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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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¿Cuál es la principal fuente de generación eléctrica en Alemania, uno de los países más
verdes y ecologistas de Europa? Pues es la fuente de generación eléctrica que más CO2 emite.
El carbón. Veámoslo.
Si uno de verdad quisiera reducir sus emisiones de CO2, lo que debería hacer evidentemente es desechar
las fuentes de energía que emitan mucho CO2 y apostar por fuentes de energía que apenas emitan
CO2. ¿Y cuáles son las fuentes de energía que emiten más CO2? Pues los combustibles fósiles
y muy en especial el carbón. ¿Y cuáles son las fuentes de energía que emiten menos CO2? Pues
las energías renovables y la energía nuclear. Por tanto de entrada uno podría decir, si quiero
minimizar mis emisiones de CO2, lo que hay de hacer es abandonar los combustibles fósiles y apostar
por las energías renovables. Esto sin embargo tiene dos problemas. Por un lado no contamos con
la tecnología adecuada como para que las energías renovables puedan reemplazar en todos sus usos a
los combustibles fósiles. Por ejemplo, todavía no sabemos cómo mover aviones con energías renovables.
Y el otro problema es que las energías renovables son una fuente de energía intermitente. Generan
energía y más concretamente electricidad cuando se dan las condiciones ambientales adecuadas. Pero
cuando no brilla el sol o no sopla el viento o no contamos con saltos de agua suficientes,
pues entonces no somos capaces de generar nueva electricidad. No es posible ni deseable
acompasar la demanda energética a las fluctuaciones naturales en la generación de energía renovable,
básicamente si en un determinado momento deja de soplar el viento no tiene mucho sentido que un
país paralice en ese instante toda su actividad. Como las energías renovables son fuentes energéticas
intermitentes, cualquier país, cualquier economía capueste por ellas necesitará una fuente de energía
de respaldo que permita seguir suministrando energía cuando las centrales renovables no
lo hagan. Y a la hora de escoger fuentes energéticas de respaldo para las nucleares,
es decir, fuentes de energía que podamos activar y desactivar en cualquier momento para ajustar
su flujo de energía al de las renovables. Cuando las renovables generan electricidad no utilizamos
esas fuentes energéticas de respaldo, porque ya estamos siendo abastecidos por las renovables,
cuando estas dejan de suministrar electricidad, entonces activamos rápidamente esas fuentes
de energía de respaldo para suplir la falta de producción renovable, esas fuentes de energía
de respaldo, básicamente y hasta la fecha, aunque es cierto que cada vez contamos con más
opciones, incluso opciones renovables, pero básicamente y hasta la fecha han sido dos,
o combustibles fósiles o nuclear. De nuevo, si uno tiene como objetivo absolutamente prioritario,
porque nos va la vida del planeta en ellos, según nos dicen, reducir las emisiones de CO2,
la elección entre combustibles fósiles y nuclear debería ser muy obvia, nuclear. Si la nuclear no
emite CO2 y los combustibles fósiles emiten mucho CO2, por sentido común la fuente energética de
respaldo para las renovables, porque estás apostando por las renovables debido a que no
emiten CO2, debería ser la energía nuclear, no los combustibles fósiles. Y si no te va a estar
a con la energía nuclear y tuvieras que echar mano de los combustibles fósiles, entonces de
entre todos los combustibles fósiles que existen, escogerías aquel que genera menos emisiones de
CO2, básicamente el gas. En ningún caso, repito, si tu objetivo prioritario es reducir las emisiones
de CO2, escogerías suplementar a las energías renovables con aquel combustible fósil que
genera mayores emisiones de CO2, como es el carbón. Pues bien, la política energética de Europa
durante las últimas décadas ha consistido en fomentar el uso de las energías renovables para
la generación de electricidad y en utilizar como fuente energética de respaldo para las renovables
los combustibles fósiles. A pesar de que nos han repetido hasta la saciedad que la reducción de
las emisiones de CO2 es un objetivo prioritario nacional para salvar el planeta, no se han
tomado decisiones políticas que al menos serían coherentes con esa premisa, premisa que nos podrá
parecer errónea o correcta, pero en todo caso es la premisa sobre la que dicen fundamentar su
política energética y la decisión coherente con esa premisa sería invertir en nucleares. Eso no
se ha hecho, al contrario, muchos países europeos como España o Alemania han ido cerrando nucleares
que podrían haber seguido generando electricidad sin emitir CO2. En el caso de España, por ejemplo,
en el año 2021, el 17% de toda la electricidad generada procedía de centrales de ciclo combinado,
es decir, se obtuvo quemando gas. De haber contado con más nucleares, de no haber cerrado en el
