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La ONG Intermonoxfam suele publicar por estas fechas, a comienzos de cada año, un informe
donde alerta sobre la creciente desigualdad de la riqueza en el mundo.
Y uno de los titulares que todos los años repiten y que siempre suele generar bastante
escándalo y sorpresa es ese que afirma que solo 8 personas en el mundo poseen más riqueza
que el 50% de la población mundial.
En España las cifras son similares, tres personas, las tres personas más ricas de
España, Amancio Ortega, su hija y Juan Roch, poseen una fortuna mayor que el 30% de la
población española.
Son cifras que aparentemente muestran cómo la riqueza está muy desigualitariamente distribuida
y cómo, por tanto, se hace imprescindible algún tipo de política de redistribución
de la riqueza.
Sin embargo, estas cifras que presenta a Oxfam y que permiten componer titulares desde
luego muy escandalosos son fruto, en última instancia, de una importante manipulación.
Primero, tengamos presente que las cifras se refieren a riqueza neta, a patrimonio neto,
no es necesariamente incorrecto, pero, desde luego, transmiten una imagen o pueden transmitir
una imagen equivocada.
Es decir, no se trata de medir cuántos activos patrimoniales tiene la gente, sino cuánta
riqueza neta, después de descontar las deudas de los activos patrimoniales, tiene la población.
Es decir, no significa que, por ejemplo, el 50% de la población mundial no tenga absolutamente
ningún activo, significa que el valor de las deudas de esa parte de la población mundial
supera el valor de sus activos, como digo, no está mal medirlo así, de hecho, yo creo
que es correcto medirlo así, pero, desde luego, esto puede dar lugar a resultados sorprendentes.
Por ejemplo, el 30% de la población mundial o el 10% de la población española tienen
un patrimonio neto negativo, es decir, sus deudas superan sus activos.
Esto que significa que cualquier niño de la calle que tenga un euro en el bolsillo y
que carezca de deudas, ya podemos decir que ese niño es más rico que el 30% de la población
mundial o que el 10% de la población española.
Por tanto, no estamos hablando necesariamente de las ocho personas más ricas del planeta,
sino con que alguien tenga un euro libre de deudas, ya es más rico que el 30% de la población
del planeta o que el 10% de la población española.
Segundo origen de la manipulación, la desigualdad de la riqueza en cualquier sociedad, por muy
igualitaria que esta sea, tiende a ser bastante elevada.
¿Por qué?
Porque la riqueza, salvo casos excepcionales de los que hablaremos luego, normalmente se
genera ahorrando la renta y, evidentemente, cuando uno es joven, tiene muy poca capacidad
para haber acumulado mucho ahorro y, por tanto, si hay un porcentaje muy importante
de población adulta joven en un país o en el mundo, es normal que esa población adulta
joven todavía no haya tenido tiempo de acumular riqueza.
Eso no significa que no vaya a tener un patrimonio importante en alguna etapa futura de su vida,
significa que uno a los 25 años o a los 30, tendrá un patrimonio neto exiguo cuando
no, como decíamos antes, negativo, si es que se han deudado, por ejemplo, para pagársela
a una universidad o un máster.
Por tanto, claro, no diferenciar entre distribución de la riqueza por tramos de edad permite transmitir
una imagen muy incorrecta y es que, al fin y al cabo, alrededor de más de 4 millones
de españoles, de los 10 millones de españoles que, supuestamente, tienen menor riqueza neta
que los tres españoles más ricos, más de 4 millones tienen entre 20 y 30 años.
Por tanto, es lógico que esas personas individualmente consideradas no tengan ningún patrimonio significativo,
incluso, como decíamos, que tengan patrimonio neto, sobre todo si, además, tenemos en cuenta
que una de las pocas fuentes que tienen las personas jóvenes de acceder a un patrimonio
sustancial es con la herencia y las políticas que defienden intermonóxam, que son políticas
de redistribución de la riqueza, y de, por tanto, combatir la transmisión de la herencia
como perpetuadora de las desigualdades intergeneracionales, pues, bueno, ese tipo de políticas todavía
agravarían más el hecho de que los jóvenes no tengan de partida ningún patrimonio inicial
y, por tanto, la desigualdad de riqueza entre jóvenes y jubilados sería incluso más extrema
de lo que soy, ya digo, bajo políticas de redistribución de la riqueza como las que propone Oxfam.
