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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Tenemos contacto con Juan Rayo, creo, ¿no?
¿Cómo está Juan?
¿Qué tal? ¿Cómo estamos?
Muy bien, muy bien.
Oye, Juan, estábamos hablando hace un momento
sobre lo que está pasando en Latinoamérica,
este resurgir de las políticas de soluciones mágicas
y Juan ha publicado un libro,
un libro que deberían todos,
todos ustedes leer, es este, se llama Antimarks,
en el que primero hace, parece como el...
Esto es para aprender de verdad,
una parte en la que explica de manera puramente teórica
y divulgativa el pensamiento de Marx
y otra en la que lo critica y lo critica en muchísimo detalle.
El libro está siendo un absoluto éxito
y debería leerlo todo el mundo,
porque como decía Ronald Reagan,
los racistas son aquellos que han leído a Marx, ¿no?
Cuéntanos un poco cuál es...
¿Qué es lo que más te ha sorprendido
cuando has hecho este análisis crítico?
Bueno, ¿qué tal? Dani, gracias por la invitación.
Quizá lo que me ha sorprendido
es que he encontrado un Marx bastante más sólido,
bastante más robusto,
de lo que en principio podría haber pensado
antes de leerlo con exhaustividad,
lo cual no significa que no sea un Marx
igualmente equivocado en prácticamente todo.
Pero es verdad que el grado de coherencia interna
del pensamiento marxista es muy intenso
y de hecho probablemente por eso ha seducido a tantas personas,
porque no es una ida de olla casual,
sino que es un sistema muy completo
que aparentemente permite explicarlo prácticamente todo
y además, como digo, es muy coherente internamente,
es muy seductor y eso quizá lo haga peligroso.
A mí una de las cosas que efectivamente estoy de acuerdo
en ese análisis es extremadamente coherente
en el proceso intelectual de hacer el análisis.
El problema es la premisa, el problema,
es que el punto de partida con el que crea
todo ese pensamiento tan seductor es falso.
Cuéntanos un poco de esto.
Claro, efectivamente el pensamiento internamente
es muy coherente y visto desde dentro
parece que sea definitivo,
pero cuando uno empieza a plantearse
algunos de los fundamentos de ese pensamiento
ve que se va desmoronando todo él.
Uno de esas premisas errones
claramente es la teoría del valor trabajo,
la idea de que el equilibrio, digámoslo así,
aunque a más no le gustaría ese término,
dentro gravitacional alrededor del cual giran los precios
viene determinado por el tiempo de trabajo necesario
socialmente para producir una mercancía.
En el libro ya explico que eso sólo sería cierto
en circunstancias extremadamente simplistas
y simplificadas que en absoluto describen
la complejidad de las economías modernas.
El valor depende fundamentalmente
de las preferencias subjetivas de los compradores,
consumidores.
Otra premisa errónea es pensar
que sólo el trabajo genera producción
cuando el trabajo debe ser auxiliado
por otro concepto que Marx desdeña profundamente,
que es la financiación.
Sin financiación no es posible producir,
no hay ningún proceso productivo que pueda existir,
quizás sin trabajo tampoco, de acuerdo,
sin financiación no, sin esperar
a que el producto del trabajo esté completado
y sin asumir riesgos propios de ese proceso de producción,
no es posible producir.
En tercer lugar y por último, Marx desdeña profundamente
también el mercado como un ente que nos aliena,
que nos domina, que nos anula
y que lo hace, además, irracionalmente,
porque el proceso del mercado, dice Marx,
no es planificado por nadie,
no es un proceso consciente y deliberado
que nos dirija hacia un fin que hemos escogido socialmente
y eso para Marx lo vuelve algo perturbador
de la vida social.
En realidad, y como ya desarrolló en el libro,
esa es justamente la gran ventaja del mercado,
que no está dirigido por nadie,
sino que es la suma de acuerdos bilaterales
o multilaterales entre personas
y que, por tanto, proporciona un marco
en el que coordinarnos descentralizadamente
sin que nadie nos tutele desde arriba.
Efectivamente, uno de los factores más preocupantes
de que se haya extendido la ideología marxista
es esa idea de que es el trabajo
el que genera todo el valor en la producción.
Y eso, recuerdo que un economista norteamericano
decía, si fuera así,
la persona que recoge los coches
en la entrada del hotel Hyatt
ganaría exactamente lo mismo que la persona
que recoge los coches en la entrada del hotel
de Juan, el que pequeñito.
Es efectivamente muy preocupante,
en cualquier caso,
que se repita una y otra vez la idea
de que el mercado es el que genera las distorsiones
y la planificación la que genera las soluciones.
¿Cómo lo ves tú esto?
Sí, totalmente.
Es verdad que Marx no desarrolla
una teoría muy exhaustiva
sobre la planificación central.
Sí sabemos, por sus escritos,
que él concebía el comunismo,
efectivamente, como un modo de sociedad,
no diré forma,
como un tipo de sociedad
en la cual la producción
estaba centralizadamente planificada
por el conjunto de la comuna.
No queda muy claro si a través de unos
burocratas especializados
o si a través de una asamblea ciudadana
donde todos decidieran
por vivo a voz
qué producir, cómo producir
y para quién producir.
