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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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El Gobierno de Peso de Podemos se ha comprometido con Bruselas a establecer peajes en todas
las carreteras con un único sentido. La razón, la justificación para estos peajes es que
es necesario incrementar la recaudación para costear el mantenimiento de las carreteras
en España. Actualmente deberíamos estar invirtiendo alrededor de 1.300 millones de euros cada
año en mantener nuestra red de carreteras y estamos invirtiendo apenas 750. Es más,
el déficit que acumulamos de infrainversión en el mantenimiento en la conservación de
esa red de carreteras ronda los 8.000 millones de euros. Por consiguiente, sí hace falta
aflorar recursos que destinar al mantenimiento de las red de carreteras, pero la cuestión
es si la mejor forma de hacerlo es a través de peajes o, sí, mejor dicho, aún cuando
los peajes sean la mejor forma de hacerlo, esta medida no encubre en realidad una subida
de impuestos al conjunto de la población. Empecemos dejando bien claro que el argumento
de que los usuarios de automóviles tienen que pagar peajes porque actualmente no están
pagando impuestos suficientes con los que costear el mantenimiento de las carreteras
que están utilizando no es un argumento correcto. Los usuarios, los propietarios de vehículos
pagan ya impuestos más que suficientes como para cubrir el mantenimiento de las carreteras
que utilizan. Otra cuestión es que las ingentes cantidades de impuestos que ya están abonando
por la compra o por la utilización de los vehículos no se estén destinando hoy en
día al mantenimiento de las carreteras sino a otros fines distintos. Pero, desde luego,
no es correcto decir que no pagan impuestos suficientes como para cubrir el mantenimiento
de la conservación de las carreteras. Recordemos los datos que hemos dado antes. Lo ideal sería
invertir 1.300 millones de euros cada año en la conservación en el mantenimiento de
las carreteras y, a su vez, necesitamos hacer una inversión de 8.000 millones para compensar
todo lo que hemos invertido en el pasado, 8.000 millones de una vez, no 8.000 millones cada
año. ¿Y cuántos impuestos anuales están pagando los propietarios, los usuarios de
vehículos en concepto de compra, de transmisión, de utilización de estos automóviles? Pues
aquí está la lista.
El estado recaudo en el año 2018 456 millones de euros por el impuesto de matriculación
2.905 millones de euros por el impuesto de circulación 4.856 millones de euros por
el IVA aplicado a la compra de coches nuevos 7.360 millones de euros por el IVA aplicado
sobre los carburantes 13.452 millones de euros en concepto de impuesto especial de hidrocarburos
y 523 millones de euros por impuestos vinculados a la transmisión de un coche de segunda
mano. En total, 29.500 millones de euros. El estado dice que necesita 1.300 millones
de euros para el mantenimiento de las carreteras y ya está grabando a los propietarios, a
los usuarios de los vehículos que utilizan las carreteras en una magnitud de 29.500 millones
de euros cada año. Supongo que todos somos conscientes de que 1.300 millones de euros
es una cifra inferior a 29.500 millones de euros y que, por tanto, los propietarios,
los usuarios de vehículos ya pagan impuestos suficientes como para cubrir el mantenimiento
de las carreteras si ese dinero se destinara efectivamente al mantenimiento de las carreteras.
El problema es que los impuestos no son finalistas, es decir, los propietarios, los usuarios
de vehículos no pagan impuestos para mantener las carreteras, pagan impuestos para que luego
el estado se gaste ese dinero como considere oportuno en sanidad, en educación, en dependencia,
en defensa, en seguridad, en justicia, en IMSD, en dar una subvención aquí, en dar otra
subvención por allá, etcétera. Y claro, el problema ha sido que nuestros gobernantes
prefieren destinar los impuestos que cobran, incluyendo los impuestos que son pagados por
los conductores a finalidades distintas a un mantenimiento adecuado de las vías. Y,
por tanto, no han invertido lo suficiente, no están invirtiendo lo suficiente, ni han
invertido lo suficiente durante los últimos años para un adecuado mantenimiento de las
carreteras. Y así llegamos a la situación actual. La situación actual es que hay una
infrainversión en el mantenimiento de las carreteras. Los políticos no quieren recortar
el gasto en ninguna otra partida, gasto que absorbe los 30.000 millones, casi 30.000 millones
de euros que cada año pagan en impuestos los conductores. Y, por tanto, ¿cómo obtiene
los recursos que necesita para financiar adicionalmente el mantenimiento de las carreteras? Pues
estableciendo un peaje que pagarán adicionalmente los conductores y que supuestamente irá destinado
específicamente al mantenimiento de las carreteras. La idea de los peajes en sí mismo, como concepto,
no es una mala idea. Ojalá muchos más servicios que presta al Estado se financiaran a través
del sistema de peajes. Es decir, quien utiliza un determinado servicio, por ejemplo, una
carretera, o por ejemplo, quien ve radio televisión española, paga por ese servicio. Y aquel
que no utiliza una carretera o aquel que no ve radio televisión española, pues no paga
por ese servicio. De esta manera se alinean correctamente los incentivos tanto del que
provee el servicio como del que lo consume. Si el coste de prestar un bien o servicio
no se le traslada al usuario, el usuario puede tener tendencia a sobreconsumir ese bien
o servicio. Y, a su vez, el productor, como ve que hay un exceso de demanda por ese bien
o servicio, puede tender también a sobreproducirlo, por ejemplo, con radio televisión española.
