This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
El Gobierno de PSOE Podemos, con el apoyo del Partido Popular, ha reimplantado la obligación
de llevar mascarillas en exteriores.
Una medida necesaria, razonable, compatible con la libertad de las personas, veámoslo.
En un gesto claramente despótico, el Gobierno de PSOE y Podemos, con el inestimable apoyo
y la presión de algunos prohombres del Partido Popular, como los presidentes Feijó, Moreno Bonilla
y Mañueco, ha reestablecido el uso obligatorio de mascarillas en espacios exteriores.
Con esta nueva regulación, que entrará en vigor a partir de mañana con la publicación
en el Boletín Oficial del Estado, significaría que cada vez que salgamos a la calle tenemos
que ir con la mascarilla puesta en exteriores.
¿Por qué digo que se trata de una medida despótica?
Las restricciones de las libertades individuales pueden ser aceptables para evitar que una
persona genere daños sobre terceros.
Libertad significa derecho a que los demás no interfieran sobre mi vida, a cambio, claro
está de que yo tengo la obligación de no interferir sobre la vida de los demás.
Por consiguiente, la libertad no es el derecho a hacer lo que me dé la gana, entrometiéndome
interfiriendo, dañando a terceros inocentes. Sería absurdo, por ejemplo, reivindicar la
libertad de una persona de salir a la calle lanzando dardos de manera indiscriminada,
pudiendo golpear y por tanto dañar a terceros.
Lo que no es en absoluto aceptable es que se limiten los comportamientos, las acciones,
las decisiones de una persona, si esas acciones, esos comportamientos, esas decisiones no
generan daño sobre terceros.
En ese caso, simplemente estamos restringiendo las libertades individuales por el mero placer
sádico de restringirlas, simplemente para mostrar quién manda aquí.
Y el caso del uso obligatorio de la mascarilla en exteriores es precisamente ese. Nos obligan
a llevar mascarilla en exteriores no para evitar que le cause ningún daño a nadie,
sino simplemente para imponer arbitrariamente su autoridad.
De entrada la evidencia de que se produzcan contagios generalizados en exteriores es muy
escasa. La inmensa mayoría de contagios no se producen en exteriores, al aire libre,
sino en interiores. Y por tanto, todas aquellas medidas que puedan llegar a adoptarse, que
sean limitativas de la libertad en exteriores, serán medidas que tendrán una influencia
muy modesta sobre la capacidad del virus para transmitirse y sobre, por tanto, el daño
que somos susceptibles de generar a terceros.
En segundo lugar, y precisamente por lo anterior, no disponemos de evidencia alguna
que señale que el uso de mascarillas en exteriores es una medida efectiva para limitar la transmisión
del virus. Esa evidencia no existe. Como mucho se conjetura que el uso de mascarillas
en grandes eventos, en grandes aglomeraciones de personas en el exterior, podría tener
una influencia secundaria y menor a la hora de frenar la transmisión del virus, pero
ni siquiera aquí una influencia decisiva. Y si no tienen ni siquiera una influencia
decisiva en grandes aglomeraciones en el exterior, imaginémonos qué influencia puede tener
en el resto de casos en exteriores.
Y en tercer lugar, aún cuando fuera cierto que en determinadas circunstancias, por ejemplo,
en grandes aglomeraciones de personas, el uso de la mascarilla en exteriores sí limitará
de manera muy importante la transmisión del virus. Como mucho la imposición del uso de
mascarillas en exteriores estaría justificada para esos casos, pero no en aquellos otros
casos donde, evidentemente, esa mascarilla no desempeña absolutamente ningún papel.
Si nosotros somos capaces de controlar que con nuestras acciones no estamos generando
ningún daño sobre terceros, entonces no cabe justificar, bajo ninguna circunstancia,
la restricción de nuestras acciones, de nuestra libertad. Si bien yo no puedo salir
a la calle a tirar indiscriminadamente dardos, sí puedo lanzar dardos en un local habilitado
a tal efecto donde el resto de las personas no se interponen entre la diana y los dardos.
En ese contexto, las personas son capaces de aislar sus acciones, lanzamiento de dardos,
del daño a terceros y, por tanto, no tendría sentido prohibir en términos generales y
universales el lanzamiento de dardos.
