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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

La pobreza en España se ha disparado a su mayor nivel en los últimos 20 años.
Veámoslo.
Muchas veces, cuando los organismos oficiales o los medios de comunicación
hablan de pobreza, en realidad están hablando, sin saberlo o sin explicitarlo,
de desigualdad. Por ejemplo, la Unión Europea cada año mide la tasa de riesgo
de pobreza y de exclusión social, la tasa AROPE. Pues bien, una persona puede hallarse
en riesgo de pobreza y exclusión social porque sus ingresos no alcancen el 60%
de la renta mediana del país. Ahora bien, si los ingresos medianos de un país son
muy elevados, tal vez una persona que esté cobrando el 50 o el 55% de esos ingresos
medianos no vive en una situación de pobreza. O al revés, si la renta mediana del país
es muy baja, el hecho de que alguien cobre el 80, el 90 o el 120% de los ingresos
medianos de ese país no implica que esté fuera de la pobreza. Ahí realmente lo que
estamos midiendo es la desigualdad. ¿Qué porcentaje de la población de un país se
aleja del 60% de la renta mediana de ese país? Con independencia de si el 60% de esa
renta mediana te confiere buenas condiciones de vida o malas condiciones
de vida. O a su vez, otro de los indicadores incluidos en la tasa AROPE
que califican a una persona como en riesgo de pobreza o exclusión social es la
baja densidad en el empleo. Si un hogar conformado por personas en edad de
trabajar trabaja durante el año menos del 20% de todas las horas que podría llegar
a trabajar, entonces se considera que ese hogar tiene una baja densidad en el
empleo y que, por tanto, vive en situación de pobreza. Pero es que se puede dar el
caso de que ese hogar tenga unos ingresos o un volumen de ahorro muy elevados. Es
decir, que no se califica como persona en riesgo de pobreza a quien no trabaje y
además tenga unos ingresos muy bajos. Solo con que no estés trabajando o con que
estés trabajando muy poco al margen de cuáles sean tus ingresos, ya se te
califica dentro de la tasa AROPE como persona hogar de baja densidad de trabajo
y, por tanto, en riesgo de pobreza o exclusión social, desatendiendo la
posibilidad de que ese hogar viva de las rentas del capital, tenga un elevado
volumen de ahorro o reciba transferencias sociales muy cuantiosas que eviten que
esa persona, que ese hogar, caiga en la pobreza. Por tanto, las mediciones de
pobreza a través de los ingresos o a través de la densidad del empleo son
mediciones de pobreza problemáticas que muchas veces nos remiten, ya digo, a
mediciones de desigualdad y no a situaciones de carencia material, que es
lo que solemos asociar con la pobreza. Alguien es pobre si no dispone de un mínimo
de bienes materiales necesarios para llevar una vida adecuada dentro de una
sociedad. Afortunadamente, el tercer componente de la tasa AROPE sí mide el
porcentaje de personas o el porcentaje de hogares que sufren de carencia
material severa. ¿Y qué es la carencia material severa? Pues el porcentaje de
personas o de hogares que no pueden permitirse económicamente adquirir, hacer
frente a cuatro de las nueve siguientes situaciones económicas. Atención. La
carencia material severa es la proporción de la población que vive en
hogares que carecen al menos de cuatro conceptos de los nueve anteriores, según
la definición de la encuesta de condiciones de vida. ¿Y cuáles son esos
conceptos? Primero, no puede permitirse ir de vacaciones al menos una semana al
año. Segundo, no puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos
cada dos días. Tercero, no puede permitirse mantener la vivienda con una
temperatura adecuada. Cuarto, no tiene capacidad para afrontar gastos
imprevistos, de 650 euros. Quinto, ha tenido retrasos en el pago de gastos
relacionados con la vivienda principal, hipoteca o alquiler, recibos de gas,
comunidad, etcétera, o en compras a plazos en los últimos 12 meses. Sexto, no
puede permitirse disponer de un automóvil. Séptimo, no puede permitirse
disponer de teléfono. Octavo, no puede permitirse disponer de un televisor. Y
noveno, no puede permitirse disponer de una lavadora. Pues bien, si un individuo o
una familia no pueden hacer frente, no pueden afrontar al menos cuatro de esos
nueve gastos, decimos estadísticamente que esa persona se halla en situación de
carencia material severa. Porque sufre privación material de bienes y servicios
que podemos considerar son indispensables para vivir en sociedad. Alimentarse,
calefactarse, tener un techo, tener una lavadora, tener un medio de desplazamiento,
tener un televisor, etcétera. Pues bien, ¿qué ha sucedido con la pobreza en España
durante los últimos años? Si medimos la pobreza como el porcentaje de la
población que no alcanza un 60% del ingreso mediano, lo que ha sucedido en
España es que la pobreza ha caído durante los últimos años. Si medimos la
pobreza como porcentaje de hogares con baja densidad en el empleo, lo que ha
sucedido en España es que la pobreza ha caído durante los últimos años. Pero, si
medimos la pobreza como creo que habría que medirla, es decir, como personas con
carencia material severa, como el porcentaje de familias que no pueden hacer
económicamente frente a gastos fundamentales, entonces lo que ha sucedido en
España durante los últimos años es que se ha disparado la pobreza. Lo podemos
observar en el siguiente gráfico. El porcentaje de hogares en España que no
pueden permitirse hacer frente a al menos cuatro gastos de los nueve que he leído con
anterioridad, se ubicó en el año 2023 en su máximo histórico desde que arranca esta
serie en el año 2004. Es decir, en su máximo histórico en los últimos 20 años.
