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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Este sábado estuvo en la sexta noche y en un momento del debate Gonzalo Bernardo os
argumentó que era preferible subir el gasto antes que bajar los impuestos para estimular
la economía. ¿Por qué razón? Pues porque si bajamos los impuestos, parte del dinero
extra que inyecta al Estado en la economía será ahorrado por las familias y no circulará
por la economía, mientras que, si utilizamos ese dinero para incrementar el gasto público,
todo él terminará circulando y generando nuevo valor en la economía. Este mismo argumento
lo repitió Gonzalo en Twitter al día siguiente como podemos observar en el siguiente tweet,
que es mejor bajar los impuestos o incrementar el gasto público. La administración gasta
100 euros más, la demanda aumenta directamente en 100 euros, le damos 100 euros a las familias,
tienen miedo, ahorran 50 y gastan 50, la demanda aumenta en 50, evidentemente más gasto público.
Pues bien, muchos de vosotros no habéis pedido que explique el modelo que está utilizando
Gonzalo Bernardo para efectuar este tipo de afirmaciones y por qué este tipo de afirmaciones
no son necesariamente ciertas. De hecho, él mismo dijo en la sexta noche que este era
un modelo que se explicaba en cualquier curso de introducción a la macroeconomía, y así
es y, por tanto, vamos a tratar de desentrañar la hipótesis que subyacen detrás de este
modelo y, porque una vez relajamos esa hipótesis, en muchos casos poco realistas, la afirmación
que efectúa Gonzalo no es necesariamente cierta. No es que sea necesariamente falsa,
pero desde luego, como digo, no será necesariamente cierta y, por tanto, en muchos casos podrá
suceder que una rebaja de impuestos sea más eficaz a la hora de estimular la economía
que un incremento del gasto público. Bueno, comencemos explicando el modelo sobre el que
se va a Gonzalo para efectuar esta afirmación. Es el modelo Keynesiano más rudimentario,
que ni siquiera el propio Keynes lo suscribiría, y lo que dice es lo siguiente, la producción
en cualquier economía está determinada por su demanda agregada. Si formalizamos esto,
tenemos que la producción, el PIB, que denotamos con la letra Y, es igual al gasto agregado
dentro de la economía. ¿Cuál es el gasto agregado dentro de una economía? El resultado
de sumar, consumo, inversión y gasto público. Omitimos, en este caso, el sector exterior
para mayor simplicidad del modelo. Por tanto, Y se da igual al consumo, más la inversión,
más el gasto público. ¿Cómo podemos representar el consumo dentro de este modelo Keynesiano?
Bueno, básicamente se lo suele representar por la suma del consumo autónomo y del consumo
derivado. Vamos a omitir el consumo autónomo porque no va a alterar demasiado la explicación
que vamos a efectuar a continuación y, por tanto, podemos decir que el consumo viene dado
por el consumo derivado. ¿Qué es el consumo derivado? Pues básicamente, ¿qué parte de
mi renta destino yo a consumir? Si mi renta es 100 y destino a consumir el 60% de mi renta,
el consumo será 60. Esto lo podemos representar diciendo, por tanto, que el consumo es igual
a la propensión marginal a consumir, es decir, qué porcentaje de mi renta destino al consumo,
la propensión marginal a consumir la denotaremos con la letra C minúscula, por la renta disponible
de una persona. ¿Qué es la renta disponible de una persona? Los ingresos que tiene después
de pagar impuestos. Esta renta disponible la representaremos como Y menos T. ¿Por qué
utilizamos Y para ingresos cuando estábamos utilizando Y para producción? Pues porque
toda la producción, cuando es vendida, se transforma en ingresos. Por tanto, necesariamente
a nivel macroeconómico, Y, producción, es igual a Y ingresos. Entonces, en este sentido,
la renta disponible de los agentes económicos será Y ingresos menos T, los impuestos que
pagan. Por tanto, los ciudadanos consumen un porcentaje de su renta disponible que es
calculado multiplicando la propensión marginal a consumir por la renta disponible. ¿De qué
depende la inversión? Pues la inversión depende de múltiples factores y este modelo tan
simplificado no pretende modelizarlos. Podemos decir que la producción depende de las ventas,
de las empresas, que depende de los tipos de interés. Podríamos decir también que
depende de las expectativas. Bueno, simplemente vamos a anotar en esta función la inversión
como determinada por múltiples factores. Y, por último, tenemos el gasto público que
en realidad no depende de nada. El gasto público lo determinan los políticos por su propio
capricho, por su propio arbitrio y, por tanto, lo consideremos una variable que puede ser
modificada exogenamente por la clase política dentro de este modelo. Por consiguiente, ya
tenemos la primera ecuación básica que nos servirá para efectuar los razonamientos
posteriores. Y igual a C- por Y-T más I más G. ¿Cuál es el problema de esta ecuación?
