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Gustavo Petro ya es el nuevo presidente de Colombia, y en su discurso de toma de posesión
podemos hallar muchas claves sobre cómo será su presidencia. Veámoslo.
Ayer, Gustavo Petro, de vino nuevo presidente de Colombia, y en su discurso de toma de posesión
del cargo, nos ofreció varias claves sobre cómo quiere gobernar el país, sobre cómo
quiere orientar su presidencia. Y de entrada parece que será una presidencia marcada por el deseo
de unidad, de paz, de amor entre todos los colombianos. Fijémonos en cuántas veces apeló Petro a estas
ideas, a estas ideas que desde luego suenan muy bien, unidad, paz, reconciliación, amor.
El amor del pueblo y el amor al pueblo, a la gente que sufre excluida, es ese amor el que
me mantiene aquí para unir y construir ahora una nación, para construir la política del amor.
Con ideas, con amor, con el corazón y con el cerebro. Este es el gobierno de la vida,
de la paz, y así será recordado. El gobierno de la vida es el gobierno de la paz. La paz es el
sentido de mi vida, es la esperanza de Colombia. No estamos con la guerra, estamos con la vida. Es
la hora del cambio, nuestro futuro no está escrito, somos dueños del espero y del papel y
podemos escribirlo juntos en paz y en unión. El diálogo será mi método, los acuerdos mi
objetivo. Yo no quiero dos países, como no quiero dos sociedades. Quiero una Colombia fuerte, justa y unida.
Paz, amor, unidad, diálogo, todo ello, palabras que suenan muy bien. El problema es que las está
pronunciando un político que está al frente de una maquinaria de poder, de un instrumento de
coacción institucionalizado, como es el Estado. El Estado no reparte flores. El Estado es la fuerza
policial que impone la voluntad de los gobernantes sobre los ciudadanos, incluso sobre aquellos
ciudadanos que no coinciden con la voluntad, con los caprichos, con los designios de ese gobernante.
Y no creo que Gustavo Petro empiece a cambiar esto. No creo que Gustavo Petro deje de utilizar,
como han venido utilizando todos los presidentes de Colombia y como han venido utilizando todos
los presidentes del mundo que están al frente de un Estado, que es el monopolio de la coacción,
no creo que deje de utilizar el Estado para imponer su voluntad para que aquellos que no coincidan
con el programa de gobierno de Petro se sometan a ese programa de gobierno. Y ahí ya no hay tanta
paz, tanto amor, tanta unidad, tanta conciliación. Ahí lo que hay es mano dura, es imposición legal.
Y esto es algo que el propio Gustavo Petro sabe muy bien, porque lo reconoce en ese
mismo discurso plagado de paz, amor, unidad, reconciliación. La ley, como dice Paolo Flores
d'Arcais, es el poder de los que no tienen poder. Necesitamos mejores leyes, nuevas leyes al
servicio de las grandes mayorías y garantizar su cumplimiento. Por tanto, aquí estamos hablando
de lo de siempre, de poder, de utilizar el poder del Estado para imponer una determinada agenda
política. Según Petro, la agenda política de la mayoría social, como si todos los otros
presidentes de Colombia no hubiesen tenido un amplísimo respaldo mayoritario, ellos también
imponían, usaban el poder del Estado para imponer la agenda de la mayoría social. Pues bien,
ahora Petro, como los anteriores presidentes de Colombia, también quiere imponer a través del
poder del Estado la nueva agenda social de la nueva mayoría social. Y eso significa que
habrá personas que si no se someten, que si no obedecen los mandatos de este nuevo presidente
de Colombia, como sucedía con los anteriores, esas personas serán reprimidas a través del
poder del Estado. Es decir, que habrá nuevos enemigos y nuevas guerras que querrá librar el
Estado colombiano. Hasta ahora el Estado colombiano tenía unos enemigos, libraba unas determinadas
guerras y con Petro no es que vayan a desaparecer los enemigos del Estado o las guerras que libran
el Estado, porque la naturaleza misma del Estado es la guerra, es la imposición, es el uso del poder
represivo contra aquellos que no se someten, contra aquellos que no obedecen. Lo que va a cambiar es