Concretamente, el 8,9% de las familias españolas no pueden permitirse hacer frente
a cuatro de los nueve gastos anteriores. Antes de la pandemia, en el año 2019, este dato se
ubicaba en el 4,7% de los hogares. Es decir, prácticamente la mitad. Pero es que en el peor
momento de la crisis económica, en el año 2014, este dato era del 7,1% de los hogares. Por tanto,
estamos sustancialmente peor que en el peor momento de la anterior crisis económica. Pero es que además,
si extractamos el porcentaje de la población, el porcentaje de los hogares que no pueden hacer
frente a gastos tan fundamentales como comer carne, pollo o pescado al menos cada dos días, una vez al
menos cada dos días, o que no pueden mantener su hogar a una temperatura adecuada, vemos que estos
porcentajes también se hayan disparados. Por ejemplo, el porcentaje de hogares que no puede
permitirse comer carne, pollo o pescado cada dos días se ubicó en el año 2023 en el 6,7%. De nuevo,
se trata del dato más alto en toda la serie histórica, que arranca en 2004. El dato más alto en los últimos 20
años. Y del mismo modo, antes de la pandemia estaba en el 3,7%, casi la mitad que ahora. Pero es que a su
vez, en el peor momento de la anterior crisis económica, este dato era del 3,3-3,4%, años 2013 y 2014. Por
tanto, ahí, cuando los titulares de prensa hablaban continuamente de que el hambre deambulaba por las
calles de España, ahí sí, en ese momento, el porcentaje de la población que tenía dificultades
para alimentarse adecuadamente era la mitad que hoy. Y el mismo patrón encontramos en el porcentaje
de hogares que declara no poder mantener su vivienda a una temperatura adecuada. Específicamente,
en el año 2023, esta cifra ascendió al 21% de todas las familias. De nuevo, en máximos históricos
desde el año 2004, muy por encima del nivel prepandemia, en el año 2019 era del 7,7%, es
decir, que prácticamente se ha triplicado con respecto al año 2019, e igualmente muy por
encima del peor momento de la crisis económica anterior. En 2014, el porcentaje de familias
que no podían mantener su hogar a una temperatura adecuada, cuando se nos hablaba de la pobreza
energética y de las 7.000 personas que morían cada año en España por no poder aclimatar
adecuadamente su hogar, porque todo eso es de lo que se hablaba en 2014, en 2015 o en
2016, pues bien, en 2014, cuando se hablaba de todo esto, el porcentaje de familias que
no podían mantener su hogar a una temperatura adecuada era del 11,1%. Hoy, 21%. Prácticamente
el doble de en esas fechas. ¿Se está hablando hoy de pobreza energética? ¿Se está hablando
hoy de las miles de personas que supuestamente mueren en España por esa pobreza energética?
No. Todo lo cual, por cierto, debería llevarnos a dos conclusiones. La primera es que la pobreza
suele utilizarse como arma propagandística para legitimar el ascenso al poder de determinados
grupos políticos que dicen estar muy preocupados por luchar contra la pobreza y, a su vez, también
se utiliza para legitimar una expansión del poder, del gasto y de las competencias del
Estado sobre nuestras vidas, sobre la sociedad civil. Como la pobreza constituye una emergencia
social, parece que casi cualquier cosa que haga el Estado en contra de la pobreza está
socialmente legitimado. Y si el Estado quiere conquistar parcelas adicionales de nuestras
libertades, sólo tiene que justificar esa invasión apelando a que la hace para luchar
contra la pobreza. Por eso, en 2014, en 2015 o en 2016, PSOE y Podemos apelaban a la necesidad
de que llegaran al gobierno para acabar con la pobreza. Por eso, durante la pandemia, se multiplicó
el tamaño del Estado con aquello del escudo social, que no quede nadie atrás. Y por eso,
hoy, a pesar de haber fracasado estrepitosamente, ocultan, minimizan, le quitan hierro a estos datos
que ponen de manifiesto una situación, ahora sí, cada vez más alarmante de la pobreza en España.
Y la segunda conclusión que deberíamos extraer de estos datos es que, en un momento en el que
el Estado español es más grande de lo que lo ha sido nunca, en un momento en el que el gasto
público, las regulaciones públicas, la acción del gobierno se orienta, según nos dicen, de manera
prioritaria e inequívoca a acabar con la pobreza, a luchar contra la pobreza, en esta coyuntura donde
la voluntad política antipobreza y donde los medios de que dispone el Estado para materializar
esa voluntad política se hallan en máximos históricos, la pobreza también está en máximos
históricos. Lo cual, lo que nos indica es que, o bien, cuando dicen que quieren luchar contra la
pobreza, lo hacen meramente, como decía antes, con afán propagandístico, pero no tienen la menor
intención de acabar con la pobreza, en parte porque políticamente viven del discurso contra la pobreza,
o, de manera no excluyente con la conjetura anterior, que el Estado sea tan sumamente ineficaz,
tan sumamente torpe, tan sumamente incapaz de hacer algo bien, que a pesar de que dispone de
los mayores recursos de toda la historia para luchar contra la pobreza, sólo esté viendo cómo la pobreza
se multiplica delante de sus narices. En definitiva, que la economía española va como una moto, que se está
creando empleo de calidad a expuertas, y que el Estado está gastando más dinero que nunca en luchar
contra la pobreza. Y a pesar de todo lo anterior, la pobreza en España se ubica en máximos históricos.
¿Dónde está entonces el gato encerrado? ¿O es que acaso el gato encerrado por el Estado somos todos nosotros?
¡Gracias!