This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
Yo no soy socialista, yo soy liberal libertario. La vida sin libertad no merece ser vivida.
Es decir, en algún momento me preguntaron si yo estaría dispuesto a dar mi vida por
la sida y la libertad. Y yo estoy dispuesto a darla. Porque hacer lo correcto no se negocia.
Esta ha sido la entrevista con más espectadores de toda la historia de Twitter. Veámoslo.
El periodista estadounidense Tucker Carlson ha acudido a Buenos Aires para entrevistar
al candidato a la Presidencia de Argentina, el liberal libertario Javier Millay. Y el resultado
ha sido la entrevista más vista en toda la historia de Twitter. En el momento en el que
estoy grabando este vídeo, más de 325 millones de personas han visto la entrevista de Carlson
a Millay. Nunca antes tantas personas a la vez se habían expuesto a las ideas principales
del liberalismo libertario. Es un hito importantísimo que ojalá a partir de ahora consiga desplazar
un poquito al menos la ventana de Overton hacia el liberalismo. Al fin y al cabo, Javier
Millay efectuó algunas reflexiones muy importantes, muy pertinentes en esta entrevista tan multitudinariamente
Primero, Javier Millay articuló, de manera muy resumida, claro, una crítica moral y
económica a lo que él denomina socialismo, aunque sería más correcto llamarlo estatismo
o intervencionismo. Por un lado, tenemos la crítica moral al ideal de justicia social.
Al final, empezó a abrazar las ideas del socialismo y con una frase que luce muy atractiva,
pero que es terrorífica en términos de funcionamiento del sistema económico, que es la idea que
donde hay una necesidad nace un derecho. Y eso es un problema porque las necesidades
son infinitas y los derechos alguien los tiene que pagar. Y el problema es que los
recursos son finitos. Entonces, frente a la situación de necesidades infinitas y recursos
finitos aparece un conflicto. Los liberales, ese conflicto lo resolvemos fácilmente, que
es con libertad de precios y propiedad privada. Y eso es lo que genera el mecanismo de coordinación
para resolver esta tensión en la sociedad. Sin embargo, la idea de la mano invisible
a los socialistas no les gusta y ellos prefieren la garra del Estado y básicamente lo esconden
detrás de la idea de la justicia social, donde la justicia social es profundamente
injusta porque implica un trato desigual frente a la ley precedido por un robo.
Y por otro lado tenemos la crítica económica.
Es decir, porque para coordinar todo este tipo de acciones, la cantidad de conocimiento
que hay que tener, y eso está vinculado a otro artículo de Hayek que se llama el uso
del conocimiento de la sociedad, donde da una forma más científica y profunda de la
idea de la mano invisible de Adam Smith, lo que dice es que para poder aplicar el socialismo
es necesario que las personas que lo hagan deban ser omniscientes, omnipresentes y omnipotentes.
Es decir, creen que son Dios. Y les voy a contar algo. No son Dios. Y les voy a decir
algo peor. Son tan miserables y tan rastreros los políticos, y en especial los de izquierda,
que además están debajo de las personas promedio. Porque solamente ¿quién va a pretender
ser igual al promedio? Sólo el que está por debajo. Por lo tanto, es la agenda de
los envidiosos. La envidia es un pecado capital. De eso nada bueno puede salir. Del asesinato
nada bueno puede salir. Del robo nada puede salir.
Si los recursos son escasos y las necesidades son infinitas, necesitamos algún sistema
de normas para coexistir pacíficamente en sociedad. En la medida en que mi proyecto
de vida, al necesitar algunos de esos recursos escasos, puede colisionar con tu proyecto
de vida, que puede necesitar de esos mismos recursos escasos, necesitamos un sistema de
normas, un sistema de reglas, que defina quién tiene derecho y quién no tiene derecho a
utilizar determinados recursos. El liberalismo defiende que ese sistema de reglas son reglas
impersonales, generales, universales, atemporales, basadas en el respeto a la iniciativa de acción
de cada persona siempre que esa iniciativa de acción no suponga iniciar la violencia
contra la iniciativa de acción de otras personas, este es el principio de la libertad individual,
y a su vez que los recursos son de aquellas personas que los integran en primer lugar,
en primera instancia, de manera pacífica, sin utilizar la violencia frente a terceros,
en sus planes de acción, es decir, aquellos que toman los recursos como dueños y los
convierten en su propiedad. Este es el principio de la propiedad privada.
Con estas reglas, a las que además se añade la libertad para pactar entre personas a través
de contratos, el liberalismo sienta las bases de la cooperación social en términos pacíficos.
