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Según el Banco de España, para que la tasa de dependencia no se dispare en el futuro dentro
de nuestra sociedad, deberemos atraer en los próximos 30 años a más de 35 millones de
nuevos inmigrantes. ¿Pero qué significa esto exactamente? Veámoslo.
La tasa de dependencia es la relación entre, por un lado, la población mayor de 66 años,
población dependiente del sistema de pensiones, y, por otro lado, la población en edad de trabajar,
es decir, la población entre 16 y 66 años, que es potencialmente cotizante a la Seguridad Social
y que puede, por tanto, potencialmente pagar las pensiones de esa población dependiente.
A día de hoy, la tasa de dependencia en España es del 26,5%. Es decir, que aproximadamente por cada
persona mayor de 66 años, hay 4 personas entre 16 y 66 años. No en vano, la población total con más de
66 años, es decir, de 67 en adelante, roza los 8,6 millones de personas. Mientras que la población
entre 16 y 66 años se ubica en 32,1 millones de personas. Sin embargo, estas tendencias demográficas
van a cambiar de manera muy acusada en las próximas tres décadas. De acuerdo con el Instituto Nacional de
Estadística, en el año 2053, es decir, dentro de 30 años, la tasa de dependencia de España se
incrementará en más de 20 puntos porcentuales. En lugar de que haya alrededor de 4 personas en edad
de trabajar por cada persona jubilada, mayor de 66 años, habrá alrededor de 2 personas en edad de
trabajar, que no trabajando, sino en edad de trabajar, por cada persona mayor de 66 años. Para el año 2053,
el Instituto Nacional de Estadística proyecta que la población con más de 66 años rozará los 15 millones
de personas, mientras que la población en edad de trabajar entre 16 y 66 años se reducirá ligeramente
con respecto a los niveles actuales. Caerá en casi un millón de personas, desde los actuales 32,1 millones
de personas en edad de trabajar hasta 31,2 millones de personas en edad de trabajar en el año 2053.
Por tanto, en las próximas tres décadas habrá un muy importante deterioro de la tasa de dependencia
en España. Y si la magnitud de ese deterioro no es aún mayor de lo que proyecta el Instituto Nacional
de Estadística, es porque el INE presupone que a lo largo de los próximos 30 años entrarán en España
más de 10 millones de inmigrantes. Concretamente, de esos 31,2 millones de personas en edad de trabajar
que el INE considera que habrá en España en el año 2053, 12,3 millones serán inmigrantes nacidos
fuera de España y que entrarán en España a lo largo de las próximas décadas. Ni siquiera
estamos hablando de los inmigrantes que ya hayan entrado hasta este momento, sino de nuevos
inmigrantes que, según el INE, entrarán en España a lo largo de los próximos 30 años.
O expresado de otra manera, en el año 2053, la población nacida en España, incluyendo inmigrantes
de segunda o tercera generación, por supuesto. La población nacida en España en edad de trabajar
apenas será de 18,9 millones de personas. Por tanto, el 60% de la población en edad de
trabajar habrá nacido en España y el 40% de la población en edad de trabajar en el año
2053 habrá nacido fuera de España. Otra forma de verlo, si prescindiéramos de los inmigrantes
durante las próximas tres décadas y, por tanto, únicamente sostuviéramos a la población
dependiente española, población española con más de 66 años, a través de la población
nacida en España en edad de trabajar entre 16 y 66 años, la tasa de dependencia en el
año 2053 no sería del 26,5%, como es en la actualidad. Tampoco sería del 47,5%, como
proyecta el INE, que será en el año 2053, gracias a que presupone que entrarán en España
más de 10 millones de inmigrantes, sino que la tasa de dependencia rozaría el 80%. Es decir,
apenas habría poco más de una persona en edad de trabajar por cada persona con más
de 66 años. Y aún otra forma de verlo es la que ha planteado el Banco de España esta
semana. El Banco de España esta semana se ha formulado la siguiente pregunta. ¿Cuántos
inmigrantes necesitaríamos en el año 2053 para mantener la tasa de dependencia, la relación entre
población con más de 66 años y población en edad de trabajar entre 16 y 66 años? ¿Cuántos
inmigrantes necesitaríamos en el año 2053 para mantener la tasa de dependencia en sus niveles
actuales? Y la respuesta, atención, es que necesitaríamos 36,6 millones de inmigrantes en
el año 2053. Y es que si la población con más de 66 años en el año 2053 será de 14,8 millones de
personas, para que haya alrededor de 4 personas en edad de trabajar por cada persona con más de
66 años, necesitaríamos, en el año 2053, 55,5 millones de personas en edad de trabajar. Actualmente
hay 32,1 millones de personas en edad de trabajar. Necesitaríamos 55,5 millones de personas en edad de
trabajar. Y si las personas que en el año 2053 estén en edad de trabajar y hayan nacido en España se
proyecta que serán 18,9 millones de personas, eso significa que para que en el año 2053 mantengamos
la actual tasa de dependencia del 26,5%, necesitaríamos que durante las próximas tres
décadas entraran adicionalmente 36,6 millones de inmigrantes. Y este presupuesto, el de que durante
los próximos 30 años entrarán como mínimo 12 millones de nuevos inmigrantes en España, este es
