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¿Bofetón político contra Gabriel Boric, presidente de Chile? El Congreso Nacional
ha rechazado mayoritariamente su proyecto de reforma tributaria por el que pretendía
multiplicar los impuestos que recaían sobre la inversión en el país. ¿Cuáles serán
a partir de ahora las consecuencias políticas y económicas de todo ello para Chile? Veámoslo.
Durísimo revés político y económico contra el presidente de Chile, Gabriel Boric. El que podríamos
considerar el principal proyecto político de su mandato, la reforma tributaria, ha sido rechazado
por el Congreso. La mayoría de diputados chilenos ha decidido finalmente tumbar la fortísima subida
de impuestos que planteaba el gobierno de Gabriel Boric y más en particular su prestigioso ministro
de Hacienda, Mario Marcel. El proyecto fiscal de Boric pretendía crear un impuesto sobre la
riqueza en Chile, pretendía incrementar el impuesto sobre las rentas del capital del 10 al 22%,
pretendía crear un nuevo impuesto del 1,8% sobre los beneficios retenidos por empresas que perciban
la mayor parte de sus ingresos de rentas pasivas y pretendía también subir el tipo marginal máximo
del IRPF, de la renta de las personas físicas, hasta el 43%. Con todo ello y algunos otros impuestos,
se pretendía incrementar la recaudación de Chile en alrededor de cuatro puntos de PIB anuales.
Habida cuenta de que los ingresos fiscales actuales de Chile rondan el 20%, estábamos
hablando de incrementar la presión fiscal en Chile en un 20% y ese exagerado incremento en un
20% de la presión fiscal en Chile iba a proceder en su práctica totalidad de la inversión. Los
impuestos que hemos mencionado antes son impuestos que atacan el ahorro y la inversión y, por tanto,
la acumulación de capital. Impuesto sobre la riqueza, es decir, un impuesto sobre el capital
acumulado dentro de Chile, impuesto sobre las rentas del capital, es decir, impuesto sobre los
réditos de la inversión en Chile, impuesto sobre las ganancias retenidas por parte de empresas que
perciban la mayor parte de sus ingresos de rentas del capital, es decir, nuevamente gravamen sobre
los réditos del capital, en este caso retenidos dentro de una sociedad jurídica y, por último,
incremento del tipo marginal máximo en el IRPF que no deja de ser un impuesto al trabajo
cualificado, es decir, al capital humano, a la formación. Por tanto, esta reforma tributaria
atacaba casi cualquier forma de acumulación de capital. Atacaba la acumulación de capital
productivo, atacaba la acumulación de capital financiero y atacaba la acumulación de capital
formativo o humano. De ahí que la mayoría de diputados de Chile hayan rechazado este
proyecto de reforma fiscal. ¡Y cuidado! El rechazo ha prosperado no sólo porque los 71 diputados de
la derecha se hayan opuesto en grupo y frontalmente a este proyecto de reforma fiscal, sino también
porque tres diputados de izquierdas se han abstenido. Si esos tres diputados de izquierdas
hubiesen votado a favor, este sangrante proyecto de reforma fiscal habría salido adelante.
Imagínense ustedes cómo ha de ser este proyecto de reforma fiscal para que tres
diputados de izquierdas, alineados por lo general con el gobierno de Boric, se abstengan para tumbarlo.
¿Y por qué esta derrota parlamentaria de Boric supone un golpe político y económico tan duro
para su gobierno? Pues por varias razones. En primer lugar, porque todo el programa electoral
e ideológico de Boric se estructura a través del incremento del tamaño del estado. Boric aspira
a incrementar de manera muy sustancial el tamaño del estado chileno hasta ir aproximándolo al
tamaño de los estados europeos, porque cree que para alcanzar los niveles de bienestar de Europa
hay que emular el estado europeo, cuando eso es evidentemente erróneo. El bienestar de los
europeos no depende de su estado de bienestar, depende de su nivel de renta per cápita. Por
tanto, de lo que se tendría que preocupar Chile es de potenciar el crecimiento de su
renta per cápita, no de importar modelos de estado extranjeros que pueden frenar el crecimiento de
esa renta per cápita y, por tanto, la expansión del bienestar de los chilenos. El llamado estado
de bienestar para el único que de manera cierta, segura, indubitada genera bienestar es para el
propio estado y para toda la casta política y burocrática que se genera dentro y alrededor de él.
