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Lucha de poder entre Podemos y Sumar, que ilustra que la democracia, especialmente la democracia dentro de los partidos políticos,
es una mentira.
Veámoslo.
Sumar es el nuevo proyecto político de la vicepresidenta segunda del gobierno y ministra de trabajo
Yolanda Díaz. En su propia página web, Sumar se define así.
Sumar es una asociación que quiere servir para impulsar un movimiento ciudadano y acaba de empezar.
Yolanda Díaz está trabajando desde el primer minuto como una más para definir un proyecto de país, el país que queremos.
No nos resignamos a que la política sea sinónimo de confrontación, no nos da la gana.
Creemos firmemente en que la política es escuchar, dialogar y llegar a acuerdos.
Y eso queremos hacer con toda la ciudadanía que quiere implicarse. Y más adelante también leemos respecto a Sumar.
Queremos que haya un profundo protagonismo ciudadano,
escuchar a quienes más saben de cada tema para poder construir ese nuevo contrato social que tanto necesitamos,
para que tengamos de una vez por todas una política económica en nuestro país que sea
democrática y que de verdad se haga cargo del interés general.
Y así mismo hoy en el acto de presentación oficial de Sumar, Yolanda Díaz ha dicho algo muy parecido.
Escuchémosla.
Desde Sumar, desde el minuto 1, hemos ido a Contracorriente.
Hemos demostrado que la política con mayúsculas no es esto. Hemos demostrado que la política con mayúsculas es otra cosa.
Es algo que me maravilla.
Dialogar.
Dialogar y dialogar. El que no pinza como nosotras,
dialoguemos más con esas personas para llegar a puntos de encuentros.
Sí, dialoguemos.
Hagamos política con mayúsculas. La política con mayúsculas es acordar
si llegar a encuentros, como hacen las personas normales,
como se hacen los comités de empresa, como se hacen en el AMPA de mi hija, como se hacen en los centros sanitarios.
Acordar. De esto va la política con mayúsculas.
Como vemos, mucha democracia, mucha participación ciudadana, mucho interés general
contrapuesto al interés particular egoísta de unos pocos ciudadanos que quieren tener todo el poder de la sociedad,
mucho escuchar a los ciudadanos que se convierten en el auténtico
protagonista del proceso político dentro de Sumar,
etcétera. Pero a pesar de todas estas bonitas o aparentemente bonitas palabras,
no olvidemos que Sumar nació así.
Creo que digo algo que sienten millones de personas de izquierdas en toda España si digo que Yolanda Díaz puede ser la próxima
presidenta del gobierno de España. Y creo que toda la gente que así lo sentimos,
la gente de Podemos, la gente de Izquierda Unida, la gente de En Comú Podem, la gente de Izquierdas de este país,
tenemos que animar y que apoyar a Yolanda para que si ella así lo decide y si así lo quiere la militancia de nuestras
organizaciones, sea la candidata de Unidas Podemos en las próximas elecciones generales y la primera mujer en ser
presidenta del gobierno de España. Es decir, que este proyecto político de Sumar, o en su caso del conglomerado de Unidas Podemos,
que supuestamente es un proyecto político basado en la participación ciudadana,
en la escucha de los ciudadanos, en la democracia, en la horizontalidad, en la ausencia de fuertes jerarquías,
en la ausencia de imposiciones de intereses particulares sobre intereses generales
revelados y no supuestos o presuntos, ese proyecto político tan democrático y tan participativo
nació de un dedazo. El antiguo líder se marcha y deja como sucesora a Yolanda Díaz.
Que sí, que en el propio vídeo Pablo Iglesias dice que ese liderazgo que él ha impuesto y generado tendrá que ser
posteriormente refrendado por la militancia de los diversos partidos políticos que conforman en ese momento
Unidas Podemos o que conformarían hoy Sumar. Pero Pablo Iglesias no abre un proceso de primarias para que los militantes
escojan a su nuevo líder político. Pablo Iglesias coloca a quien considera que tiene que ser la nueva
lideresa del partido político y solicita posteriormente a la militancia que refrende su decisión.
Es decir, no es un liderazgo el de Yolanda Díaz que haya
emergido de abajo arriba, a través de la competencia entre distintos candidatos desde abajo, a través de la deliberación
democrática de los militantes para evaluar pros y contras de los distintos candidatos que compiten por el liderazgo del espacio de la izquierda,
sino que es un liderazgo que ha sido
manufacturado y que ha sido impuesto, claramente, de arriba abajo.