Otro fallo importante de este informe, o al menos una limitación, que por desgracia
no suele destacarse lo suficiente, es que sólo se mide riqueza financiera e inmobiliaria.
Sin embargo, cada vez más en las sociedades occidentales hay una fuente de riqueza muy
importante que estas estadísticas, por dificultades metodológicas, lo que hay que decirlo, pero
al menos seamos conscientes de las limitaciones, hay una fuente de riqueza que estas estadísticas
no miden y es el capital humano. El capital humano es la capacidad que tiene un trabajador
gracias a sus conocimientos adquiridos a través de la inversión en educación de obtener
rentas salariales superiores a la media. Por tanto, es una fuente de riqueza tener un título
universitario que debido a esos conocimientos que te ha transmitido, te permite acceder
a trabajos que pagan una prima salarial, que pagan un retorno sobre el salario básico,
pues es un activo que es importante y que, como digo, es especialmente importante en
las sociedades occidentales. Si uno piensa en un momento en que dos activos suele invertir
en la clase media occidental son básicamente vivienda y educación de sus hijos, entonces,
si uno de los dos activos fundamentales en los que invierte la clase media occidental
incluso invierte en contra de su voluntad o no porque tome esa decisión, sino porque
el Estado le quita el dinero y lo obliga a costear la educación, pues si uno de esos
dos activos en los que invierte voluntario o forzosamente no lo estamos midiendo, pues
evidentemente esa estadística está muy, muy, muy sesgada. Ya digo, todo el esfuerzo
ahorrador e inversor de las clases medias dirigido a costear, financiar la educación
de sus hijos, que al final es también lo que les permite tener una cierta promoción
social y acceder a mejores salarios, pues eso no lo estamos midiendo. Por tanto, en
partes lógico que si uno de los dos principales activos no lo estamos midiendo, pues la distribución
de la riqueza aparezca como más desigualitaria de lo que en realidad es.
Y por último, esta idea de que tres personas en España tienen más que el 30% u ocho personas
en el mundo tienen más que el 50%, e intenta transmitir el mensaje de que el 30% en España
o el 50% en el mundo no tienen nada porque esas tres u ocho personas tienen todo lo que
tienen. Y ese es un mensaje profundamente falaz y erróneo. Sería un mensaje correcto
si, por ejemplo, nos moviéramos en los parámetros de riqueza de la previó o la revolución
industrial. O sea, cuando la riqueza, por ejemplo, está compuesta por tierras, sí que
podemos esperar que sea un juego de suma cero. Si una persona tiene muchas tierras, es porque
otra tiene muy pocas y, por tanto, el grandísimo terrateniente lo es a costa de pequeños terratenientes
pauperizados. Sin embargo, aquí no estamos hablando de eso.
Es decir, Amancio Ortega, Juan Roch, Bill Gates no son personas multimillonarias porque
se hayan apropiado de activos que, en ausencia de estos personajes, hubiesen ido a parar
a manos del resto del planeta en absoluto. Son multimillonarios porque han sido capaces
de crear sistemas empresariales capaces de multiplicar la productividad de bienes y servicios
valorados por los consumidores. Es decir, son personas que se han enriquecido no porque
han generado una escasez artificial para el resto de individuos, sino porque han reducido
esa escasez, porque han multiplicado la disponibilidad de bienes y servicios para las otras personas.
