This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
¿Cuáles son los cinco pilares fundamentales de la política económica de Donald Trump?
Veámoslo.
Donald Trump ya es oficialmente el candidato republicano a la presidencia de los Estados
Unidos y ahora mismo el que tiene más probabilidades de terminar ocupando ese cargo.
Si se cumplen las encuestas y los pronósticos de las casas de apuestas, a partir de enero
de 2025 tendremos un segundo mandato de Donald Trump.
¿Y qué cabe esperar económicamente de este segundo mandato?
Pues a tenor de lo que hasta el momento ha desvelado el candidato republicano, algo muy
parecido a la política económica aplicada durante su primer mandato, pero incluso yendo más
allá.
Concretamente, el llamado Trumponomics tiene cinco ejes fundamentales.
Primer eje, política comercial proteccionista.
Durante su primera presidencia, Donald Trump se caracterizó por subir fuertemente los
aranceles, sobre todo frente a China.
La idea de fondo es que la economía estadounidense tenía que reindustrializarse, protegiendo a
su industria de la competencia ejercida por la economía china.
El saldo de esa política arancelaria no ha sido en absoluto una reindustrialización de
los Estados Unidos. Como podemos ver en este gráfico, el porcentaje del empleo total ocupado
en la industria manufacturera siguió cayendo durante el primer mandato de Donald Trump y
continuó cayendo durante el mandato de Joe Biden. Y ello, a pesar de que Joe Biden no revirtió
la política proteccionista de Donald Trump, sino que incluso la profundizó. Mantuvo todos
sus aranceles y añadió otros nuevos y mayores. Pues bien, a pesar de que los aranceles no
han servido para reindustrializar los Estados Unidos y sí han servido, en cambio, para encarecer
las mercancías que los estadounidenses importaban desde China, ahora, en su segundo mandato,
Donald Trump promete aún más aranceles. Y no sólo contra China, sino también contra la
Unión Europea. Recordemos que los aranceles son un impuesto sobre las compras al exterior que
termina siendo pagado, en última instancia, por el consumidor, en este caso el ciudadano
estadounidense, para proteger al empresario nacional incapaz de competir con el empresario
extranjero. Segundo eje de la política económica de Donald Trump. Un dólar débil. Aunque podamos
pensar que el nacionalismo o patriotismo de Donald Trump lo llevará a defender un dólar
fuerte y hegemónico en la esfera internacional, lo cierto es que, como ya explicamos con mucho
más detalle en un vídeo anterior, tanto Donald Trump como sobre todo su vicepresidente J.D.
Vance apuestan por un dólar más barato, por un dólar depreciado, con el objetivo de impulsar
la competitividad de la economía estadounidense y, a través de esta vía, nuevamente fomentar la
reindustrialización del país. La idea de fondo, y esto en parte es verdad, es que la economía
estadounidense importa sistemáticamente más de lo que exporta porque su principal exportación es el
dólar estadounidense. Como el dólar es la moneda internacional de reserva por excelencia, el resto
del mundo demanda dólares y está dispuesto a vender sus mercancías únicamente a cambio de dólares. No
a cambio de dólares que luego utilice para comprar nuevas mercancías en los Estados Unidos, sino a
cambio de dólares que luego mantienen en sus saldos de tesorería sin importar nada desde los Estados
Unidos. Es decir, sin que Estados Unidos exporte. Pues bien, Donald Trump y J.D. Vance quieren un dólar
más débil para fomentar la exportación de mercancías estadounidenses y para desincentivar,
para encarecer la importación de mercancías foráneas, con el objetivo, repito una vez más,
de que se produzcan las mercancías dentro de los Estados Unidos y de que, por tanto,
se genere más empleo industrial. Tercer pilar de la política económica de Donald Trump.
Trump. Tipos de interés bajos. Durante el primer mandato de Donald Trump, este se caracterizó por
presionar a la Reserva Federal, incluso al presidente que había nombrado para la Reserva
Federal el propio Trump, es decir, a Jerome Powell. Trump se caracterizó por presionar a la Reserva
Federal para que bajara los tipos de interés, porque Trump considera que los tipos de interés
bajos son un requisito para que la economía estadounidense florezca. En realidad, los tipos
de interés bajos son un requisito para que el dólar se deprecie, que, recordémoslo, es el segundo
punto de la política económica de Donald Trump, un dólar débil que estimule la exportación. Pues bien,
Trump ya ha reiterado que en su segundo mandato quiere que los tipos de interés sean más bajos y,
si continúa con la estela de su primer mandato, esto tratará de lograrlo presionando a la Reserva
Federal, que, no olvidemos, es un banco central teórica y formalmente independiente del gobierno.
En realidad, sin embargo, quizá ni siquiera sea necesario presionar a la actual Reserva Federal.
Y es que, en el año 2026, mayo de 2026, el actual presidente de la Fed, Jerome Powell,
concluye su mandato. Y, por tanto, Trump, si es presidente en ese momento, tendrá que nombrar
a un nuevo presidente de la Fed. Y, previsiblemente, nombrará en esta ocasión a un presidente de la
Fed que sea bastante más sumiso o bizcochable a la hora de hacer caso a las órdenes que le remita
desde la Casa Blanca Donald Trump en el sentido de bajar los tipos de interés.