pasado centrales nucleares, no necesitaríamos haber quemado tanto gas y haber emitido tanto CO2
en consecuencia. El cierre de centrales nucleares, por tanto, ha contribuido a que emitamos más CO2,
algo que supuestamente no deberíamos estar haciendo sin reducir las emisiones de CO2,
están prioritarios, como nos dicen. Pero bueno, dentro de lo que cabe este mix de generación
eléctrica de España, estando viciado por esa incoherencia de raíz que he mencionado al principio,
no es un mix energético tan descabellado. La nuclear sigue teniendo un papel destacado,
un quinto de toda la generación eléctrica del sistema, y cuando se recurre a combustibles fósiles,
se recurre al gas. No se recurre ni al petróleo ni al carbón. La generación de electricidad por
carbón en el año 2021 apenas fue del 2% de la generación total. Por tanto, desde el punto de
vista de las emisiones de CO2, otra cosa es desde el punto de vista del precio de la electricidad,
porque el carbón es más barato actualmente que el gas, y por tanto, desde un punto de vista estrictamente
monetario tendría más sentido generar electricidad con carbón que con gas, pero desde la perspectiva
de las emisiones de CO2 tiene cierto sentido que se haga así, renovables, algo de nuclear,
algo de gas, pero desde luego no carbón. Pues bien, ahora fijémonos en cuál es el mix de
generación eléctrica de ese país que nos decían que dentro de Europa era todo un ejemplo de
transición energética verde, a saber, Alemania. Durante el primer semestre del año 2022,
la principal fuente de generación eléctrica en Alemania ha sido el carbón. Más del 30%
de toda la electricidad generada en Alemania durante los seis primeros meses del año se ha
obtenido quemando carbón. No es algo novedoso, la principal fuente de generación eléctrica de
Alemania lleva siendo carbón desde hace décadas. Lo novedoso en este caso es que el uso del carbón
de la fuente energética más emisora de CO2 que existe se ha incrementado en Alemania en 2022
frente a 2021. ¿Y por qué se ha incrementado? No sólo porque el uso de gas natural para
generar electricidad haya caído como consecuencia del escenario geopolítico en el que nos encontramos,
sino también porque la generación de electricidad a través de centrales nucleares se ha desplomado.
En la primera mitad de 2021 las nucleares generaban más del 12% de toda la electricidad de Alemania,
en el primer semestre de 2022 el 6%. Por tanto, son 6 puntos menos de generación que han tenido que
suplir otras centrales, entre ellas el carbón. ¿Y a qué se debe este bajón tan intenso de la
generación eléctrica de origen nuclear en Alemania? Pues esencialmente a una decisión política,
a finales de 2021 se cerraron tres centrales nucleares en Alemania. Cada una de ellas en
promedio producía el 2% de la generación eléctrica del país, pues si se cierran tres, pasamos del
12% de la generación eléctrica en 2021 al 6% en 2022. Pero es que esto no es lo peor de todo. En
Alemania quedan otras tres centrales nucleares abiertas, de ahí que sigan generando el 6%
del suministro eléctrico total. Y el cierre de esas tres centrales nucleares está programado para
2022, para cuando termine este año. Se está replanteando el gobierno alemán, ha habido a cuenta
de que el cierre de nucleares se está traduciendo en un incremento de su consumo de carbón y por
tanto en emisiones extraordinarias de CO2, se está replanteando el cierre de esas tres centrales
nucleares que quedan abiertas y que son perfectamente funcionales. Pues no. Estamos en medio de una
crisis climática sin precedentes, de una emergencia climática, hay que reducir cueste lo que cueste las
emisiones de CO2, pero las nucleares ya construidas y perfectamente funcionales que contribuyen a
reducir esas emisiones de CO2, no las vamos a mantener abiertas, las vamos a cerrar. Porque
en este caso concreto lo que prevalece no es la emergencia climática, lo que prevalece es el
dogmatismo político-ecologista antinuclear. Para que el lobby antinuclear se sienta reconfortado,
sí vale la pena emitir masivamente CO2. Ahora, para otros propósitos como mejorar la vida de la
gente, porque no olvidemos que los combustibles fósiles en muchos ámbitos siguen siendo la
fuente energética no solo más barata, sino en ocasiones la única que se puede utilizar para
generar riqueza. Pues bien, para mejorar la vida de la gente no está justificado quemar combustibles
fósiles y emitir CO2. Para satisfacer las exigencias del lobby antinuclear, sí. Un ejemplo muy
claro de cómo la política energética europea durante las últimas décadas no ha estado dirigida
desde la racionalidad y buscando la eficiencia y la sostenibilidad. La política energética de
Europa durante las últimas décadas ha estado dirigida desde el dogmatismo y la irracionalidad,
y ahora estamos pagando las consecuencias de ese dogmatismo y de esa irracionalidad.