la identidad de los enemigos del Estado. ¿Y quiénes serán los nuevos enemigos del Estado colombiano
bajo el gobierno de Petro? ¿Serán acaso los terroristas los nuevos enemigos del Estado bajo el
gobierno de Petro? No, ya lo dice Petro en este discurso de toma de posesión. Él va a intentar
por todos los medios que los terroristas abandonen la violencia, incluso también ofreciéndoles
beneficios jurídicos para ello. Es más democracia, más participación lo que propongo para terminar
con la violencia, pero convocamos también a todos los armados a dejar las armas en las
nebulosas del pasado, a aceptar beneficios jurídicos a cambio de la paz, a cambio de la no repetición
definitiva de la violencia, a trabajar como dueños de una economía próspera pero legal que acabe
con el atraso de las regiones. Entonces, ¿contra quién gobernará Gustavo Petro? ¿Quiénes serán
los enemigos del Estado de Gustavo Petro? ¿Cuáles serán las guerras que liberará el Estado de
Gustavo Petro? Pues bueno, él mismo nos lo dice. Él está aquí contra los de siempre, contra los
que no querían soltar el poder. Estamos acá contra todo pronóstico, contra una historia que decía
que nunca íbamos a gobernar, contra los de siempre, contra los que no querían soltar el
poder, pero lo logramos. ¿Y quiénes son los de siempre los que no querían soltar el poder? Los
ricos de Colombia, las oligarquías colombianas. Petro se considera a sí mismo un representante
de los intereses del pueblo, un libertador del pueblo. De hecho, este discurso de toma de posesión
lo pronuncia junto a la espada de Bolívar precisamente por eso. Llegar aquí junto a esta
espada para mí es toda una vida, una existencia. Esta espada representa demasiado para nosotros, para
nosotras. Y quiero que nunca más esté enterrada, quiero que nunca más esté retenida, que solo
se envaine, como dijo su propietario, el libertador cuando haya justicia en este país. Petro, decía,
se considera a sí mismo un libertador del pueblo frente a las oligarquías colombianas y para eso
va a utilizar el estado colombiano para librar una guerra contra los ricos, porque los ricos son
responsables para Petro de los dos grandes males de Colombia, por un lado la desigualdad y por otro
la amenaza climática que puede terminar acabando con la especie humana. Que la igualdad sea posible.
El 10% de la población colombiana tiene el 70% de la riqueza. Es un despropósito y es una verdadera
moralidad. No naturalicemos la desigualdad y la pobreza. Petro está confundiendo aquí,
no sé si deliberadamente, desigualdad y pobreza. Por supuesto, las dos variables en
ocasiones pueden coincidir y una sociedad desigualitaria puede ser un síntoma de una
sociedad muy empobrecida donde la mayoría de la población está atrapada en la trampa de pobreza
y no puede escapar de ella, no puede prosperar y precisamente por eso aquellos que prosperan
se diferencian mucho de aquellos que se mantienen atrapados en esa trampa de pobreza. Pero que
en ocasiones ambas magnitudes puedan coincidir y puedan estar relacionadas no significa que siempre
deban estarlo. Una sociedad podría ser una sociedad muy desigualitaria pero una sociedad donde no
hubiera pobres, es decir, donde los que peor vivieran de esa sociedad vivieran muy bien. Petro
asocia sin embargo luchar contra la pobreza, que es un objetivo muy digno, con luchar contra la
desigualdad, que según cómo se haga no tiene por qué ser un objetivo tan digno. No sólo eso,
Petro condiciona la paz en Colombia a que se reduzcan las desigualdades. El mismo afirma que
si la desigualdad actual se mantiene en Colombia, atención, no habrá paz. Somos una de las
sociedades más desiguales socialmente en todo el planeta Tierra y esa es una aberración que
no podemos continuar si queremos ser una nación, si queremos vivir en paz. No sólo eso, los ricos,
según Gustavo Petro, también son responsables de la crisis ecológica planetaria que amenaza con
extinguir con acabar la especie humana en apenas 100 o 200 años. Nos somos nosotros los que emitimos