el presupuesto con el que trabaja el gobierno para posibilitar la sostenibilidad del sistema público de
pensiones tal como este gobierno lo ha diseñado. Escuchemos, si no, a la ministra de Seguridad
Social, el Masaiz. Para mantener nuestro estado de bienestar y tomando las predicciones demográficas
de las instituciones de referencia en España, necesitamos entre 200.000 y 250.000 migrantes
de saldo neto al año de aquí a 2050. En este sentido, claro, si no quieres que tu capacidad de
jubilación futura, tu nivel de vida una vez estés jubilado dependa de un sistema público
de pensiones que va a descansar sobre presupuestos tan vaporosos como este, que entren a lo largo de
los próximos 30 años como mínimo 12 millones de inmigrantes en España, la forma de prepararte
y protegerte frente a esos inciertos escenarios futuros es ir construyendo tu propio patrimonio
personal. Ahorro periódico e inversión y reinversión periódica, algo que, por ejemplo,
puedes hacer a través de la plataforma que apadrina este vídeo, Trade Republic. En esta
plataforma puedes crear fácilmente un plan de ahorro personal de reinversión periódica a algún
índice bursátil. Por ejemplo, invierte todos los meses 50 euros en adquirir una participación en el
Standard & Poor's 500 en la bolsa estadounidense, de tal manera que pueda ir aprovechando a largo
plazo la revalorización de este índice, es decir, el poder del interés compuesto que ya tuvimos
ocasión de tratar en un vídeo anterior. Además, ahora mismo Trade Republic también está remunerando
el saldo líquido que mantengamos en esta plataforma al 4% anual, de tal manera que, aunque no lo hayamos
invertido todavía, obtenemos esta rentabilidad del 4% al año. No solo eso, Trade Republic también
reembolsa el 1% del gasto que mes a mes efectuemos a través de su tarjeta. Si quieres obtener más
información sobre Trade Republic, la puedes obtener pinchando en el enlace que aparece en la caja de
descripción de este vídeo y también en el comentario destacado. Porque lo sabrá que acaso piensen que
podemos evitar el incremento de la tasa de dependencia y, por tanto, la tensión en nuestro
estado de bienestar, en la capacidad redistributiva de los ingresos del estado, meramente fomentando la
natalidad dentro de España. Pero es que para que en 2023 se mantenga la tasa de dependencia actual
sólo a partir de nacimientos dentro de familias españolas, necesitaríamos que cada mujer española
tuviese, durante los próximos 10 o 15 años, alrededor de 5 hijos. Pero es que incluso para
alcanzar en el año 2053 la tasa de dependencia alta que pronostica el INE, presuponiendo que
entrarán en España más de 10 millones de inmigrantes, para alcanzar esa tasa de dependencia que ya en sí
misma es alta, sin que entren esos 10 millones de inmigrantes, necesitaríamos que cada mujer
española en edad fértil durante los próximos años tuviese entre 2,5 y 3 hijos, lo cual tampoco es en
absoluto realista. ¿Y todo esto qué significa? Pues que la tendencia demográfica española es un
desastre. Que durante las próximas décadas o experimentaremos flujos migratorios fortísimos
dentro de España o experimentaremos incrementos absurdamente disparatados en la tasa de dependencia.
Por un lado, si la tasa de dependencia se dispara, tengan por seguro que iremos a un escenario o de
brutales subidas de impuestos, impuestos o cotizaciones sociales, o de brutales recortes
del gasto, especialmente, aunque no de manera exclusiva, del gasto en pensiones. Pero por otro
lado, si la tasa de dependencia no se dispara gracias a que hemos conseguido atraer enormes flujos
inmigratorios, tampoco está ni mucho menos claro que eso no tenga repercusiones negativas sobre los
impuestos y sobre el gasto público. Y es que la inmigración, desde una perspectiva estrictamente
fiscal, puede ser un arma de doble filo. Históricamente, en los países anglosajones,
la inmigración ha sido contribuyente neta al Estado. Es decir, que la situación fiscal del Estado
ha mejorado gracias a los inmigrantes. Estos han pagado más tributos que gasto en forma de
subsidios y prestaciones diversas han recibido. Sin embargo, en los países europeos, el saldo
fiscal de la inmigración resulta más bien negativo. En países como Bélgica, Holanda, Francia o Suecia,
el inmigrante promedio recibe más gasto público que impuestos a bona. De manera que atraer 10, 20,
30 o 40 millones de inmigrantes no tiene por qué mejorar la situación fiscal del Estado, sino que
incluso puede empeorarla, volviendo aún más acuciante la necesidad de subir brutalmente los
impuestos o de recortar brutalmente los gastos. Estas cifras deberían ser suficientes para que nos
demos cuenta de que el futuro de nuestras pensiones no está ni mucho menos asegurado. Y, por tanto,
si confiamos ciegamente nuestro bienestar futuro en las dádivas redistributivas que nos proporcione
un Estado que, para tener esa capacidad redistributiva, va a depender del incierto escenario futuro de que
entren millones de inmigrantes en España que aporten fiscalmente más de lo que absorben fiscalmente,
si hacemos depender nuestro bienestar futuro de las dádivas redistributivas de ese Estado,
nos podemos quedar sin dádivas y, por tanto, sin bienestar futuro.