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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

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Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Pedro Castillo fue proclamado ayer presidente de la República del Perú, y en su primer discurso
como presidente anunció que pretende convocar una Asamblea Constituyente para cambiar radicalmente
el marco institucional del país. ¿Pero en qué consistiría exactamente este cambio
radical en el marco institucional? ¿Cuál es el auténtico objetivo que Pedro Castillo
y sobre todo Perú Libre esconden detrás de esta Asamblea Constituyente?
¡Empezamos!
Las Constituyentes existen para limitar el poder político, no para habilitar al poder
político a que se ejerza arbitrariamente sobre la población.
Y precisamente por eso, todos los políticos que aspiran a abusar del poder, a ejercer
ese poder contra los derechos individuales, contra las libertades individuales de la población
tratan de reformar las Constituyentes, no para restringir todavía más su campo de
actividades, sino para ampliar sus potestades y sus competencias sobre la sociedad.
Ayer Pedro Castillo fue proclamado presidente del Perú, y en su primer discurso anunció
que piensa convocar una Asamblea Constituyente porque la Constitución del año 1993 resulta
excesivamente restrictiva para los poderes extraordinarios de los que quiere disfrutar
Pedro Castillo y su gobierno.
La Asamblea Constituyente.
Todos saben, porque así lo hemos manifestado muchas veces, que una de nuestras principales
banderas políticas, convertida ahora en una bandera de la mayoría del pueblo, es la convocatoria
a una Asamblea Constituyente que dote a nuestra patria de una nueva carta magna que permita
cambiar el rostro a nuestra realidad económica y social.
Al parecer la Constitución del año 1993 no dota de suficientes poderes al gobierno
de Perú para que pueda cambiar el rostro radicalmente del país, cambiar el rostro
radicalmente de la sociedad, es decir, para que puedan practicar ingeniería social sobre
los peruanos y decirles cómo han de vivir sus vidas, cómo han de pensar y cómo han de
comportarse.
El Estado debe tener libertad para promocionar, para vigilar y regular de acuerdo al interés
de las mayorías, ejecutaremos y respetaremos con energía lo que el pueblo desida.
Fijaos que Pedro Castillo no está hablando de incrementar las libertades de los peruanos,
está hablando de incrementar la libertad del Estado, las competencias, las protestades,
para intervenir en la vida de los peruanos, en la sociedad peruana.
Eso sí, bajo el mandato del pueblo, ejecutaremos lo que el pueblo decida, pero evidentemente
lo que el pueblo decide o no decide lo interpretaremos nosotros, lo procesaremos nosotros y en última
instancia haremos lo que nos dé la ganad dentro de esos poderes extraordinarios
que la Asamblea Constituyente queremos que nos otorge.
Y que se trata de eso, de que el Estado peruano esté menos constreñido de lo que está
ahora para que la clase política peruana haga lo que quiera hacer.
Escuchemos sino que le molesta al actual secretario general, el fundador de Perú Libre y la auténtica
mano que mece la cuna del presidente Pedro Castillo.
Me estoy refiriendo a Vladimir Cerrón, que ya hace varios meses nos explicó por qué
había que derogar la Constitución del año 1993, por cierto, fijaos en las fotos y en
los bustos que aparecen en la estantería detrás de Cerrón.
Pero ¿cuál es la esencia de la Constitución de 1993?
Primero, reducir el Estado a su mínima expresión, haciendo que el Estado simplemente sea un
veedor de los fenómenos que ocurre en el país.
Estado pequeño con poco poder es malo porque necesitamos de un Estado grande con mucho más
poder para que nosotros podamos interferir, para que podamos intervenir, para que podamos
transformar el rostro de la sociedad peruana según nos convenga y según nos venga en
gana.
Segundo, permitir el libre comercio, haciendo que las transnacionales instalen en el país,
compitan con la empresa nacional y las extingan, ya sean públicas o privadas.
Que los peruanos puedan decidir a quién compran y a quién venden es una libertad intolerable
porque no permite que el Estado planifique centralizadamente la economía, no permite
que el Estado dirija y ordene a los peruanos a quién tienen que comprar y a quién tienen
que vender.
