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Este pasado domingo falleció el economista italiano Alberto Alessina y lo hizo por caprichos
del destino en unos momentos en los que, al menos parte de sus ideas, son más necesarias
y están más de actualidad que nunca.
Más en particular, Alberto Alessina ha sido el padre intelectual de lo que se ha llamado
la austeridad expansiva.
La idea de que el ajuste presupuestario no tiene por qué ser perjudicial a medio largo
plazo para una economía, sino todo lo contrario, muy beneficioso frente a sus alternativas
de seguir manteniéndonos en un decidido público crónico.
Ahora mismo, España y el resto de países desarrollados se van a enfrentar a unos niveles
de deuda pública desmesurados, desproporcionados, y justamente por ello habrá que plantearse
qué hacemos con esos niveles de deuda pública tan elevados, tan grabosos.
Y desde luego habrá economistas que sostengan que no hay que hacer nada, porque incluso
la deuda pública puede ser positiva en tanto en cuanto nos dirán incrementa el ahorro
del sector privado.
Otros economistas lamentarán la deuda pública, lamentarán el elevado stock de deuda pública,
pero nos dirán que tratar de remediarlo a través de planes de ajuste, a través de
planes de austeridad puede generar más problemas que beneficios, y que por tanto será mejor
quedarse con una situación no idílica, un elevado endeudamiento público, pero que
no tiene alternativas más beneficiosas.
Y luego deberemos entrar en este debate, en esta discusión, otros economistas que pensamos,
siguiendo la estela de las ideas, de las aportaciones de Alberto Alessina, que la austeridad no solo
es imprescindible, sino que es muy beneficiosa frente a la alternativa de sobrecargar a nuestras
economías con unos stocks de deuda pública gigantescos.
Vamos a aprovechar este vídeo para resumir cuáles son las ideas fundamentales de la austeridad
expansiva que propugnaba Alberto Alessina.
Pero antes, simplemente poner de manifiesto que las ideas que voy a exponer de Alberto
Alessina se encuentran muy bien recogidas en su último libro, que además ha sido recientemente
traducido al castellano por ediciones deusto.
La austeridad, cuando funciona y cuando no.
Podéis encontrar de hecho el enlace a este libro, en la descripción del presente vídeo.
Pero vamos a ello, ¿cuáles son las ideas fundamentales de la austeridad expansiva de
Alberto Alessina?
Pues básicamente las podemos resumir en cuatro proposiciones.
La primera proposición es que los gobiernos responsables no deberían en términos generales
aplicar nunca políticas de austeridad.
Las políticas de austeridad no deberían ser la normalidad financiera de la inmensa
mayoría de estados.
¿Y por qué razón?
Bueno pues porque es cierto que durante las crisis los décidos públicos se tienden
a incrementar por los llamados estabilizadores automáticos.
La recaudación fiscal cae y cae además desproporcionadamente, sobreproporcionadamente,
porque si tenemos sistemas fiscales progresivos, obviamente una contracción generalizada de
las rentas va a hacer que los ingresos caigan sobreproporcionalmente, y además los gastos
también se incrementan.
Por ejemplo, el gasto en prestaciones de desempleo, menos ingresos y más gastos significa más
déficit público.
Ahora bien, ese déficit público tiene una característica eminentemente coyuntural, no
es un déficit público estructural del estado, no es que el estado sistemáticamente gaste
más de lo que ingresa.
El estado está gastando más de lo que ingresa debido a una coyuntura que, si todo va normal,
se tenderá a disipar las crisis, van seguidas de recuperaciones, y durante las recuperaciones
los procesos anteriores se invierten, los estabilizadores automáticos arrojan, tienden a arrojar
superávit presupuestarios.
¿Por qué?
Pues porque la recaudación fiscal aumenta y además aumenta sobreproporcionadamente
por la progresividad del sistema fiscal y las prestaciones de desempleo se reducen,
el déficit coyuntural desaparece y se genera un superávit coyuntural que con el tiempo
tiende a repagar la deuda pública que se acumuló durante las crisis.
Por tanto, insisto, un gobierno financiamente responsable, aquel que equilibre ingresos
y gastos de manera estructural y únicamente permita déficits coyunturales que van a
ser compensados por superávit coyunturales, nunca tiene que aplicar políticas de austeridad,
no tiene ni que subir impuestos ni que recortar los gastos porque ingresos y gastos fluctúan
con la actividad económica y la actividad económica sanea al presupuesto.
Ahora bien, y esta es la segunda proposición de Alessina, en ocasiones, y por desgracia,
en presencia de gobiernos irresponsables financiamente, en demasiadas ocasiones, las políticas de
austeridad pueden ser indispensables.
