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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Durante las últimas semanas hemos podido presenciar como el número de contagios diarios
por COVID-19 se ha vuelto a disparar en España hasta los niveles de marzo y abril de este
año, es decir, en los peores momentos de la anterior ola de la pandemia.
Sin embargo, durante este mismo periodo de tiempo, las hospitalizaciones, y ya no digamos
el número de fallecidos, no han repuntado a los niveles desoladores de la primera ola.
Por qué razón? ¿Qué ha cambiado desde entonces hasta ahora?
Bueno, al respecto se han vertido tres distintas hipótesis.
La primera es que el virus ha mutado y ya no es un virus tan agresivo como lo era durante
la primera ola.
La segunda hipótesis es que hemos ido alcanzando una cierta inmunidad de grupo, aunque en un
principio, aplicando los modelos epidemiológicos más sencillos, se pensaba que la inmunidad
de grupo se podía alcanzar una vez entre el 60 y el 70% de la población.
A día de hoy existe otra hipótesis que nos señala que quizá con solo el 20% de la
población infectada por coronavirus podríamos estar cerca de esa inmunidad de grupo.
¿Por qué razón?
Pues por la llamada inmunidad celular mediada por el infocito ST.
Si esta hipótesis es correcta, muchos ciudadanos pueden haber adquirido inmunidad frente al
coronavirus aún sin haber sido infectados por este, de manera que un porcentaje muy
superior a los detectados por los informes por las encuestas de seroprevalencia ya tendría
inmunidad frente al coronavirus y por tanto ya habría una masa crítica muy alta que
de alguna manera actuaría como barrera frente a propagaciones adicionales del virus.
Esa sería la segunda hipótesis de por qué, pese a que los contagios están aumentando,
no se está produciendo un incremento muy significativo del número de hospitalizaciones.
Y en tercer lugar, la tercera hipótesis es que han convergido una serie de circunstancias
que explican este comportamiento en concreto durante las últimas semanas o los últimos
meses se han incrementado muy notablemente el número de tests y por tanto se detectan
más contagiados.
Por otro lado, los jóvenes han empezado a despreocuparse de si infectarse o no infectarse
una vez se han levantado las medidas de confinamiento y como la tasa de letalidad entre los jóvenes
es sustancialmente inferior, a la de los adultos toman menores precauciones y se contagian
en mayor medida.
Y además, los ancianos que también han aprendido a protegerse frente al coronavirus también
están reduciendo sus interacciones sociales, también están incrementando su distanciamiento
social para evitar contagiarse y eso provoca que haya un sesgo en el número de contagios
hacia los más jóvenes y que haya por tanto menor número de personas mayores, de personas
de más de 60, 70 o 80 años que estén siendo contagiadas en estos momentos.
¿Cuál de estas tres hipótesis es correcta?
Bueno, realmente todavía no tenemos información, todavía no tenemos datos para validar ninguna
de ellas.
Sin embargo, si hay algunos motivos que nos llevan a dudar tanto de la hipótesis 1 como
de la hipótesis 2, por un lado no hay ningún tipo de evidencia de que el virus haya mutado,
las variantes del virus que se están transmitiendo hoy son muy parecidas a las que se estaban
transmitiendo en marzo o abril y en segundo lugar, con respecto a la inmunidad de grupo
con un umbral de infectados del 20%, de nuevo es una hipótesis que podría ser correcta
pero que no necesariamente lo es.
De hecho, en estos momentos, la región española donde más rápidamente están aumentando
los contagios es en la región de Madrid, que era la región donde había un mayor porcentaje
de seroprevalencia en la última encuesta que hizo el gobierno.
Más de 11% de los madrileños ya había pasado la enfermedad y, por tanto, ya había adquirido
inmunidad directa frente al coronavirus y, sin embargo, eso no está evitando que los
contagios estén explotando en Madrid y que, poco a poco, las hospitalizaciones y los fallecidos
también estén aumentando.
En este vídeo voy a intentar desarrollar la tercera de las hipótesis, es decir, que
el comportamiento divergente entre el número de contagiados y el número de hospitalizados
y de fallecidos que estamos presenciando en estos momentos se debe, no tanto a que el
virus haya mutado o a que ya hayamos adquirido inmunidad de grupo, algo que, insisto, todavía
no tenemos datos para descartar plenamente, pero que no tienen por qué ser las hipótesis
principales de trabajo en estos momentos.
Y se debe, en cambio, a que estamos asistiendo a un patrón de contagios distinto del que
se produjo en marzo y abril.
Para desarrollar esta idea me voy a basar en un hilo que recientemente ha confeccionado
la doctora Emma Hodcroft sobre el caso de Florida.
En Florida se vivió una situación muy similar a la que ahora mismo están experimentando
muchos países europeos, entre ellos, España.
Durante varias semanas los contagios se estaban disparando y, sin embargo, el número de hospitalizaciones
y el número de fallecidos estaba bajo mínimos, lo que llevó a muchas personas a pensar que
el virus había mutado en Florida o que ya tenían mejores tratamientos para hacer frente
a los síntomas más graves de esta patología y que, por tanto, ya estábamos mejor armados
para evitar que se produjeran fallecimientos extraordinarios como en los meses de marzo
y abril.
