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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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El liberalismo es una filosofía política que defiende el respeto irrestricto a los
proyectos de vida de cada una de las personas, es decir, el liberalismo busca articular un
sistema político en el que se maximice la libertad individual de cada persona para vivir
su vida como considere oportuno vivirla sin interferir activamente sobre la vida de los
demás.
El liberalismo, por tanto, se asienta en el respeto a la libertad personal, a la propiedad
privada, a la autonomía contractual, a la libertad de asociación y al libre mercado, porque
este marco institucional es el marco institucional que permite que cada persona viva su vida
sin meterse, sin interferir, sin atacar la vida de los demás, es un vive y deja vivir
en los distintos aspectos que componen la vida de una persona, tanto aspectos de carácter
económico como de carácter no económico.
El liberalismo defiende la libertad integral de la persona, no solo la económica, pero
también la económica.
Y justamente por ello hay muchos proyectos ideológicos alternativos al liberalismo que
se enfrentan radicalmente contra los principios que propugna el liberalismo.
El liberalismo no es la única filosofía política que existe y las demás filosofías
políticas colisionan de manera más o menos directa con los principios liberales.
Hay filosofías políticas que enfatizan, por ejemplo, la búsqueda de la igualdad
en un sentido absolutista del término, es decir, no solo de la igualdad jurídica, que
es un principio que también suscribe el liberalismo, porque todas las personas tienen
exactamente las mismas libertades, tienen derecho al mismo respeto y restricto del resto
de las personas sobre su proyecto de vida, sino la igualdad en un sentido total, la igualdad
o de oportunidades o la igualdad de resultados o la igualdad de condiciones de vida o la igualdad
de acceso al poder político, distintas formas de igualdad que son propugnadas incluso pisoteando
los derechos y las libertades individuales de las personas.
Hay filosofías políticas que buscan imponer la igualdad aún cercenando la libertad y
por eso esas filosofías políticas colisionan con el liberalismo.
A ese conjunto de filosofías políticas que anteponen la igualdad a cualquier otra consideración
y que la anteponen desde luego a la libertad, se la suele calificar de izquierda, la izquierda
es una agrupación variopinta de ideologías que defienden ante toda la libertad entendida
de distintas maneras, pero en todo caso la igualdad por encima de otros valores dentro
del orden político, y por eso cabe decir que el liberalismo es anti-izquierda, porque
la izquierda antepone la igualdad a la libertad y el liberalismo prima la libertad individual
sobre cualquier otra consideración, porque se basa, insisto, en respetar la vida de las
personas, la vida de cada una de las personas como entidades separadas y separables que merecen
esa dignidad y ese respeto por parte de los demás.
Ahora bien, y este es un error en el que caen muchas de las personas que se acercan por
primera vez al liberalismo, que el liberalismo sea contrario a la izquierda no significa
que la única nota característica del liberalismo sea el anti-izquierdismo, si el liberalismo
proporciona un corpus teórico, sólido, coherente, consolera histórica que permite
oponerse a las principales premisas ideológicas de lo que podríamos llamar la izquierda,
pero eso no significa que todas las críticas dirigidas contra la izquierda sean críticas
liberales o que todos los que se oponen a la izquierda por el mero hecho de oponerse
a la izquierda estén abrazando el liberalismo. La izquierda, entendida como un sistema ideológico
que prima la igualdad sobre la libertad, es enemiga del liberalismo, pero hay otras filosofías
políticas, hay otras ideologías que también son contrarias al liberalismo, incluso en
algunos aspectos pueden ser más contrarias o más lesivas para las libertades individuales.
