This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
A balancha de acusaciones contra Javier Milei de estar loco, de tener problemas mentales,
después de que éste concediera una entrevista a una televisión argentina en la que decía
que oía voces cuando supuestamente el plató estaba en silencio y en la que gesticuló
en varias ocasiones de manera muy extraña y llegó a estar al borde del llanto.
Pero, ¿realmente todo esto que nos han contado ha sido así?
Veámoslo.
Hace unos días Javier Milei concedió una entrevista al periodista argentino Esteban Trebuch y,
a raíz de algunos extractos de esa entrevista, se ha divulgado, se ha difundido, sobre todo
a través de las redes sociales, la idea de que Javier Milei está loco, que Javier Milei
en esa entrevista colapsó y que Javier Milei en esa entrevista decía que oía voces cuando
no había voces en el plató. Por ejemplo, el periodista español de izquierdas, Juan
Juanfran Albert, escribió el siguiente hilo en Twitter.
Javier Milei ha colapsado en directo esta noche en la televisión argentina. Se había
hablado mucho de la endeble salud mental del candidato, pero no se había visto nada tan
exagerado como hoy. Problemas para gesticular. Oía voces. Ha sido tremendo.
Primero, Javier Milei ha sido entrevistado en A24 por Esteban Trebuch en un programa
al que ha ido en multitud de ocasiones y que le ha ayudado en su camino a la fama. Milei
ha empezado a tener movimientos extraños y gesticulaciones raras.
Aquí es cuando se le ve colapsar claramente. Explica el meme que subió de su alianza,
el león el mismo abrazado a un pato, Patricia Bullrich. Sobrevalora los likes como algo
determinante, pero atentos a las gesticulaciones. Vamos a ver ese fragmento del vídeo.
50.000 likes. Eso es lo importante. Tiene casi 16 millones de impresiones. Solo en
mi cuenta de Instagram el posteo tiene un millón de likes.
Pero eso son votos. No, no, no. Para, para, para. Lo que quiero decir es. Así como hay
un salame o tres salames opinando desde una computadora, ¿sabes qué? Mientras que esos
miran a la señorita por internet, yo estoy en el medio de sus sábanas.
Pero continuemos con el hilo, que ya aclaro que solo estoy utilizando efectos ilustrativos
como una de las muchas argumentaciones que han circulado por las redes sociales tratando
de mostrar que, a raíz de esta entrevista, Javier Milei estaba loco. Milei empieza a
señalar que lo está distrayendo un fuerte ruido. Dice que la gente detrás de él no
ha parado de hablar y no le permite pensar. El presentador se encuentra algo atónito
y es imposible escuchar algo desde fuera de la sala. Veamos el momento en el que Milei
dice esto.
¿Cómo podemos pedir que termine el murmuso detrás de cámara? Porque es muy difícil
hablar con tanta gente hablando. Son temas muy delicados y veo que no cesan de hablar
a pesar de mis cambios de tono para pedírselos de manera implícita.
Chico, por favor, hay un... Bueno.
O convengamos que estamos con un nivel de bucicio no convencional para temas tan complejos
como los que estamos tratando y si yo le erro, a mí me destrozan públicamente y nadie va
a decir que atrás había un murmuso que me estaba matando.
Bueno, después foralele y te explico.
No, yo entiendo lo que quieran, pero veo gente desde que inicié que habla demasiado.
Y es muy difícil temas tan complejos como un murmuso en el oído. No son temas fáciles
y además va la vida de 47 millones en esto.
¿Lo querés explicar de nuevo?
No, o sea, espero que haya quedado bien explicado. Yo creo que hice un buen esfuerzo a pesar
del ruido.
A mí me quedó claro.
Sigamos con el hilo en el que a partir de ahora se pretende explicar que no había
ruido en la sala y que, por tanto, Javier Milei oía voces como si estuviera loco.
Pero tampoco desde dentro. De hecho, los vídeos del estudio demuestran cómo la sala está
en silencio. ¿Es posible que las voces que no paren de hablar algo rarísimo en directo
estén en la cabeza de Milei, que sufra un trastorno o brote en directo?