Sin embargo, lo que estamos viendo ahora mismo en Florida es que el número de fallecidos
ha empezado a estallar, ha empezado a dispararse y se ha incrementado muy por encima de los
niveles alcanzados durante los meses de marzo y abril.
¿Cómo explicar toda esta secuencia de hechos?
Bueno, en primer lugar, como hayamos dicho, ahora mismo estamos realizando muchos más
tests que durante los meses de marzo y abril y, por tanto, también detectamos a muchos
más infectados.
No es, por tanto, que ahora haya más infectados y la tasa de letalidad sea más baja que en
marzo o abril.
Lo que sucede es que en marzo y abril había más o menos los mismos infectados que ahora,
pero no los detectábamos y, por tanto, no los incorporábamos a las estadísticas.
Por consiguiente, no es que el virus sea menos letal ahora mismo, sino que, en marzo y abril,
la letalidad parecía más elevada porque reportábamos un menor número de contagiados
y ahora estamos reportando un número de contagiados más cercano a la realidad.
En segundo lugar, la letalidad del virus también parece más baja por lo que comentaba antes.
Por qué la edad media de los contagiados es ahora sustancialmente más baja de lo que
lo era en los meses de marzo y abril?
¿Por qué razón?
Pues porque los jóvenes se exponen mucho más al contagio, dado que la tasa de letalidad
de los jóvenes es más baja, les da igual si contagiarse o no contagiarse, y, en cambio,
los ancianos, que saben que tienen un alto riesgo de fallecer si son infectados por el
virus, toman medidas para protegerse, para aislarse, frente al riesgo de contagio del
virus, y eso provoca que, como digo, la edad media de contagios descienda.
Durante los meses de marzo y abril, la edad media de contagiado en Florida era entre 50
y 60 años.
En el mes de junio, cuando los contagios comenzaron a dispararse de nuevo en el estado de Florida,
la edad media empezó siendo de 35 años. ¿Por qué? Pues porque el porcentaje de personas
contagiadas con edades muy bajas era sustancialmente más alto que durante los meses de marzo y
abril, lo podemos ver en este otro gráfico.
Mientras que durante los meses de marzo y abril, los menores de 34 años, las franjas
naranja y verde en el gráfico, representaban en torno al 20% del total de contagiados por
coronavirus. Durante el mes de junio, durante esta segunda ola en Florida, estos grupos
de edad llegaron a alcanzar la mitad de todos los contagiados.
Por tanto, dentro del conjunto de personas infectadas ganaron peso las personas infectadas
de menor edad, que son aquellas que tienen una menor disposición a sufrir un cuadro
clínico grave por culpa del coronavirus y, por tanto, a ser ingresadas en hospitales
y, por tanto, a llegar a fallecer como consecuencia de esta enfermedad.
Sin embargo, es muy complicado que un porcentaje muy significativo de la población joven esté
infectada y que esa población joven infectada no termine, a su vez, contagiando a personas
mayores. Los jóvenes en algún momento tienen algún tipo de contacto con los mayores y
en ese momento es cuando pueden contagiarles.
En este mapa de puntos podemos observar cómo ha ido evolucionando la intensidad de las
infecciones por grupo de edad y por semana. Cuanto más claro, cuanto más luminoso es
un punto mayor es el número de contagiados en ese tramo de edad y lo que podemos observar
es que durante las primeras semanas de junio los principales contagios se producían en
los tramos de edad más jóvenes, pero conforme van pasando las semanas, esos grupos de edad
más jóvenes van transmitiendo la enfermedad a personas cada vez mayores y eso provoca,
por tanto, que las personas mayores terminen siendo contagiadas por las personas jóvenes
y que, por tanto, pasados los meses, esas personas mayores sí vuelvan a ser hospitalizadas
y sí terminen falleciendo en unos porcentajes muy similares a los de marzo y abril y esos
datos ya sí terminen siendo reflejados en las estadísticas donde aparece, donde surge,
un repunte muy cuantioso del número de fallecidos en el estado de Florida, lo podemos observar
en el siguiente gráfico. Como podemos observar, el número de fallecidos diarios en el estado
de Florida se ubica entre 150 y 200, mientras que en la anterior orola apenas alcanzaron
los 50 diarios. Por tanto, en este caso, la transmisión del virus y el número de fallecidos
como consecuencia de esa transmisión descontrolada dentro de la comunidad está siendo más grave
en Florida de lo que lo fue durante la primera ola. Por supuesto, esta situación revertirá
como ha revertido en otros países y en otras regiones. ¿Por qué razón? Porque, por un
lado, las autoridades comienzan a tomar medidas de distanciamiento social y, por otro, aunque
las autoridades no tomen medidas de distanciamiento social, cuando uno contempla en las noticias
que diariamente están muriendo 150 o 200 personas, cada uno toma conciencia del problema
y comienza a reaccionar distanciándose socialmente de los demás. Cuando el distanciamiento social
se incrementa, el número de contagios baja, y cuando el número de contagios baja, también
con el tiempo el número de hospitalizaciones y el número de fallecidos termina bajando.
