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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Hola, doctora en economía. Gracias por estar en negocios de televisión.
¿Cómo estamos? Estamos viendo que la cesta, la bolsa,
por llamarlo de alguna forma, del empleo público cada vez se hace más grande.
¿Cómo ve la evolución hacia un trabajo cada vez más público?
Bueno, a ver, lo primero que hay que decir es que, aunque se ha criticado mucho al sector privado
por tener una alta temporalidad, hasta el momento la temporalidad del sector público era más
elevada que la temporalidad del sector privado. En este dato no hay que perderlo de vista.
En segundo lugar, yo puedo entender que se consolide la situación laboral de los interinos,
porque es verdad que es una situación de provisionalidad que no debería convertirse en
permanente, pero es que el problema de fondo es otro. El problema de fondo es la rigidez de
las relaciones laborales dentro de la administración pública que impiden que, ante un cambio de
circunstancias, ante un cambio de necesidades de la propia administración pública, se pueda
prescindir del personal que está contratado, en principio, de manera indefinida, como en una
empresa privada. Una empresa privada, si la empresa quiebra, si la empresa tiene que transformarse
en necesidad menos personal, puede reducir el número de trabajadores que tienen plantilla.
El sector público no. Y, por tanto, incrementar las cifras de trabajadores en el sector público
no solo es problemático, desde el punto de vista presente, por el sobrecoste que va a tener,
sino porque constituye una hipoteca para las generaciones futuras. Ese personal,
cuyo puesto de trabajo en la administración pública se consolida hoy, es un personal que no
va a poder ser despedido por ninguna administración pública futura, aunque en el futuro los ciudadanos
queramos privatizar la educación, queramos privatizar la sanidad, queramos estados mucho
más pequeños, ese personal va a seguir ahí, no se lo va a poder despedir. Tanto creo que es
incluso una decisión cuya calidad democrática es bastante dudosa porque son decisiones que
se toman hoy y que comprometen a las generaciones futuras sin que estas tengan capacidad de elección.
O cambiamos la ley de acceso a la función pública, de acceso y permanencia en la función
pública, o desde luego, medidas como la que se toman hoy, no deberían admitirse.
Entonces ya el empleo público. Perdón, ¿qué peso tiene ya el empleo público? Bueno, el empleo
público, según los datos del registro central de trabajadores del sector público, está en
2,7 millones de personas. El problema es que estas cifras, que son las más altas de la historia,
según esta estadística, no computan aquellos contratos de duración inferior a seis meses,
por eso conviene que nos vayamos a las cifras del INE, y el INE cifra, el número de empleados en el
sector público, hay que actualizarlo, probablemente el próximo trimestre lo hayamos superado,
pero cerca de la marca histórica de 3,3 millones de trabajadores. Por tanto, estamos hablando de que
en el mejor de los escenarios, rondaríamos unos 17 millones de empleos en el sector privado y unos
3,3 millones, si no sigue creciendo la nómina pública, en el sector público. Por tanto,
un empleado público por cada seis empleados privados. Esto, a lo mejor, a ojos de algunos,
no es demasiado porque hay otros países de Europa donde el peso de los empleados públicos todavía
es mayor que en España, por ejemplo en Suecia, por ejemplo en Finlandia, por ejemplo en Dinamarca,
pero hay dos trampas que se suelen omitir en esta comparativa. En estos países, muchos empleados
públicos son empleados a tiempo parcial, por tanto, de un empleo de la jornada completa en España,
de allí pueden salir dos o tres, y en segundo lugar, y vinculándolo con lo que decía antes,
en estos países despedir a empleados públicos, en caso de que cambien las necesidades de la
administración, resulta mucho más sencillo, mucho más flexible que en España. Por lo que aquí
tenemos 3,3 millones, que en la medida en que se vayan consolidando como funcionarios o como
empleados públicos, no como interinos, va a ser muy difícil, ya digo, en el futuro,