El candidato de la Libertad Avanza es uno de los que más insulta. Otra candidata dijo
que es un nafi. Milei explica que no lo es y casi se pone a llorar. Toda la breve entrevista
es errática. Veamos ese fragmento.
Y finalmente, la entrevista acaba, aunque Milei conoce el sitio de sobra, no sabe qué
hacer o salir. Le tienen que acompañar a la salida y reprende a un ayudante por, según
él, no parar de hablar. Veamos también ese fragmento.
Ahí te van a decir cómo hay que hacer, Javier, para salir. Ahí te van a decir. Ana te va
a acompañar. Ahí está. Gracias, Javier.
Gracias. Dos el debate presidencial, perdón, el tópico 12.
De entrada, he de aclarar que no conozco personalmente a Javier Milei. Solo he coincidido físicamente
una vez con él y apenas durante unos minutos. Y tampoco tengo conocimientos de psicología
ni de psiquiatría. Por tanto, no estoy capacitado ni personalmente ni profesionalmente para
nada. Tampoco, por cierto, la inmensa mayoría de personas en redes sociales, que ya están
concluyendo más allá de todo atisbo de duda, que está loco. Sin embargo, habría que ser
bastante prudente con este tipo de aseveraciones, sobre todo cuando se efectúan dentro de un
contexto que, como ahora mostraremos, está tergiversado o manipulado. Máxime cuando
además históricamente la psiquiatría, diagnosticar que una persona está loca, se ha utilizado
como arma política para aplastar a los disidentes. Me voy a limitar a leer el comienzo de un
editorial del diario El País en el año 1983.
La psiquiatría como represión. Los dos nuevos delitos de Estado que nuestro tiempo ha aportado
a la ya larga lista iniciada en la antigüedad y sin renunciar a ninguno de los otros son
el de las desapariciones y el de los manicomios como cárceles y la psiquiatría como diagnóstico.
Parece que este último es casi una exclusiva o una institucionalización en la Unión Soviética
y Amnistía Internacional, que viene denunciándolo desde hace diez años. Acaba de emitir un
informe según el cual tiene constancia de 313 casos de internamientos políticos en
manicomios, aunque probablemente el número real sea mucho más elevado. La utilización
de la psiquiatría como forma abusiva y privada de la represión o de ciertas formas de delitos
es antigua. La literatura abunda en casos. Los hay también en otras sociedades. Hasta
hace poco, en España, la Ley de Vagos y Maleantes, convertida después en Ley de Peligrosidad
Social, preveía lo que llamaba casas de templanza, para comportamientos considerados como antisociales,
a discreción del juez y sin que mediara sentencia. Las casas de templanza finalmente no existían,
sino que eran prisiones más o menos especializadas donde supuestos psicólogos y algunos sacerdotes
creían que realizaban un trabajo de reinserción. El desarrollo de las leyes y la insistencia
de una psiquiatría humanista abierta han mitigado estas situaciones, aunque pueda haber
supervivencias. La Unión Soviética no solo sigue practicando esa antigua corrupción,
sino que la convierte en una forma de delito de Estado. Algunos de sus altos funcionarios
han definido el tema cuando se han visto forzados a tocarlo, con una mezcla de ingenuidad y
de cinismo. Puesto que la sociedad soviética es perfecta, aquel que la combate o no se
adapta a ella tiene que estar necesariamente loco, salvo que se le encuentren pruebas o
se le fabriquen de algo peor. Conspiración organizada, servicio a una potencia extranjera,
delincuencia común. Desde los tiempos de las grandes purgas y de los juicios de Moscú,
desde la desestalinización en el vigésimo Congreso, la URSS ha hecho un gran esfuerzo
para hacer desaparecer el delito político de sus represiones. Lo ha disfrazado con otros
nombres. Ya no hay desviacionistas, derechistas ni izquierdistas, revisionistas o cualquiera
de los otros nombres con los que se pretendía disfrazar la autodefensa que ejercía el poder
único de quienes pensaban de otra manera aún dentro del marxismo-leninismo. Ahora
hay agentes del extranjero, espías a sueldo, conspiradores o, cuando no pueden ser otra
cosa, locos. No son jueces quienes tienen que dictar sentencia, ni hay juicios públicos
que pudieran atraer la atención molesta de Occidente y de sus propias poblaciones. Son
psiquiatras, diagnósticos y casas de salud quienes se encargan de la represión.