Y como la Constitución actual protege esa libertad de comercio, hay que abolir la Constitución
actual.
Tercero, permitir las finanzas libremente en el país al cual el Perú constitucionalmente
ha renunciado a su jurisdicción legal.
Nuevamente me molesta la libertad financiera de los peruanos porque eso limita el campo
de interferencia, el campo de intervención, el campo de actuación del Estado sobre la
vida de los peruanos.
Y por tanto, hay que abolir esa libertad financiera en la Constitución.
Cuarto, permitir y facilitar la privatización de todas las empresas del Estado, tal es así
que se privatizaron 228 empresas en el Perú.
Fijaos que no dice que la Constitución obliga a privatizar, lo que dice es que permite privatizar,
no que obligue a cualquier gobierno a privatizar las empresas públicas, sino que sí el mandato
que tiene ese gobierno en las urnas democráticas es el de privatizar las empresas públicas,
pues la Constitución habilita a ese gobierno a privatizar.
Pero Serrón quiere que los gobiernos no puedan privatizar, es decir, Serrón quiere que las
empresas públicas necesariamente sigan siendo públicas y que las empresas que fueron privatizadas
deban ser renacionalizadas.
Quinto, permitir la flexibilización laboral por el cual el empresario puede tener mayor
libertad de explotar al trabajador peruan.
Nuevamente lo que le molesta a Serrón es una libertad, la libertad en el mercado laboral,
que él interpreta erroneamente como la libertad para explotar al trabajador cuando sabemos
que los mercados laborales más libres y flexibles son los que maximizan el empleo y maximizando
el empleo permiten a largo plazo maximizar los salarios la calidad de vida y el bienestar
de la ciudadanía.
Sesto instauró un tipo de dictadura, la dictadura del mercado, la dictadura en la cual solamente
existen dos leyes, la ley de la oferta y la ley de la demanda y, lógicamente, ellos fijan
los precios.
Se le ha olvidado mencionar a Serrón la ley de la gravedad, que a lo mejor también quiere
abolirla a través de la Asamblea Constituyente.
En todo caso, la oferta y la demanda es simplemente la libertad comercial de los peruanos, repito
una vez más para decidir libremente que venden, que ofertan y que compran, que demandan y esa
es la libertad, la libertad de empresa, la libertad del consumidor que Serrón quiere
abolir a través de la Asamblea Constituyente.
Quiero otorgar más poder al Estado para que se meta en la vida de los ciudadanos, para
que los ciudadanos no puedan ni siquiera escoger que compran o que venden.
El Estado permitió exclusividad al empresariado privado, haciendo que el Estado peruano no
pueda competir en los sectores que ellos ya compiten.
Nuevamente, lo que le molesta a Serrón es que el Estado no tenga todavía más poderes
de los que ya tiene.
Aquí no está criticando que se restringa de alguna manera la libertad de los peruanos,
que es el quien la quiere restringir.
Está criticando que el Estado no tenga libertad a costa de los contribuyentes, por supuesto,
que el Estado no obtiene recursos de la nada, sino parasitando a los contribuyentes, está
criticando que el Estado no tenga la libertad de crear empresas públicas y de competir
con el subsidio parasitario del dinero que le arrebatan al contribuyente en aquellas
áreas donde ya existan empresas privadas, lo que reclama, por tanto, es mucho más poder
para el Estado.
Pero no pensemos que Serrón reclama únicamente más potestades, más poderes económicos
para el Estado.
Serrón también defiende una asamblea constituyente para que el Estado pueda intervenir de una
manera mucho más directa sobre la educación, sobre la cultura, sobre la ideología que
tienen los ciudadanos.
Escuchemos cómo lo explicó el propio Serrón.
Usted se refiere efectivamente que la lucha de clases no se limita, también sigo con
el plan de gobierno, por supuesto, la lucha de clases no se limita a la economía sino
también a lo ideológico y cultural, lo relaciono con lo que me acaba de decir.
