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El luchador de artes marciales mixtas Renato Moicano recomienda la lectura de las seis
lecciones económicas de Ludwig von Mises. ¿Pero en qué consisten exactamente esas seis lecciones
económicas? Veámoslo.
Hace un par de días, en el evento de artes marciales mixtas Ultimate Fighting Championship
300, se produjo el siguiente hecho harto llamativo. Al finalizar uno de los combates,
el luchador brasileño Renato Moicano recomendó a toda la audiencia que leyera una de las obras
del economista austriaco Ludwig von Mises. Vean este extracto de vídeo que no ha sido generado
por inteligencia artificial.
En este caso, Renato Moicano nos está remitiendo a seis conferencias que impartió Mises en el año
1959 cuando visitó la Argentina por invitación de Alberto Venegas Lynch, el padre del actual
economista y filósofo Alberto Venegas Lynch, hijo, que se ha convertido en una referencia
intelectual de Javier Milei. Pues bien, el padre de Alberto Venegas Lynch, hijo, ya en el año
59, conocía a Ludwig von Mises y lo invitó a Buenos Aires para que impartiera seis conferencias
a modo de seis lecciones sobre teoría económica y la batalla intelectual que podíamos y debíamos
dar a partir de esa teoría económica. Esas seis conferencias, organizadas como seis lecciones
sobre teoría económica, fueron posteriormente transcritas y publicadas en libro. Por ejemplo,
la editorial española Unión Editorial, editorial especializada en publicar libros de la Escuela
Austriaca de Economía, tiene esas seis lecciones publicadas en un libro que se titula Política
Económica, seis lecciones sobre el capitalismo de Ludwig von Mises. O también las tenéis disponibles
gratuitamente en Internet a través del libro que ha publicado en formato PDF el Ludwig von
Mises Institute, concretamente un libro titulado Economic Policy, Thoughts for Today and Tomorrow.
Y como podéis ver, ese libro se estructura en seis conferencias, que son seis lecciones,
sobre teoría económica. ¿Y cuál es el contenido de esas seis lecciones, que se han viralizado en
redes sociales, a raíz de este alegato del luchador de artes marciales mixtas Renato Mohicano? Pues las
siguientes. Primera lección, sobre el capitalismo. La idea clave de esta primera conferencia de Mises es
que lo que caracteriza al capitalismo como sistema económico son dos rasgos. El primer rasgo, que todo
el mundo tiene derecho, todo el mundo dispone de la libertad de iniciativa para tratar de satisfacer
las necesidades ajenas de un modo mejor o más barato que otras personas que estén participando en
el mercado. Es decir, que el primer rasgo del capitalismo es la libre empresa. Y el segundo
rasgo del capitalismo, el fundamental incluso, diría yo, para Mises, es que se trata de un sistema
económico basado en la acumulación de capital. Es decir, un sistema económico que transforma el
ahorro individual en un aumento de la inversión en medios de producción. Y, por tanto, el aumento del
ahorro agregado de una economía tiende a traducirse en un aumento de la inversión agregada del stock de
medios de producción por trabajador y, por consiguiente, en una elevación del estándar de
vida de todas las personas dentro de esa economía a través del incremento, del aumento de la productividad
que se consigue con un stock creciente de medios de producción por trabajador. Segunda lección, sobre el
socialismo. Mises define el socialismo como un sistema no donde hay planificación económica, sino
donde sólo existe planificación económica centralizada y monopolística. No es que en el
socialismo haya planes económicos y en el capitalismo no existan planes económicos. La diferencia
fundamental es que en el socialismo sólo planifica una persona o un grupo de personas, mientras que en
el capitalismo cualquier agente económico que detecte una necesidad insatisfecha o un método
para satisfacer necesidades existentes mejores que otros existentes, cualquier persona puede plantear
sus planes económicos que empezarán a competir con los planes económicos descentralizados y en
competencia que hayan planteado otros agentes. La diferencia, por tanto, es monopolio de la
planificación económica versus libre competencia de los planes económicos. Y el problema de que
exista un monopolio de la planificación económica es doble. Por un lado, que toda aquella propuesta
de valor que no sea aceptada, que no sea comprendida, que no sea abrazada por el órgano de planificación
central en el socialismo, simplemente no acabará viendo la luz. Mientras que en el capitalismo puede
suceder que un determinado empresario, un determinado capitalista, no entiendan, no abracen, no acepten
una determinada propuesta de valor, pero si hay otra persona que sí lo hace, esa otra persona podrá
plantear en el mercado esa propuesta de valor rechazada por otros empresarios, por otros capitalistas y
competir mediante esa propuesta de valor con otras propuestas de valor rivales. Y finalmente será el