Cada persona dentro de este marco normativo puede perseguir su proyecto de vida, cooperando
pacíficamente con otras personas que dentro de ese marco normativo, basado en el respeto
recíproco y multilateral, persiguen su propio proyecto de vida. Y el mercado aparece dentro
de este marco institucional como una herramienta de producción y de intercambio descentralizado
que a través de sus precios coordina eficientemente a millones de personas que ni siquiera se
conocen entre sí, cada una de las cuales persiguiendo su propio bienestar individual
bajo la condición de que previamente ayude a otros a través del mercado, a través de
la producción de mercancías, a satisfacer sus propias necesidades. Es un sistema, por
tanto, de cooperación multilateral, cooperación pacífica y voluntaria multilateral asentada
en los principios de la libertad individual y de la propiedad privada y que conduce a
la prosperidad general gracias a que es el sistema de agregación de conocimiento disperso
más barato y más económico que existe. Frente a esto, el estatismo lo que plantea
es que haya un Estado, un ogro supuestamente benévolo, que maneje coactivamente a los
individuos y que redistribuya coactivamente los recursos para satisfacer aquellas necesidades
que el Estado, o más bien los grupos que controlan al Estado, aquellas necesidades
que el Estado considera subjetiva y arbitrariamente que merecen la pena ser satisfechas. Por
tanto, el Estado es dueño y señor de las personas a la hora de decidir qué planes
de acción pueden ejecutar y qué planes de acción no pueden ejecutar. Y además, este
sistema que atenta frontalmente contra el respeto a los planes, a los proyectos de vida
de cada una de las personas, es un sistema tremendamente ineficiente a la hora de coordinarlas,
porque es un sistema donde los individuos, aquellos que tienen el conocimiento sobre
qué se ha de hacer y cómo se ha de hacer, no revelan, no ponen en común el conocimiento
que poseen y, por tanto, no es un buen mecanismo de agregación de un conocimiento disperso
que no se pone de manifiesto y en muchas ocasiones ni se llega a crear. Y un sistema que no sea
capaz de manejar, de agregar, de jerarquizar en importancia todo ese conocimiento disperso
sobre qué se ha de producir y cómo se ha de producir, es un sistema abocado a fracasar
a la hora de coordinar eficientemente a los seres humanos.
Todo esto, con muchas menos palabras, es lo que dijo en esencia Javier Millay en estos
extractos que acabamos de escuchar. Y decir esto ante 320 millones de personas es importantísimo,
porque supone transmitir, aunque sea en pequeñas píldoras, las razones fundamentales por las
cuales el liberalismo es moral y económicamente superior a otras ideologías.
Pero en esta entrevista Javier Millay no se quedó aquí. También criticó frontalmente
a todos aquellos políticos y sistemas políticos que a su juicio suponen un ataque directo
a la libertad de las personas. Escuchen.
No solo no voy a hacer negocios con China. No voy a hacer negocios con ningún comunista.
Es decir, a ver, yo soy un defensor de la libertad, de la paz y de la democracia. Los
comunistas no entran ahí, los chinos no entran ahí, Putin no entra ahí, digamos Lula no
entra ahí. Es decir, nosotros queremos ser el faro moral del continente. Nosotros queremos
ser los defensores de la libertad, de la democracia, de la diversidad, de la paz. Entonces, nosotros
desde el Estado no vamos a promover ningún tipo de acción con comunistas, ni socialistas.
Eso no quiere decir que los argentinos no puedan comercializar. Si quieren comercializar
con China, con Rusia, con Brasil, con quien sea, problema de los argentinos.
Millay no solo aspira a que Argentina crezca y se desarrolle, sino también aspira a convertirla
en el faro moral en el continente iberoamericano. Y por eso, ya desde un principio, critica
desde raíz la ideología subyacente a muchos de estos gobernantes y a muchos de estos regímenes
que son refractarios cuando no enemigos de la libertad. Y, por cierto, de todas estas
críticas frontales a los enemigos de la libertad, no escapó el Papa Francisco.
El Papa juega políticamente. Es decir, es un Papa donde tiene fuerte injerencia política.
Ha demostrado, además, una gran afinidad con dictadores como Castro o como con Maduro.
Es decir, está del lado de dictaduras sangrientas.
Sí, y Fidel Castro también era otro asesino.