Cuando se vuelven indispensables las políticas de austeridad, pues, por ejemplo, cuando tenemos,
como decíamos, gobernantes irresponsables, gobernantes que mantienen déficits no coyunturales,
insisto, tienden a ser compensados por superávit también coyunturales, sino déficits estructurales,
gobiernos, estados, que gastan sistemáticamente más de lo que ingresan, que aprovechan, por
ejemplo, las expansiones económicas, que son períodos en los que habría que generar
superávit para compensar los déficits, aprovechan esos momentos de expansión, no para equilibrar
las cuentas y para amordizar deuda pública, sino para incrementar todavía más el gasto
público, porque claro, como la recaudación está creciendo tanto, que menos que aumentar
proporcionalmente el gasto público, pero claro, si el gasto público aumenta en las crisis
y aumenta durante las recuperaciones, el gasto público tiende a crecer por encima de los
ingresos, se genera un déficit estructural y ese déficit estructural genera acumulaciones
de deuda pública, que no es que solo aumenten durante las crisis, sino que aumentan durante
las crisis y aumentan durante las recuperaciones, o al menos no se reducen durante las recuperaciones
y por eso cada nueva crisis el esto de deuda pública es más alto, más alto y más alto
y nunca retrocede. En esos momentos, cuando un país alcanza unos stocks, unos niveles
de deuda pública, demasiado elevados desde el punto de vista de la sostenibilidad financiera,
las políticas de austeridad, debido a la irresponsabilidad pasada de los gobernantes,
debienen inevitables. Otras razones que podrían hacer inevitables
las políticas de austeridad, supuestamente distintas de la irresponsabilidad de los gobernantes,
no pues justamente los desastres naturales o las pandemias. Hemos dicho que los gobernantes
han de mantener equilibrado el déficit estructural, es decir, que no haya un déficit estructural,
que no se gaste estructuralmente más de lo que se ingresa, se puede gastar coyunturalmente
más de lo que se ingresa, a cambio de que en el futuro se ingrese coyunturalmente más
de lo que se gasta, pero que el déficit, el saldo presupuestario estructural, hay que
mantenerlo equilibrado. Sin embargo, hay ocasiones en las que vienen catástrofes imprevisibles
que elevan muchísimo el esto de deuda pública. La actual crisis sanitaria puede ser un ejemplo.
Bueno, pues en esos casos no cabe imputarles, aunque ahora lo matizaremos y responsabilidad
financiera alguna a los gobernantes, y por tanto cabría decir que la austeridad que tiene
que seguir en el futuro para reducir el esto de deuda pública que se ha generado por causas
extraordinarias y exógenas a la gestión financiera de los gobernantes, pues que esas políticas
de austeridad no derivan de la irresponsabilidad de los gobernantes, sino de algo totalmente
imprevisible de un desastre que nadie podía haber evitado.
Como digo, esta proposición habría que matizarla y el propio Alessina lo hace, porque si realmente
un gobernante fuera financieramente responsable, no se dedicaría únicamente a mantener el
equilibrio presupuestario de manera estructural, sino que se dedicaría a acumular durante
los tiempos de bonanza los llamados fondos de estabilización. Es decir, el gobierno
tendría no solo a amortizar la deuda pública que se acumuló durante las crisis económicas,
sino a ahorrar un poquito más para generar un fondo de activos que nos permita contrarrestar
el incremento de la deuda que no sabemos por qué circunstancia, pero sí sabemos que en
algún momento por causas extraordinarias e imprevisibles se va a terminar dando. Por
tanto, un gobernante responsable, realmente responsable, acumularía fondos de estabilización
que permitirían pagar la deuda pública incrementada de manera extraordinaria ante desastres naturales,
ante catástrofes naturales, ante pandemias o crisis de otra naturaleza imprevisible.
Pero bueno, en todo caso no les vamos a pedir tantísima responsabilidad a los políticos
y en general podemos decir que, o las catástrofes naturales imprevisibles, o la irresponsabilidad
financiera de los políticos nos llevan a que en ocasiones el stock de deuda pública
se incremente tanto que no quede otro remedio que aplicar políticas de austeridad. Y aquí
llegamos a la tercera proposición de Alberto Alessina, la idea de que la austeridad puede
ser expansiva, de que la austeridad no tiene por qué generar una crisis económica adicional.
