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La nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, acaba de prometer que a
largo de la legislatura efectuará la mayor rebaja tributaria de la historia de la Comunidad
de Madrid. En concreto, recortará el IRPF un 5,5%. No es que sea algo espectacular,
nada que vaya a colocarnos ni al nivel fiscal de Suiza ni de Singapur, pero bueno, más
vale bajar un poquito los impuestos que mantenerlos o incluso aumentarlos. Sin embargo, desde
otras autonomías no parecen compartir estatesis. El presidente de la Comunidad Valenciana,
Chimo Puig, ha criticado a Díaz Ayuso por bajar impuestos y practicar una competencia
fiscal que desde su punto de vista es desleal, irresponsable e insolidaria. Incluso el señor
Puig acaba de reclamar al gobierno central que recentralice algunos impuestos para impedir
esta devastadora competencia fiscal entre autonomías.
Bueno, dejando de lado que es muy curioso que algunos de los principales defensores de
las autonomías, es decir, de que haya gobiernos autónomos, es decir, de que esos gobiernos
tengan capacidad autónoma para gestionar sus gastos y para gestionar sus ingresos y
que, por tanto, puedan gastar como consideren oportuno el dinero que recaudan y también
puedan gestionar el dinero que recaudan para devolvérselo a sus contribuyentes, dejando
de lado que estos defensores de las autonomías parece que solo las defienden a la hora de
gastar y no a la hora de recaudar, de manera que lo único que les interesa es tener la
llave para generar redes clientelares propias gastando el dinero que otros les asignan,
pero no quieren tener la responsabilidad de financiar esas redes clientelares que están
generando con su presupuesto, subiéndoles los impuestos a sus votantes, es decir, dejando
de lado que lo que algunos defensores de las autonomías lo que en realidad buscan es crear
un cártel entre las administraciones públicas para maximizar el expolio fiscal al ciudadano
y luego redistribuir de manera descentralizada el votino así obtenido para generar redes
clientelares propias que los apuntalen dentro de sus pequeños reinos de taifas en el poder,
dejando todo eso de lado, creo que conviene examinar de cerca la afirmación del señor
Putsch a saber que los madrileños son insolidarios con los ciudadanos del resto de las autonomías
por plantear una rebaja del 5% en el IRPF de la región de Madrid, estudiaremos cuánto
dinero se recauda en la comunidad de Madrid, es decir, cuántos impuestos pagan sus ciudadanos
y sus empresas y cuánto de ese dinero que pagan los madrileños regresa de algún modo
a través de servicios públicos a los ciudadanos madrileños, es decir, cuánto de ese dinero
se gasta en la comunidad de Madrid. El ejercicio no es especialmente complicado porque lo efectúa
el propio Ministerio de Hacienda. En la página del Ministerio de Hacienda tenemos un apartado
que son las cuentas públicas territorializadas. Un análisis, insisto, que efectúa el propio
ministerio y donde se estima cuánto dinero se recauda dentro del territorio de la comunidad
de Madrid, es decir, cuántos impuestos pagan los madrileños y cuánto gasto del total de
las administraciones públicas de la Administración Central, de la Administración Autonómica
y de la Administración Municipal, redunda en los propios madrileños. Y el resultado
es sin duda llamativo. En concreto, en el año 2014, que es el último análisis de
las cuentas públicas territorializadas que tenemos, en la comunidad de Madrid se recaudaban
cada año 68.000 millones de euros y se gastaban dentro de la comunidad de Madrid, ya sea
del Gobierno Central, ya sea por la comunidad autónoma o ya sea por los ayuntamientos de
la comunidad de Madrid, se gastaban 54.000 millones. Es decir, había un déficit de
gasto o un súper hábit de recaudación debido a los impuestos que pagan los madrileños
de 14.000 millones de euros. En realidad, sin embargo, este agujero era mayor porque
recordemos que en el año 2014, también hoy, pero en el año 2014 de manera bastante intensa,
el sector público estaba incurriendo en déficit, en déficit público. Y claro, si el sector
público incurre en déficit, eso significa que gasta más de lo que ingresa. Y en Madrid