Pues que si os fijáis y por las razones que ya he dicho, Y aparece tanto a la isla
izquierda como a la derecha. Es verdad que a la izquierda trata de representar la producción
y a la derecha el ingreso, pero en términos agregados este modelo asume que producción
es igual a ingresos y, por tanto, los dos son Y. Si queremos, por tanto, despejar Y
y colocarlo como variable dependiente del modelo y que no aparezca, por tanto, a la derecha,
la ecuación puede reordenarse del siguiente modo. Y, la producción, el PIB, es igual
a 1 dividido entre 1 menos C, ahora explicaremos qué significa este término, multiplicado
todo ello por Y más G menos C por T. Ya digo esto, solo la transformación matemática
de la ecuación anterior. La ecuación anterior, si tenía algo de sentido económico, podríamos
comprenderla intuitivamente, esta transformación quizás escape algo más, pero también es
una transformación útil desde un punto de vista económico y, de hecho, es la transformación
que vamos a emplear a partir de ahora. ¿Por qué razón? Porque pone de manifiesto los dos
componentes básicos de la lógica queinesiana. Por un lado, 1 dividido entre 1 menos C,
esto no es otra cosa que el famoso multiplicador del gasto. ¿Por qué razón? Bueno, pues porque
como hemos dicho, C es la propensión marginal a consumir. Si efectuamos esta simple operación,
1 dividido entre 1 menos C, imaginemos que C, la propensión marginal al consumo, es
el 90% de la renta, es decir, que los agentes económicos consumen el 90% de sus ingresos.
En este caso, ¿cuál será el multiplicador del gasto? Pues 1 dividido entre 1 menos
0,9, es decir, 1 dividido entre 0,1 es igual a 10. ¿Esto qué significa? Que cada aumento
del gasto, ya sea gasto en inversión o ya sea gasto público, cada aumento del gasto
se terminará transformando en 10 unidades adicionales de producción. No voy a explicar
ahora el multiplicador, porque si no ya nos alargaríamos mucho, pero simplemente hay
que decir que esto es matemáticamente correcto. Por tanto, esto es simplemente la conclusión
de la ecuación anterior. Era una conclusión que estaba implícita en la ecuación anterior,
pero es una conclusión correcta y adecuada. Otra cosa es los abusos, que en ocasiones
desde un punto de vista intelectual se cometan a cuenta de el multiplicador, pero como tal,
como lo hemos expresado aquí, es correcto. Por tanto, tenemos por un lado el multiplicador
1 dividido entre 1 menos c, y por otro lado tenemos un paréntesis donde aparece lo que
podríamos llamar el gasto autónomo de la economía, la inversión, el gasto público
y un tercer término que son los impuestos pagados, porque los impuestos reducen el gasto
en inversión y el gasto público. Si desarrolláramos más el modelo también reduciría en el llamado
consumo autónomo. Ahora bien, los impuestos no drenan la demanda 1 a 1, en el sentido de
que si subo 1 los impuestos, la demanda agregada cae en 1. ¿Por qué? Pues porque en este
modelo se supone que no toda la renta disponible es consumida. Recordemos que solo se consume
una parte de la renta disponible, la proporción marginal a consumir, y por tanto lo que realmente
se pierde subiendo impuestos no es, como digo, la totalidad de la subida de impuestos, sino
aquella parte de los impuestos que habrían sido consumidos. Por eso hay que corregir
T por la proporción marginal al consumo. Pongamos unas cifras en este, de nuevo ya digo,
simple modelo para ilustrar el argumento de Gonzalo Bernardo. Imaginemos que la proporción
marginal a consumir es del 50%, que es la que Bernardo os consideraba en su tuit, que
la inversión es de 200, que el gasto público es de 200, que los impuestos son también
200. Bueno, en este caso, si la proporción marginal a consumir es del 50%, el multiplicador
1 dividido entre 1 menos c será igual a 2. Por otro lado, ¿cuál será la cuantía del
gasto autónomo? Pues tendremos 200 de inversión, más 200 de gasto público, menos 200 por
0,5 de impuestos. Por tanto, tendremos 200, más 200, menos 100, 400, menos 100, 300.