Vamos, que la acusación de que tu rival político está loco es algo bastante frecuente y bastante
manido. En España, por ejemplo, lo hemos experimentado con el caso de Isabel Díaz Ayuso,
a la que se calificaba como ida. Ida son las siglas de Isabel Díaz Ayuso, pero se utilizó este
acrónimo con tono despectivo para sugerir que la presidenta de la Comunidad de Madrid estaba loca.
Con Milei ocurre algo parecido y, de hecho, su rival en las elecciones presidenciales,
Sergio Massa, que también es ministro de Economía y presidente en funciones de Argentina,
lleva meses tratando de aprovechar esta carta. De hecho, en el Congreso se ha iniciado a tramitar
una ley para que los candidatos a la presidencia de Argentina se sometan a un test psicofísico,
dando a entender que Javier Milei no lo superaría y que, por tanto, quedaría incapacitado para
ejercer como presidente. Vamos, que al margen de la cuestión psiquiátrica de fondo, hay claros
intereses políticos por hacernos creer que Javier Milei está loco. Aquellos que se opongan a Javier
Milei estarán muy sesgados a creerse que, efectivamente, está loco, porque además defiende
cosas muy estrafalarias que a mucha gente le puede parecer absolutamente descabellado que alguien
defienda si no está loco. Pero, además, como Javier Milei está disputando la presidencia de
Argentina y la casta política establecida se juega mucho, pues entonces más motivo para transmitir
el mensaje de que está loco y de que, por tanto, es imbotable, porque de esa manera se refuerzan las
opciones de permanencia en el poder de los políticos que han llevado a Argentina al desastre. Insisto,
repito lo que ya he dicho, yo no estoy cualificado ni personal ni profesionalmente para emitir ningún
juicio psiquiátrico sobre Javier Milei, pero desde luego llama bastante la atención la ligereza,
como muchos, a partir de tres o cuatro extractos de un vídeo bastante descontextualizados cuando no
tergiversados, dan inmediatamente el salto a concluir, sin demasiado género de dudas,
que Javier Milei está loco y, por tanto, incapacitado políticamente. Contextualicemos
ahora los fragmentos de vídeo anteriores que, al juntarlos todos ellos, parecían indicarnos que,
efectivamente, Javier Milei tenía algún problema mental. Lo primero y más importante, ¿oía Javier
Milei voces en su cabeza mientras todo el plató estaba en silencio? Pues no, como el propio
presentador del programa ha explicado, los trabajadores en la cadena de televisión estaban
en huelga y durante la emisión del programa se declararon en diversas ocasiones en paro,
motivo por el cual hubo que reemplazarlos, y como había que tener reemplazos para sustituir a todos
los trabajadores que a lo largo del programa iban dejando sus puestos como medida de fuerza,
de protesta por la huelga, había mucha gente, muchos trabajadores en plató, había mucho bullicio,
había muchos murmullos impropios de un programa de televisión. Escuchemos la explicación.
La verdad que no tenía ni gana de contarlo porque creo que los protagonistas son los dirigentes,
los jugadores de fútbol o los jugadores de rugby, no nosotros los periodistas. Pero te digo la verdad,
me llamaron de todos los medios de comunicación del país para hablar de esto, de todos, de todos,
todos súper agradecidos, gracias a todos, de las principales figuras del periodismo nacional me
llamaron para que cuente esto. Bueno, gracias a todos. Trabajo acá y elegí contarlo acá y en mi
programa de tele a la noche. Está bien? La verdad que no creía que ni que fuese necesario contarlo,
pero bueno, lo voy a hacer. A ver, primero, Javier Milei fue ayer a nuestro programa tal cual estaba
previsto, como va en reiteradas ocasiones. Primer título, había ruido, ruido, es cierto,
había ruido, había un murmullo por encima de la lógica televisiva, digamos, o un bullicio impropio
para un programa de tele. Está bien? Es decir, es cierto, Milei tiene razón en el ruido porque
desconsee entre más. Por lo tanto, lo hice ayer al aire, lo digo también, lo digo también ahora,
es una persona que además respeto muchísimo. Yo no generé el ruido, por supuesto, lo pido disculpas,
sí, porque soy la cara del programa. Está bien? Siempre los programas tratan de hacerse en silencio.
