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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

El debate sobre la desigualdad y sobre la redistribución coactiva de la riqueza está cada vez más enconado tanto en la academia como entre las distintas formaciones políticas.
Dentro de este contexto de debate, la semana pasada la agencia Bloomberg publicó el llamado Índice Robin Hood, un índice donde básicamente se plantea cuántos ingresos adicionales obtendrán las personas consideradas pobres dentro de una sociedad
si se apropiarán de una parte equitativa de una parte proporcional del patrimonio de la persona solo, de la persona más rica de esa sociedad.
Por ejemplo, cuántos ingresos adicionales obtendrían los pobres estadounidenses si se quedarán con todo el patrimonio que actualmente tiene Bill Gates, la persona más rica de Estados Unidos.
Los resultados que ofrece este índice Robin Hood son aparentemente llamativos. Por ejemplo, en el caso de Chipre si se redistribuyera el patrimonio de la persona más rica del país, cada chipreuta obtendría unos ingresos adicionales de casi 46.000 dólares.
Cuando la renta per cápita del país, los ingresos que obtiene cada chipreta durante un año apenas llegan a 26.000, por tanto se obtendría casi dos años de ingresos adicionales. En el caso de Suecia, si se redistribuyera toda la riqueza del creador de IKEA, cada sueco obtendría unos ingresos adicionales de más de 33.000 dólares.
Podemos seguir descendiendo en esta clasificación y nos encontramos con el caso, por ejemplo, de España, donde si se redistribuyera toda la riqueza de Amancio Ortega, los 62.000 millones de dólares que tiene el patrimonio Amancio Ortega gracias a la creación de Inditex, cada español obtendría unos ingresos adicionales de 1.300 dólares.
Menos numerosos serían, en cambio, en el caso de Estados Unidos, donde redistribuyendo la riqueza de Bill Gates apenas se llegaría a 1.700, poco más de 1.700 dólares por habito.
En todo caso, el índice parece llamativo, parece ilustrativo, de que hace falta redistribuir la riqueza, porque no estamos hablando de poca cosa, es decir, que los pobres españoles puedan obtener 6.300 euros adicionales en caso de que Amancio Ortega compartiera integramente su patrimonio,
parece una medida bastante conveniente, sobre todo para estas personas más necesitadas. O en el caso de Suecia o de Chip, es decir, que un chipriota pobre pueda cobrar unos ingresos que duplican, casi duplican la renta per capita del país,
simplemente redistribuyendo la riqueza de la persona más rica de esa sociedad, pues de nuevo parecen hacer una llamada a que esta redistribución de la riqueza se termine produciendo.
Sucede que esta impresión inicial o esta intubición inicial o este instinto primitivo hacia la redistribución de la riqueza tiene serios problemas.
El primero de ellos es casi un problema moral, y es que robar no es legítimo si un ciudadano ha amasado su fortuna por medios pacíficos, no se ha beneficiado de privilegios estatales,
no ha coaccionado a nadie para generar, para amasar esa riqueza, sino que simplemente se ha vuelto rico proporcionando bienes y servicios valiosos al resto de la sociedad,
y esa sociedad voluntariamente ha comprado sus productos y ha pagado los precios que se le pedían por tales productos, esa persona no tiene ninguna obligación legal,
otra cosa es una obligación moral, pero no tiene una obligación legal de rendir su patrimonio al resto de personas, esto sería tanto como, o casi tanto como obligarle a haber trabajado forzosamente para todas estas personas.
Si el intercambio, si los intercambios, las relaciones y los tratos entre unos y otros han sido voluntarios, la distribución resultante de esos tratos voluntarios es, perfectamente, licita, perfectamente legítima,
por mucho que creamos que quedarnos con la riqueza de otra persona nos beneficia, evidentemente, a quienes nos quedamos con la riqueza ajena, nos beneficia directamente el acto de robar, pero eso no legítima el robo.