Sí, exacto. Sí, tiene afinidad por los comunistas asesinos. De hecho, no los condena. Es decir,
es bastante condescendiente con ellos y es también condescendiente con la dictadura
venezolana. Es decir, él es condescendiente con todos los de izquierdas, aún cuando sean
verdaderos criminales. Lo cual eso es un problema. Pero, además, es alguien que considera que
la justicia social es un elemento central de su visión. Y eso es muy complicado porque
la justicia social, que es robarle el fruto de su trabajo a una persona y dárselo a otra,
implica dos cosas. Una es un robo. Y el problema es que el robo está en contra de lo que señalan
los diez mandamientos. Es decir, avalar la justicia social es avalar el robo. Por lo
tanto, es un problema de que está violando los diez mandamientos. El otro problema es
que es un trato desigual frente a la ley. Y no me parece que sea algo justo, digamos,
que algunos sean premiados y otros sean castigados desde una posición de poder como la que tiene
el estado que tiene el monopolio de la violencia. De hecho, y esta siguiente y última reflexión me
parece muy importante, de las críticas de mi ley tampoco escaparon aquellos empresarios que
meramente se dedican a ganar dinero y que no adoptan algún tipo de compromiso social con
la preservación ideológica de aquel sistema económico y moral, de aquellas reglas básicas de
juego que les ha permitido a ellos y a sus conciudadanos enriquecerse en términos de
igualdad frente a la ley. Y al mismo tiempo hay que concientizar a los empresarios de que es
necesario que más… Milton Friedman decía que la función social del empresario era ganar dinero.
Bueno, con eso solo no alcanza. Parte de la inversión tiene que ser invertir
en los defensores de la Cidad de la Libertad para que los socialistas no puedan avanzar,
porque si no lo hacen, ellos se van a meter en el estado y desde el estado van a imponer
una agenda que a largo plazo va a terminar destruyendo todo lo que toca. Entonces,
ahí es necesario un fuerte compromiso de todos los creadores de riqueza para luchar contra el
socialismo, contra el estatismo y entender que si eso no se hace, los socialistas siempre van
a seguir intentando. ¿Por qué? ¿Cuál es el punto? Como ellos intentan vivir de lo demás sin
trabajar, ellos son incansables en buscar esto, porque su leitmotif en la vida es vivir de los
otros. Entonces, ellos no ceden nunca en este mecanismo de apropiación de la riqueza y del
dinero o de la generación de ingresos de otro. Entonces, esa batalla tiene que ser dada de manera
permanente. No se puede descansar, porque cuando uno descansa, el socialismo avanza.
Por supuesto, Javier Millet no está defendiendo que los empresarios tengan ningún tipo de
obligación legal o que deban tenerla a invertir una parte de sus ingresos, de sus beneficios,
en difundir las ideas de la libertad, nada más alejado de lo que está defendiendo Javier Millet.
Lo que sí está defendiendo Javier Millet es que los empresarios, o al menos algunos empresarios,
aquellos que se preocupen por el futuro de la sociedad y por el progreso de sus hijos y de
sus nietos y de sus bisnietos, esos empresarios que crean hoy riqueza en sociedad no se pueden
desentender o no se deberían desentender del curso futuro que sigue esa sociedad. Y las ideas
subyacentes a la misma, las ideas predominantes en esa sociedad, marcarán en gran medida el rumbo que
la misma siga. Y por eso, un empresario que se dedique meramente a producir bienes y servicios
muy valiosos hoy en el mercado, está muy bien que lo haga y contribuye mucho al bienestar de
la sociedad. Pero se queda corto. Se queda corto porque se desentiende de uno de los elementos
estructuralmente más importantes a largo plazo del progreso de esa sociedad, y son las ideas y los
valores subyacentes a la misma. Por mucha riqueza que él esté creando hoy, si permite que al mismo
tiempo las ideas antiliberales avancen y se vuelvan predominantes, esa riqueza terminará
siendo fagocitada y destruida. De hecho, cuanta más riqueza genere una persona,
cuanta más riqueza haya en sociedad, mayor será la tentación a parasitarla. De alguna manera,
el empresario, cuando genera riqueza, está alimentando el sentimiento de parasitismo en
otras partes de la sociedad, y por eso debería reinvertir una parte de la riqueza que genera a
combatir cultural e ideológicamente esos crecientes incentivos de parasitismo que terminan
cristalizando en ideas autolegitimadoras del uso de la violencia para parasitar esa riqueza que ha
sido creada. Y por tanto, si le preocupa el futuro de la sociedad, un empresario exitoso no solo se
debería dedicar a seguir creando riqueza como sólo él sabe crearla, sino también a reinvertir
parte de sus ganancias en dar la batalla cultural contra esas ideas venenosas que van erosionando y
carcomiendo las bases económicas y morales de la prosperidad a largo plazo. Ojalá algunos de esos
320 millones de personas que hasta el momento han visto esta entrevista con algunas ideas tan buenas,
tan inspiradoras como las que acabamos de escuchar, ojalá a algunos de ellos se animen
a dar la batalla cultural y a dar la batalla por las ideas de la libertad. Porque, desde luego,
los necesitamos.