Yo más bien creo que él abogaba
a más de cierta evidencia textual
por esa burocracia especializada,
tipo Leninista, pero bueno,
es lógico que pueda haber cierta discrepancia ahí,
pero en cualquier caso sí defendía la planificación central,
pero él no desarrolló,
no explicó
cómo ese proceso de planificación central
debería desarrollarse para que fuera eficiente.
El Marx es curioso, porque este es un
problema o una trampa
que se sigue desarrollando hoy en día.
Él atribuía muchos fallos
al mercado realmente existente,
le hacía muchas críticas
sobre lo mal que funcionaba,
pero la alternativa que planteaba
decía, bueno, todo esto se soluciona
con planificación central.
Sin analizar críticamente
si esa planificación central
tenía problemas o no los tenía, simplemente
presuponía que no los tenía.
Si tú comparas el peor de los mercados posibles,
exagerando incluso
hasta el extremo sus problemas,
con el mejor
de los comunismos imaginables,
olvidándote de todos los múltiples
problemas que tiene la planificación central,
pues evidentemente parece que el comunismo
es preferible al mercado.
Pero bueno, ya con posterioridad
a Marx,
sabemos que el comunismo
es un desastre a la hora
de planificar económicamente, esto se lo debemos
a un economista del siglo XX
llamado Lucifer Mises, que ya demostró
y luego se ha desarrollado mucho más,
evidentemente, pero Mises ya sentó las bases
para demostrar por qué la racionalidad
dentro del comunismo
es inexistente.
El principal problema
de la idea de que la planificación central
es la solución a todo es el siguiente.
La innovación,
el crecimiento y la prosperidad
vienen siempre
de la destrucción creativa
y de la mejora
que se genera aprendiendo de los errores.
La planificación central
por definición
y dado que considera que tiene un objetivo a largo plazo
irrenunciable
y que además no
se equivoca nunca,
nunca jamás puede generar
ese proceso de destrucción creativa
innovación, aprendizaje
de los errores.
La planificación central
si hubiese decidido
que Internet solamente tenía
una utilización,
jamás hubiera llevado a esto.
Es lo más importante entender
de por qué la planificación central
no funciona y el mercado así,
porque la planificación central nos deja de ser
cuando se comete
un error, se redobla
la apuesta sobre ese error por eso
quebraron los regímenes comunistas, ¿verdad?
Sí, es una especie
de alumno evaluándose a sí mismo.
En el mercado
hay múltiples planes,
algunos correctos,
otros incorrectos, pero múltiples planes
compitiendo entre sí.
Y justamente lo que Marx
desdeñaba, el mercado como
una especie de árbitro imparcial
que nos impone su voluntad
sin que sea la voluntad de nadie,
es precisamente lo que permite discriminar
entre buenos y malos planes
empresariales.
En el socialismo, en última instancia,
son los propios planificadores centrales los que tienen
que evaluar si su plan central
es correcto o es incorrecto, si hay que seguir
adelante o no hay que seguir adelante.
Pero no tienes feedback
externo
a esa voluntad última y soberana
del planificador central
el que te diga,
que te indiques si estás equivocado o si estás
acertado. En cambio, en el mercado
cada plan empresarial está siendo
sometido a múltiples
valoraciones en juiciamientos
muy diversos,
pero no sólo a través de la competencia,
si yo creo que tú te has equivocado,
si yo creo que tu plan empresarial
es malo, yo te lo
demuestro en la arena del mercado.
Creo otro proyecto similar al tuyo
y te bato en el mercado, porque
son los consumidores los que deciden.
Pero no sólo eso, los financiadores
de esos proyectos a través
de los mercados de capitales también
enjuician si tu proyecto es adecuado
o no es adecuado. Si tu proyecto
no convence a nadie, no conseguirás
financiación. Si convence
a alguien, conseguirás financiación.
En el socialismo en cambio
si convences al planificador central
tendrás financiación, aunque sea un desastre
y si no lo convences
no la tendrás
aún cuando haya otra gente que considera
que tu plan es bueno, porque en última instancia
quien decide si obtienes
financiación
para tu proyecto o no es una persona
o un comité de personas. Hay un monopolio
a la hora de decidir
qué sale adelante y qué no sale adelante.
En el mercado afortunadamente
eso no sucede y por eso la innovación
que es una fuerza
como decías disruptiva, de ir
en contra del estatu quo, de decirle
a los empresarios
o capitalistas existentes
o si estáis equivocando a todos vosotros y lo mío es mejor
eso en el mercado puede pasar
en el socialismo, es imposible que pase
a través de un golpe de Estado que reemplace
a los planificadores existentes.
Fíjense ustedes que cuando la gente
explica el capitalismo y habla de los rescates
en realidad el socialismo es el rescate
constante de las malas ideas
de los planificadores, porque claro
y además los planificadores
tienen el incentivo perverso
de automantener
esa rueda
de equivocaciones porque por adhesión
política. Juan Rayo
Antimarks
leanse el libro, hay que leer libros
y este que tiene 1.800
páginas
que pueden dejar de leerlo porque nos va la vida
en ello entre otras cosas. Muchas gracias Juan
un fuerte abrazo. Muchas gracias Dani
un abrazo.