prescindir de ellos, aunque el conjunto de la sociedad lo quiera, aunque la administración
pública así lo necesite. Bueno, ese empleo público, como bien dice, cada vez es mayor,
¿pero cómo puede, cómo resta competitividad a las empresas? Bueno, básicamente que el empleo
público se tiene que pagar con impuestos y, por tanto, los impuestos los soportan el sector
privado, es decir, cuanta mayor sea la plantilla del sector público, mayor tendrá que ser la carga
fiscal estructural dentro del país y una carga fiscal estructural más alta, significa más impuestos
a pagar por las empresas y, por tanto, menor competitividad después de impuestos. Habría
un segundo factor que también se podría considerar y es la competencia desleal que
pueda ejercer en algunos casos, no necesariamente en todos, pero sí en algunos casos la administración
pública frente a la empresa privada. Si esa competencia desleal se ejercita, o sea,
acaparando recursos a costa del sector privado y, por tanto, hipertrofiando el personal, pues,
de nuevo, eso es un perjuicio para la empresa privada. Y cabría incluso mencionar un tercer
elemento que, en el caso de España, yo creo que es significativo y es que el sector público,
pues, en un mercado laboral tan desastroso como el español, salarios no especialmente
altos y condiciones laborales, por ejemplo, para muchos jóvenes, bastante lamentables, pues el
sector público parece algo así como el dorado, ¿no?, la aspiración que tienen muchos para tener
una vida decente y es verdad, ¿no?, es decir, lo deseable sería que una persona en el sector
privado pudiese encontrar pronto un empleo estable y bien remunerado, pero debido a la casuística de
nuestra pésima legislación laboral eso no sucede y, por tanto, gran parte del talento interno de
España o se va fuera del país o, si se queda adentro, su aspiración es a incorporarse a la
administración pública en puestos donde el valor que pueden estar generando en la sociedad, a lo
mejor, es escaso o incluso negativo en lugar de quedarse en el sector privado donde potencialmente
podrían crear mucho más valor para todos. Por tanto, esa absorción de talento, ese convertirse
en una aspiradora de talento por parte de la administración pública, habilitando todavía
más plazas con las que quedarse con los mejores trabajadores españoles, también es otro factor
que restaría competitividad. Entonces, por todo lo que nos está contando, ¿podemos estar convirtiendo
el país en un monstruo de gasto público que nos deje quizás sin capacidad de reacción en una
crisis de deuda? Sí, a ver, yo creo que ese es el problema en general en la primera parte de lo
que has mencionado, que estamos hiperburocratizando y ensanchando demasiado el sector público,
ese es el problema de gran parte de Europa, de prácticamente toda Europa. Europa es cada vez
más una maquinaria estatalizada con un porcentaje creciente de la población que vive de los impuestos
que paga el resto de la población y, por tanto, una parte de la población que puede o puede que no,
pero en todo caso, puede o puede que no generar valor a costa, vive a costa de otra que sí lo
genera, porque si no lo genera en el mercado, esos modelos de negocio que no generan valor
desaparecen. Y eso ya digo, es un problema en sí mismo, porque tenemos, como mencionábamos antes,
sociedades cada vez menos dinámicas, menos expuestas al cambio y a la adaptación a un entorno
global. Pero es que además, en el caso particular de España, la segunda parte de tu apreciación,
creo que es especialmente pertinente. España tiene un 120% de dudas sobre PIB, tiene un decidido
público, este año cerrará en torno al 6, 7, 8% y, por tanto, que en este momento en el que
ni siquiera las cuentas están cuadradas a corto, medio o largo plazo, nos pongamos a incrementar el
gasto público, no de manera coyuntural, que podría tener sentido, si hay alguna necesidad
extraordinaria, no de manera coyuntural, sino de manera estructural y de una manera estructural que
no se puede deshacer ni siquiera, aunque lo necesitemos, pues creo que es una irresponsabilidad
cortoplacista muy propia de los gobernantes irresponsables y cortoplacistas que gobiernan
sobre nosotros. Pues Juan Ramón Rayo, gracias por estar con nosotros, un placer. Muchas veces a vosotros,
hasta otra. Gracias.