Las normas son normas o deben ser normas básicas de convivencia y, por tanto, uno no puede, en el acervo normativo de una sociedad, introducir cuales sean sus intereses particulares, sus preferencias particulares para imponerle sus objetivos y sus planes de acción personales a otras personas,
esas otras personas no tienen por qué coayubar obligatoriamente a que tú puedas conseguir los planes vitales que te son propios, al igual que nosotros no tenemos ninguna obligación a tener que someternos a los planes vitales que no son ajenos,
tratos voluntarios y tratos coactivos, no, cuestión distinta, evidentemente, es que algunos o muchos de esos ricos lo sean por privilegios estatales, en tal caso, evidentemente, si sería legítimo una redistribución de la riqueza, pero redistribución no en términos igualitaristas,
sino en términos de o justificado en que hay que indemnizar a las víctimas por el daño causado y, por tanto, si una persona se ha enriquecido a costa de ejercer la coacción normalmente vía estatal sobre otras personas, esa persona que se ha enriquecido,
obviamente, tiene que indemnizar a aquella que ha sufrido el daño o a la que se le ha impedido prosperar y, por tanto, se le ha perjudicado en cuanto al lucro cesante.
Por tanto, la primera crítica que se puede dirigir hasta ahí dice es que, aunque podamos creer que se nos beneficia el hecho de que los ricos nos ven su fortuna, ello no constituye un argumento suficiente para legitimar el robo.
El segundo argumento es más complejo o tiene alguna carga adicional al anterior. Básicamente, cuando hablamos de que redistribuyendo el patrimonio estaremos redistribuyendo los ingresos o estaremos incrementando los ingresos de los ciudadanos que componen una sociedad, estamos haciendo trampas.
Amancio Ortega, por ejemplo, cuando vemos que tiene un patrimonio de 62.000 millones de dólares, lo que tiene no son billetes de dólar en una cantidad de 62.000 millones de dólares.
Amancio Ortega no es tío gelito que tiene una piscina repleta de dinero o repleta de monedas de oro. Tampoco tiene a Amancio Ortega un almacén repleto de bienes y servicios por importe de 62.000 millones de euros.
Lo que tiene a Amancio Ortega es, sobre todo, una empresa que genera anualmente muchos beneficios y que como se espera que va a generar muchos beneficios durante mucho tiempo hacia el futuro, hoy tiene un valor de 62.000 millones de euros.
Pero que Inditex tenga un valor hoy de 62.000 millones de euros porque se espera que va a generar muchos beneficios en el futuro, no significa que esos beneficios ya se hayan generado hoy.
Por tanto, los beneficios futuros, la renta futura que generará a Inditex, aunque quisiéramos, aunque fuera legítimo, no la podemos redistribuir hoy.
Hoy simplemente podemos repartir el patrimonio como tal de Amancio Ortega y ese patrimonio como tal de Amancio Ortega, que es, si lo reducimos a Inditex, son acciones de Inditex.
En consecuencia, lo que le podríamos dar como mucho a cada ciudadano, a cada ciudadano pobre, es un paquete de acciones de Inditex valorado en 6.300 dólares.
Pero ese paquete de 6.300 dólares no habilita a que cada ciudadano pobre consuma 6.300 dólares.
¿Por qué? Pues porque la única forma de convertir riqueza, de convertir patrimonio en renta consumible, solo hay dos maneras.
Una es vendiendo ese patrimonio yendo al mercado y que alguien te lo compre a cambio de su renta, pero ¿qué sucedería si todas las personas que han recibido un paquete de acciones de Inditex valorado en 6.300 dólares
lo vendieran simultáneamente para poder consumir bienes y servicios durante el año corriente, que el precio de las acciones de Inditex evidentemente se desplomaría?
Y, por tanto, los ingresos efectivos que recibirían cada una de estas personas sería verdaderamente ínfimo, en todo caso muy inferior a los 6.300 dólares que aparecen en este ídice.
De hecho, en caso de que se produjera esto, en caso de que se redistribuyeron un paquete de acciones de 6.300 dólares entre los pobres españoles y procedieran a vender ese paquete de acciones al mercado,
realmente el beneficiario de la redistribución de la riqueza no sería el pobre español que ha recibido el paquete de acciones, sería aquella persona rica que es capaz de comprar muchos paquetes de acciones de Inditex a precios de ganga y se termina quedando con la compañía.