Pues bien, sin esta reforma tributaria va a ser muy complicado que Boric consiga incrementar el
tamaño del estado, es decir, que pueda financiar todos aquellos programas de gasto público con
los que persuadió a muchos chilenos para que le votaran y lo convirtieran en presidente. Es decir,
que en buena medida su programa electoral se convierte, sin esta reforma tributaria,
en papel mojado. Y sí, uno podría pensar que Boric seguirá adelante con sus programas de
gasto público aún cuando esta reforma tributaria no haya prosperado. Es bien sabido que un estado
puede gastar más o porque ingrese más o porque se endeude más. Y, por tanto, Boric seguiría
teniendo la alternativa de emitir mucha más deuda, de incurrir en déficit público, para
financiar su expansión del estado chileno. Sin embargo, este último extremo tiene sus límites.
El actual ministro de Hacienda, Mario Marcel, que a su vez es exgobernador del Banco Central de
Chile, no es demasiado partidario de abusar del endeudamiento público y más en un entorno
inflacionista como el actual. Mario Marcel sabe perfectamente que cebar el déficit público solo
contribuirá a cebar la inflación y que ello hará necesario que el Banco Central de Chile suba todavía
más los tipos de interés, ralentizando aún más el crecimiento económico dentro de Chile.
Justamente la inflación se está empezando a moderar en Chile porque, durante los últimos meses,
el gobierno chileno y el Banco Central chileno han remado en una misma dirección. Han remado en la
dirección de una política fiscal contractiva y de una política monetaria contractiva. Chile cerró
2022 con superávit público a pesar de que había cerrado 2021 con déficit público. Por tanto,
el margen que va a admitir Mario Marcel para incrementar el gasto público de manera muy
sustancial, sin aumento de la recaudación a través de su reforma tributaria, va a ser escaso. Y,
de hecho, el propio Boric ha condicionado la ejecución de muchos de sus programas de
gasto público a que esta reforma tributaria salga adelante. Por ejemplo, en sus primeras
declaraciones, tras conocer el rechazo del Congreso a su proyecto de reforma tributaria,
él mismo ha enfatizado que sin reforma tributaria no hay reforma de las pensiones,
no hay reforma de la sanidad o no hay reforma del sistema de dependencia.
Y vamos a encontrar el camino para habilitar un debate serio en el Parlamento y así la
reforma tributaria que Chile necesita pueda ser realidad, que es a su vez la que permitirá que
sea realidad la reforma de pensiones que más de 10 años lleva esperando el Parlamento y la reforma
de salud, también los inicios del sistema nacional de cuidado. Pero bueno, uno podría pensar que este
bofetón parlamentario contra la reforma tributaria de Gabriel Boric y, por tanto,
contra Gabriel Boric y su ministro de Hacienda, Mario Marcel, tampoco tiene tanta importancia,
porque lo único que necesita hacer Gabriel Boric es volver a someter a votación en el Congreso
este proyecto de reforma tributaria. Y esta vez sí presionar a esos tres diputados de la izquierda
para que voten a favor y, por tanto, para que consigan sacar adelante este proyecto de reforma
fiscal. Sin embargo, hay un problema, y es que la Constitución chilena prohíbe que un proyecto de
ley fracasado se vuelva a someter a votación en el Congreso antes de un año. Por tanto,
el bofetón del legislativo contra Boric supone enterrar durante al menos un año la reforma fiscal
en Chile y, por tanto, también todo el despliegue de programas de gasto público que Boric había
subordinado a aprobar esta reforma fiscal. Y ojalá dentro de un año el Congreso vuelva a
rechazarla. Boric ha definido este bofetón parlamentario a su proyecto de reforma tributaria
como un golpe a la esperanza. La votación de hoy podrá ser un golpe a la esperanza,
pero sin embargo Chile sabe recuperarse de estas pequeñas. Pero más bien se trata de un golpe de
esperanza contra todos aquellos que ambicionan a multiplicar el tamaño del estado chileno a
una costa de la libertad y de la prosperidad de sus ciudadanos.