Cuarto pilar de la política económica de Donald Trump. Bajar fuertemente los impuestos
con cargo al déficit público. Donald Trump defiende impuestos bastante más bajos que
los actuales, sobre todo en materia del impuesto sobre sociedades. Trump ha prometido que,
en este segundo mandato, rebajará el tipo del impuesto sobre sociedades hasta el 15%,
uno de los más bajos de Occidente. Trump defiende impuestos más bajos, y esto está bien,
pero los defiende sin recortes del gasto público. Esto es, Trump pretende bajar impuestos con cargo
a un incremento del ya enorme y disparatado déficit público de los Estados Unidos. La expectativa,
o más bien esperanza, de Donald Trump en esta materia es que, bajando los impuestos,
aumente lo suficiente la actividad económica como para que la recaudación crezca y compense lo que
se ha perdido por la rebaja de impuestos. Es algo que ya intentó conseguir en su primer mandato y que
no salió bien. Como podemos observar en este gráfico, el déficit público durante el primer
mandato de Donald Trump fue el más elevado en tiempos de expansión económica y de paz desde la
Segunda Guerra Mundial. Y no estoy hablando del déficit público del año 2020 con el COVID,
que por supuesto queda al margen del cómputo. Me estoy refiriendo al déficit público del año 2017,
2018 y 2019. Donald Trump comenzó su mandato con un déficit público del 3,1% del PIB y lo terminó con
un déficit público del 4,5% del PIB. Con posterioridad, Biden todavía ha incrementado más el déficit público.
Biden ha terminado dejando a Trump como un moderado y conservador fiscal. Pero no olvidemos que antes
de la enorme irresponsabilidad fiscal de Joe Biden, Donald Trump, repito una vez más, había sido el
presidente de los Estados Unidos que, en tiempos de paz y de expansión económica, acumuló un mayor déficit público.
Y todo ello por bajar impuestos, que está muy bien, sin recortar suficientemente el gasto público,
que está muy mal. Y quinto pilar de la política económica de Donald Trump, la deregulación. Esto,
de nuevo, es algo que ya aplicó en su primer mandato. Quizá el caso más significativo o pintoresco de esta
política de regulatoria impulsada por Donald Trump fue su orden ejecutiva, donde obligaba a eliminar
dos regulaciones por cada nueva regulación que se aprobara. Y en este sentido, parece que Trump
quiere apostar por una más intensa de regulación económica, sobre todo en materia energética y
medioambiental. El objetivo es abaratar la enorme carga regulatoria que pesa sobre el empresariado
estadounidense para, por esta vía, menores costes regulatorios, mayor libertad de experimentación y
de emprendimiento, fomentar un aumento de la competitividad de la economía estadounidense.
Hasta aquí se trata, desde luego, de una buena idea. Pero tampoco pensemos que todo el monte es orégano.
También en esta materia, Donald Trump es escéptico con el papel que juegan las grandes tecnológicas
estadounidenses. Quiere abrir el mercado para las pequeñas tecnológicas, pero también quiere vigilar,
supervisar y, si acaso, perseguir y sancionar a las grandes tecnológicas estadounidenses,
a las que vincula con la difusión de la ideología UOC. Su candidato a vicepresidente, J.D. Vance,
se ha alineado en muchas ocasiones con el establishment demócrata que quiere trocear
esas grandes tecnológicas estadounidenses para, supuestamente, mejorar el servicio que reciben
los consumidores e impulsar la competencia interna en el país. Además, y a tenor de lo que ha manifestado
Donald Trump hasta el momento, parece que la política industrial de su gobierno se centrará en potenciar
dos sectores económicos que Trump interpreta, correctamente, como claves para el futuro de la
economía mundial. Por un lado, el sector de la inteligencia artificial y, por otro, el sector
de los llamados criptoactivos. Trump ha pasado de ser un enemigo declarado de Bitcoin en su primer
mandato a ser un entusiasta de Bitcoin. Pues bien, estos son los cinco ejes básicos de la política
económica de Donald Trump. Démonos cuenta, por cierto, que cuatro de esos cinco ejes económicos
son ejes económicos claramente inflacionistas. El proteccionismo comercial es inflacionista,
la depreciación del dólar es inflacionista, la rebaja de los tipos de interés es inflacionista y la
bajada de impuestos con cargo al aumento del déficit público es inflacionista. Sólo el quinto pilar de
la política económica de Donald Trump, la desregulación y, por tanto, el aumento de la
productividad de la economía desde el lado de la oferta ejerce una influencia compensatoria sobre
el alza de precios. Y personalmente he de decir que me desagrada profundamente el proteccionismo
comercial de Donald Trump, que me desagrada bastante el ansia de Trump por depreciar el
dólar bajando los tipos de interés al margen de cuál sea la situación inflacionista de los Estados
Unidos. Y he de decir también que me desagrada moderadamente la bajada de impuestos con cargo
al déficit público, sobre todo si estamos en un contexto de crecimiento económico donde bajar
impuestos con cargo al déficit recalienta la demanda y alimenta la inflación. Por tanto,
del programa económico de Donald Trump sólo me gusta que baja impuestos, aunque no me gusta que
lo haga con cargo al déficit público y, desde luego, toda la parte de regulatoria. Por eso,
en su primer mandato fui muy crítico con la política económica de Donald Trump y lo sigo
siendo en este previsible segundo mandato. Ahora bien, a renglón seguido hay que añadir que la
política económica de Joe Biden es exactamente igual en todos los puntos del programa económico de
Donald Trump que son negativos. Joe Biden también apuesta por el proteccionismo comercial. Joe Biden
también desea que bajen los tipos de interés y Joe Biden también aspira a mucho más déficit público.
Y no desde el lado de la bajada de impuestos, sino de la hipertrofia del gasto público. Por tanto,
Biden comparte con Trump todo lo que está mal, no ha revertido absolutamente nada de los peores ejes de
la política económica de Trump y, además, le da la espalda a aquello de la política de Donald Trump
que está bien, como la bajada de impuestos o la de regulación económica. Por tanto,
los estadounidenses van a tener que elegir entre un programa económico malo y un programa económico peor.