Por tanto, la redistribución real de la riqueza no sería desde Amancio Ortega a los pobres españoles, sería desde Amancio Ortega a otro capitalista, con ahorro, con capital suficiente, como para comprar las acciones que se estarían vendiendo de Inditex,
pero simplemente las habría comprado mediado por la redistribución inicial y posterior venta de las acciones a los pobres españoles.
Entonces, estaríamos ante una redistribución de la riqueza completamente absurda, se la quitamos a Amancio Ortega, que es quien ha creado Inditex para que otro capitalista que no ha creado Inditex se la pueda comprar a los pobres españoles a precios de ganga.
Esa es una manera de todas formas de que los pobres, digamos, puedan consumir el patrimonio que se les ha redistribuido, hay otra forma y es que no vendan las acciones y que cobre en el dividendo anual.
Ahora bien, si simplemente son capaces de consumir aquel dividendo anual que están cobrando, actualmente un paquete de acciones de Inditex de 6.300 dólares pagaría un dividendo que ni siquiera llega a 300 dólares anuales.
Por tanto, fijémonos, la nimiedad que se termina redistribuyendo, quitándole todo su patrimonio a la persona más rica de un país. Ni siquiera llegamos a una renta adicional de 300 dólares al año para las personas más pobres de la sociedad.
Y que además es una renta que en absoluto está asegurada, porque si dentro de 5 años Inditex quiebra o empieza a ganar menos dinero, esa renta se reducirá de manera proporcional.
Y de hecho, este es el tercer problema de la redistribución de la riqueza. Si redistribuimos la riqueza, lo que estamos haciendo es cambiar la estructura de propiedad.
Se le estamos quitando la mancia ortega y se le estamos dando a otras personas. Como hemos comentado antes, si muchas de las personas a las que se les entrega, muchas de las personas más pobres de una sociedad a las que se les entrega la propiedad de Inditex proceden a vender Inditex,
al final estaremos creando accionistas de control en otra parte de la sociedad, grandes grupos que controlarían Inditex en otra parte de la sociedad, y que por tanto empezarían a gestionar Inditex probablemente de otra manera distinta como se está gestionando hoy.
Y esto significa que si cambiamos la gestión de Inditex, que hoy es una gestión exitosa, que ha permitido que una compañía prácticamente minúscula en una tienda de barrio se convierta en la mayor empresa textil del mundo,
si cambiamos la gestión de Inditex, obviamente los beneficios futuros que se espera que tenga Inditex no se van ni siquiera a crear.
Y si los beneficios futuros no se crean, el accionista de Inditex también se verá totalmente arruinado. Porque, como hemos dicho, el valor patrimonial de una acción, el valor patrimonial del capital de la riqueza que tiene Mancio Ortega, especialmente en forma de acciones de Inditex,
depende de los beneficios futuros que tenga Inditex, si cambiamos la estructura de propiedad, cambiamos la estructura de gestión y muy probablemente cambiamos los resultados a peor de la compañía.
Lo que estaríamos haciendo es quitarle la gestión y la propiedad de una empresa a quien ha sabido convertir en grande a esa empresa y dándosela a otras personas que no han acreditado en ningún conocimiento a la hora de gestionar y de crear esa empresa,
y precisamente porque no lo han hecho, no han sido ellos quienes han sacado adelante y quienes han creado Inditex. Y obviamente, si lo que hacemos es redistribuir la riqueza, destruyendo metamente riqueza,
la sociedad en la que esa empresa productiva sin cardina será una sociedad más pobre, será una sociedad donde los trabajadores podrán cobrar todavía menos,
donde discondremos de menos bienes y servicios asequibles producidos ahora mismo en términos muy competitivos por Inditex y será una sociedad donde los ahorradores que han financiado estos proyectos verán cómo su patrimonio se ve completamente mermado.
Por tanto, estos tres criterios lo que desaconsejan profundamente es hacer caso a los instintos de redistribución coactiva de la riqueza que parecen derivarse o que parecen ser inducidos por el llamado índice Robin Kut elaborado por Bloomberg.
Es un índice muy incompleto y es un índice que transmite una imagen muy falsa de la realidad económica en la que vivimos.