Por tanto, el gasto autónomo será 300, 300 por 2, el multiplicador, recordad, era 2,
nos dará que la producción agregada son 600. Es decir, el PIB de esta economía serán
600, 600 lo que queramos. 600 millones de euros, 600 mil millones de euros, lo que sea.
Pero el PIB de esta economía sean 600. ¿Por qué serán 600? Pues porque los agentes
económicos gastarán autónomamente 300 y ese gasto, una vez inyectado en la economía,
se multiplicará por 2, de tal manera que la demanda agregada será de 600 y recordad que
en el modelo Keynesiano, la demanda agregada determina la producción agregada. Por tanto,
600 de demanda agregada, 600 de producción agregada, 600 de PIB. Bien, este es el cálculo
de partida. Ahora comparemos cuál es el efecto de, por ejemplo, subir en 100 el gasto público
o de bajar en 100 los impuestos. Si subimos en 100 el gasto público, la
prevención marginal a consumir sigue siendo la misma, el 50%, la inversión sigue siendo
la misma, 200, pero el gasto público ya no son 200 sino 300 y los impuestos siguen siendo
200 porque asumimos que este incremento del gasto público se financia con deuda. Por
tanto, tendríamos multiplicador igual a 2 como antes, 2 por el gasto autónomo. ¿Cuál
es el gasto autónomo? 200 de inversión, más 300 de gasto público, 500 menos 200
por 0,5, es decir, menos 100 de impuestos, 200 más 300 menos 100, 400, 400 por 2, 800.
Por consiguiente, ¿cuál ha sido el efecto del incremento del gasto público sobre el
PIB? Pues el gasto público ha incrementado el PIB en 200, el estímulo en forma de gasto
público ha incrementado la producción agregada en 200. Comparemos ahora los efectos dentro
de este modelo de bajar los impuestos en 100, es decir, en lugar de subir el gasto en 100,
destinar ese mismo importe a bajar impuestos. Bueno, la prevención a consumir sigue siendo
la misma, 50 por 100, por tanto, el multiplicador es 2, la inversión sigue siendo la misma,
200, el gasto público sigue siendo el mismo que nuestro modelo original, es decir, 200,
porque aquí no lo hemos incrementado, pero los impuestos ya no son 200, sino 100. Por
tanto, lo que tenemos es 200 más 200, 400, menos 100 por 0,5, es decir, menos 50, 200
más 200, menos 50, son 350 por 2, el resultado final es que el PIB aumenta hasta 700. Recordad
que aumentando el gasto público en 100, el PIB aumentaba hasta 800, de 600 a 800, por
tanto, un incremento de 200. En este caso, bajando impuestos, el PIB aumenta, pero solo
hasta 700, aumenta de 600 a 700, por tanto, el incremento es de 100. Este es el razonamiento,
por tanto, que utilizaba Gonzalo Bernardo, para decirnos que los aumentos del gasto siempre
son más eficaces a la hora de incrementar el PIB que las bajadas de impuestos, y desde
luego, dentro de este simplista modelo, necesariamente ha de ser así. ¿Por qué? Pues porque las
bajadas de impuestos dentro de este modelo solo tendrían el mismo efecto que el gasto
público en un supuesto muy especial y muy poco realista, y ese supuesto es que la prevención
marginal a consumirse a igual a 1, es decir, que los agentes económicos consuman la totalidad
de sus rentas y no ahorren nada. Sólo, en ese caso, como digo, la bajada de impuestos
en este modelo sería tan, que no más, tan eficaz como el aumento del gasto público,
y por tanto, parece que, ya digo, dentro de los márgenes de este modelo, sí es cierto
que es preferible aumentar el gasto público que bajar impuestos. Sin embargo, este modelo,
como ya habréis podido ver e ir intuyendo, tiene una serie de supuestos simplificadores
que, una vez los relajamos, nos conducen a que esta conclusión no sea necesariamente
cierta. Los supuestos simplificadores van a ser especialmente 3, aunque al final del
vídeo comentaremos un cuarto, y serán 2 hipótesis simplificadoras por el lado de la demanda
y una hipótesis simplificadora por el lado de la oferta. Empecemos por la primera hipótesis
