logo

Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Javier Millet defiende dolarizar la economía argentina para acabar con la inflación. Pero
dolarizar una economía no es una estrategia exenta de problemas. Veámoslo.
Javier Millet defiende dolarizar la economía argentina como el mecanismo más eficaz para
poner fin a la altísima inflación que viene padeciendo este país desde hace décadas.
Y en vídeos anteriores ya hemos expuesto por qué efectivamente la dolarización sería preferible
a otros esquemas, como el que defiende Patricia Bullrich, el patrón bimonetario,
para terminar con la inflación. Sin embargo, eso no significa que la dolarización sea un
mecanismo de lucha contra la inflación que esté exento de riesgos y de problemas potenciales.
En este vídeo quiero reflexionar sobre dos importantes problemas potenciales a los que
se puede enfrentar una economía dolarizada, como sería el caso de una Argentina gobernada
por Javier Millet. Por un lado, el riesgo de una crisis financiera y, por otro lado,
el riesgo de una crisis comercial. Empecemos con el riesgo de una crisis financiera.
En nuestros sistemas financieros actuales, la inmensa mayoría de bancos están muy endeudados
a corto plazo, por ejemplo, depósitos a la vista, y muy invertidos a largo plazo, por ejemplo,
hipotecas, prestamos empresariales, etc. Se trata de una práctica financiera tremendamente
irresponsable y tremendamente arriesgada, porque si en algún momento los bancos no son capaces de
renovar los vencimientos de su deuda a corto plazo, esos bancos entran en suspensión de pagos e impagan
las deudas con sus acreedores a corto plazo, por ejemplo, con los depositantes. Sin embargo,
los bancos dentro de nuestro sistema financiero actual recurren a este tipo de prácticas,
primero porque es muy rentable, los tipos de interés a largo plazo suelen ser, por lo general,
bastante superiores a los tipos de interés a corto plazo, por tanto, si tú te endeudas a
corto plazo, pagas tipos bajos, y si tú inviertes a largo plazo, cobras tipos altos, y segundo,
y sobre todo, hacen esto porque el Estado los protege frente a las consecuencias de su
irresponsabilidad. Si un banco llega al extremo de quebrar, el Estado lo rescata recapitalizándolo,
y si un banco tiene un problema de liquidez derivado de su exceso de deuda a corto plazo
frente a sus inversiones a largo plazo, existe una institución que se llama Banco Central que actúa
como prestamista de última instancia para refinanciar a ese banco que tiene problemas
de liquidez. Si un banco sabe que, aunque se endeude a corto plazo e invierta a largo plazo,
va a tener al Banco Central detrás para renovar sus vencimientos de deuda a corto plazo que no
sea capaz de refinanciar en el mercado, desde luego será mucho más propenso a practicar esta
estrategia tan imprudente pero tan potencialmente rentable cuando socializas los riesgos a través
de las instituciones estatales. Pues bien, a día de hoy la inmensa mayoría de bancos en cualquier
país, debido a que tienen estas salvaguardas que acabo de especificar, están, como decía,
muy endeudados a corto plazo y muy invertidos a largo plazo. Si una economía como Argentina
se dolariza cerrando su Banco Central, desaparece la figura del prestamista de
última instancia. Y si en ese momento los bancos privados siguen muy endeudados a corto plazo frente
a sus posiciones de inversión a largo plazo, esos bancos privados se pueden encontrar de repente
con un problema de liquidez muy grande que no sean capaces de subsanar a través del mercado. Y eso
implicaría suspensiones de pagos dentro del sistema financiero y, por tanto, impagos parciales
a los depositantes. A largo plazo, la dolarización sería beneficiosa para la disciplina y la
responsabilidad del sistema financiero. Si los bancos aprenden que no existe un prestamista
de última instancia que les vaya a sacar siempre las castañas del fuego, o se endeudarán a corto