Es decir, si una lucha de clases se libra también en este terreno ideológico, se libra
en este terreno cultural, según su perspectiva, entonces también el Estado debe entrar a
operar en esa área, ¿cómo entraría a operar en ese terreno, en esa arena?
Definitivamente al Estado peruano prácticamente se le han putado de todas sus facultades.
El Estado no tiene facultades, necesita mucho más poder que ejercer sobre su población,
para cambiarle el rostro a la población peruana, para que ellos tutelen mucho más
de cerca cómo han de vivir y cómo han de pensar los peruanos en su día a día.
Después de esta pregunta, Serrón intenta desviar el tema hacia las facultades, las
potestades económicas que debería tener el Estado peruano y que hoy no tiene, pero
el presentador rápidamente lo reconduce para volver a insistir sobre si está defendiendo
nuevos poderes del Estado en materia ideológica, cultural o educativa.
Eso queda claro, señor Serrón, eso me queda muy claro en el plan de gobierno, pero por
eso yo insistía en la parte de lucha de clases como vista de la perspectiva ideológica y cultural.
Es decir, el Estado también debe regular, por ejemplo, el consumo que se yo de música,
el consumo cultural de la población.
Eso también el Estado debe poner un límite, un coto.
Yo creo que sí, en alguna medida, en el sentido, por ejemplo, que este Estado neoliberal también
ha puesto un coto.
¿Por qué cree usted que en las universidades ya nos enseña filosofía, ya nos enseña
economía política?
Economía política es como los marxistas se refieren sin mencionarlo explícitamente
a la economía marxista.
Por tanto, lo que está criticando, Serrón, es que las universidades peruanas no enseñan,
no instruyan filosofía marxista, economía marxista, que es, por cierto, la que él
defiende.
Ya nos enseña geopolítica, ya nos enseña historia universal en los colegios.
¿Por qué?
Porque le puso el coto, le puso el coto cultural, entonces un gobierno de nuevo tipo, que lógicamente
es adverso al pensamiento político de ellos, está en todo el derecho también de poner
una currícula nacional.
Vamos, que lo que está diciendo es que hay que abandonar la Constitución del 93 y aprobar
una nueva Constitución que edote al Estado peruano de la libertad, de la potestad, de
la facultad, para adoctrinar a sus ciudadanos en el marxismo.
Porque ha de ser el Estado peruano, es decir, ellos que tienen ahora mismo el poder, quienes
puedan fijar el currículum nacional tal como ellos decidan fijarlo, sin ningún tipo
de contrapeso, sin ningún tipo de restricción, que limite su campo de actuación y de adoctrinamiento
ideológico.
Para cerrón, nuevamente, la libertad de enseñanza es un cuento, y es un cuento claro
porque limita el poder del Estado para adoctrinar a sus ciudadanos, porque habilita a cada ciudadano
a determinar qué quiere estudiar, qué quiere aprender y qué no quiere estudiar, qué no
quiere aprender, qué ideas no quiere que le sean inculcadas forzosamente.
Y bajo el cuento de la libertad, uno dice que pueden enseñar cualquier cosa cuando
en la realidad está, en este caso en el Perú, parametrado este tipo de enseñanza porque
no conviene al sistema.
Desde el punto de vista de la limitación del poder arbitrario del Estado, desde el
punto de vista de la protección de las libertades individuales, es obvio que una Asamblea Constituyente
supone un peligro enorme, porque la Asamblea Constituyente implica hacer tabla rasa de
todo el ordenamiento jurídico, implica que de entrada los ciudadanos no tienen ningún
tipo de derecho ni ningún tipo de libertad, porque es esa Asamblea Constituyente la que
determinará qué derechos tienen o qué derechos no tienen.
Por tanto, el ciudadano, de entrada, queda absolutamente desprotegido frente al poder
absolutista, casi totalitario, que puede llegar a tener esta Asamblea Constituyente si decidiera,
por ejemplo, abolir la libertad de prensa, la libertad de expresión, la libertad de
educación, la libertad de empresa, la libertad de comercio, la libertad de asociación, etcétera,
etcétera, etcétera.