¿Por qué hay ruido? Y acá va la explicación. Y esto me parece interesante. Desde el día miércoles
hay una medida de fuerza de los trabajadores del sindicato argentino de televisión SAT o SAT-SITE,
que genera paros sorpresivos. Entonces, en un momento, el camarógrafo, los camarógrafos,
dejan su puesto de labor para comenzar la medida de fuerza. Respetable, legal, 10 puntos. Yo todo
esto lo conté incluso en el programa del miércoles, el jueves, no, ayer fue jueves,
en el programa del miércoles conté todo al aire porque se veían desprolijidades y lo conté al aire.
Hay una medida de fuerza, pasa esto y esto y esto. Las medidas de fuerza es en toda la televisión,
no es solamente en nuestra casa. Está bien? Entonces, el estudio, había más gente de la habitual.
¿Por qué había más gente de la habitual? Porque si un camarógrafo se va, alguien lo reemplaza.
Entonces, hay personal jerárquico, como pasa en todas las empresas. Todo ese personal jerárquico
estaba tratando de acompañar para que todo salga bien, precisamente, coordinando y para
que la entrevista y la locución de Javier Milei o de Leandro Santoro que había el día anterior pueda
salir perfecta. Hay tanta gente que había bullicio, es cierto. Lo que tuiteó anoche o hoy temprano,
una colaboradora de Milei que estaba en el estudio, es perfectamente lo que pasó. Así que lo que dice
esta mujer es una colaboradora de Milei, entiendo que Milei es un retweet de eso, es lo que pasó,
sucedió eso, es cierto. Les veo a otra cosa que me parece interesante que contarme, me había olvidado.
Nosotros, como bien saben, tenemos una cucaracha. En la cucaracha te habla el productor ejecutivo.
Allá yo tuve dos productores ejecutivos distintos, producto también por la medida de fuerza. Yo no
recuerdo cuál de los dos, pero cuando Milei dice eso, el productor ejecutivo me dice Esteban,
tiene razón, pedíle disculpas y yo le pido disculpas. No quise contar cuál era el tema al aire en ese
momento porque pensé que me iba a ir a entrevista y además yo le había explicado una charla privada
también el tema, está bien. Entonces no quería seguir abundando. Después hoy vi el corte y dió che,
podría haberlo contado ahí, así no había un montón de suplicacia, pero también era cierto
que se hubiese seguido hablando de eso y para mí lo interesante era seguir con la entrevista. De hecho,
le dije Javier, ¿querés volver a contarlo? Yo lo entendí, pero ¿querés volver a contarlo?
Bueno, es decir, el productor ejecutivo que estaba en ese momento hablándome por la cucaracha también
se dio cuenta de la situación. De hecho, al día siguiente el presentador llegó a pedirle disculpas
públicas a Javier Milei por el elevado nivel de ruido que había en el programa. Yo ayer al aire,
yo no sé si lo hice pero lo voy a hacer ahora. La verdad es que hablo tanto, a veces me pierdo. Yo no sé
si como cara visible del programa le pedí disculpas a Milei. Se las pido ahora. Pues yo soy la cara
visible del programa. Y le pido disculpas porque el ruido era impropio en programas de televisión.
Así que Javier Milei, te pido disculpas. Porque la verdad no corresponde que haya ruido. Porque hubo
ruido, lo expliqué. Bien, una vez aclarado el asunto, desde luego más problemático, si Javier
Milei oía voces en su cabeza o no, nos quedan otros dos asuntos que también tienen su injundia.