simplificadora por el lado de la demanda. ¿Cuál es esa hipótesis simplificadora? Pues
básicamente que la inversión no se ve influida por los impuestos, por la bajada o por la
subida de impuestos. Esto, evidentemente, no es realista, en tanto en cuanto hay muchos
impuestos que afectan directamente a la actividad empresarial, por ejemplo, el impuesto sobre
sociedades. En este modelo los impuestos solo afectan al consumo, pero no afectan a la inversión,
y esto, como digo, no es realista. Por tanto, si los impuestos sí pueden afectar a la
inversión, entonces las consecuencias o las predicciones de este modelo pueden ser radicalmente
distintas. Por ejemplo, supongamos que al bajar los impuestos de 200 a 100, la inversión
empresarial, que, asumamos, sí se ve influida por los impuestos, como sucede en el mundo
real, aumenta de 200 a 300. En este caso, ¿cuál sería el PIB de esta economía? Pues
la propensión más general a consumir seguiría siendo la misma, el 50%, por tanto, el multiplicador
1 dividido entre 1 menos 0,5 seguiría siendo de 2, pero el gasto autónomo cambiaría. La
inversión en lugar de ser 200 pasaría a ser 300, el gasto público sería de 200, porque
no lo hemos modificado, y los impuestos serían menos 100 por 0,5, es decir, menos 50. Por
tanto, tendríamos 300 más 200, 500 menos 50, es decir, 450, por el multiplicador de
2, 900. El PIB, por tanto, aumentaría de 600 a 900. Recordemos que, en nuestro ejemplo
de aumento del gasto público, el PIB aumentaba de 600 a 800. Por tanto, si presumimos que
los impuestos afectan a la inversión, y la afectarán, por ejemplo, de ese modo, aumentando
la de 200 a 300, resultaría que el PIB aumenta más, bajando impuestos que aumentando el
gasto. Por supuesto, uno también puede decir que el aumento del gasto también afecta
la inversión, y que, por tanto, en el ejemplo de aumento del gasto, también tendríamos
que modificar la inversión. Sí, todo eso es correcto, pero entonces, lo que tenemos
que medir ya es si la bajada de impuestos afecta positivamente más a la inversión que el aumento
del gasto, o si no lo hace. Y, por tanto, ya no podemos afirmar apodípticamente que el
aumento del gasto siempre es más eficaz que la bajada de impuestos, porque, al menos,
con el lado de la inversión, dependerá de si estimula más la inversión, bajar impuestos
o la estimula más aumentar el gasto. Segundo, supuestos simplificador, por el lado de la
demanda de este modelo. Bueno, básicamente, asume que la propensión marginal a consumir
es la misma para todos los receptores de renta. Es decir, que consume el mismo porcentaje
de su renta, un trabajador joven, que un funcionario, que un pensionista. Y este supuesto simplificador,
no es muy realista, porque sabemos que la propensión marginal a consumir es heterogénea
a lo largo y ancho de la economía. Si introducimos algo de heterogéneidad, porque evidentemente
lo ideal sería introducir todavía más, pero una vez introducimos algo de heterogéneidad
en la propensión marginal a consumir, comprobaremos que las conclusiones fuertes de que el gasto
público es más eficaz que bajar impuestos no son necesariamente así. ¿Cómo se modificaría
nuestra ecuación anterior si la propensión marginal a consumir es distinta en función
de quien sea el receptor de los ingresos? Pues, por ejemplo, del siguiente modo, tendríamos
dos propensiones marginales a consumir, C1 y C2. C1 sea la propensión marginal a consumir
de los trabajadores que reciben ingresos porque están dedicándose a producir bienes
de inversión, es decir, sería la propensión marginal a consumir que afectaría al gasto
en inversión y también a los impuestos que pagan estos trabajadores, y luego tendríamos
C2, que sería la propensión marginal a consumir, de aquellas personas que son receptoras
del gasto público, por ejemplo, los pensionistas. Por tanto, la ecuación quedaría modificada
