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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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El presidente de Argentina, Javier Milei, visita España y el gobierno socialista de
Pedro Sánchez lo recibe acusándole de ser un enemigo de la democracia. Veámoslo.
El gobierno socialista de España no sólo se ha negado hasta ahora a felicitar a Javier
Milei por su contundente victoria en las elecciones presidenciales de Argentina del pasado mes de
noviembre, sino que, de hecho, las únicas palabras que ese gobierno le había dirigido hasta el momento
a Javier Milei habían sido unas palabras dirigidas a insultarle mediante el bulo de que Javier Milei
se drogaba. Unas palabras pronunciadas por un ministro de este gobierno, del gobierno de España,
concretamente Óscar Puente, ministro de Transportes, en una conferencia pública. Pero no pensemos que
la cosa ha terminado ahí. Hoy, que Javier Milei ha pisado por primera vez su elo español como
presidente de la Argentina, el gobierno de España ha aprovechado la ocasión para repudiar su visita
acusando a Javier Milei de ser un enemigo de la democracia. Escuchemos a la ministra de Ciencia,
Innovación y Universidades, Diana Morant.
Y hay otro modelo muy distinto, el del negacionismo, el negacionismo de la ciencia, el negacionismo del
cambio climático, el negacionismo de la violencia que se ejerce contra las mujeres, el negacionismo
de la memoria. Es un modelo que está íntimamente ligado a la ultraderecha, no solo en nuestro país,
también en el resto de Europa y en el resto del mundo. Uno de los ejemplos de ese modelo
es Milei. Para nosotros es un modelo que atenta contra la propia democracia y, por tanto, esa
exhibición de la ultraderecha de nuestro país, de la mano de Milei, es precisamente lo que
nosotros vamos a combatir. Nosotros somos radicalmente la alternativa, la alternativa al negacionismo
y la alternativa a ese socavamiento de la democracia que hace la ultraderecha y, desgraciadamente,
también con el seguidismo del Partido Popular en nuestro país.
Es decir, que Javier Milei es un enemigo de la democracia. Es una persona cuyas ideas,
cuyas propuestas, cuyos planteamientos socavan la democracia misma. Y, hombre, que esto lo
diga un gobierno que, como señalaba hace un momento, todavía no se ha dignado a felicitar
a Javier Milei por su contundente y limpia victoria democrática en las elecciones presidenciales
de hace medio año en la Argentina, pues tiene su aquel. Tiene su aquel de sectarismo. Nosotros
somos muy demócratas, estamos muy entusiasmados y ensimismados con la democracia, pero, desde
luego, no vamos a felicitar al ganador de unas elecciones democráticas porque no nos gusta.
Pero, bueno, más allá de la presencia o de la ausencia de decoro institucional a la hora
de no felicitar al ganador de unas elecciones democráticas en un Estado que, supuestamente,
según el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, es un Estado hermanado con el Estado
de España, más allá de esa consideración, la cuestión que uno, obviamente, se debe
preguntar es ¿por qué los planteamientos, por qué las ideas, por qué las propuestas de
Javier Milei, según el Gobierno de España, según la ministra de Ciencia, Innovación y
Universidades, son ideas, planteamientos, propuestas que socavan la democracia?
¿Es que acaso Javier Milei no ha llegado a la presidencia de la República Argentina a través
de unas elecciones democráticas? ¿Es que acaso Javier Milei ha planteado en algún momento
alguna propuesta de reforma política que pretenda suspender las elecciones y que el pueblo, los
ciudadanos, los votantes, no puedan determinar a través de su sufragio a sus representantes
políticos y al presidente de la República Argentina? Porque si Javier Milei hubiese hecho o pretendiera
hacer algo de todo esto, tendría sentido que se dijera que sus ideas, sus propuestas, sus
planteamientos, van dirigidos a socavar, a acabar, a enterrar la democracia. Pero si Javier Milei
no ha hecho nada de todo esto, ¿a cuenta de qué lo dice la ministra de Ciencia, Innovación y
Universidades, Diana Morán? Pues ella misma lo explica unos segundos antes en esta intervención.