consumidor soberano quien decida si prevalece una propuesta de valor o la otra. En el socialismo,
como decimos, esa propuesta de valor no llegará a ver la luz y, por tanto, el consumidor no podrá
validar, no podrá convalidar nada. Simplemente prevalecerá el dictat, el mandato del organismo de
planificación central y, por tanto, su único plan económico monopolístico. Y, en segundo lugar,
esta planificación económica monopolística que caracteriza al socialismo también es negativa
para Mises porque, desde el punto de vista de este economista, las economías modernas sólo pueden
planificarse a gran escala a través del uso del cálculo económico. Y para poder utilizar el cálculo
económico es necesario que existan precios de mercado. Y para que existan precios de mercado es
necesario que exista propiedad privada sobre los medios de producción. Como en el socialismo no existe
propiedad privada y descentralizada sobre los medios de producción, tampoco existen precios de mercado
sobre esos medios de producción y, por tanto, tampoco el planificador central puede utilizar
el cálculo económico. Es decir, que su único problema ya no es que pueda estar ciego frente
a su capacidad para comprender otras propuestas de valor rivales, sino que ni siquiera tendrá,
ni siquiera podrá acceder, ni siquiera podrá llegar a crear toda la información que necesitaría
para poder planificar la economía de un modo tan eficiente como el orden económico que emerge en
un sistema económico capitalista a través de los planes económicos descentralizados y en competencia
que son coordinados a través del sistema de precios. Tercera lección sobre el intervencionismo.
Para Mises, el intervencionismo es una actitud, es una política de un gobierno que consiste en
extralimitarse de las que deberían ser sus funciones en un orden político-liberal. A saber,
cuando el gobierno quiere encargarse de más asuntos económicos que meramente preservar el
orden público y asegurarse del cumplimiento de los contratos, cuando va más allá de las
funciones minimalistas de un Estado minarquista, entonces el gobierno, el Estado, cae en lo que Mises
denomina intervencionismo, en querer controlar distintos aspectos de la economía para perseguir
aquellos objetivos de política económica que se fija el propio gobierno. ¿Y cuál es el problema
del intervencionismo para Mises? Pues se trata de un problema doble, tanto estático como dinámico.
El problema estático es que, en general, el intervencionismo no alcanzará los propios objetivos
que se marque a sí mismo. Por ejemplo, si el Estado quiere lograr que la vivienda sea más asequible,
más accesible para el conjunto de las personas y, para lograr ese objetivo, el Estado establece
un control de alquileres, lo único que logrará a medio plazo es que la vivienda se vuelva menos
accesible. Lo único que provocará es una reducción de la oferta de vivienda y, por tanto, que haya
menos unidades de inmuebles disponibles en alquiler. Y el problema dinámico del intervencionismo es que,
normalmente, los gobiernos, cuando fracasen en sus políticas económicas intervencionistas,
no darán marcha atrás, no reconocerán que se han equivocado y que esas políticas han sido un error,
sino que redoblarán la apuesta. Si, por ejemplo, después de establecer un control de alquileres,
el alquiler, la vivienda en alquiler, no se vuelve más accesible, sino más escasa, y, por tanto,
el racionamiento del alquiler es mucho mayor que el que se lograba a través de los precios de mercado,
lo que harán los gobiernos, por ejemplo, es obligar a los propietarios de viviendas vacías a que las
saquen al mercado. Pero eso sólo hundirá la inversión residencial futura en vivienda y,
por tanto, una reducción a medio-largo plazo del estoque existente de viviendas en una sociedad,
o, al menos, un fuerte deterioro en su calidad. Es decir, que la accesibilidad a viviendas de
calidad, a viviendas dignas, sin duda irá en retroceso. ¿Y ante este nuevo fracaso qué harán
los gobiernos? Pues si el sector privado no produce nuevas viviendas porque la política
intervencionista del gobierno en materia de vivienda desincentiva completamente que los inversores
privados produzcan, suministren nuevas viviendas, será el propio Estado quien tome las riendas de la
construcción, de la administración y de la distribución de vivienda. Ya no como vivienda
privada, sino como vivienda pública. Es decir, lo que señala Mises es que, dinámicamente,
el intervencionismo tiende a autoagravarse porque genera nuevos errores que, lejos de atribuirse a la
intervención original son atribuidos al mercado y, por tanto, sirven como base para justificar nuevas
intervenciones del Estado hasta que, finalmente, el Estado controla prácticamente toda la economía
acercándose a lo que podríamos denominar una economía socialista. Una economía cada vez más
planificada centralizadamente y donde hay menos competencia descentralizada entre planes económicos.