así. El PIB sería igual a 1 dividido entre 1 menos C1 por el gasto en inversión más
1 dividido entre 1 menos C2 por el gasto público, menos C1 dividido entre 1 menos C1 por los
impuestos. Pues bien, si en este ejemplo, por ejemplo, suponemos que la propensión marginal
a consumir de los trabajadores que están empleados en las industrias de inversión
es del 90%, porque son trabajadores jóvenes que lo gastan prácticamente todo, y en cambio,
suponemos que la propensión marginal a consumir del gasto público es del 0,2, el 20%, porque
por ejemplo, son pensionistas muy adversos al riesgo y por tanto atesora en casi todos
los ingresos que reciben, pues las conclusiones de nuevo serán muy distintas. De entrada,
¿cuál será la renta agregada?, ¿cuál será la producción agregada con estas nuevas propensiones
marginales a consumir? Bueno, si la propensión marginal a consumir de los trabajadores en
las industrias de inversión es del 90%, y el gasto en inversión, recordemoslo, era
de 200, el multiplicador de la inversión será de 10, 1 dividido entre 1 menos 0,9, 1 dividido
entre 0,1, es 10, 10 por 200 es 2000. Luego, si la propensión marginal a consumir de los
trabajadores o de los receptores de rentas estatales es del 0,2, lo que tendremos es
que el multiplicador será de 1,25, 1 dividido entre 1 menos 0,2 es 1 dividido entre 0,8,
es decir, 1,25. Por tanto, si el gasto público son 200 por un multiplicador de 1,25, lo que
tendremos es que el efecto sobre la demanda del gasto público será de 250. Y luego,
si partimos de la base de que los impuestos los pagan, esencialmente los trabajadores
en activo, los trabajadores de la industria de la inversión, tendremos, por tanto, que
los impuestos se van a ver afectados por la propensión marginal a consumir de la industria
de la inversión, es decir, c1, es decir, 0,9, y lo que tendremos es 0,9 dividido entre 1
menos 0,9, es decir, 0,9 dividido entre 0,1 es 9, por los impuestos que eran 200, por
tanto, menos 9 por 200 es menos 1,800. Esto lo que viene a significar es que por cobrar
200 de impuestos, la demanda agregada se contrae en 1,800, porque si alternativamente esos
200 hubiesen circulado por la economía, en lugar de ser recaudados fiscalmente, se habrían
multiplicado hasta 1,800. Por tanto, tenemos 2.000 más 250 menos 1,800, 2.000 más 250,
1.250 menos 1.800, tenemos una producción agregada de 450. Este es el punto de partida,
la producción base. Ahora, ¿cómo afecta a esta producción base si aumentamos el gasto
público o si rebajamos los impuestos? Bueno, os dejo las operaciones a vosotros, no las
voy a reiterar todas, pero si aumentamos el gasto público de 200 a 300, dentro de este
modelo donde distinguimos 2 propensiones marginales a consumir, en lugar de solo una, lo que tendremos
es que la producción agregada aumenta hasta 575, es decir, pasa de 450 a 575. ¿Y cuál
es el efecto si en lugar de subir en 100 el gasto público bajamos en 100 los impuestos
desde 200 a 100? Pues la producción agregada pasaría de 450 a 1.350. Vemos por consiguiente
que aquí, cambiando un poco los supuestos, obtenemos que el efecto de la baja de impuestos
es muchísimo más potente que el efecto del aumento del gasto público. Por supuesto,
uno podría decir que la propensión marginale a consumir de los receptores del gasto público
no es tan baja o incluso que es más alta que la de los receptores del gasto en inversión
y por tanto que la conclusión podría ser que el gasto público estimula más la economía
que la hojada de impuestos. Sí, pero entonces habrá que estimar cuál es la propensión
marginal a consumir de los distintos grupos y no podremos afirmar apodícticamente sin
analizar la realidad que, por necesidad, los aumentos del gasto público impulsan más
la economía, impulsan más el PIB que las reducciones de impuestos, dependerá de cuáles
sean los valores, en este supuesto al menos, de la propensión marginal a consumir.