plazo e invertirán a corto plazo, o si quieren invertir a largo plazo, se endeudarán a largo plazo,
es decir, casarán sus posiciones de liquidez. Por tanto, a largo plazo, que no exista un
prestamista de última instancia que esté dispuesto a rescatarte cualquiera que sea tu posición extrema
de liquidez, es desde luego beneficioso para promover conductas financieras más responsables
entre los bancos. Sin embargo, no estoy hablando de los riesgos de largo plazo, sino de los riesgos
de corto plazo. Hoy en día el sistema financiero es ilíquido y, si de repente desaparece el
banco central, ese sistema financiero que se ha colocado en una posición de enorme iliquidez
esperando que el banco central siempre esté disponible para acudir a su rescate, puede
enfrentarse a problemas de liquidez serios, es decir, puede terminar engendrando una crisis
financiera. Pero en segundo lugar, si bien este problema de la dolarización es un problema de
corto plazo, es un problema propio de la transición desde una economía no dolarizada y con banco
central propio a una economía dolarizada y sin banco central, no es un problema para el momento
en el que los bancos ya hayan readaptado sus balances lentamente, no se hace de la noche a la
mañana, ya hayan readaptado sus balances al nuevo entorno institucional, existe otro problema de la
dolarización que no se resuelve ni en el corto ni en el largo plazo, que es la exposición de
las economías dolarizadas a una crisis comercial. Si Argentina se dolariza, Argentina adopta como
moneda propia la moneda que emite un banco central extranjero, en este caso la Reserva Federal de
Estados Unidos, y la Reserva Federal de Estados Unidos adapta su política monetaria a las
necesidades de la economía estadounidense, no a las necesidades de la economía argentina,
sino a las necesidades de la economía estadounidense. Eso puede provocar que la
política monetaria de la Reserva Federal genere, por ejemplo, a través de subidas de tipos de
interés, una fuerte apreciación del dólar en los mercados internacionales que no guarde relación
alguna con la posición comercial exterior de la economía argentina. Imaginemos que la economía
argentina tiene un déficit comercial muy importante. La forma de solucionar ese déficit
comercial a través de la política cambiaria, que desde mi punto de vista no es la mejor forma
de solucionar estos problemas, pero vamos a argumentar a partir de aquí y luego lo matizo,
la forma de solucionar este problema de déficit comercial a través de la política cambiaria es
a través de la depreciación del tipo de cambio. Si el tipo de cambio de la moneda argentina se
deprecia, Argentina tenderá a exportar más y a importar menos revirtiendo ese déficit comercial.
Sin embargo, si el tipo de cambio de la moneda argentina lo marca el dólar y, por tanto,
lo marca la Reserva Federal a través de su política monetaria, te puedes encontrar con que,
cuando Argentina tenga un déficit comercial, el dólar se aprecie y, por tanto, la política
cambiaria profundice en ese déficit comercial, desincentive las exportaciones e incentive las
importaciones. Es más, una economía dolarizada se puede enfrentar a esa crisis comercial aún si
la Reserva Federal no hace nada para ello. Imaginemos que las economías alrededor de
Argentina deprecian fuertemente sus propios tipos de cambio frente al dólar. En ese caso,
la economía argentina perderá súbitamente competitividad frente a esas economías rivales,
frente a esas economías vecinas. ¿Cómo podría Argentina rápidamente ganar competitividad a
través de la política cambiaria? Depreciando su propia moneda para mantener un tipo de cambio
más o menos similar frente a las divisas de sus países rivales, de sus países vecinos.
Pero si Argentina adopta como moneda el dólar y no puede depreciar autonomamente el dólar,
entonces la economía argentina perderá competitividad que no podrá remediar a
través de la política cambiaria. Esto último no tendría por qué ser necesariamente negativo.