los gases efecto invernadero. Son los ricos del mundo quienes lo hacen, acercando al ser humano
a su extinción. Y es cierto que los países ricos son los que emiten per cápita, que no en términos
absolutos más CO2, pero notemos como de nuevo la retórica frentista se traslada hacia los ricos,
los ricos, ya sean los ricos colombianos, ya sean los ricos globales, son los enemigos a batir
desde el Estado. ¿Y cómo pretende, Gustavo Petro, doblegar a los ricos? ¿Cómo pretende
someterlos? ¿Cómo busca acabar con esa posición de poder económico, de poder social, que a su
juicio genera la desigualdad, la pobreza o incluso la crisis climática? Pues uno de los principales
instrumentos que utilizará Gustavo Petro y uno se teme que todo lo que hemos escuchado antes no
es más que una conveniente excusa para justificar lo siguiente, uno de los principales instrumentos
que pretende emplear Gustavo Petro para ello es una reforma tributaria en profundidad, es decir,
lo que busca Gustavo Petro es que el Estado colombiano extraiga más recursos, extraiga más
riqueza de la sociedad civil para que él y para que los burocratas que componen el Estado
colombiano la reinviertan, la utilicen supuestamente buscando el interés general. La igualdad es
posible si somos capaces de crear riqueza, de generar riqueza para todos y todas y si
somos capaces de distribuirla más justamente. Por eso proponemos una economía basada en la
producción, el trabajo y el conocimiento y es por ello por lo que proponemos una reforma tributaria
que genere justicia. El llevar una parte de la riqueza de las personas que más tienen y más
ganan para abrirle las puertas de la educación a toda la niñez y la juventud no debe ser mirado
como un castigo o un sacrificio. Vamos a subir los impuestos para que el Estado pueda gastar más en
educación, una excusa archiconocida en todos los países del mundo para justificar fuertes
ablazos tributarios y a este respecto solo un dato. Colombia ya gasta en educación, el gasto
estatal en educación de Colombia como porcentaje del PIB ya es superior al de países como España.
España gasta alrededor del 4% del PIB en educación pública y concertada y Colombia
gasta alrededor del 5% del PIB. Por consiguiente quizá no sea tanto una cuestión de volumen de
recursos cuanto de utilización eficiente de esos recursos, pero lo que busca Petron no es
optimizar el uso de los muchos recursos públicos de los que ya dispone el Estado colombiano,
no lo que busca es construir un discurso, lo que busca es construir una narrativa que justifique
a los ojos de la mayoría social colombiana un agrandamiento del Estado colombiano con impuestos
mucho más confiscatorios aunque él nos dice que no serán confiscatorios sino que serán justos.
Los impuestos no serán confiscatorios, simplemente justos. No ha dicho que no serán confiscatorios
porque no serán muy elevados, ha dicho que sean los que sean no cabra tildar los de confiscatorios
porque los impuestos son justos per se, por consiguiente aunque un impuesto sea confiscatorio
desde su punto de vista será un impuesto justo. Pero Petron no quiere únicamente que ese impuesto
confiscatorio que él pretende establecer sea percibido como justo por él y por los suyos,
también pretende que sea percibido como justo por aquel que lo tiene que pagar porque Petro sabe
muy bien que la mayor y la mejor de las servidumbres posibles es la servidumbre voluntaria,
aquella servidumbre donde el siervo no obedece a regañadientes, no obedece por miedo a la
represión del Estado, sino que obedece porque le han lavado el cerebro, obedece porque tiene
síndrome de estocolmo, obedece porque ha interiorizado que ha de obedecer. Y por eso Petro exhorta a
los ricos a que paguen impuestos orgullosos, contentos, felices, con independencia de cuál
sea el confiscatorio nivel tributario que pretenda imponer en Colombia. Seremos iguales cuando el
que más tiene al pagar sus impuestos lo haga con gusto, con orgullo, sabedor que ayudará a su
próximo niño, niña, bebé, joven, mujer, viejo, a crecer sano, a pensar, a vivir con la plenitud