Esta hipótesis simplificadora está por el lado de la oferta, no por el lado de la demanda.
Es verdad que a corto plazo uno puede presuponer que si aumentamos el gasto agregado, la producción
agregada reaccionará aumentando de manera proporcional. Aquí también hay muchos supuestos
simplificadores pero no vamos a entrar de momento en ellos. Ahora bien, esto no significa
que a medio largo plazo ese incremento de la producción agregada motivado a corto plazo
por un aumento transitorio de la demanda agregada se vaya a sostener a largo plazo. Imaginemos
que aumentamos el gasto público para cavar a újeros y volverlos a llenar. Como esa inversión
no genera nada de valor, lo único que genera es una percepción de rentas determinada por
el poder político, una vez el gasto público desaparezca esa actividad también desaparecerá
porque no es una actividad autosostenible, no es una actividad que se pueda autofinanciar
porque insisto no genera valor para el consumidor final y por tanto una vez el político de
turno deja de apoyarla como digo desaparece. Distinto es el caso de que por ejemplo una
empresa utilice parte de su capacidad de financiación para financiar una nueva inversión productiva
que sí sea valiosa para el consumidor, si eso es así esa inversión productiva generará
endogenamente las rentas para autofinanciarse de manera sostenible en el futuro. Amazon por
ejemplo no necesita que el poder político de turno le vaya enchufando ingresos recurrentes
porque ella genera la nueva producción que al ser reinvertida en Amazon permite la continuidad
de ese proyecto de inversión. ¿Por qué esto es importante? Pues porque aunque la influencia
del gasto público fuera a corto plazo mayor sobre el PIB que la influencia de bajar impuestos,
su influencia a medio plazo no tendría por qué serlo. Si aumenta el gasto público de
200 a 300 y en nuestro modelo original el PIB pasa de 600 a 800 pero al año siguiente
el gasto público ya se recorta, ya no aumenta estructuralmente de 200 a 300 sino que regresa
a 200 a su nivel original entonces el PIB volverá de 800 a 600 habrá sido un estímulo transitorio
no permanente. Ahora bien imaginemos que bajamos impuestos y esa bajada de impuestos estimula
nuevas inversiones que son productivas aunque con posterioridad volvamos a subir los impuestos
si esas inversiones ya han logrado desarrollarse al calor de una fiscalidad más atractiva
y ya han alcanzado su umbral de rentabilidad, esas inversiones van a continuar de manera
estructural aún cuando la rebaja de impuestos haya desaparecido y por tanto el incremento
de la inversión de por ejemplo 200 a 300 no tiene por qué revertirse en periodos posteriores
¿Por qué? Pues porque será autofinanciado por la propia inversión en proyectos valiosos
para los consumidores. Este matiz es importante porque el modelo quinesiano como digo simplemente
presume que más demanda agregada es más oferta agregada y aunque a corto plazo pueda ser
cierto recordemos que al final toda producción persiste siempre y cuando sea capaz de satisfacer
las necesidades de los consumidores y no da igual que gastemos en proyectos absurdos que
no generan valor o que gastemos en proyectos racionales que sí generan valor. Los primeros
son hinchazones transitorias de la actividad económica, los segundos son desarrollos permanentes
de la actividad económica. Si cabe presuponer que en general el sector público tenderá
a seleccionar peores proyectos de inversión que el sector privado no porque el sector
público sea más tonto que el sector privado sino porque el sector privado está compuesto
por millones de cabezas pensantes en permanente competencia y por tanto aunque algunas de
esas cabezas pensantes se equivoquen y fracasen y desaparezcan otras cabezas pensantes por
prueba y error terminarán triunfando y sus modelos de negocio terminarán creciendo y
terminarán volviéndose sostenibles en el caso del sector público lo que tenemos es
una jerarquía que selecciona centralizadamente los proyectos de tal manera que no tiene ningún
tipo de feedback que haga que sus malos proyectos de inversión desaparezcan o que haga que aparezcan
unos nuevos gestores externos a esa cadena de mandos totalmente jerárquica y totalmente