Y, por tanto, si Bill Gates y Amancio Ortega, si Juan Roch no existieran, el resto de personas
que habitan España o el mundo no serían más ricas, sino más pobres. La idea de que
estos ricos, estos multimillonarios se han apropiado de algo que les corresponde a los
demás es falaz. Estos multimillonarios se han esforzado en crear, como digo, sistemas
empresariales hiperproductivos y son ricos, simple y llanamente, porque son los dueños
de esos sistemas empresariales que siguen siendo hiperproductivos y que los consumidores
siguen eligiendo para satisfacer sus necesidades. Por tanto, ya digo, no estamos ante un juego
de suma cero. La idea que transmite Oxfam de que unos son muy pobres porque los otros
son muy ricos es equivocada. Porque, además, al final Oxfam simplemente está diciendo
Amancio Ortega y Juan Roch son dueños de compañías muy valiosas y esas compañías
son más valiosas que el escaso ahorro que ha tenido tiempo de acumular una parte de
la población española. Nada más. Es decir, Amancio Ortega y Juan Roch no tienen muchos
otros activos. Bueno, Amancio Ortega tiene algún otro, pero no es del todo significativo
frente a Inditex, pero Bill Gates, Amancio Ortega, Juan Roch, esencialmente su fuente
de riqueza es su empresa, no otra. Por tanto, cuando Oxfam habla de que tenemos que redistribuir
la riqueza para que los pobres dejen de ser tan pobres y los ricos dejen de ser tan ricos,
de qué tipo de redistribución de la riqueza estamos hablando. Si la riqueza de Roch,
de Ortega, de Gates, está concentrada en Microsoft, en Inditex, en Mercadona, acaso
lo que propone Oxfam es nacionalizar Inditex, Mercadona o Microsoft y repartir estas empresas
entre el resto de la población. Porque otra vía de redistribuir la riqueza de Gates,
Ortega y Roch no parece que exista. La riqueza es ese patrimonio empresarial del que son
dueños, mientras ese patrimonio empresarial siga siendo suyo, pues seguirán siendo muy
ricos y mientras los pobres no tengan medios para acumular riqueza, para lo cual, por
ejemplo, podría estar muy bien bajar impuestos o quitar regulaciones que les impiden emprender
y generar sus propias empresas, pero mientras eso no suceda, si Roch, Ortega y Gates son
ricos, los otros serán relativamente mucho más pobres que estos tres personajes. Por
tanto, ¿cómo combatir esa desigualdad de la riqueza por el lado de redistribuir la
riqueza? Pues, al final, quitándoles las empresas de estos señores, pero con qué legitimidad
sugiere de Sleetha Oxfam que tenemos que expropiarles las compañías a estas personas,
que son las que las han creado, las que han arriesgado su ahorro para lanzarlas, las que
las han gestionado en los momentos más complicados para permitir que crezcan y para permitir
dar con soluciones empresariales óptimas para los consumidores. ¿Con qué legitimidad
el resto de españoles o ciudadanos del planeta que no hemos aportado ni un euro de financiación
a estas empresas, que no hemos estado dirigiendolas, que lo único que hemos hecho para convertirlas
en empresas grandes ha sido comprar sus productos porque nos encantaban sus productos? ¿Con
qué legitimidad les vamos ahora a robar estas empresas? Con ninguna.
Al final, el informe Oxfam, si de algo debería servir, es para alertar de que hay gente bastante
pobre en España y en el mundo y la solución para esta situación de pobreza en España
o en el mundo no pasa por acabar con la riqueza legítimamente generada en el mercado, pasa
por eliminar las trabas estatales que existen para la generación de esa riqueza, tanto
en España como en el mundo. Es decir, deberíamos utilizar el informe Oxfam, la parte cierta
que tiene el informe Oxfam, para defender un estado mucho más pequeño, para defender
unas instituciones mucho más defensoras de la propia privada, de los contratos y de
la libertad individual. Por desgracia, Oxfam hace todo lo contrario. Lo que hace Oxfam
es esencialmente criticar la generación de riqueza y defender políticas que empobrecerían
más a los ciudadanos. Y por eso, Oxfam parece estar más interesada en arruinar al 1% más
rico de la población mundial, que realmente enenriquecer y enmejorar el nivel de vida
del 99% restante.