¿Por qué motivo? Bueno, si nos basamos en un modelo que Inesiano simplón, por definición
toda política de austeridad, ya sea subir impuestos o bajar el gasto, tiene que ser
contractiva. ¿Por qué tiene que ser contractiva? Bueno, pues porque tanto las subidas de impuestos
a través de su influencia sobre el consumo o sobre la inversión, como las reducciones
del gasto público a través de su influencia sobre el consumo público deprimen la demanda
agregada, es decir, deprimen el volumen agregado de gastos dentro de esa economía. Menor gasto
agregado es, de acuerdo con las premisas que Inesianas, menor producción agregada, es
decir, menor PIB y menor volumen de empleo. Por consiguiente, desde este punto de vista
insisto, las políticas de austeridad, subidas de impuestos o recortes del gasto público
necesariamente tienen que contraer la actividad económica. Sin embargo, Alessina dice que
esto no tiene por qué ser así. No es que no pueda ser así, puede haber algunos escenarios,
algunos contextos en los que, efectivamente, la austeridad podría deprimir la economía
en términos netos. Ahora bien, hay otros contextos que además van a ser los habituales
cuando los estados se sientan empujados a aplicar políticas de austeridad en las que
sucede todo lo contrario, que la austeridad no solo no es contractiva, sino que puede
tener efectos expansivos. Y concretamente, la austeridad puede tener efectos expansivos
o puede al menos evitar una contracción mucho mayor de la economía que la no austeridad
en dos situaciones distintas. Durante las fases expansivas, es decir, cuando las economías
se están creciendo, ¿en qué medida la austeridad contribuye a impulsar todavía más el crecimiento
económico? Durante las expansiones suele darse el llamado fenómeno crowding out o
efecto expulsión. El sector privado quiere invertir en muchísimos proyectos muy distintos
y el volumen de inversión está limitado por la disponibilidad o de ahorro nacional
o de ahorro extranjero. Si el gobierno capta, mediante la emisión de deuda pública parte
de ese ahorro nacional o parte de ese ahorro extranjero, el sector privado tiene menor
capacidad para invertir que si el sector público no hubiese captado ese escaso ahorro nacional
o ahorro extranjero. Todavía más, si el sector público no solo no emite deuda pública
absorbiendo parte del ahorro que podría haber ido a parar en las inversiones privadas,
sino que el sector público amortiza, reduce su endeudamiento, lo que está haciendo es
que el sector público ahorra, es decir, suplementa el ahorro privado con ahorro público y eso
permite impulsar todavía más la inversión privada. Pero, por supuesto, para que esto
se dé, la economía tiene que estar en fase expansiva, tiene que haber muchísimos proyectos
empresariales que se quieran acometer en relación con las disponibilidades de ahorro, de financiación
vía ahorro nacional o extranjero. Sin embargo, en el momento actual nos encontramos en una
fase de depresión o de crisis, lo que falta no es ahorro, sino buenos proyectos empresariales
en los que invertir. Por tanto, podría parecer que en las crisis la austeridad estatal sí
contribuye a deprimir la demanda agregada y, por tanto, tiende a hundir la economía.
Pero de nuevo, Alessina nos dice que esto no es necesariamente así. Si estamos en una
depresión en la que se está acumulando muchísima deuda pública, las expectativas, y esta es
la clave, las expectativas de los agentes económicos, tenderán a descontar que en
el futuro se van a dar alguna de las siguientes tres cosas. Por un lado, o subidas de impuestos
mucho mayores en el futuro, que las que se darían en el presente para corregir esa
sangría financiera que nos está hiperendeudando. Dos, recortes del gasto normalmente en infraestructuras
o en servicios esenciales para el funcionamiento de la economía. O tres, default, inflacionista
o deflacionista, es decir, aumento de la inflación o impago parcial de reestructuración de la
deuda pública. Cualquiera de estas tres circunstancias, impuestos mucho mayores en el futuro, recortes
de gastos esenciales para el funcionamiento de la economía, e impago de la deuda pública,
cualquiera de estos tres escenarios va a provocar un hundimiento de la inversión empresarial,
va a provocar un deterioro muy importante de las expectativas de rentabilidad futura
de los negocios, y por tanto va a provocar que aquellos pocos proyectos de inversión
que se querían iniciar en medio de una recesión, en medio de una crisis, se aparquen definitivamente,
incluso que los potenciales inversores saquen su capital del país ante la perspectiva de
que ese capital sea expropiado fiscalmente o a través de depreciaciones cambiarias,
a través de impagos de la deuda pública, a través de quiebras del sector financiero,
cualquiera, como digo, de estos tres escenarios provoca un hundimiento de la inversión. Por
tanto, si los planes de austeridad, que pueden ser duros en el corto plazo, pero si los planes
de austeridad lo que consiguen es estabilizar las expectativas inversoras, si lo que consiguen
es calmar a la comunidad inversora, calmar a los ciudadanos y acreditar que en el futuro
el país ni va a experimentar subidas fortísimas de impuestos, porque separa la hemorragia
hoy, ni recortes de gastos esenciales, ni impagos de la deuda pública, los inversores
pueden seguir manteniendo su ritmo de inversión, que puede ser un ritmo de inversión insuficiente
para alcanzar el pleno empleo de los recursos, pero puede ser un ritmo de inversión superior
al que se daría si mantenemos la hemorragia abierta, si seguimos endeudándonos, cuando
todo el mundo sabe que el destino final de ese sobredendeudamiento serán muchos más
impuestos, mucho menos gasto público, y además gasto público fundamental, como ahora luego
comentaremos, o impagos de la deuda. Por tanto, incluso en una recesión, las políticas
de austeridad pueden ser el menor de los males frente a la alternativa de seguir acumulando
deuda, deuda y más deuda. Y así llegamos a la cuarta proposición de
alesina, si las políticas de austeridad pueden ser la mejor alternativa, tanto en fases expansivas
como en fases recesivas, ¿qué tipo de política de austeridad es preferible? A austeridad por
la vía de subir los impuestos hoy, para evitar que en el futuro tengan que subir todavía
más, porque si sigues acumulando deuda pública, evitar la subida de hoy, a costa de subir
el doble o el triple mañana. Subidas de impuestos hoy, o recortes del gasto hoy, de nuevo también
para evitar los subidas de impuestos futuros, o recortes del gasto que ataquen el funcionamiento
básico de la economía, como puede ser el gasto en algunas infraestructuras fundamentales,
vías de comunicación, seguridad, justicia, etcétera. ¿Cuál es la mejor alternativa?