vertical que de alguna manera expulsen a los gestores del sector público. Si yo creo que
Pedro Sánchez no sabe gestionar la economía, yo no puedo gestionar la economía en lugar
de Pedro Sánchez, si me puedo presentar unas elecciones, ganar las elecciones y llegar a
la presidencia del gobierno, pero fíjémonos que todo ese proceso no está necesariamente
ligado con que Pedro Sánchez o yo hayamos seleccionado buenas o malas inversiones. Está
determinado por la refriega política que está influida por muchísimos más factores
que si Pedro Sánchez ha invertido bien o mal 100, 200 o 1000 millones de euros. En el
mercado no es así, si una empresa invierte el dinero que posee de mala manera o lo invierte
de manera peor, no necesariamente de manera mala, pero sí de manera peor que otra empresa,
otra empresa terminará expulsándola del mercado porque terminará comiéndose su cuota de mercado.
Por consiguiente, si cabe pensar que el sector privado generará más inversiones sostenibles
que el sector público, entonces el aumento del gasto público simplemente incrementará
de manera transitoria a la demanda agregada. Sin embargo, la bajada de impuestos que impulse
la actividad empresarial si puede aumentar de manera permanente la producción agregada
en la medida en que permita alumbrar proyectos de inversión autosostenibles. Por supuesto
y de nuevo podemos modificar el modelo para suponer que el sector público también es
capaz de seleccionar algunos proyectos de inversión y en ese caso el gasto público podría incrementar
de manera estructural la producción agregada, pero de nuevo en ese caso lo que hay que medir
es si en términos generales y a largo plazo el sector privado selecciona mejor proyectos
de inversión que el sector público, no podemos señalar apodícticamente que por el hecho
de que la demanda agregada a corto plazo de este modelo que inesiano crezca más subiendo
el gasto que bajando impuestos eso significa que las subidas de gastos siempre son más
eficaces a la hora de estimular la economía que las bajadas de impuestos. Al decir esto
se están tomando una serie de hipótesis implícitas muy simplificadoras que una vez
las desmembramos, una vez las desentrañamos vemos que una vez relajadas no nos conducen
a las conclusiones a las que algunos nos quieren conducir. Y por último había dicho que las
tres críticas básicas eran dos por el lado de la demanda y una por el lado de la oferta
pero que cuando termináramos veríamos una nueva crítica adicional por el lado de la
demanda y la crítica es la siguiente. Si el aumento del gasto público no da lugar
a un incremento permanente de la producción eso significa que en el futuro ese aumento
del gasto público habrá que pagarlo o con subidas de impuestos o con menores transferencias
del sector público, es decir con recortes del gasto público. En todo caso lo que sucederá
es que los agentes económicos observarán que sí su renta aumenta hoy porque ha aumentado
el gasto público y ese gasto público se transforma en renta pero que su renta se reducirá mañana
porque mañana le subirán los impuestos o le reducirán el gasto público y por tanto
las transferencias de renta. Si un agente económico sabe que su renta aumenta temporalmente
hoy pero que ese aumento temporal se va a haber compensado por una reducción, también temporal
pero por una reducción futura entonces su decisión de consumo ya no tiene por qué
ser la misma. El modelo Keynesiano presume que los agentes económicos determinan su
consumo únicamente con su renta corriente pero las personas también tomamos decisiones
en función de nuestra renta esperada. Por ejemplo una persona se compra un inmueble no
en función de si hoy tiene un muy buen salario sino de si espera si ese salario buen salario
se va a mantener en el futuro, si una persona hoy cobra 10.000 euros al mes pero cree que
en dos meses va a estar en el paro evidentemente no se va a comprar una vivienda. Por tanto
lo que cuenta no es solo la renta que tenemos hoy sino la renta que esperamos que vamos
a tener en el futuro y si yo espero que hoy tengo más renta de lo habitual pero que en