hemos visto que se ingresa más de lo que se gasta. Por tanto, hay que corregir la cifra
de gasto o la cifra de ingresos para tener en cuenta que parte de los gastos no los estamos
financiando con impuestos, sino con deuda, con lo cual todavía regresan menos impuestos
a la Comunidad de Madrid de los que hemos mencionado. El propio análisis del Ministerio
de Hacienda efectúa esta corrección y si la practicamos el agujero fiscal en la Comunidad
de Madrid, los impuestos extraordinarios que pagan los madrileños en relación con los
gastos que luego redundan en los madrileños es de 19.000 millones de euros. ¿Cuántos
son 19.000 millones de euros? Pues 2.500 euros por madrileño, por ciudadano madrileño,
o 6.000 euros por trabajador madrileño. Dicho de otra manera, si la Comunidad de Madrid
fuera totalmente autónoma a la hora de gestionar sus impuestos, se podrían rebajar los tributos
en 19.000 millones de euros anuales sin que los madrileños notaran absolutamente nada
en términos de servicios públicos recibidos, porque esos 19.000 millones de euros de más
que ya están pagando en impuestos los madrileños se están gastando en otras regiones de España
para prestar servicios a otras regiones de España y no en la Comunidad de Madrid. Por
tanto, hay un margen para bajar los impuestos en 19.000 millones de euros a los madrileños,
2.500 euros por ciudadano madrileño, 6.000 euros por trabajador madrileño que no se
está utilizando, o dicho todavía de otro modo aún más claro. En el año 2014, que
es el año que estamos analizando, en la Comunidad de Madrid se recaudaban 18.000 millones de
euros en concepto de IRPF. Por tanto, si hay un agujero fiscal, si se pagan en Madrid 19.000
millones de euros más de los que se gastan en Madrid, eso significa que podríamos eliminar
la totalidad del IRPF en la Comunidad de Madrid, no ya el tramo autonómico del IRPF, que
es sobre el que la señora Diaz Hayuso ha prometido efectuar una rebaja del 5,5%, sino
todo el tramo autonómico y todo el trauma estatal. Se podría dejar de pagar la totalidad
del IRPF en la Comunidad de Madrid, podríamos eximir a todos los trabajadores madrileños
de pagar el IRPF, y aún así los madrileños no recibiríamos menos servicios públicos
de los que ahora estamos recibiendo. Hay algunos que creen que estas cifras están
sesgadas por la posición de capitalidad económica que ostenta a Madrid. Por ejemplo, creen que
el método que se utiliza para imputar que parte del impuesto sobre sociedades corresponde
a la Comunidad Autónoma de Madrid o que parte de la recaudación total por IVA corresponde
a la Comunidad de Madrid están sesgados. Es decir, que como muchas empresas tienen su
sede en Madrid, pues se le imputa un elevado porcentaje de la recaudación estatal de sociedades
o que como muchas empresas radicadas en Madrid luego exportan bienes a otras regiones de
España, el IVA que se recauda por el consumo que se efectúa en otras regiones de España
sobre lo producido en Madrid también se le imputa a Madrid. Nada de eso. Si miramos
cuál es la metodología que se emplea para efectuar estas estimaciones y, por tanto,
para imputar cuánto dinero se recauda específicamente en la Comunidad de Madrid, veremos que el
PIB madrileño, que es una medición de la actividad realmente existente en Madrid, es
equivalente a el 19% del PIB nacional. Por tanto, en Madrid se genera casi el 20% de toda
la riqueza de toda la producción que se genera en España. Por IRPF, en Madrid se recauda
el 23% de la recaudación total de IRPF. ¿Por qué? Porque como los madrileños tienen
una renta de media más alta que la del resto de España y el IRPF es progresivo, en Madrid
se paga proporcionalmente algo más de impuestos que en el resto de España. De hecho, por cotizaciones
sociales, en Madrid se recauda el 17% de todas las cotizaciones sociales que se recaudan
en España. ¿Por qué? Pues porque las cotizaciones sociales son un impuesto más proporcional
a la renta y, por tanto, al no haber progresividad, el efecto de concentrar la recaudación en
las rentas altas no se produce. Pero lo interesante es lo que se recauda por sociedades y por
ayuda. Si fuera cierto que hay una imputación sesgada hacia Madrid, que hace que las cifras
