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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Evidentemente, la comunidad autónoma de Madrid está haciendo uso de su autonomía fiscal
para fijar los tipos impositivos en patrimonio y en sucesiones que considera más adecuados
para promover la generación de riqueza dentro de esta autonomía, que, dicho sea de paso,
son unos tipos impositivos similares a los que existen en el resto de Europa. En ningún
otro país europeo existe impuesto de patrimonio, hay varios países europeos donde tampoco
existe impuesto sobre sucesiones y donaciones. De hecho, uno de ellos es nuestro vecino
Portugal, que ni tiene impuesto sobre el patrimonio ni impuesto sobre sucesiones y donaciones.
¿Está haciendo Portugal dumping fiscal contra España? Evidentemente no.
No estoy en absoluto de acuerdo con la armonización fiscal entre comunidades autónomas.
Creo que es muy positivo que las autonomías primero se corresponsabilicen en la gestión
de sus gastos y en la recaudación de sus impuestos. Y, segundo, creo que es muy positivo
que las autonomías compitan a la hora de ofrecer mejores servicios públicos y de ofrecer
mejores sistemas tributarios a sus contribuyentes. Armonizar significa, en definitiva, impedir
que una comunidad autónoma se diferencia del resto para hacerlo mejor. Y, aparte, no
lo olvidemos, siempre que se habla de armonizar, se habla de armonizar para todas las autonomías
menos para el País Vasco y Navarra. Y tampoco existen justificaciones para que se armonice
todo menos esas dos autonomías. Es mucho mejor descentralizar fiscalmente, incluso
a un nivel inferior a la comunidad autónoma, como por ejemplo, hace Suiza, que descentraliza
fiscalmente a nivel cantonal. Quien realmente está perjudicando a la
economía y a los contribuyentes de Cataluña y de la comunidad valenciana no es el Gobierno
de Madrid por permitir una fiscalidad más baja, más respetuosa con la generación de
riqueza para sus ciudadanos, quienes están perjudicando a las economías de Cataluña
y de la comunidad valenciana son sus gobiernos por imponer unos tributos demasiado altos
para esas regiones. En este sentido, es positivo que la Comunidad de Madrid actúe como Pepito
Grillo recordando a estas comunidades autónomas porque lo están haciendo mal y cómo se pueden
hacer las cosas mucho mejor, manteniendo impuestos bajos y no desincentivando la generación
y la atracción de riqueza.
Desde luego, la capitalidad de algunos beneficios proporciona a la Comunidad autónoma de Madrid,
bastantes menos de los que muchas veces se presuponen. Por ejemplo, el impuesto sobre
sociedades lo recauda el gobierno central y lo administra el gobierno central, no la
Comunidad autónoma de Madrid. Por tanto, en ese sentido, da igual que muchas empresas
tengan su sede social en Madrid, lo mismo con el IVA. La recaudación por IVA no se
limputa a la autonomía donde tenga su sede social la empresa que recauda ese IVA. No
es así, el IVA se limputa a aquellas autonomías donde se efectúa el gasto en consumo. Por
tanto, el consumo extremeño, el IVA que paga el consumo extremeño, lo recauda la Junta
de Extremadura, no lo recauda la Comunidad Autónoma de Madrid, por mucho que los extremeños
consuman bienes producidos en Madrid o vendidos desde Madrid. Eso da igual. Además, no olvidemos
que actualmente uno de cada 4 euros recaudados en Madrid, el 25% de toda la recaudación
de la Comunidad Autónoma de Madrid, de toda la recaudación que se produce dentro del
área de la Comunidad Autónoma de Madrid, ya va a parar a otras autonomías. Por consiguiente,
la capitalidad puede aportar ciertos beneficios, como la concentración de funcionarios, como
la concentración de personal altamente cualificado en las sedes sociales de las grandes empresas,
pero no pensemos que es la explicación fundamental del desarrollo económico de Madrid y, sobre
todo, no olvidemos que esa capitalidad ya está penalizada y ya está compensada por
otras vías, como que, insisto, uno de cada 4 euros recaudados en Madrid ya va a parar
al resto de regiones españolas y no se queda en Madrid. Por consiguiente, subir todavía
más los impuestos en Madrid es una forma injustificable de penalizar todavía más a
los madrileños. Si perjudica o no a Madrid, tener impuestos
bajos es algo bastante debatable. Evidentemente, para aquellos que consideren que cuantos más
recursos tenga el Estado, más servicios estatales se podrán prestar y, por tanto, mejor vivir
a la ciudadanía que Madrid tenga impuestos bajos es perjudicial para esa ciudadanía.
Sin embargo, para quienes pensamos que los impuestos bajos son la clave para el desarrollo
y la prosperidad a largo plazo, evidentemente que Madrid tenga impuestos no bajos, sino más
bajos en algunos aspectos que otras comunidades autónomas. Es una buena noticia porque permite
a la acumulación de ahorro, de inversión y, en definitiva, de desarrollo económico
dentro de esa región. En todo caso, tengamos claro que los votantes madrileños llevan
años y años apostando por opciones políticas que reivindican no subir impuestos y mantener
a raya el gasto público dentro de la comunidad autónoma de Madrid. Por tanto, todos aquellos
que consideran que el fundamento último de los impuestos es la voluntad mayoritaria
de los ciudadanos, una tesis que sería desde luego objetable, pero en todo caso es la tesis
que sostienen muchos, pues esas mismas personas tendrán que aceptar que en Madrid mayoritariamente
no se quieren subidas de impuestos, que se prefiere un modelo administrativo con una
administración algo más estrecha, algo más delgada que la del resto de España a cambio
de poder mantener también impuestos más bajos. Y esta es una decisión autónoma de
los votantes, de los residentes de Madrid, que debería ser respetada, salvo que apostemos
por una especie de imperialismo recentralizador dentro de España para asablearnos a todos
con impuestos muchísimo más altos.
Sí, claro que las autonomías más pequeñas pueden aplicar exactamente la misma política
fiscal de Madrid, es más, deberían aplicarla, es más, habría que otorgar a las autonomías
o a unidades administrativas inferiores en las autonomías más autogobierno fiscal
para que las provincias más pobres, las más pequeñas, pudiesen colocar incluso impuestos
más bajos a los de Madrid de tal manera que pudiesen atraer inversiones desde el extranjero
o desde otras zonas de España para sobredesarrollar esas regiones que hoy están más atrasadas
por diversas razones.
Por tanto, sí, creo que la competencia fiscal es sana y creo que debemos avanzar hacia
más competencias fiscal para que las autonomías o las provincias más pobres se puedan diferenciar
fiscal y regulatoriamente de las más ricas y puedan competir también en ese plano con
ellas.
Si armonizamos fiscalmente, si todas las autonomías pagan exactamente los mismos impuestos, entonces
la que se llevará igualmente el gato al agua es Madrid, porque las inversiones seguirán
llegando por diversas razones como concentración de personal altamente cualificado, como buenas
infraestructuras seguirán llegando a Madrid y las otras autonomías no tendrán nada
distinto que ofrecer a Madrid, por ejemplo, impuestos más bajos, para poder atraer esas
inversiones.
Hace falta de centralización fiscal, diferenciación fiscal y que las autonomías más pobres
apuesten por aquella política que fomenta el desarrollo económico, es decir, regulaciones
laxas e impuestos bajos.