Cuarta lección, sobre la inflación. Mises define la inflación como la pérdida de valor del dinero
como consecuencia del incremento de su oferta y vincula el fenómeno de la inflación a la necesidad
que tienen los gobiernos de crear nuevo dinero para financiar sus políticas públicas. Mises dice que
los gobiernos pueden financiar sus programas de gasto público a través de tres vías, o subiendo
impuestos, o emitiendo deuda, o creando nuevo dinero. Y a los gobiernos les suele resultar mucho más
sencillo utilizar la tercera vía, imprimir dinero, porque de esa manera el coste de sus programas
de gasto queda más diluido, queda más camuflado. Pero que el coste de financiar un programa de gasto
público a través de la impresión de dinero y de la consecuente inflación quede más diluido sea
menos transparente no significa que no exista. Lo que sucede es que ese coste de financiación termina
siendo trasladado a aquellos que ven mermar el poder adquisitivo de las unidades monetarias
que poseen. Se trata, por tanto, de una redistribución desde los tenedores de dinero
que padecen la inflación al gobierno. El gobierno puede gastar más porque otras personas pueden gastar
menos. Pero esa redistribución, como digo, no tiene un carácter transparente, sino camuflado en subidas
de precios. De tal manera que los gobiernos siempre le pueden echar la culpa a los empresarios,
a los malvados empresarios, que suben precios cuando esos precios los han subido porque el
gobierno ha devaluado la moneda. En esta elección, Mises insiste mucho en algo que es fundamental
que entienda cualquier sociedad, pero especialmente en estos momentos y también en 1959, hay que decirlo,
la sociedad argentina. Lo que dice Mises, casi textualmente, es que la inflación no es una
maldición divina, sino que es una opción de política económica. La inflación es generada
por los gobiernos para financiar sus programas de gasto sin subir impuestos o sin emitir deuda.
Por tanto, siendo una opción política, es posible evitar la inflación si el gobierno de turno renuncia
a la inflación como forma, como mecanismo de financiamiento de su gasto público. Y para que
el gobierno renuncie a ello, es fundamental que la sociedad entienda cuáles son las causas de la
inflación y por qué esa opción de financiar los programas de gasto público, crear dinero por encima
de la demanda de dinero para diluir el valor de las unidades monetarias existentes, incrementando
la capacidad de gasto efectiva del Estado, por qué esa opción de política económica es una opción de
política económica nefasta, a la que no habría que recurrir nunca. Y, por tanto, una opción que la
población debe vetarle al gobierno. Quinta lección sobre inversión extranjera. Si hemos dicho que para
que una sociedad se desarrolle es fundamental acumular capital y que el capital se acumula a
través del ahorro, ¿qué sucede cuando una sociedad no cuenta internamente con niveles de ahorro doméstico,
con niveles de ahorro nacional, suficiente como para acelerar la acumulación de medios de producción,
como para acelerar la inversión? Pues que esa sociedad se beneficiará de atraer ahorro extranjero,
capital extranjero que permita incrementar la inversión interna y, por tanto, la acumulación
interna de medios de producción y, por tanto, el incremento de la productividad de los ciudadanos
de esa sociedad. Mises dice que prácticamente todas las sociedades del planeta se han desarrollado
gracias a la inversión exterior, es decir, gracias al ahorro exterior. Y, por tanto, que no debemos
asustarnos por la entrada de capitales extranjeros si no abrazarla. ¿Cuál es el problema que detecta
Mises? Pues que el capital extranjero entrará en un país siempre que espere poder rentabilizar
