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El ministro de Seguridad Social José Luis Escriba apoya a la propuesta de Chimo Puts
de crear un impuesto específico sobre Madrid para contrarrestar sus economías de aglomeración.
Analicemos por qué este argumento es deficiente.
El ministro de Seguridad Social José Luis Escriba apoya al impuestazo con el que Chimo
Puts pretende castigar a los madrileños y lo hace con los siguientes argumentos.
La idea de, entiendo yo, que yo estaba además presente en el desayuno en el que brillantemente
el presidente Puts desarrolló ese concepto de una compensación, digamos, para aquellas
personas que vivir en zonas con menos aglomeración y que por tanto no tienen las economías que
genera vivir en grandes espacios donde la productividad es mayor, es decir, esto es algo
que se ha estudiado y que yo creo que tiene mucho sentido, a mí me parece que es una
idea que hay que seguir explorando y que tiene mucho recorrido.
El ministro hace referencia al concepto de economías de aglomeración, es decir, que
existen ventajas en vivir todos juntos, en trabajar todos juntos, en producir todos
juntos.
Las economías de aglomeración consiguen que una persona se vuelva más productiva simplemente
por estar al lado de otra persona que es productiva.
¿Y por qué razón? Pues porque, por un lado, las economías de aglomeración permiten aprovechar
las economías de escala.
Hay bienes y servicios municipales que no tienen ningún sentido, que es demasiado costoso,
demasiado caro, ubicar en municipios pequeños, por ejemplo, una universidad, pero que sí
tiene pleno sentido ubicar, localizar en una ciudad grande, porque el coste de ese bieno
servicio se reparte, se distribuye entre muchísimos más usuarios.
Por tanto, las grandes ciudades tenderán a tener mejor equipamiento municipal porque
el coste de ese equipamiento que puede ser utilizado simultáneamente por muchísimas
personas se podrá distribuir entre esas muchísimas personas.
En cambio, en pequeñas ciudades, parte de ese equipamiento se quedaría infrautilizado.
Y la segunda razón por la que existen economías de aglomeración es por la existencia de efectos
red en las ideas.
Si ponemos a trabajar a una persona brillante con otra persona brillante, probablemente el
resultado conjunto de su cooperación sea mayor que la suma de lo que obtendría cada
una de ellas por separado.
Existen sinergias en la acumulación y concentración de conocimiento y en la medida en que las
grandes ciudades se convierten en clásters de conocimiento, en clásters intelectuales,
también debienen capaces de crear mucha más riqueza que las pequeñas ciudades.
Y forzando un poco los términos podríamos llegar a decir que la existencia de grandes
ciudades que se benefician de esas economías de aglomeración constituye una externalidad
negativa para las pequeñas ciudades, porque las grandes ciudades actúan como foco de
atracción del capital, del talento, que existen las pequeñas ciudades en la medida en que
ese capital y ese talento busca una mayor rentabilidad que es ofrecida en las grandes
ciudades gracias a esas economías de aglomeración.
Y esforzando los términos hasta este punto cuando la propuesta de escriba parece que
tiene cierto sentido.
Si la existencia de grandes ciudades constituye una externalidad negativa para las pequeñas
ciudades, entonces, como sucede con las externalidades negativas, puede tener sentido establecer un
impuesto sobre esa externalidad negativa, sobre la existencia de grandes ciudades, sobre
la existencia de economías de aglomeración para compensar a las víctimas a los perjudicados
de esa externalidad negativa, es decir, aquellas zonas menos densamente pobladas donde no
existen economías de aglomeración.
La propuesta de escriba de establecer el impuesto a Zopuch, sin embargo, es una propuesta
deficiente por dos motivos.
El primero es que Madrid ya está compensando ampliamente, sobradamente, cada año al resto
de España, a través del sistema de financiación autonómico y a través de las decisiones
discrecionales que adopta el Gobierno central en el uso de los presupuestos generales del
Estado para gastar en unas regiones o en otras.
Madrid redistribuye cada año al resto de España 20.000 millones de euros de los generados
dentro de Madrid.
Por tanto, los madrileños ya están siendo enormemente expoliados cada año para compensar
los presuntos perjuicios que la existencia de Madrid de las economías de aglomeración
en torno a Madrid generan al resto de regiones españolas.