De la misma manera, una persona puede salir a la calle sin mascarilla, sin entrar en contacto
con otras personas o estando en contacto con aquellas personas con las que convive, y,
por tanto, sin que exista ningún tipo de diferencia entre estar en casa sin mascarilla
y estar por la calle caminando junto con las personas con las que convives sin mascarilla,
y en esos casos, en consecuencia, no cabe justificar de ninguna manera la imposición
del uso de la mascarilla si no estamos ni podemos generar un daño a terceros.
Pero fijémonos que el gobierno no ha impuesto el uso de mascarillas en exteriores únicamente
en aquellos casos en los que un individuo no pueda controlar si puede estar transmitiendo
el virus o no.
¿Ha impuesto el uso exterior de las mascarillas en todos los casos?
Con alguna mínima excepción, como estar en el campo o en la playa.
¿Ha impuesto el uso de mascarilla en ciudad en todos los casos, salvo cuando se hace deporte?
Aún cuando una persona vaya sola por la calle y manteniendo una amplia, muy amplia distancia
de seguridad.
No justifica medidas adicionales de imposición de mascarilla en aglomeraciones o en grandes
eventos al público sobre la base del mayor riesgo de transmisión del virus.
Justifica la imposición del uso de la mascarilla en exteriores cuando no hay riesgo de transmitir
el virus sobre la base de que pueda haber aglomeraciones en otras partes.
Escuchemos a la ministra portavoz del gobierno.
Antes, como saben ustedes, con la modificación de junio de este año, te permitía la posibilidad
de que, estando en un espacio exterior, siempre y cuando mantuvieras la distancia 1,5 no la
llevabas.
Pero es verdad que ustedes han visto las imágenes que hemos visto especialmente de aglomeración.
Quiero insistir que estamos en una época de año en donde salimos a hacer las compras
propias de la época y con un importante incremento de interacción social y también de circulación.
Es decir, que hasta ahora si estabas en exteriores y mantenías la distancia de seguridad como
no podías transmitir el virus, no se te obligaba a llevar mascarilla.
Ahora no es que puedas transmitir el virus si mantienes la distancia de seguridad.
Sin embargo, como hay aglomeraciones en algunas zonas, pues vamos a generalizar la imposición
del uso de la mascarilla sobre todos, incluyendo sobre aquellos que mantienen la distancia
de seguridad y, por consiguiente, no existe riesgo alguno de que se transmite al virus
y de que, por tanto, se genere daño sobre terceros.
No imponen la mascarilla allí donde se podría terminar generando daño sobre terceros.
La imponen también allí donde, sin duda, no se genera ningún daño sobre terceros,
y, por tanto, se trata de un ataque absolutamente injustificable sin ningún tipo de razón
de ser a la libertad individual.
Y si no tienen ninguna razón de ser, ¿por qué lo hacen?
Pues permitanme avanzar tres posibilidades.
La primera, que ya la he mencionado, es para demostrar quién manda aquí, para recordarnos
que ellos son la autoridad y que ellos pueden disponer de nuestra libertad de manera absolutamente
arbitraria cuando quieran y como quieran, una forma, por tanto, de reclamar obediencia
y de testar de comprobar cuán obedientes somos.
Segunda posibilidad para aparentar que están haciendo algo frente a la sexta ola del virus.
Como mucha gente les reclama a los políticos que sean algo así como mesías, algo así
como salvadores, que solucionen todos los problemas sabidos y por haber de una sociedad,
es incomprensible que el virus se esté propagando a los muy altos ritmos actuales y los políticos
no hagan nada.
Y, por tanto, el político para justificar que sigue siendo socialmente útil, para justificar
su sueldo y sus privilegios, tiene que hacer algo, aunque lo que haga sea una barra basada
como esta.
Y, en tercer lugar, para tener a alguien a quien echarle la culpa si el virus se sigue
propagando, si los políticos han decidido sin ninguna evidencia que los respalde que la solución
a la sexta ola pasa porque los ciudadanos lleven mascarillas en exteriores, incluso
aunque mantengan la distancia de seguridad con otros ciudadanos, si mucha gente no sigue
esa norma, los políticos podrán decir, los ciudadanos han sido muy irresponsables
y esa irresponsabilidad, ese no hacernos caso al mandato que les impusimos, es lo que
ha llevado a que el virus se siga propagando y a que los hospitales cada vez estén más
llenos.
Dominación, simulación y búsqueda de chivos expiatorios, para eso limitan nuestras libertades,
pero desde luego lo que todos deberíamos plantearnos es si estamos moralmente obligados
a cumplir, a obedecer una ley frontalmente injusta o, si más bien, nuestra obligación
moral es desobedecerla.