Tanto que le gusta hablar a la izquierda de igualdad de oportunidades,
¿acaso después de este dedazo de Pablo Iglesias ungiendo a Yolanda Díaz
lideresa del espacio a la izquierda del PSOE,
¿acaso Yolanda Díaz estaba en igualdad de oportunidades para competir por el liderazgo de Unidas Podemos o de su mar
frente a cualquier otro candidato que pudiese aspirar a liderar ese espacio político?
Obviamente no. Por consiguiente, ya en su mismo nacimiento, el liderazgo de Yolanda Díaz, ya sea como
lideresa de Unidas Podemos o de su mar, que tanto monta, monta tanto,
ya desde su origen, el liderazgo de Yolanda Díaz era un liderazgo típicamente
no democrático. Era un liderazgo que no había surgido de la participación ciudadana o de la participación de la militancia.
Es un ciudadano que viene impuesto por la autoridad que otorga la jerarquía.
¿Qué jerarquía? La de Pablo Iglesias como secretario general de Podemos.
Que luego toda esta gente te venderá que ellos creen muchísimo en la democracia y en que el ciudadano sea el verdadero
soberano dentro del proceso político. Pero a la hora de la verdad, su liderazgo,
supuesto de poder, no lo dirimen por mecanismos enteramente democráticos.
Al contrario, son ellos los que intentan capturar ese mecanismo democrático para asegurarse de que son ellos los elegidos,
para asegurarse de que son ellos los líderes, para asegurarse de que son ellos los que tienen el poder.
Porque el auténtico objetivo de toda esta gente es manejar el poder, es tener el poder político.
Y claro, para poder manejar el poder político
necesitas ser el líder de una organización política.
Y claro, no te vas a jugar el liderazgo de esa organización política a través de un proceso democrático
que no controles en todo o en parte para así poder influir sobre el resultado.
Y el resultado es que salgas tú, escogido, como líder, porque en última instancia solo desde esa plataforma de liderazgo político
podrás obtener poder. Y es que, en última instancia, con las cosas de comer no se juega.
Mucha democracia y mucha participación ciudadana, pero a la hora de la verdad,
imposición desde arriba. Y claro, habiendo sido este el origen de su mar,
el dedazo en el reparto de poder entre las élites que conforman el espacio político a la izquierda del PSOE
es normal, es esperable, es lógico que a partir de ahí solo hayamos asistido a una lucha de poder
entre esas mismas élites. Porque una cosa es saber quién es el líder absoluto,
en este caso sería Yolanda Díaz, y otra muy distinta es saber, es decidir, quiénes van a ser los
subalternos de ese líder absoluto. Y para esos puestos de mando subordinados jerárquicamente, claro, al del líder absoluto,
hay muchísimos candidatos. Y la nueva lideresa puede querer nombrar a los suyos y el antiguo líder que ha nombrado a la
lideresa y que supuestamente ya no es el líder del partido político,
pero que en última instancia no deja de serlo, porque ha sido él con su dedazo quien ha nombrado a la nueva lideresa
ese antiguo líder, que ya no es líder, pero que sigue queriendo ejercer como tal, quiere obviamente
nombrar para los segundos y terceros y cuartos puestos de mando
dentro de esa organización política, quiere nombrar a los suyos. De ahí las fricciones, de ahí el enfrentamiento,
de ahí la batalla por el poder. Y en esa lucha por el poder hay que circunscribir la petición, la exigencia radical
por parte de Podemos, de que las candidaturas dentro de Sumar se elijan por primarias abiertas.
Porque sí, la petición de primarias abiertas suena muy coherentemente democrático. Si Sumar
insiste en que es un proyecto donde va a primar la participación ciudadana,
donde se va a escuchar, donde no se va a imponer nada desde arriba,
¿por qué rechazar las primarias abiertas que demanda Podemos? Pero Sumar rechaza las primarias abiertas
por el mismo motivo que Podemos las demanda. ¿Y por qué Podemos demanda primarias abiertas? Porque cree realmente
en ese mecanismo democrático de elección de los líderes políticos.
No, porque ya hemos visto cómo fue elegida Yolanda Díaz a través del dedazo, un dedazo que condiciona claramente, además,
cualquier proceso equitativo de competencia política por el liderazgo del espacio de la izquierda.
Primero, escogemos nosotros, las élites políticas, quiénes han de liderar el espacio político de la izquierda, y después vosotros,
los serviles militantes,
refrendáis la decisión que ya hemos tomado. Si así se hicieron las cosas con Yolanda Díaz, ¿por qué ahora se reclaman primarias abiertas?