el futuro voy a tener aunque sea durante un corto periodo de tiempo menos renta de la
habitual a lo mejor no modifico mis decisiones de consumo porque lo que podríamos denominar
mi renta permanente no se ha visto afectada o no se ha visto significativamente afectada
y por tanto podría darse el caso de que si el aumento del gasto público no genera incrementos
sostenibles del PIB que permitan financiar la deuda que hemos emitido para incrementar
el gasto público hoy sin subir impuestos mañana o sin recortar el gasto público mañana podría
suceder que hoy no consumamos no gastemos esa renta adicional derivada del aumento del
gasto público esto es en esencial lo que se conoce como equivalencia ricardiana el
déficit público no afecta a la demanda agregada en la medida en que el déficit público implica
reducciones futuras de la renta agregada y por tanto los agentes económicos ya se preparan
hoy por ejemplo aumentan su ahorro hoy para hacer frente al pago de impuestos futuros
la equivalencia ricardiana no tiene por qué ser de uno a uno a lo mejor sí que aumenta
algo el gasto hoy aunque nuestra renta se reduzca en el futuro pero desde luego matiza la conclusión
que inesiana de que todo incremento de renta hoy se traduce en función de la propensión
marginal a consumir previa al incremento de la renta en nuevo consumo en cierto modo lo
que estamos diciendo es que el propio incremento déficitario del gasto público lo que hace
es modificar endógenamente la propensión marginal a consumir a día de hoy y esto no
tendría por qué suceder con la rebaja de impuestos que por ejemplo impulsa sosteniblemente
la inversión porque si ese impulso de la inversión genera nuevos proyectos de inversión
autofinanciables el PIB se incrementará de manera estructural y por tanto cabe pensar
que en el futuro esa rebaja déficitaria de impuestos se pague con mayor crecimiento
económico es decir se pague con mayores rentas y por tanto con un mismo porcentaje de impuestos
pagados sobre esas mismas rentas se consiga cubrir la deuda que hemos generado hoy sin
por consiguiente reducir en el futuro la renta de los agentes económicos simplemente manteniendo
la misma presión fiscal no estoy diciendo que esto sea así en todos los casos de hecho
suelo criticar a los políticos que utilizan el argumento de vamos a bajar impuestos con
deuda porque esto se pagará con crecimiento económico no tiene por qué ser así ahora
puede ser así y por tanto necesitamos un modelo económico que para hacer predicciones tenga
en cuenta también estos efectos para saber si bajando impuestos se impulsará sosteniblemente
el crecimiento económico y ese impulso sostenible de crecimiento económico no va a afectar
a las expectativas hoy de los agentes económicos de manera que no reduzcan hoy su consumo
porque esperen que en el futuro los impuestos van a subir o el gasto público las transferencias
públicas van a bajar en todo caso creo que con estas cuatro críticas queda claramente
demostrado que una afirmación rotunda basada sobre un modelo tan simplista de que aumentar
el gasto público siempre es más eficaz para estimular la economía aún en el corto plazo
que una rebaja de impuestos es una afirmación rotundamente equivocada puede que sea así
no yo tampoco he argumentado en este vídeo que necesariamente no sea así simplemente he dicho que una vez avanzamos
hacia un modelo que describa la realidad de un modo mucho más realista y por tanto mucho más complejo
que ese modelo ultra simplificado ese modelo que inesiano ultra simplificado entonces una vez aceptamos
más complejidad en el modelo puede suceder perfectamente que las bajadas de impuestos aunque sean transitorias
sean más eficaces a corto, medio e incluso largo plazo para impulsar el PIB que los aumentos del gasto público
también podría ser al revés pero desde luego no cabe hacer afirmaciones rotundas al respecto
simplemente porque partamos de una ecuación súper sencilla pongamos determinados números en esa ecuación
y el resultado sea que dadas las hipótesis no explicitadas de esa ecuación
el modelo nos predice que el gasto público es más eficaz que las bajadas de impuestos
ese es un argumento rematadamente simplista y por tanto rematadamente equivocado.