que da la nutrición y la educación del cerebro y del alma. La solidaridad está en el impuesto que
paga el que puede pagarlo y en el gasto del Estado que va a quienes lo necesitan. El contribuyente,
por tanto, no solo ha de ser saqueado sino que ha de ser saqueado con una sonrisa. Y si no sonríe
cuando es saqueado, si protesta, si se revela, entonces es un insolidario porque no acepta que
sea el Estado quien maneje su patrimonio para perseguir el interés general, para perseguir
el bien común. Y por tanto, aquel rico, aquel contribuyente que no quiera pagar impuestos,
se convierte en un enemigo del Estado y de la sociedad porque es un elemento antisocial. Curioso,
este doble lenguaje en el que se llama al amor, a la unidad, a la reconciliación, a la paz,
incluso con los terroristas, pero que en cambio pone el foco de la enemistad, de la lucha de
clases en aquellos que tienen y que pretenden conservar pacíficamente lo que tienen sin que
el Estado se lo robe. Y por supuesto que en Colombia y en muchos otros países del mundo,
habrá muchos ricos que sean ricos que no merezcan serlo, es decir, habrá personas que se han
enriquecido a costa de obtener privilegios políticos, a costa de utilizar el Estado como
instrumento violento que es para parasitar a otros ciudadanos. Pero en tal caso, lo único que
necesitas hacer no es cobrarles impuestos, es acabar con los privilegios que les permiten
a esas personas parasitar al resto de la población. Si una persona es rica porque parasita a través
del Estado a otros ciudadanos, cortas el privilegio que permite esa parasitación y entonces el rico
dejará de ser rico. Lo que no tiene mucho sentido es mantener ese privilegio y meter el cazo para
compartir con ese rico extractivo los frutos del parasitismo, los frutos de la extracción. Pero de
la misma manera que habrá ricos que no merezcan serlo, en el sentido de que no hayan generado valor
para el resto de la población, sino que lo hayan extraído, lo hayan robado a través de la cooperación
con el Estado, también puede haber ricos que hayan amasado su fortuna, su patrimonio, de manera
pacífica y cooperativa con el resto de la población. Y no habría que mezclar a unos con otros. Pero
Petro los mete a todos en el mismo saco, porque lo que le interesa en el fondo no es acabar con esos
privilegios políticos a determinados grupos sociales que se enriquecen no generando valor
para terceros, sino para citando el valor de terceros. No, lo que le interesa no es acabar con eso,
lo que le interesa es obtener más recursos allí donde estén, entre los ricos que lo merecen o los
ricos que no lo merecen, para qué? Para agrandar el tamaño del Estado colombiano, para agrandar el
tamaño de la burocracia colombiana, para agrandar el tamaño de las redes clientelares y por tanto
de las redes que dan sosten al poder político y aún determinado poder político para agrandar las
redes clientelares hacia la población. Si tú sales adelante por lo que yo te doy, entonces tú me debes
lo que eres y me vas a seguir votando. Y esa es la Colombia hacia la que parece que quiere avanzar
Gustavo Petro, no una Colombia más libre, no una Colombia con una sociedad civil más vigorosa,
más pujante, sino una Colombia donde el Estado colombiano tenga un poder todavía mayor del
que ya tiene, para que los colombianos salgan adelante no por sus propios pies, sino a través de la
redistribución, a través de las dádivas, a través de las redes clientelares que establezca el
Estado colombiano con el objetivo de volverlos dependientes de ese Estado colombiano. No facilitar
la producción de riqueza para que cada cual con esa riqueza que él en libertad ha creado pueda
vivir su vida como desea vivirla, no producir riqueza para que se la pueda apropiar el Estado y pueda
disponer de ella en función de la agenda, en función de los intereses de ese Estado, es decir,
de aquellas personas que transitoriamente manejan el Estado a través de su gobierno y en su propio
beneficio. No más mercados libres, sino más mercados politizados, no más autonomía personal,
sino más dependencia estatal.