Si ahora escribá, siguiendo el discurso de Putsch, quiere establecer un impuesto específico
para compensar a las regiones españolas por este perjuicio que constituyen las economías
de aglomeración alrededor de Madrid, evidentemente habrá que eliminar las otras compensaciones
que supuestamente tenían esta finalidad.
Habrá que hacer tabla rasa y establecer un impuesto específico para ello, acabando
con toda la redistribución de 20.000 millones de euros anuales que ya se está produciendo
actualmente y desde hace muchos años.
Pero es que, en segundo lugar, si estamos hablando de economías de aglomeración, es
decir, de las ventajas que disfrutan algunas zonas del país, algunas zonas de España,
por el hecho de que mucha gente viva codo con codo, viva en esas zonas densamente pobladas,
entonces ¿por qué este impuesto se plantea única y exclusivamente para el caso de Madrid?
Es evidente que Madrid está trayendo capital y talento en parte, aunque no exclusivamente
por esas economías de aglomeración, pero ¿sólo Madrid está trayendo capital y talento
del resto de España gracias a esas economías de aglomeración?
¿Qué pasa con Barcelona? ¿Qué pasa con Zaragoza? ¿Qué pasa con Sevilla? ¿Qué pasa
con Málaga? ¿Qué pasa con Murcia? ¿Qué pasa con Palma de Mallorca? ¿Qué pasa con
Alicante? ¿Qué pasa con Bilbao? ¿O qué pasa también con Valencia? ¿Es que estos municipios
no están altamente poblados? ¿Es que no disfrutan de economías de aglomeración? ¿O es que
acaso lo que pasa es que este impuesto no tiene que ver realmente con las economías
de aglomeración y que eso solo es una excusa para justificarlo de cara a la galería de
votantes socialistas? Porque si no es esto último, si ante lo que estamos no es ante
una vendeta porque sistemáticamente el Partido Socialista, que ha sido el que ha colocado
a José Luis Escribá en el Consejo de Ministros, no lo olvidemos, si no es una vendeta por
el hecho de que el Partido Socialista lleve años y años lustros y lustros sin acceder
al gobierno de la Comunidad de Madrid, si no es una vendeta por haber sufrido el fracaso
electoral más estrepitoso en las recientes elecciones regionales a la Asamblea de Madrid,
uno esperaría que cuando se plantee establecer este impuesto también se amenace con el mismo
a Barcelona, a Zaragoza, a Sevilla, a Málaga y también a Valencia, porque no olvidemos
que Valencia también tiene efecto capitalidad regional y también tiene economías de aglomeración
frente a, por ejemplo, Castellón. ¿Por qué Chimopuch reclama que se castigue a Madrid
con un impuesto que él no está defendiendo y que podría defender exactamente por los
mismos motivos a los habitantes de la ciudad de Valencia? Porque el ministro José Luis
Escribá, cuando comparece en rueda de prensa junto a Chimopuch, no aclara que este impuesto
a las economías de aglomeración, si es a las economías de aglomeración, también
tendría que castigar no solo a Madrid, sino también a Valencia. ¿Por qué Pedro Sánchez
no informa al gobierno de la Generalitat de Cataluña de que están pensando en aprobar
un impuesto que va a castigar a Madrid, pero también y por los mismos motivos a Barcelona?
Pues porque en realidad todo esto no tiene nada que ver con internalizar la supuesta
externalidad negativa de las economías de aglomeración de Madrid, Barcelona o Valencia
frente al resto de zonas menos pobladas de España. No tiene absolutamente nada que ver
con esto. El discurso academicista es únicamente el ropaje con el que se envuelve el sablazo
ad hoc que el gobierno de PSOE y de Podemos está preparando por pura vendeta política
contra los ciudadanos de Madrid. Si quieren subir los impuestos a los madrileños que empiecen
por ganar las elecciones regionales en Madrid y accediendo al gobierno regional, que no
se imponga desde la Moncloa lo que ha fracasado en las urnas. Y mientras tanto, y hasta que
eso suceda, Sichimo Pucci y José Luis Escribá tienen tantísimo interés, un interés tan
profundo y sincero de internalizar las externalidades negativas que supuestamente generan las economías
de aglomeración, que empiecen dando ejemplo creando un impuesto específico sobre la ciudad
de Valencia. ¿A qué no?