Todas las libertades individuales quedan al albur de la Asamblea Constituyente y es
precisamente por eso que aquellos políticos que desean abusar de su poder, que desean
ampliar las potestades que tiene el Estado para dirigir la vida de los ciudadanos, promueven
la Asamblea Constituyente.
Ahora bien, desde una perspectiva del fundamentalismo democrático, es decir, la idea de que el pueblo
se puede autogovernar a sí mismo sin ningún tipo de limitación, incluyendo los derechos
individuales, es decir, desde la perspectiva de que el pueblo es soberano, incluso para
convertirse en una tiranía de la mayoría sobre las minorías, la Asamblea Constituyente
podría tener sentido, siempre que se sigan los cauces democráticos.
¿Y cuáles son esos cauces democráticos?
Pues por un lado, respetar los procedimientos democráticos actuales y por otro, instaurar
una Asamblea Constituyente donde una persona represente un voto, y por tanto, donde se
agreguen, de un modo u otro, las voluntades de cada uno de los ciudadanos representadas
en votos que valen exactamente lo mismo unos y otros.
¿Son esos los planes de Pedro Castillo y de Perulibre?
En absoluto.
Empecemos por el respeto a los procedimientos.
La actual Constitución Peruana del año 93 no contempla la convocatoria de una Asamblea
Constituyente.
La Constitución únicamente permite, en su artículo 206, la reforma parcial o total
de la Constitución por el Congreso de la República.
Esto es algo que el propio Pedro Castillo reconoce.
Es cierto que la Constitución de 1993 no contempla la figura de una Asamblea Constituyente,
ni la elaboración de una nueva Constitución.
Tampoco contempla la atribución del presidente de la República para convocar a un referendo
a un Constituyente.
Pedro menciona la posibilidad, la reforma parcial o total de la Constitución por parte
del Congreso.
Para convocar una Asamblea Constituyente, por tanto, habría que modificar la Constitución
del año 93 a través del Congreso de la República.
Habría que modificar el artículo 206 para que habilitar a la convocatoria de una Asamblea
Constituyente.
El problema es que Pedro Castillo no tiene mayoría en el Congreso de la República y,
por tanto, no puede promover, no puede aprobar esta reforma de la Constitución.
Y si eso es así, ¿acaso Pedro Castillo pretende vulnerar la Constitución actual para convocar
una Asamblea Constituyente que no está permitida por la Constitución?
No exactamente.
El propio Pedro Castillo ha anunciado que canalizará su propuesta de Asamblea Constituyente
dentro de la legislación vigente.
Insistiremos en esta propuesta, pero siempre en el marco de la ley y con los instrumentos
legales que la propia Constitución vigente proporciona.
Entonces, ¿cuál va a ser la estrategia a seguir?
Crear una legitimidad paralela al Congreso de la República para, desde esa legitimidad
paralela, presionar a los congresistas y forzarles a que acepten la Asamblea Constituyente.
El propio Pedro Castillo lo insinuaba en su discurso de proclamación.
¿Tiene ello decir que el pueblo está condenado a seguir prisionero de esta Constitución por
el resto de sus días?
A pesar que la mayoría de quienes votaron en las recientes elecciones y que hoy tiene
menos de 46 años no participaron políticamente en la aprobación de dicha Constitución,
la respuesta, sin duda, es que no.
El poder Constituyente originario, emana del pueblo y no de los gobernantes ni de las autoridades.
Pero como de costumbre, quien habló más claro sobre este tema fue Vladimir Cerro.
Y, lógicamente, para eso también hay que contar con el Congreso de la República, como
lo hizo Martín Vizcarre en su momento, y donde Perú Libre va a tener una bancada mayoritaria
como se está viendo hasta ahora, y también lograr un consenso con las demás fuerzas
políticas.
Pero?
Pero, además, no solamente el Parlamento Oficial, sino el Parlamento Extraoficial,
que es el Parlamento Popular, que también se manifestará y persuadirá al Congreso para
que no sea una traba de nosotros convocar pues la Asamblea Constituyente.