Por un lado, la desorientación de Javier Milei en un plato al que ha acudido en muchas ocasiones,
y por otro, las gesticulaciones que en algunos momentos de la entrevista realizó. En cuanto
a lo primero, la desorientación. Lo que voy a decir es una pura conjetura, no lo sé. Pero
si los trabajadores estaban en huelga, había precisamente por la huelga muchos más trabajadores
de lo habitual y el programa no se organizaba con normalidad, tampoco sería tan sorprendente que la
ruta de salida, el camino a seguir para abandonar el plato, no fuera el habitual, no fuera el de
siempre. Como digo, esto es una pura conjetura, no conozco ese plato de televisión, pero sí he
estado en muchos otros platos de televisión y muchos de ellos tienen salidas muy estrechas. De
modo que si hay muchos más trabajadores copando los espacios, no digamos ya si hubiese piquetes
informativos, no sería nada extraño que la ruta para abandonar el programa no fuera la de siempre,
la habitual o no estuviera clara. Pero ya digo, no lo sé. Ahora bien, si las circunstancias del
programa eran extraordinarias, tampoco debería ser tan sorprendente que las pautas que se suelen
seguir en ese programa, por ejemplo, para abandonarlo, tampoco sean las ordinarias. En cualquier caso,
lo que sí es incuestionable es que Javier Milei estaba muy cansado a la hora de realizar esa
entrevista. Una entrevista que, por cierto, no fue breve. En los tweets que he leído antes se nos
decía que era una breve entrevista y parecía que casi durante los pocos minutos que había durado
la entrevista Javier Milei había estado totalmente perdido, desorientado, gesticulando de manera
extraña, al borde del llanto, cuando la entrevista dura una hora y cuarto. Una hora y cuarto de
entrevista no es una entrevista corta. Tampoco es que sea una entrevista maratoniana, pero desde
luego no es corta. Y tengamos presente que de hora y cuarto de entrevista únicamente han extraído
uno o dos minutos en los que parecía que Javier Milei gesticulaba raro o colapsaba. Mi sensación,
aunque de nuevo esto es una conjetura, es que Javier Milei estaba cansadísimo cuando
realizó esa entrevista, a la que, por cierto, llegó tarde. Pero, pese a estar cansadísimo,
Javier Milei intentó mantener su tono entusiasta al borde del histrionismo que suele caracterizarlo.
Y claro, intentar aparentar que tienes mucha energía cuando estás agotado física y mentalmente,
pues suele ser un combo que no sale bien. ¿Existen razones para que Javier Milei esté
agotado física y mentalmente? Muchísimas. Recordemos que la campaña de la primera vuelta
de las elecciones presidenciales de Argentina acaba de terminar. Fue el domingo pasado. Pero
es que a lo largo de esta última semana no es que Javier Milei haya estado relajado. Durante
esta última semana se ha reconfigurado el tablero político argentino. Al día siguiente
de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, Milei cenó con Mauricio
Macri y con Patricia Bullrich, la candidata que quedó en tercer lugar en esta primera vuelta,
y llegaron al acuerdo de que tanto Bullrich como Macri apoyarían a Javier Milei en la segunda
vuelta. Esto ha colocado a la coalición de Patricia Bullrich, juntos por el cambio,
al borde del colapso, al borde de la fractura. Dentro de juntos por el cambio conviven los
radicales, más típicamente socialdemócratas, y el pro, más liberal conservador, en muchos casos
más conservador que liberal, pero más cercano a las posiciones de Javier Milei. Los radicales
se han opuesto totalmente a que Macri y Bullrich apoyen a Milei, han llegado a insultar a Mauricio
Macri y han amenazado con romper la coalición. Y todo esto se ha vivido durante los últimos días
y en gran medida lo ha orquestado Javier Milei. No solo Javier Milei, también Mauricio Macri,
pero también Javier Milei. Con lo cual, después de haber terminado una intensísima primera vuelta
presidencial, digámoslo así, Javier Milei da un golpe de estado dentro de la derecha argentina
para recolocar el tablero político. Todo ello mientras sigue concediendo diariamente entrevistas,
mientras responde a críticas y acusaciones de lo más variopintas posibles y mientras tiene todo
el aparato institucional del kirchnerismo en su contra. Pues, evidentemente, una persona se termina
agotando y termina consumiendo sus energías. Y si no eres consciente de dónde poner los límites de
tu estado físico y mental, es decir, si necesitas dormir y descansar en lugar de aparentar que sigues
teniendo muchísima energía, pues pueden pasar algunos de los momentos que hemos visto antes.