La mejor manera también de fortalecer la democracia es basarse en el conocimiento, en la razón, en la
ciencia. Es decir, que para Diana Morán la democracia consiste no en someter las políticas
públicas, la acción del legislativo y del ejecutivo a la voluntad del pueblo, sino al conocimiento,
a la razón y a la ciencia. Pues tengo una mala noticia para usted, ministra de Ciencia, Innovación
y Universidades. El sistema que usted está describiendo no es tanto la democracia cuanto
la tecnocracia. No es que la democracia sea incompatible per se con el conocimiento, con
la razón o con la ciencia. Pero sólo será compatible con el conocimiento, con la razón
y con la ciencia si las preferencias electorales de todos los votantes, o al menos de la mayoría
de los votantes se alinean con lo que ella llama conocimiento, razón y ciencia. Porque si los
votantes que tienen derecho a votar, en eso consiste la democracia, y a determinar por tanto
la composición del legislativo y la acción del ejecutivo, si los votantes quieren hacer caso omiso
a lo que Diana Morán entiende, porque además la definición de esas palabras es la definición que
Diana Morán, la ministra del gobierno de España, les quiere dar. La concepción estrecha que Diana
Morán tenga de conocimiento, de razón y de ciencia. Pero dejando esto de lado, si el votante
quiere hacer caso omiso a eso que ella llama conocimiento, ciencia y razón, la democracia dictaminará
que las políticas públicas, que la acción del legislativo y del ejecutivo, deban hacer caso omiso
al conocimiento, a la razón y a la ciencia. Y si Diana Morán dice que cuando haya un choque entre
las preferencias a científicas y racionales desinformadas de los votantes y la ciencia,
el conocimiento y la razón encarnada como no en políticos dirigistas e intervencionistas como ella,
si según Diana Morán, cuando existe un conflicto entre el votante desinformado y el jerarca político
sabio y omnisciente, ha de prevalecer el criterio del jerarca político sabio y omnisciente sobre las
preferencias del votante, señora Diana Morán, quien no es demócrata aquí es usted. Usted podrá ser,
como señalaba antes, tecnócrata. Es decir, podrá defender que quienes tienen derecho a gobernar no es
la masa y letrada de votantes, sino la técnica, los técnicos, los expertos. O podrá ser incluso
epistócrata. Es decir, podrá creer que quienes tienen derecho a gobernar no son la totalidad de los
votantes, sino aquellos votantes más sabios e informados. Aquellos votantes que voten, que decidan
en función de la razón, del conocimiento y de la ciencia. Pero, desde luego, lo que no podrá ser
usted si defiende esto, si defiende que lo que usted entiende por conocimiento, por razón y ciencia ha
de prevalecer sobre el deseo, sobre la preferencia de los votantes, lo que no podrá ser es demócrata.
Pero sería muy ingenuo pensar que las declaraciones públicas de Diana Morán van dirigidas a establecer
una especie de debate informado sobre teoría política. ¿Es realmente Milley un demócrata? ¿Es
realmente Diana Morán una demócrata? El tema no va de esto. El tema va de que en nuestras sociedades
se ha sacralizado como un tótem incriticable a la misma democracia. Y, por tanto, cuando tú calificas
públicamente a alguien de contrario a la democracia, de antidemócrata, de enemigo de la democracia,
lo que estás haciendo es convirtiéndolo en uno de los peores enemigos públicos posibles. Cuando
Diana Morán califica, sin ningún argumento sólido de fondo, a Javier Milley de enemigo de la democracia,
lo que pretende hacer es negarle, ya que ella tiene el gatillo tan fácil a la hora de acusar a los
demás de negacionistas, lo que hace es negarle a Javier Milley la categoría de adversario político
legítimo. Realmente, Diana Morán no piensa que haya dos modelos igualmente legítimos entre los que
los ciudadanos puedan escoger. El suyo, dice ella, y el de Milley, por otro lado. No, lo que ella está
expresando es que el único modelo verdaderamente legítimo, basado en el conocimiento, en la razón y
en la ciencia, es el suyo. Por tanto, el modelo de Javier Milley debería ser un modelo que, precisamente
porque ella lo excomulga, es decir, ella se arroga a la autoridad de la ciencia, del conocimiento y de la
razón, para decir, para dictaminar públicamente quiénes son enemigos de la ciencia, del conocimiento
y de la razón, y por tanto de la democracia, y por tanto han de ser excomulgados de la esfera
política, el modelo de Javier Milley para Diana Morán no es un modelo que debiera ser aceptable
dentro de nuestras sociedades. Se trata no de debatir científicamente las ideas y los distintos
planteamientos políticos. Se trata de proscribir ideas anatematizándolas como antidemócratas,
es decir, como ideas radicalmente enemigas de la sociedad. Se trata de arrebatar a determinados
políticos que tienen unos planteamientos, unas ideas y unas visiones bastante alejadas de los
planteamientos, las ideas o las propuestas de la señora Morán y, por supuesto, de Pedro Sánchez y,
por supuesto, de la socialdemocracia reinante. Se trata de arrebatarles a esos políticos el estatus
de candidatos políticos legítimos para gobernar. Si sólo sus ideas son correctas, si sólo sus ideas
están basadas en la razón, en el conocimiento y en la ciencia, entonces sólo sus ideas merecen
gobernar. Así es, en suma, cómo recibe el muy democrático gobierno de España al presidente de la
República Argentina, Javier Milley, deshumanizándolo y estigmatizando sus ideas liberales libertarias
como ideas socialmente ilegítimas.