Sin embargo, esto no significa ni que el virus no sea letal ni que hayamos alcanzado
la inmunidad de grupo. Lo que significa es que cuando nos creemos que el virus ya no
supone ninguna amenaza, relajamos los controles para evitar contagiarnos y entonces el virus
vuelve a golpearnos con toda su intensidad. Pero, como ya tenemos antecedentes dramáticos
y cercanos de qué puede implicar el virus, tendemos a reaccionar con más rapidez. Nos
damos cuenta de repente de que el virus no es distinto, de que el peligro que creíamos
que habíamos superado no lo hemos superado y que por tanto hay que volver a las medidas
que extreman el distanciamiento social para evitar contagiarnos.
Si esta hipótesis es correcta, si lo que estamos viendo no es un virus menos agresivo
ni tampoco el resultado de la inmunidad de grupo, sino que lo que estamos viendo es que
primero se ha producido un cambio en el patrón de los contagios y posteriormente una relajación
de las medidas de protección, de autoprotección por parte de los grupos de edad más avanzados
que les lleva a caer infectados y a volver a ser hospitalizados y a fallecer en tasas
bastante similares a las de la primera ola, lo que esto significaría es que por un lado
no debemos desatender en absoluto las medidas de protección individuales para evitar contagiarnos
del virus y en segundo lugar que la propaganda gubernamental que ha pretendido calmar normalizar
la situación económica y social sin que esta situación económica y social de verdad se
haya normalizado porque seguimos conviviendo con una pandemia muy agresiva, esa propaganda
política que nos ha intentado animar a que hagamos vida normal cuando no podíamos hacer
vida normal en condiciones de seguridad, esa propaganda política sería responsable de estas
nuevas olas de contagios y de las posibles, probables diría yo, nuevas olas de hospitalizaciones
y de fallecidos que se producirán como consecuencia de esta nueva ola de contagios,
inducida por la irresponsabilidad política de haber cantado Victoria mucho antes de cuando
podíamos cantarla. También significa claro que si el virus no se ha vuelto menos agresivo y no
estamos cerca de la inmunidad de grupo, aquella parte de la economía que dependa de interacciones
sociales muy estrechas, de interacciones sociales muy intensas como la restauración,
como la hostelería, como el transporte, como la industria del ocio, repito toda aquella parte
de la economía que se base en que la gente entre en contacto una con otra, esa parte de la economía
no podrá volver a levantar cabeza hasta que de verdad hayamos derrotado definitivamente por
una vía o por otra a este patógeno. Porque si no somos capaces de controlar la propagación de
esta pandemia, si cada vez que nos relajamos, si cada vez que regresamos a la normalidad en el trato
de las relaciones sociales, lo que vemos es un repunte de los contagios que posteriormente sí se
sigue trasladando en un repunte de las hospitalizaciones y de los fallecidos, la gente volverá a
extremar aún, insisto, sin restricciones políticas de por medio, volverá a extremar el distanciamiento
social y estas industrias, estos sectores que viven del contacto social, volverán a sufrir
un quebranto económico extraordinario. Y por tanto, repito, significará que esta parte de la
economía no levantará cabeza hasta que de verdad consigamos derrotar el virus. En todo caso,
y para terminar reiterar que todavía no tenemos información definitiva que permita avalar o
descartar cualquiera de las tres hipótesis anteriores que he mencionado. Ojalá el virus se haya
vuelto menos agresivo, ojalá estemos cerca de la inmunidad de grupo y ojalá no sea verdad que lo
único que ha cambiado en esta segunda ola de contagios sea el patrón, la edad media de los
contagiados en un primer momento y por tanto que en un segundo momento se sigan reproduciendo las
dramáticas consecuencias de marzo y abril. Ojalá esta tercera hipótesis, que es la que he desarrollado
en este vídeo, porque creo que por desgracia es la más avalada por los datos provisionales que
tenemos, ojalá no sea cierta y podamos definitivamente olvidarnos de esta pesadilla durante los
próximos meses. Pero nada sería más irresponsable ya no solo para otros, sino para nosotros mismos,
que soñáramos que esta pandemia ha terminado antes de que realmente lo haya hecho. A la pandemia
no le importa si nosotros creemos en ella o no creemos en ella, el virus seguirá actuando de
la misma manera creamos o no creamos. Es más, si no creemos en ella y no tratamos de protegernos
frente a ella, el virus será mucho más eficaz a la hora de replicarse y a la hora de reproducirse.
Por tanto, nada sería más imprudente que justamente lo que han hecho nuestros políticos durante los
meses anteriores, cantar precipitadamente victoria para tratar de persuadir al resto de la población
que pueden despreocuparse del virus cuando el virus sigue ahí y sigue siendo tan letal como siempre.