Sin embargo, incluso esos momentos, una vez los colocamos en un espacio de tiempo más amplio,
cuando no solamente extractamos los segundos en los que Javier Milei parece hacer gestos más extraños,
una vez los incluimos dentro de la exposición más amplia que está haciendo Javier Milei,
tampoco resultan tan extraños como a primera vista podrían resultar cuando solamente vemos
esos fragmentos. Por ejemplo, coloquemos el primero de los fragmentos con algunos minutos antes y después.
Y eso yo lo vine diciendo sistemáticamente, porque además yo no soy quién para condicionar
quién puede cambiar o no. Ahora, dicho esto, que me parece que es el paraguas correcto,
ahora lo vamos a poner más violento, por decirlo de alguna manera, que es llevarlo al pragmatismo.
La cosa es esta. Frente a haber hecho la mejor elección que hizo, las ideas de la libertad,
el cambio hacia la libertad, que es más del 50% de los argentinos que quieren abrazar la libertad,
¿qué hacemos? Me radicalizo mi posición, me peleo con todo el mundo, me dedico a
exacerbar mis diferencias con los parecidos y le entrego el país a los quiceristas,
para que terminen haciendo de esto Venezuela. Para mí eso es una posición
que solamente la puede hacer un salame detrás de un escritorio
y una irresponsabilidad total y absoluta para con aquellos que votaron la idea de la libertad.
Te voy a dar ahora, lo voy a poner en términos cuantitativos, porque
frente al comentario de tres trasnochados, que lo único que hacen es tirar piedra desde la tribuna,
¿por qué tema? En general, en todos.
¿Sabes que es una de las cosas que yo descubrí que cuando vos vas a ver un
partido argentino es muy lindo el partido? La tribuna es muy linda, los cánticos son
muy lindos, el colorido es muy lindo, pero vos ponés la pelota en el medio y la gente se
pone a cantar y no, la pelota no se mueve, es decir, la pelota la mueve Messi, en los goles lo hace
Messi, ¿me comprendes lo que te digo? Lo tengo claro. Y aquello que le tira piedra a lo propio,
menos hacen todavía, porque encima favorecen a los enemigos. ¿Y Burri no te metió ruido interno,
Javier? No. Pero ahora vamos a la cuestión cuantitativa.
Frente al anuncio de Bullrich, yo postee un meme. Sí, sí. Se te rieron. El león con el pato.
Hago una pregunta, ¿alguien vio las métricas de ese tweet? A la cantidad de gente que lo vio.
Tiene más de 250.000 likes. Eso es lo importante. Tiene casi 16 millones de
impresiones. Solo en mi cuenta de Instagram, el posteo tiene un millón de likes.
Pero eso son votos. No, no, no, para, para, para. Lo que quiero decir es,
así como hay un salame o tres salames opinando desde una computadora, ¿sabes qué? Mientras que
eso, miran a la señorita por internet, yo estoy en el medio de sus sábanas.
No se entendió. Se va a enojar Fátima, pero te acostas con lo dirige...
No, probablemente, digamos, dada la belleza extraordinaria de mi novia y mi amadísima
Fátima Flores. Además, es una de las mujeres más deseadas de la Argentina porque es superlativamente
hermosa. Es decir, a veces yo me pregunto, ¿no se habrá equivocado? Porque digo...
¿Puede hablar así de economía? No, nosotros no hablamos de trabajo cuando estamos juntos.
O sea, es una cuestión de salud para la pareja.
Millay aquí simplemente estaba diciendo que se ha llevado el gato al agua consiguiendo el
apoyo de Bullrich y que otros que ahora le tiran piedras habrían deseado obtener ese mismo apoyo.