esa inversión y no ser expropiado por las autoridades nacionales. Y, sin embargo, en el
momento en el que Mises dictaba la conferencia, finales de la década de los 50 y también en gran
medida a día de hoy, buena parte del capital extranjero que entra en un país sí corre un riesgo
cierto de expropiación, ya sea de expropiación directa, que el gobierno nacionalice una determinada
industria creada por capitales extranjeros, o ya sea expropiación indirecta, por ejemplo,
con fuertes subidas de impuestos a la inversión extranjera. Si esto sucede, una economía será
capaz de atraer una menor cantidad de inversión extranjera y, por tanto, el ritmo de su desarrollo
se frenará. Y la sexta lección es una lección donde Mises pretende insuflar optimismo ante
el auditorio porque es una lección donde reflexiona sobre la influencia de las ideas
en política. Después de haber repasado todos los grandes peligros para la prosperidad de
las sociedades libres, el socialismo, el intervencionismo, el inflacionismo o el proteccionismo, Mises dice
que podríamos caer en la desesperación porque parece que estamos rodeados de malas políticas
económicas. Sin embargo, también aquí Mises coloca una luz en el horizonte, una luz de
esperanza, porque a diferencia de lo que sucedía antes del siglo XIX, donde también los estados
aplicaban pésimas políticas económicas, en la actualidad todas estas malas políticas
económicas que aplican los estados dependen, se fundamentan en malas ideas económicas. Los
políticos pueden aplicar medidas socialistas, intervencionistas, inflacionistas o proteccionistas
porque existe dentro de una sociedad un clima intelectual que legitima, que apoya, que justifica
o al menos que tolera esas malas políticas económicas. De tal manera que si se consigue
cambiar ideológicamente a una sociedad, si se consigue que los ciudadanos pasen a considerar
injustificable, inaceptable, políticas socialistas, intervencionistas, inflacionistas o proteccionistas,
entonces esas políticas económicas no podrán ser aplicadas por los gobiernos. En este caso,
permítanme leer textualmente las palabras de Mises porque considero que están muy bien escritas.
Todo lo que sucede en el mundo de nuestro tiempo es el resultado de las ideas, tanto las cosas buenas
como las cosas malas. Y lo que necesitamos es luchar contra las malas ideas. Debemos luchar contra
todo aquello que nos desagrada en la vida pública. Debemos reemplazar las malas ideas por buenas ideas.
Debemos refutar las doctrinas que promueven la violencia sindical. Debemos oponernos a la
confiscación de la propiedad, a los controles de precios, a la inflación, a todos esos males que nos
generan sufrimiento. Las ideas y sólo las ideas son la luz que ilumina la oscuridad. Y esas ideas
han de ser llevadas ante la opinión pública para persuadir a la gente. Debemos convencer a los
ciudadanos de que estas ideas, las ideas liberales, son las ideas correctas, no las ideas incorrectas.
La gran era del siglo XIX, los grandes logros del capitalismo, fueron el resultado de las ideas de
los economistas clásicos, desde Adam Smith a David Ricardo, pasando por Bastiat y otros. Por tanto,
nuestra prioridad debería ser reemplazar las malas ideas por buenas ideas. Y esto es algo que espero y
estoy seguro que lograrán las generaciones venideras. Por tanto, nuestra civilización no
está condenada. Creación y difusión de buenas ideas económicas para contrarrestar las malas ideas
económicas en las que se fundamentan muchas de las políticas económicas que aplican los gobiernos en
contra de nuestra libertad individual y de nuestra prosperidad futura. Ojalá las palabras de Renato
Mohicano, recomendando la lectura de Ludwig von Mises a millones de personas, contribuyan en el margen a
la difusión de estas buenas ideas económicas.