El Parlamento Extraoficial, las Algaradas Callejeras, rodea el Congreso para presionar
a los diputados del Congreso de la República que voten aquello que no quieren votar, para
presionarles a que autoricen a hacer una tabla rasa absoluta del marco constitucional vigente
donde Pedro Castillo y Perú Libre puedan adquirir poderes absolutos.
Una estrategia golpista, por cierto, la reiteró, la defendió Vladimir Cerrón hace apenas cinco
días en el discurso de cierre del Congreso Nacional de Perú Libre.
Por incotearán también la Asamblea Constituyente Futura que no la querrán aprobar, pero ese
es el Parlamento Oficial, compatriotas, y de ahí de un Parlamento Oficial jamás se hace
una revolución.
La revolución se hace con el Parlamento Extraoficial, con la calle, con las organizaciones del
pueblo, con los oyentes, los partidos, los municipios, los regionales, los expiliantes.
En definitiva, superar la legitimidad actual del Congreso de la República a través de
una supralegitimidad extraoficial de la calle.
Todos son el pueblo, ellos representan al pueblo, y como representantes del pueblo presionarán
para que los congresistas voten lo que ellos quieren que voten, es decir, autorizar una
Asamblea Constituyente para que no existan ni siquiera formalmente ataduras a su poder
absoluto.
Además, como ya hemos dicho, el principio básico de una Asamblea Constituyente debería
ser una persona, un voto, y así parece defenderlo en su discurso de proclamación.
Pero claro, ¿qué es el pueblo, todos y cada uno de los peruanos, votando individualmente
para escoger a sus representantes en la Asamblea Constituyente?
No exactamente, porque por un lado, sí, parte de la Asamblea Constituyente será elegida
democráticamente por los peruanos, pero otra parte ha de venir escogida por cuerpos
intermedios, por asociaciones, fundaciones, pueblos indígenas, gremios, es decir, colectivos
preseleccionados por Pedro Castillo y Perú Libre para que voten como ellos desean que
voten.
Es exactamente el modelo de reforma que se siguió para la Constitución venezolana.
Su composición tiene que incluir al lado de candidatos propuestos por las organizaciones
políticas inscritas, a porcentajes de candidatos provenientes de los pueblos originarios, de
los pueblos indígenas nativos y originarios, del pueblo afro peruano, de candidaturas independientes
provenientes de los gremios de organizaciones populares y de los gremios sindicales y gremiales,
genuinamente representados de todo el pueblo peruano.
Aunque de nuevo quien mejor explica sin ningún tipo de tapujos el fundamento antidemocrático
de esta elección de la Asamblea Constituyente es Vladimir Cerro.
Porque también pretendemos nosotros convocar una Asamblea Nacional Constituyente donde
la mitad de los participantes debieran ser partidos políticos pero la otra mitad debe
estar compuesta con organizaciones populares vivas del país y que en conjunto podríamos
hacer una nueva carta magna, un nuevo consenso, un nuevo contrato social.
La mitad de la Asamblea Constituyente no la escogerían los peruanos como ciudadanos
libres e iguales frente a las urnas sino otros colectivos que repito han sido preseleccionados
por Pedro Castillo y por Perú Libre.
Es decir que Pedro Castillo y Perú Libre tendrían de entrada el control de la mitad
de la Asamblea Constituyente para hacer y deshacer a su gusto.
En definitiva lo que anunció ayer Pedro Castillo fue que piensa movilizar a los suyos, movilizar
a la calle para presionar a que el Congreso ponga en suspenso el estado de derecho convocando
una Asamblea Constituyente cuyo control ya de entrada recaería bajo las manos de Perú
Libre y de Pedro Castillo.
Las libertades individuales de los peruanos quedarían bajo el arbitrio caprichoso de
Perú Libre que ya ha anunciado que en gran medida quiere abolirlas, que quiere abolir
la libertad de empresa, la libertad de comercio e incluso la libertad educativa.
Un golpe institucional, un cambio de régimen en toda regla que esperemos que los peruanos
libres, aquellos peruanos que se consideran sujetos de derecho frente al estado y no
los siervos del estado sean capaces de detener.