Cuando una economía se enfrenta a una crisis comercial, la puede remediar o depreciando el
tipo de cambio o ajustando sus precios internos, que es, desde mi punto de vista, la mejor forma
de hacer este ajuste. Cuando tú deprecias el tipo de cambio, todos tus precios internos se
abaratan frente a los precios exteriores. Pero a lo mejor no hay que abaratar absolutamente todos
tus precios internos, sino únicamente aquellos precios internos que tengan que guarden relación
directa o indirecta con el comercio internacional. A lo mejor, en lugar de abaratar todos los precios
internos un 10% a través de la depreciación del tipo de cambio en un 10%, hay algunos precios
internos que se tienen que mantener estables, otros que tienen que subir y otros que tienen
que bajar un 30%. Por tanto, la mejor forma de hacer un ajuste frente a una crisis comercial no
es con ajustes del tipo de cambio, sino con ajustes de los precios relativos interiores. Y la
dolarización, al privar a Argentina de la autonomía monetaria para depreciar el tipo de cambio,
fuerza que el ajuste frente a una crisis comercial se haga a través de precios internos. Y esto,
como digo, está bien. Sin embargo, hay un problema para que esto se lleve finalmente a la práctica.
Y es que para que esto se pueda materializar, la economía argentina ha de disfrutar de suficiente
flexibilidad interna de precios. Si muchos precios dentro de Argentina, incluyendo el precio del
factor trabajo, es decir, los salarios, si muchos precios dentro de Argentina son rígidos a la baja,
si, por ejemplo, cuando una industria exportadora pierde cuota en los mercados internacionales
porque el dólar se ha apreciado o porque tus rivales comerciales, por ejemplo, el real brasileño,
como le ocurrió a Argentina en el año 1998, han depreciado su tipo de cambio. Si una industria
exportadora argentina, cuando pierde cuota en los mercados internacionales, no puede rebajar sus
salarios para bajar los precios de las mercancías que exporta y recuperar esa cuota comercial en
los mercados internacionales, pues entonces el hecho de no poder depreciar tu tipo de cambio
y tampoco poder bajar tus precios internos para hacer el ajuste frente a una crisis comercial te
abocará a una crisis económica interna. Es decir, que las crisis comerciales en una economía
dolarizada tienen una probabilidad alta de transformarse en recesiones internas si la
economía no disfruta de suficiente flexibilidad interna de precios. De ahí, por cierto, que las
reformas que tenga que hacer Javier Milei para dolarizar la economía no se restringan a meramente
dolarizar la economía, sino a liberalizar plenamente la economía interna. Pero incluso en una economía
plenamente dolarizada existen rigideces de precios. Si yo soy una empresa exportadora que opera en una
nave industrial alquilada y he firmado un contrato de alquiler a 5 años con un precio cerrado a esos
5 años, ese precio va a ser rígido a la baja. El casero no me va a querer rebajar el alquiler.
Por mucho libre mercado que haya y por mucha ausencia de regulación estatal que haya, el
casero tiene derecho a que tú le pagues el alquiler que habéis firmado, de modo que o rompes el contrato,
lo cual para una empresa no es sencillo, porque tendría que trasladar toda su maquinaria, todos
sus operarios, a otra nave industrial o esa empresa se va a tener que comer ese precio durante
5 años. Pero si esa empresa exportadora necesita rebajar sus costes para bajar sus precios y
exportar más, pues ese precio rígido a la baja será un obstáculo para ello que tenderá a deprimir
su actividad. Pero el problema de que Argentina atraviese una crisis comercial no es solamente
ese, porque uno podría decir, bueno, sí, una economía dolarizada te aboca a la recesión cuando
tienes una crisis comercial, pero es que nuestra economía no dolarizada con una altísima inflación
también te aboca recurrentemente a recesiones por estallidos de la moneda. De acuerdo, el argumento
sería plenamente válido y quizás sea preferible economía dolarizada con mayor probabilidad de
recesión ante una crisis comercial que economía no dolarizada con altísima inflación persistente.