Más impuestos o menos gasto. Y aquí la respuesta que da alesina es muy clara, es mejor recortar
el gasto público. En sus análisis, lo que encuentra alesina es que las políticas de
austeridad aplicadas durante una crisis a través de recortes del gasto público, lo que
provocan es que al cabo de dos años la economía ya haya regresado a su nivel de tip inicial,
es decir, las políticas de austeridad en una recesión son duras, menos duras que no aplicar
las, pero son duras, pero esa dureza dura dos años. Al cabo de dos años ya hemos regresado
donde estábamos antes y en tres estamos ya mejor que como estábamos antes de aplicar
las políticas de austeridad. En cambio, las políticas de austeridad basadas en subidas
de impuestos, lo que descubre alesina, es que ni siquiera pasados cuatro años la economía
recupera su nivel de tip inicial. Al contrario, se sigue hundiendo en la miseria, no hay ninguna
perspectiva de rebote como consecuencia de la aplicación de esas políticas de austeridad
basadas en subidas de impuestos. ¿Y por qué motivo, por qué causa considera a alesina
que es mucho menos graboso recortar el gasto que subir impuestos? Pues, sobre todo, por
dos razones. La primera razón es que, claro, si lo que hacemos es subir impuestos hoy,
sin cortar la hemorragia de gastos expansivos, puede que a corto plazo evitemos acumular
más deuda pública, pero los inversores son conscientes de que nos vamos a volver a encontrar
en este problema pasados varios años. Imaginemos que las pensiones crecen a un 10% anual y los
ingresos en materia de pensiones crecen a un 2% anual. Si el gobierno puede aprobar
un impuesto extraordinario este año para evitar que la seguridad social tenga déficit,
es que si los gastos siguen creciendo un 10% anual, un 10% anual y un 10% anual, en el
futuro vas a tener que volver a incrementar mucho más los impuestos. Con lo cual, si
no has detenido la hemorragia por la que te estás desangrando, que es el incremento
exponencial del gasto público, de poco sirve subidas de impuestos que meramente te equilibren
el presupuesto a corto plazo. Por tanto, lo que en definitiva está diciendo a alesina
es que las políticas de austeridad basadas en recortes del gasto estructural son mucho
más creíbles, mucho más verosímiles para la comunidad inversora que las políticas
de austeridad basadas en subidas de impuestos. Pero, además, hay un segundo motivo por el
cual suele ser más conveniente ajustar con seguridad del presupuesto por el lado del
gasto que por el lado de los ingresos. Subir los impuestos generalos que los economistas
llamamos pérdidas y recuperables de eficiencia. Por explicarlo de manera muy sencilla, un
incremento de impuestos sobre el trabajo tiende a reducir la oferta de trabajo, un incremento
de impuestos sobre el capital tiende a reducir la oferta de capital, es decir, las subidas
de impuestos modifican el comportamiento de los agentes de tal manera que se reduce la
disponibilidad de factores productivos y con menos factores productivos la economía crece
menos. Por tanto, es preferible recortar el gasto que no tiene efectos en forma de pérdidas
y recuperables de eficiencia sobre el crecimiento económico a largo plazo de un país que subir
impuestos que sí tiene efectos sobre la dotación de factores productivos y que, por tanto, genera
pérdidas y recuperables de eficiencia. En definitiva, el mensaje que nos está mandando
a Alberto Alessina es bastante claro. Primero, austeridad sí, la alternativa a la austeridad
en momentos de sobreendeudamiento público es mucho peor que la austeridad, y segundo,
austeridad por el lado del gasto, no austeridad por el lado de subir impuestos. Esto es,
en esencia, la austeridad expansiva que propunó Alberto Alessina. Descanse en tal.