El nacionalismo, por ejemplo, que es una filosofía política que coloca la identidad nacional
por encima de los derechos individuales y que tampoco es una filosofía política igualitarista,
dado que no presupone que todas las naciones sean iguales o tengan los mismos derechos,
no presupone por tanto que existan algo así como derechos individuales de carácter universal,
sino que son derechos subordinados a la pertenencia a un determinado grupo y, por tanto, a la
subordinación y a la lealtad que un individuo muestra hacia ese grupo, puede ser tan nefasto
o más que la izquierda, o que determinadas facetas de la izquierda, en contra de las
libertades individuales. O pensemos también en un conservadurismo reaccionario y radical
que lo que busque sea imponer la tradición revelada sobre los derechos del individuo,
en la medida en que esa tradición revelada sea una tradición que ataque, que cercene
de manera muy grabosa las libertades de las personas, que propugne la sumisión del individuo
a un determinado código moral liberticida, ese conservadurismo tradicionalista, reaccionario,
también sería enemigo de las libertades individuales y, por tanto, del liberalismo.
A su vez, ese conservadurismo tradicionalista, reaccionario tampoco tendría porque ser igualitarista,
es decir, también podría ser perfectamente contrario a la izquierda, en la medida en
que la tradición no tiene por qué propugnar normas igualitarias para todos los miembros
del grupo o en la medida en que esa tradición no tiene por qué ser exportable a otros grupos
distintos que aquellos en los que resulta aplicable. Por tanto, tanto el nacionalismo
como el tradicionalismo conservador podrían ser, y de hecho, suelen ser, movimientos
anticierdistas. Y si uno se limita a definir el liberalismo como anticierdismo, cabe el
riesgo de que se identifique el liberalismo con el nacionalismo o con ese tradicionalismo
conservador liberticida. Existe el riesgo, por tanto, de que la etiqueta
de liberal de genere una etiqueta que agrupe a todos los movimientos variopintos que no
tienen nada que ver con la izquierda. E insisto que el liberalismo sea contrario a la izquierda
no significa que esté a favor de muchas otras cosas que también son contrarias a la izquierda,
porque de lo que está a favor del liberalismo es de la libertad individual, del respeto
restricto a la libertad de las personas, y todas esas cosas, todas esas otras cosas que son anti izquierda
también son contrarias, o también pueden ser contrarias a la libertad individual. Y en este
sentido mucho me temo que hay personas que se han acercado al liberalismo atraídas por su
anticierdismo, porque insisto, el liberalismo sí es anticierdista, pero que no comparten el resto de
la filosofía política del liberalismo. Son personas que quizá ondeen la bandera del liberalismo,
pero que posteriormente se ascriben a filosofías políticas cercanas o al nacionalismo o a un
cierto tradicionalismo conservador de carácter coactivo, de carácter impositivo. Y eso evidentemente
es un problema para los liberales, en tanto en cuanto no permite, no facilita que las propuestas
liberales sean nítidas, sean distinguibles de las propuestas que efectúan otros colectivos lesivos
para las libertades individuales y que coinciden en ser anticierdistas. Al igual que sería un
problema que, por ejemplo, se asociara el liberalismo con el comunismo, simplemente porque el comunismo
es antifascista y el liberalismo también es antifascista, evidentemente es un problema que se
pueda asociar al liberalismo con alguna de las muchas ideologías liberticidas y anticierdistas,
simplemente porque todas ellas coincidan en ser anticierdistas. Estenas como las que vimos ayer,
de personas con la bandera de Gadsden asaltando el Capitolio, no para defender sus libertades frente
a la agresión del poder político, sino para colocar al frente de ese poder político a la
autócrata de turno que más les agrada, creo que son imágenes que todos los liberales deberíamos
deplorar porque se está utilizando la simbología del liberalismo, como la bandera de Gadsden,
para propósitos profundamente antiliberales. Y creo que en momentos de posible confusión
ideológica como este, en los que se mezcla el trampismo, el conservadurismo, el republicanismo,
con el liberalismo conviene hablar con claridad y conviene definir con cierta nitidez cuáles son
las fronteras ideológicas de unas filosofías políticas y de otras y de cuáles son los valores
que inspiran a unos y a otros. Y conviene, por tanto, dejar claro para aquel que pudiera tener
dudas que, si bien el liberalismo es anticierdismo, no todo anticierdismo, como por ejemplo el
trampismo, es necesariamente liberalismo.