Como radio televisión española no nos cuesta nada directamente a los espectadores, la
pagamos bien impuestos, pero verla o no verla no supone ningún coste adicional. Puede haber
gente que no estaría dispuesta a pagar prácticamente nada por ver radio televisión española que
aún así en ocasiones la ve. Es decir, tiene más audiencia de la que en realidad tendría
si el coste de la misma se trasladara al usuario. Y, claro, como tiene más audiencia de la
que tendría, no se reduce lo suficiente el presupuesto de radio televisión española
como para adecuarlo a su demanda real. Si, por ejemplo, televisión española tuviese
una audiencia del 1%, es muy improbable que el Estado siguiera invirtiendo las mismas
sumas que invierte hoy en televisión española, pero no tiene una audiencia del 1% o del 2%
que a los espectadores les sale gratis. Si el coste de televisión española se repercutiera
al espectador, muchos decidirían no verla y se quedaría en una audiencia exigua que
llevaría a su vez al Estado a reducir la inversión, a ajustar la inversión a la demanda real
efectiva que tiene ese servicio público. Con las carreteras pasa exactamente lo mismo.
Como usar una carretera no le cuesta nada directamente al usuario, lo pagará bien impuestos, pero
la use o no la use sigue pagando esos mismos impuestos, puede haber personas que si tuviesen
que pagar lo que cuesta la parte proporcional del mantenimiento de la carretera, decidirían
no viajar ese día en ese momento por esa carretera.
Y, por tanto, si valoras menos el servicio que te proporciona la carretera que el coste
de provisión de ese servicio, es mejor que no consumas el servicio, que no sobreconsumas
el servicio, que no sobredesgastes la carretera, socializando el coste que tú no quieres asumir
hacia el resto de la población. Fijémonos que los peajes son una forma más eficiente
de alinear las preferencias de los ciudadanos con los costes de los servicios que reciben
que otras modalidades de financiar el mantenimiento de las carreteras. Por ejemplo, el impuesto
de circulación. El impuesto de circulación lo paga un vehículo, circule efectivamente
o no circule, circule mucho por una carretera y desgaste mucho una carretera o circulando
muy poco por la misma. Por tanto, no es un impuesto que esté vinculado a la intensidad
del desgaste de la vía que estás efectuando, lo mismo con el impuesto de hidrocarburos.
No solo se adquieren hidrocarburos para circular por las carreteras, los hidrocarburos se pueden
utilizar para otras finalidades, y además hay vehículos que consumen menos combustible
que otros, por ejemplo los híbridos, no digamos ya los eléctricos, pero que también desgastan
las carreteras y que por tanto también deberían hacerse cargo del coste de financiar el mantenimiento
de las carreteras. El peaje es tanto circulas, tanto pagas, porque tanto consumes de ese
bien o servicio. Por tanto sí tendría pleno sentido que el mantenimiento de las carreteras
se financiara vía peajes. Ahora bien, el argumento que están empleando a algunos
conductores también tiene sentido. Señor Estado, yo ya estoy pagando una cantidad ingente
de impuestos anualmente, 29.500 millones de euros, o su fraga al mantenimiento de las
carreteras con cargo a estos impuestos que yo ya estoy pagando, o si quiere que yo me
haga cargo a través de un esquema de precios que tiene sentido, un esquema de peajes que
tiene sentido del coste de mantenimiento de la carretera, reduzcame los otros impuestos
que ya estoy pagando, porque si me sigo obligando a pagar los 29.500 millones de euros cada
año sin ningún cambio y además me añade el peaje, en el fondo es como si me hubiese
subido impuestos. Imaginemos una sociedad donde no existe impuesto de circulación y
sí existen peajes y con los peajes se costea el mantenimiento de las carreteras. Pues bien,
si en esa sociedad llegue al gobierno y dijera ahora impuesto de circulación además de
los peajes, todo el mundo vería que esto es una subida de impuestos con la excusa de
que los vehículos circulan por unas vías cuyo coste de mantenimiento ya está siendo
financiado por los peajes. Pues aquí lo mismo, aquí partimos de una situación donde hay
impuesto de circulación, impuesto de matriculación, impuesto sobre hidrocarburos, IVA en la compra
de vehículos IVA en los hidrocarburos, etcétera, y se nos quiere añadir un peaje. Cuando lo
lógico, incluso lo eficiente desde un punto de vista económico, sería eliminar alguno
de estos impuestos y reemplazarlo por los peajes de manera que la medida fuera neutra
desde un punto de vista recaudatorio, de manera que el gobierno no recaudara más a costa
de la ciudadanía, sino simplemente cambiara la forma en la que la ciudadanía costea los
servicios que recibe, en lugar de impuestos generales no vinculados al uso, peajes vinculados
al uso para que el incentivo del productor y del usuario se alineen eficientemente.
En definitiva, peajes sí, pero a cambio de eliminar otros impuestos para que el Estado
no aproveche la imposición de peajes como forma de extraer una mayor cantidad de recursos
a costa del resto de la población. Cambiemos el mecanismo de financiación del mantenimiento
de carreteras. Desde impuestos generales no vinculados al uso de las carreteras a peajes
que sí están estrechamente vinculados con el uso y desgaste de las carreteras. Pero
no empleemos el argumento técnico de que los peajes son preferibles a los impuestos
para encubrir un nuevo sablazo fiscal sobre el conjunto de la población.