Lo que pasa que lo dice utilizando una expresión bastante, digámoslo así, vulgar y probablemente
por eso estuvo especialmente lento, gesticulando a la hora de soltar lo que soltó. No sabía si
soltar la barbaridad o callársela. Pero en cualquier caso, en el conjunto de este extracto
se ve al Javier Millay de siempre, que nos podrá gustar más o menos, pero el de siempre,
y lo único quizá con un tono más bajo y más cansado, pero poco más. Vayamos ahora al otro
extracto, aquel en el que casi se pone a llorar cuando lo comparan con un nazi.
Ahora, ¿qué es lo que proponemos nosotros? Nosotros proponemos para salir de esto una
solución liberal. La solución liberal son las que nosotros, para este gobierno,
son las que llamamos la reforma de primera generación. La reforma de primera generación
tiene cuatro pilares. Hay un pilar que es la reforma del Estado. La reforma del Estado consiste
en reformar el Estado llevando los ocho ministerios, economía, infraestructura, capital humano,
relaciones exteriores, seguridad, defensa nacional, Ministerio del Interior y justicia,
los ocho ministerios. Punto uno. Punto dos. Una drástica reducción del gasto público,
en especial de donde muerde la política, es decir, el ajuste no lo paga la gente,
el ajuste lo paga la política. No solo eso, sino que además eso trae como contraparte la posibilidad
de bajar impuestos. Y eso además se complementa con una profunda agenda de desregulación.
Reforma del Estado es eso.
Voy a seguir, el tres. Ese es el dos.
No, recién el punto uno, la reforma del Estado. Punto dos. Modernización del mercado laboral,
es decir, ir a un sistema de seguro de desempleo con profundización de la instrumentación
financiera para potenciar además el mercado de capitales y darles mejores instrumentos
a las personas para que puedan ahorrar de una manera más consistente. Una vez que sos
competitivo fiscalmente, sos competitivo laboralmente, ahí estás en condiciones de
abrir unilateralmente la economía. Ese es la tercera reforma. En paralelo a todo esto va la
reforma monetaria, que tiene como destino final eliminar el Banco Central. Y que como vos muy
bien decís, es competencia de monedas. Cuando vos tomas...
Sigue en pie esto, Javier.
Absolutamente. Yo no me moví un ápice de esto.
No te moviste nada de esto.
Exacto. En el 90% de las cosas yo estoy de acuerdo con la agenda.
Pero vamos a suponer que viene Macri, el presidente Macri. Dice,
mira Javier, esto no va a pasar por el Congreso. No vamos a ningún lado con esto.
¿Sos flexible y lo cambias o no?
A ver, hay cosas que... Puede ser que tengamos diferencias y esas cosas...
Digo, primero, una de las cosas que se aclaró desde mi punto de vista es que hay muchas cosas que
estaban operadas, malinterpretadas, ensuciadas y que había propuestas que eran disparatadas,
que nunca se hicieron.
¿Venta de órganos?
Por ejemplo, venta de niños. O sea, armas libres. O sea, todo un conjunto.
Parece una boluda, te voy a preguntar. ¿Vas a vender órganos?
No.
¿Vas a vender niños?
No.
¿La gente va a salir armada a la calle?
No.
¿Te gustó lo que dijo Carrillo?
No sé que no te gustó. No sé, escuchate lo que dijo.
No, lo que pasa es que esa señora, en sus ataques de berborragia, dice unos disparates,
otra vez volvió.
¿Cómo con Hitler?
Lo volvió a hacer. Tuve la posibilidad de leer el comunicado del Museo del Holocausto.
He dicho, o sea, de paso recomiendo fuertemente que lo vayan a visitar.
Es un trabajo fenomenal que ha hecho Fabiana Mittlin, que es admirable, admirable.
Y es un trabajo admirable que tiene reconocimiento mundial.
Si hay algo que les puedo sugerir es vayan y visiten el Museo del Holocausto para tener
idea del horror que fue eso. Porque entiendo que uno puede cometer errores por ignorancia.