Pero es que una economía dolarizada que se exponga a recesión durante una crisis comercial
puede engendrar otros tipos de crisis que en última instancia degeneren en una crisis
inflacionaria. Me explico, ¿cuál tenderá a ser la reacción del gobierno cuando una economía
dolarizada entre en recesión como consecuencia de una crisis comercial? Pues intentará estimular
la economía interna con déficits públicos. Si ese gobierno no puede recurrir a la política
monetaria para depreciar el tipo de cambio y, depreciando el tipo de cambio, estimular la
economía, tratará de estimular la economía o gastando más sin subir impuestos o bajando impuestos
sin recortar el gasto, es decir, generando deuda. Deuda que en este caso además estaría denominada
en dólares. De modo deuda que tendría que colocar sí o sí en los mercados internacionales. Si
el gobierno empieza a acumular mucha deuda pública en dólares, la solvencia del propio
gobierno estará en cuestión. Y si ese gobierno cuya solvencia está en duda quiere seguir estimulando
la economía frente a una crisis comercial, la tentación que tendrá ese gobierno, como ya
explicamos en un vídeo anterior, será intentar forzar la colocación de esa deuda pública denominada
en dólares dentro del sistema financiero nacional, dentro de los bancos argentinos que mantendrán
reservas en dólares para garantizar el reembolso de sus depositantes. Lo que hará el gobierno será
quedarse con esas reservas de dólares de los bancos privados argentinos para financiar sus
déficits públicos dándoles a cambio un título de deuda pública que no tiene salida en el mercado.
Pero claro, en ese caso se estará convirtiendo una crisis comercial en crisis de deuda pública y en
crisis financiera. Porque si el Estado no es capaz de amortizar a corto plazo en el futuro esa deuda
pública que les ha colocado a los bancos, los bancos se habrán quedado sin reservas para hacer
frente a las demandas de devolución de sus depósitos, de sus deudas a corto plazo. Y es esta
dominancia fiscal que ya explicamos en el vídeo de hace unos días, la que puede terminar generando
inflación, una crisis inflacionaria, ya sea medida contra los depósitos bancarios y líquidos que
tienen que liquidarse con descuento en el mercado, como ya le ocurrió a Argentina en la crisis de
2001, o ya sea con respecto a los títulos de deuda pública a corto plazo que las administraciones
públicas, por ejemplo los patacones, hacen pasar como circulante, como moneda complementaria frente
al dólar, como también le sucedió a Argentina en el año 2001. Este problema, por cierto,
no existiría si todos los países compartirán una misma moneda. Si todos los países compartieran
una misma moneda, por ejemplo el patrón oro o incluso el patrón dólar, ningún país podría
depreciar o apreciar su moneda frente a los demás, generando desde el lado monetario ventajas o
desventajas competitivas para todos los demás. Es precisamente el fraccionamiento del sistema
monetario internacional lo que genera este tipo de problemas cambiarios que pueden derivar en
crisis comerciales, en crisis de deuda pública y en crisis financieras.
Por tanto, mucho cuidado. Sí, puede que ahora mismo la dolarización de la economía argentina
sea la mejor alternativa para poner fin a la inflación, que es el gran mal que ha destrozado
la economía argentina durante las últimas décadas. Si Argentina no ha levantado cabeza,
si Argentina ha ido decayendo, decayendo y decayendo hasta convertirse en una economía
mediocre ha sido sobre todo por el continuo envilecimiento del valor de su moneda para
financiar las necesidades de sobreendeudamiento de su casta política. Y, por tanto, es absolutamente
prioritario solventar de manera estructural el problema de la inflación. Y la mejor forma de
solventar de manera estructural el problema de la inflación es dolarizando. Pero, como digo,
mucho cuidado. Que dolarizar sea la mejor alternativa para solucionar el mayor de los
problemas que ahora mismo y desde hace décadas tiene Argentina no significa que sea una alternativa
que, a su vez, esté exenta de problemas. Y por eso no bastará con dolarizar. Habrá que hacer
muchas otras reformas y ni siquiera todas esas otras reformas necesarias, imprescindibles,
blindarán absolutamente a la economía argentina dolarizada de los problemas que puede generar la
dolarización. Cuando tus propios políticos destruyen sistemáticamente tus propias instituciones,
no existen alternativas buenas. Solo existen alternativas menos malas. Y, en este caso,
la dolarización probablemente sea la alternativa menos mala. Pero eso no significa que no sea mala.