiscales son especialmente
elevados durante las recesiones.
Durante una recesión, el sector privado ni consume ni invierte, o al menos consume e invierte
mucho menos, de tal manera que si el gobierno gasta, o si el gobierno deja de recaudar ingresándole
esa renta adicional al sector privado vía menores impuestos, si el sector público gasta
o el sector público baja impuestos y financia ese mayor gasto o esos menores impuestos con
deuda, tiende a pensarse que eso tiene un efecto muy expansivo, porque en una recesión
prácticamente el único motor de la economía es el sector público.
Y en sentido contrario, si durante una recesión el endeudamiento público tiene supuestamente
una influencia muy expansiva, si durante una recesión el sector público recorta el
gasto o aumenta impuestos, eso tendrá una influencia muy contractiva, es decir, que
el multiplicador fiscal será muy alto y un plan de ajuste fiscal como el que está proyectando
mi ley terminaría convirtiéndose en un tiro en el pie.
Ahora bien, la magnitud de estos multiplicadores fiscales no es la misma en todas las economías
del mundo, dado que estos multiplicadores fiscales dependen de diversos factores que
no son comunes, que no son homogéneos en todas las economías mundiales.
Por ejemplo, la magnitud de los multiplicadores fiscales tiende a ser mucho más alta cuando
las economías se hallan en la denominada cota cero de tipos de interés, una situación
en la que la demanda de crédito privada es muy baja y, por tanto, el sector público
puede endeudarse a tipos de interés prácticamente cero sin generar efectos expulsión sobre
el sector privado. Pero, claramente, la Argentina no está en una situación de cota cero de
tipos de interés. Los tipos de interés de la Argentina superan el 100% anual. O, a su
vez, los multiplicadores fiscales también son tanto más altos cuanto más solventes
sea el estado que esté ejecutando una política fiscal expansiva. Si un estado es muy solvente,
se puede endeudar para bajar impuestos o para aumentar el gasto público sin que ello
genere un pánico entre el resto de agentes económicos dentro del sector privado de que
ese estado va a impagar su deuda o de que va a venir una altísima inflación. Porque
ante un escenario de bancarrota estatal o de inflación muy elevada, el sector privado
tiende a dejar de gastar, tiende a dejar de invertir y tiende a buscar refugio patrimonial
fuera del país. Pues bien, obviamente, la Argentina no es un estado solvente. Al contrario,
es un estado que ya está fagocitado por esos procesos de repudio de la deuda o de inflación
de la moneda. Y, por tanto, es un país cuyo sobreendeudamiento está ya expulsando actividad
del sector privado. Y, por tanto, el efecto marginal de seguir endeudándote para supuestamente
estimular la economía no existe o previsiblemente no existe. El efecto marginal de ese nuevo
endeudamiento a costa de la inflación es previsiblemente, ya digo, cero o incluso negativo.
Pero es que además tampoco está tan claro que el multiplicador fiscal del gasto público en
momentos de recesión sea tan elevado como los que hemos planteado antes, ni siquiera en economías
más asentadas, más estables, como puede ser la de Estados Unidos. Por ejemplo, en este importante
artículo académico del año 2019, publicado en uno de los mejores journals que existe en el ámbito
de la economía, el Journal of Political Economy, dos economistas, dos reputadas economistas,
especialmente en el campo de la medición de los multiplicadores fiscales, Valerie Raimi y Sarah
Zubeiri, en este paper, como digo, los multiplicadores del gasto público en buenos y malos momentos,
evidencia de los datos históricos de Estados Unidos, encontramos estimaciones del multiplicador
fiscal del gasto público en momentos de recesión por debajo de 1. Lo podemos ver en este gráfico
que recoge la magnitud de los multiplicadores por trimestres desde que se ejecuta el estímulo fiscal
o el desestímulo fiscal, es decir, la expansión del gasto público o el recorte del gasto público.
La línea punteada nos indica el multiplicador fiscal del gasto público en momentos de expansión
o de crecimiento económico, cuando la tasa de paro es baja. Y la línea con círculos nos indica
el multiplicador fiscal del gasto público en momentos de recesión, cuando la tasa de desempleo
es alta. El resto de líneas o el área asombreada son los intervalos de confianza de las anteriores
estimaciones. Pues bien, como vemos, salvo por los dos primeros trimestres, el multiplicador
fiscal del gasto público en momentos de recesión en Estados Unidos está por debajo de 1,
aproximadamente 06 o 07. O como las propias autoras se encargan de resumir, en resumen,
mediante los tres tipos de estimaciones encontramos multiplicadores fiscales del
gasto público que son menores de 1 en todos los casos, salvo en los primeros trimestres.
