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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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¿Seremos capaces de controlar la muy alta inflación que estamos experimentando sin
generar una recesión que nos empobrezca todavía más? Veámoslo.
Una alta inflación es muchas veces el síntoma de una economía sobrecalentada, de que gobiernos
y bancos centrales han sobreestimulado la actividad económica a través del gasto y si el gasto
supera en mucho la capacidad de la economía para producir bienes y servicios a corto plazo,
mucho gasto persiguiendo pocos bienes y servicios alta inflación. En esos casos en los que la
raíz de la inflación es el exceso de gasto agregado promovido por los bajos tipos de
interés de los bancos centrales, promueven a través del endeudamiento el gasto privado o
promovido por el exceso de gasto público de los gobiernos. Mucho gasto público es ya directamente
más gasto agregado. Si la causa, si la raíz de la inflación está en ese exceso de gasto agregado
promovido por gobiernos y bancos centrales, entonces la cura, la solución tendrá que venir
necesariamente por restringir, por reducir, por limitar esas políticas de sobreestímulo que
han conducido a un exceso de gasto agregado. Básicamente subir tipos de interés, recortar
el gasto público o subir impuestos. Se trata, dicho de otra manera, de enfriar la economía. Si
la inflación surgía por haber sobrecalentado la economía, ahora toca dar marcha atrás y enfriarla.
Es lo mismo que sucede con un vehículo. Si aceleras demasiado un vehículo irás muy rápido,
pero el motor corre el riesgo de sobrecalentarse, como puedes volver a una zona más segura para
el motor, dejando de acelerar o incluso, según las circunstancias, pisando fuertemente el freno.
Pues esa es la situación en la que ahora mismo se encuentra la economía mundial y muy bien especial
la economía de la eurozona y sobre todo de Estados Unidos. Después de dos años sobreestimulando la
economía por la vía monetaria y por la vía fiscal, ahora tenemos una inflación descontrolada,
acercándose peligrosamente, en muchos casos, al 10% interanual. Y, por tanto, es el momento de que aquellos
que han provocado esa inflación, gobiernos y bancos centrales, empiecen a rectificar, a dar marcha
atrás para poner coto a esa inflación. Pero, como ya hemos dicho, para ponerle coto a la inflación,
lo que hay que hacer es retirar los estímulos e incluso, quizá, poner en práctica medidas que
restringan activamente el gasto. Es decir, no solo se trata de que los tipos de interés vuelvan al
mismo nivel en el que estaban antes de la pandemia o que el gasto público y los impuestos vuelvan al
mismo nivel que antes de la pandemia. Precisamente porque la inflación se ha descontrolado, quizá,
para recuperar el control sobre la misma, requiramos tipos de interés mucho más altos que antes de la
pandemia, gasto público bastante más bajo que antes de la pandemia o, alternativamente, impuestos
mucho más altos que antes de la pandemia. Es decir, ha llegado el momento ya no de dejar de pisar
el acelerador del coche, sino de pisar con fuerza el freno para que la velocidad del vehículo,
la inflación, vuelva rápidamente a su cauce. Pero claro, si pisamos con mucha fuerza el freno,
entonces la economía puede que ya no solo deje de crecer, sino que empiece a decrecer. Es decir,
que entre en recesión. ¿Cuán probable es que al retirar los estímulos para combatir la inflación
terminemos engendrando una recesión? Pues a esta cuestión han tratado de responder recientemente dos
economistas, Alex Domash y Larry Summers. Larry Summers, aparte de exsecretario del Tesoro de
Estados Unidos, fue una de las primeras personas que ya en enero, febrero del año 2021, empezó
a alertar del riesgo de que la inflación se descontrolara. Estos dos economistas acaban de
publicar un ensayo en el que echan la vista atrás a la historia de la economía estadounidense para
encontrar periodos en los que, estando la economía sobrecalentada y habiendo una alta inflación,
la Reserva Federal y el Gobierno Federal han conseguido controlar esa inflación sin generar
una recesión. Y la cantidad de antecedentes históricos que han encontrado de aterrizaje
suave de la inflación en circunstancias similares a las actuales es de cero. En particular,
y como podéis observar en la siguiente tabla, siempre que la inflación trimestral en Estados
Unidos se ha ubicado por encima del 4% y a su vez la tasa de paro trimestral se ha ubicado por
encima del 5%, una situación que Estados Unidos alcanzó en el cuarto trimestre del año 2021,
siempre que eso ha sucedido, al cabo de dos años ha habido una recesión. Una baja tasa de paro
puede ser un indicador, puede ser un próxide que la economía está sobrecalentada. Y claro,
si esa baja tasa de paro va de la mano de una alta tasa de inflación, pues ya tenemos dos
indicadores que apuntan en una misma dirección. Sobrecalentamiento intenso que hay que corregir
con medidas duras que conducen a la recesión. Pero es que en este caso no nos encontramos en
un contexto donde la tasa de inflación trimestral esté meramente en el 4,1% o la tasa de paro esté
ligeramente por debajo del 5%. Actualmente la tasa de inflación mensual en Estados Unidos,
y es previsible que se mantenga algunos meses más en ese nivel, supera el 8% y la tasa de paro está
por debajo del 4%. Y todo esto, por consiguiente, nos indica un recalentamiento muy intenso que
puede requerir de medidas contractivas muy intensas que aumenten de manera muy intensa el riesgo de
recesión. En su ensayo, Sam Ersido-Mash también analizan tres antecedentes históricos que algunos
economistas citan como posibles precedentes de un aterrizaje suave con la inflación. Antecedentes
en los que el gobierno y la Reserva Federal consiguieron controlar la inflación sin generar
una recesión. Sin embargo, como vemos en la siguiente tabla, esos antecedentes históricos no
son del todo equivalentes equiparables a la situación actual. Me estoy refiriendo a los casos de 1965,
de 1984 y de 1994. En estos tres episodios históricos, en los que efectivamente la Reserva
Federal y el gobierno consiguieron rebajar la inflación sin generar recesión, la tasa de paro
era bastante más alta que en la actualidad, 4,9% en el 65, 7,9% en el 84, 6,6% en el 94, y a su vez
la tasa de inflación era también apreciablemente más baja que la actual. La tasa de inflación
medida por la velocidad a la que se revalorizan los salarios era del 3,6% en el año 65, del 3,8%
en el año 84, del 2,5% en el año 95, en cambio hoy es del 6,5% y todavía más relevante. En estos
tres episodios históricos, los tipos de interés reales, tipo de interés nominal menos inflación,
los tipos de interés reales eran positivos, en cambio hoy los tipos de interés reales son
tremendamente negativos. La tasa de inflación, incluso la tasa de inflación esperada durante
los próximos años, es muy superior a los tipos de interés actuales. Por consiguiente,
es segura e inevitable una inflación. Ahora, que gobiernos y bancos centrales van a tratar de
controlar la inflación con políticas contractivas del gasto, seguro no hay absolutamente nada,
sobre todo porque todos los antecedentes históricos no son exactamente equiparables a la situación
actual. En ninguno de ellos, por ejemplo, estábamos saliendo de una pandemia que había
constreñido nuestra capacidad para producir bienes y servicios y, por tanto, no estábamos experimentando
un rebote con respecto a las profundidades de la pandemia. Sin embargo, todos estos antecedentes
históricos, si ponen de manifiesto que controlar una alta inflación sin generar una recesión,
es muy complicado y que, por tanto, durante los próximos años, el coche va a pasar por una zona de curvas.