Pues como digo, por el mismo motivo que Sumar la rechaza, porque Podemos cree que a través de primarias abiertas
conseguirá colocar a los suyos, y el resto de formaciones políticas que integran Sumar, creen que a través de primarias abiertas
conseguirán colocar a menos de los suyos. Es decir, que todo es una cuestión de lucha por el poder.
Y es que Podemos cree, probablemente con razón, que será capaz de
movilizar políticamente a un mayor número de votantes en ese proceso de primarias abiertas para que apoyen a sus candidatos,
a los candidatos que previamente hayan sido escogidos por los liderazgos formales e informales
dentro de Podemos, es decir, por Yone Belarra, por Irene Montero, y también, claro, por Pablo Iglesias,
estos son los candidatos a quienes aquellos que nos seguís tenéis que votar.
Podemos confía en ser capaz de colocar, a través del proceso de primarias abiertas, a un mayor número de candidatos
dentro de las listas de Sumar, y el resto de partidos políticos que no tienen tanta capacidad de movilización
ciudadana, temen que colocarán a un menor número de candidatos. Para Podemos, las primarias abiertas son
instrumentales para su conquista del poder político, al igual que también lo son para Sumar, por eso ahora mismo la rechaza o se resiste a ellas,
porque teme que la correlación de fuerzas no sería en estos momentos la que a ellos les interesa.
Pero claro, esto de pelearse tanto por las personas y no por las ideas, por los programas, por las propuestas,
en última instancia, lo que pone de manifiesto es una profunda desconfianza,
es una profunda desquerencia hacia la democracia.
Pablo Iglesias suele repetir un argumento en el que tiene razón,
no se puede desvincular radicalmente el debate de las ideas del debate de las personas,
porque son las personas las que en determinados momentos clave pueden promover o no determinadas ideas.
Si políticamente no se escoge a personas que están muy comprometidas con las ideas,
cuando reciban presiones externas para que adopten políticas contrarias a sus ideas,
entonces las personas no comprometidas cederán ante las presiones externas,
no tratarán de promover sus ideas y en cambio las personas que sí estén
comprometidas con sus ideas no cederán a esas presiones externas y seguirán avanzando con la agenda política de izquierdas.
Este argumento tiene sentido, este argumento es fundamentalmente correcto,
pero este argumento nos demuestra que la democracia no funciona,
porque si las ideas son de alguna manera la emanación de la voluntad popular,
pero para que esas ideas que son la emanación de la voluntad popular soberana terminen imponiéndose,
necesitamos que personas concretas,
personas con nombres y apellidos,
personas con carnet político identificable,
sean las personas que tengan el poder para que esas ideas salgan adelante,
lo que en última instancia nos pone de manifiesto es que el poder en realidad no lo tienen los ciudadanos,
sino que el poder lo tienen las personas que ocupen determinados cargos políticos.
Se nos dirá que el pueblo es soberano, pero en realidad el pueblo no será tan soberano cuando resulta tan importante,
cuando resulta tan crucial,
según el propio argumentario de Podemos, qué personas son las que ocupan los puestos de mando,
os decimos que sois vosotros los que gobernáis, pero en última instancia el poder lo tenemos nosotros,
ya sea para hacer caso más o menos a lo que habéis pedido o ya sea para hacer de nuestra capa un salio.
Y justamente porque la identidad de las personas que ocupan los puestos de mando es tan fundamental,
más allá de lo que quiera o deje de querer el populacho,
lo verdaderamente decisivo es quien posea el poder político para promover desde él su agenda ideológica,
alineada o no con las peticiones del populacho,
precisamente, como digo, es tan decisivo quien ocupe los puestos de mando,
precisamente por eso en su momento Pablo Iglesias no nombró a la nueva lideresa del espacio político a la izquierda del PSOE
de manera democrática, sino que la escogió él mediante un dedazo para dejarlo todo atado y bien atado.
Porque, de nuevo, con las cosas de comer no se juega, luego podremos hacer mucha propaganda sobre lo muy democráticos
o lo muy participativos que somos, podremos hacer mucha propaganda sobre lo mucho que creemos en que el pueblo sea soberano.
Pero a la hora de la verdad el poder lo tiene una reducida camarilla de personas,
esta es la idea de la ley de hierro de las oligarquías y, por tanto, como el poder siempre lo tiene un reducido número de personas,
es crucial determinar quiénes son y quiénes no son esas personas al margen de la farándula de las votaciones electorales.
Lo de Podemos y su mar no es una lucha por la democracia, es una lucha por el poder,
una lucha por el poder que pone de manifiesto que esa es la auténtica esencia de la democracia,
una cortina de humo detrás de la que ocultar las más encarnizadas luchas por el poder.
Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org