Si tenemos en cuenta el estado de la economía, es decir, si tenemos en cuenta si la economía está
en recesión, no hayamos evidencia de multiplicadores significativos en periodos de recursos ociosos,
es decir, en periodos de crisis. ¿Esto qué significa? Imaginemos que el multiplicador
fiscal del gasto público para el corto plazo, insisto, en Argentina es de 0,75. Pues bien,
si Javier Millet redujera en 5 puntos de PIB el gasto público en Argentina, en el corto plazo
se experimentaría una recesión de algo menos del 4%, el PIB caería alrededor del 4%, y la
recaudación tributaria derivada de esa contracción económica, derivada del recorte a corto plazo del
gasto público, sería de aproximadamente 1,3 puntos del PIB. Por tanto, recortando 5 puntos
de PIB del gasto público, conseguiríamos un ajuste fiscal efectivo de alrededor de 3,7,
3,5 puntos de PIB, lo cual es un ajuste que dejaría a la Argentina aproximadamente en
el equilibrio presupuestario o muy cerca de él. O expresado de otra manera, si Javier Millet quisiera
lograr un ajuste presupuestario efectivo de 5 puntos del PIB, tendría que recortar el gasto
público en aproximadamente 7 puntos del PIB. Pero si en última instancia se conforma con un ajuste
fiscal de 3,5 puntos del PIB, recortando el gasto en 5 puntos del PIB sería más o menos suficiente.
Un ejemplo histórico reciente de un ajuste fiscal similar al que está planteando Millet en momentos
de recesión, lo podemos encontrar en Portugal durante los años 2010 a 2012. Durante ese periodo,
el déficit público de Portugal se reduce del 11,4% del PIB al 6,2% del PIB, es decir,
un ajuste presupuestario de 5,2 puntos de PIB. Y esto tiene lugar en un contexto en el que la
economía no estaba creciendo, sino en un contexto en el que la economía se contrajo, en parte por
este ajuste fiscal, un 5,5%. ¿Qué hizo Portugal para alcanzar este ajuste fiscal de 5,2 puntos
de PIB en 3 años? Pues recortar el gasto público en 3 puntos del PIB y aumentar los ingresos públicos
en 2,2 puntos del PIB. Ahora bien, tengamos en cuenta que como el PIB entre 2010 y 2012 cambia,
se contrae un 5,5%, no podemos comparar directamente el recorte del gasto público de 3 puntos del PIB
en 2012 con el PIB de 2010. Por tanto, ¿qué tuvo que hacer Portugal para que en 2012 el gasto público
se redujera en 3 puntos de PIB a pesar de que el PIB estaba cayendo o de que la recaudación fiscal
aumentara en 2 puntos de PIB con un PIB contrayéndose? Bueno, pues lo que tuvo que
hacer en materia de ingresos es básicamente estabilizar la recaudación tributaria. La
recaudación tributaria en términos nominales en 2012 era aproximadamente la misma, algo por debajo,
pero aproximadamente la misma que en 2010. Ahora bien, en materia de gasto público,
tuvo que recortar el gasto público nominal entre 2010 y 2012 en un 12%. En el año 2012,
Portugal gastó un 12% menos que en el año 2010. Por tanto, y en definitiva, ¿es posible lograr
un ajuste presupuestario de alrededor de 5 puntos del PIB? Sí, es posible, pero hay que tener en
cuenta que si los recortes del gasto público conllevan a corto plazo una caída de la actividad
económica, eso tendrá efectos de segunda ronda que contribuirán a incrementar el déficit público,
ya sea por el lado de pérdida de recaudación o por el lado de aumento del gasto en forma de
ayudas sociales. Por tanto, para lograr un ajuste fiscal efectivo de 5 puntos del PIB,
habrá que recortar el gasto público en más de 5 puntos del PIB. Pero si Javier Milei cree
que es suficiente con un ajuste fiscal efectivo inferior de 3 puntos del PIB o de 3,5 puntos del
PIB, probablemente con ese recorte del gasto público de alrededor de 5 puntos del PIB que
parece que está planteando, con ese recorte del gasto público será suficiente. Aunque no perdamos
de vista que, más allá de lo que haya que hacer en el muy corto plazo para estabilizar
macroeconómicamente el país, a medio largo plazo el objetivo de todo libertario, no digamos ya de
todo anarcocapitalista, es minimizar el gasto público, es decir, maximizar los recortes del
tamaño del Estado.