Probablemente Fabiana sea de las personas más flexibles en entender este tipo de problemas.
Y la gente que trabaja en el museo, Gustavo Casal también hace un trabajo fenomenal junto a Fabiana.
Yo recomiendo enfáticamente que visiten el museo para tomar idea de lo horrible.
No le quiero responder a Carrillo.
Es que esa situación es tan horrible, Esteban, que ya no, no, no, no, ni siquiera corresponde ya.
Estoy llorando.
No, no, pero es muy doloroso, diga vos. Cuando vos vas al museo, vos ves el horror que fue eso.
Yo sé que vos no puedo interpretar esto, pero te ha interpelado.
¿Por qué crees que Carrillo te dice eso? Otras personas a veces lo han dicho.
Bueno, debo estar equivocado en algo que hago.
¿Y en qué?
No lo sé, pero deberé tratar de entender por qué me acusan de algo tan horrible.
¿Y si te ocurrió denunciarla a Carrillo o no?
De hecho, estoy en juicio con Carrillo, con lo cual vuelve a agregar un elemento más en esa en esa faceta.
Pero si hay tanta gente que me hace esa acusación, probablemente me acusan de algo que no me acusan.
Pero si hay tanta gente que me hace esa acusación, probablemente debe haber algo que yo también me tengo que estar equivocando, porque si no...
¿Te jode que alguno te haya dicho autoritario, por ejemplo, o no?
Yo no creo ser autoritario, pero de vuelta, es una opinión.
De nuevo, en este fragmento vemos al Javier Milei de toda la vida.
Solo sucede que en un determinado momento se emociona cuando recuerda, cuando rememora los horrores del Museo del Holocausto.
Ya está. Ahora bien, esa emoción emerge en medio de la respuesta a una pregunta sobre si le parecía bien que una personalidad de Juntos por el Cambio,
del partido, de la coalición, de la que forma parte, Bullrich, que le acaba de dar el apoyo,
si le parece bien que una de las dirigentes de Juntos por el Cambio, Elisa Carrió, lo compare reiteradamente con Hitler.
Pues esto es lo que hay. Y tengamos en cuenta que se está diagnosticando la locura de Javier Milei no porque oiga voces,
que ya hemos visto que eso era un bulo, si había murmullo, si había bullicio en el plató.
Se está diagnosticando la locura de Javier Milei tomando este par de extractos de toda la entrevista de hora y cuarto
a la que Javier Milei acude visiblemente cansado y justificadamente cansado por todo el ajetreo político y electoral y político
que ha vivido durante las últimas semanas y también durante los últimos días en los que se ha reconfigurado.
En gran medida por sus maniobras se ha reconfigurado el tablero político argentino ya no de cara a la segunda vuelta
de las elecciones presidenciales de Argentina, sino probablemente para los próximos años.
Como he dicho, no me siento ni personal ni profesionalmente cualificado para emitir ningún juicio, ningún diagnóstico
sobre el estado mental de Javier Milei, ni de Javier Milei ni de cualquier otra persona.
Pero sí me parece que diagnosticar locura únicamente a partir de estos dos extractos en un momento en el que Milei
está muy cansado y sometido a muchas presiones, sí me parece que estamos ante un caso de instrumentalización política
de la psiquiatría contra un rival político. Que si se quiere se le podrá criticar a Milei que si va a ser presidente
y va a estar sometido a tanta presión y a tanta actividad frenética, pues si ahora ya aparece con síntomas de cansancio,
quizá eso no lo cualifique especialmente para ser presidente. Bien, ese argumento se podría llegar a hacer.
Ahora, dar el salto a calificar lo de loco, de demente, de tener problemas mentales,
simplemente por estos dos o tres extractos, algunos de los cuales incluso son manipulados
porque se inventa el contexto de que no había ruido, cuando desde luego lo había como ha reconocido el propio presentador,
pues creo sinceramente que no procede. Pero ya se sabe que para algunos en la guerra, en el amor y en la política,
sobre todo cuando hay tanto en juego, todo vale.