que he presentado antes no sean realistas, tendríamos que ver que en Madrid se recauda
un porcentaje muy alto de la recaudación del impuesto sobre sociedades o del IVA y
no es así. A Madrid se le imputa el 20% de la recaudación por sociedades en el conjunto
de España, lo cual está en línea con el porcentaje del PIB que representa a Madrid,
si es 9%, 20%, pero es que por IVA se le imputa el 17%, es decir, se le imputa menos
recaudación por IVA que el PIB que representa a Madrid en el conjunto de España. Dicho de
otra manera, la recaudación que se le imputa a Madrid, la recaudación que se efectúa
en Madrid, es una recaudación ajustada a la riqueza que ya está generando a Madrid
en el conjunto de España. Si en Madrid se recauda mucho más que en otras regiones
del país, es porque en Madrid se genera más riqueza. Y con esto vuelvo al principio,
cuando el señor Chimo Puch está diciendo que los madrileños son insolidarios porque
su presidenta está planteando una rebaja del 5,5% en el tramo autonómico del IRPF,
se le olvida que los madrileños están pagando el 100% del IRPF, no el 5,5% del tramo autonómico,
el 100% del IRPF para incrementar la recaudación de los gobiernos autonómicos del resto de
España. Todo el IRPF que se recauda a Madrid, insisto, termina en los presupuestos de otras
autonomías o en el presupuesto del gobierno central, gastándolo en otras autonomías
y no en Madrid. Debería ser más prudente el presidente de la Comunidad Valenciana cuando
denuncia una irresponsabilidad fiscal mayúscula en los madrileños por querer pagar algo menos
de impuestos cuando están pagando, repito, el 100% del IRPF para nutrir de recaudación
las arcas de otras autonomías. Si algo pone de manifiesto este caso, es que el Estado
de las autonomías español al centralizar los ingresos y descentralizar los gastos,
lo que ha creado es una generación de políticos manirrotos y quejicosos que solo saben llorar
ante el gobierno central para reclamarle nuevas fuentes de financiación con las que
poder seguir gastando de más ante sus contribuyentes. En lugar de fomentar la responsabilidad y
la transparencia fiscal, es decir, que si yo como gobierno autonómico quiero gastar más
para mis votantes, para mis ciudadanos, tendré que subirles los impuestos a mis votantes
y a mis ciudadanos, lo que ha provocado es, quiero crear redes clientelares, quiero no
gestionar eficientemente los recursos que se me asignan y confío en que sean los contribuyentes
de aquellas autonomías con una renta per cápita superior, Madrid, Cataluña y Baleares
las que me financien mi déficit de irresponsabilidad, mi déficit de sobregasto. Nos vendría a
todos, no solo a las comunidades con mayor renta per cápita, sino también a las comunidades
con menor renta per cápita aplastadas por burocracias gigantescas e ineficientes que
están siendo subvencionadas por los contribuyentes de las autonomías más ricas, nos vendría
a todos muy bien que experimentáramos una genuina descentralización fiscal. Es decir,
que cada autonomía se responsabilice de los gastos que efectúa dotando los impuestos
que necesita para financiar esos gastos. Si esto fuera así, las autonomías se preocuparían
muy mucho de gestionar eficientemente los gastos para no tener que sablear fiscalmente
a sus ciudadanos en la medida en que sablear fiscalmente a sus ciudadanos tendría un coste
electoral directo para ellas. Y además, también la descentralización fiscal permitiría
una genuina y auténtica y total competencia fiscal entre las autonomías, de manera que
si Galicia o Castille y León quieren competir con la Comunidad de Madrid para traer empresas
a sus regiones que incrementen la inversión y que incrementen la productividad y los salarios
en esas regiones, deberían tener la capacidad, por ejemplo, de rebajar el impuesto sobre
sociedades en sus regiones del 25% actual al 10% o al 5%, que es lo que hizo Irlanda
con respecto al resto de la Unión Europea, antes de convertirse en uno de los países
más ricos de toda Europa precisamente por esto. Por tanto, olvidémonos del modelo actual
y avancemos hacia un modelo de descentralización y competencia fiscal, es decir, que cada autonomía
sea responsable no solo de lo que gasta, sino también de lo que recauda.