logo

Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

¿Gestación subrogada sí o gestación subrogada no? ¡Veámoslo!
Desde una perspectiva liberal, y aún simplificando un poco, podríamos decir que aquellas acciones que
han de ser prohibidas son aquellas que generen un daño para terceros. O dicho de otra manera,
aquellas acciones que no dañen a nadie, que no dañen a terceros, deberían ser permitidas como
parte de la expresión de la libertad individual de cada persona. Durante los últimos días ha
habido mucha polémica en España a cuenta de la gestación subrogada. El motivo de esta polémica
ha sido que una personalidad, una persona famosa en España, Ana Obregón, una mujer de 68 años,
ha sido madre por gestación subrogada en Estados Unidos. Y nada más conocerse la noticia de que
Ana Obregón ha sido madre por gestación subrogada en Estados Unidos, estando eso prohibido en España,
los partidos políticos y también gran parte del público español han salido a la palestra a
defender que, efectivamente, esa práctica está prohibida y debe seguir estando prohibida. Incluso
en mayor medida, es decir, que debería perseguirse la gestación subrogada practicada por españoles en
el extranjero. Pues bien, para defender que la gestación subrogada debe estar prohibida y debe
seguir estando prohibida, uno debería ser capaz de especificar con claridad quién sale dañado,
quién sale perjudicado por la gestación subrogada. Y eso es precisamente lo que vamos
a examinar en este vídeo. Si cabe decir que alguien sale perjudicado, sale dañado por la
gestación subrogada. La gestación subrogada es una técnica de reproducción asistida a través
de la cual unos padres comitentes entran en relación con una gestante subrogada para que
ésta geste y desarrolle hasta el parto un embrión. Un embrión que normalmente tendrá
una vinculación genética con esos padres comitentes. Es decir, se da el hijo genético
de al menos uno de los dos padres comitentes cuando no en muchos casos de los dos. Por tanto,
en la gestación subrogada participan tres partes. Los padres comitentes, la gestante subrogada y el
nasciturus, el embrión, el futuro bebé. De modo que cuando alguien aboga por prohibir la gestación
subrogada presuponiendo que se está generando algún daño a alguien, debemos examinar si
alguna de estas tres partes sale dañada por la gestación subrogada. En cuyo caso, y si ese daño
es un daño suficientemente grande, podría llegar a haber una justificación moral para reclamar la
prohibición de la gestación subrogada. En caso contrario, si esta técnica de reproducción asistida
no generará un daño sobre ninguna de las partes de esta relación, el fundamento para reclamar su
prohibición sería un fundamento muy débil. Por tanto, cabe decir que la gestación subrogada
perjudica o a los padres comitentes o al nasciturus o a la gestante subrogada? Veamos caso por caso.
En primer lugar, creo que es muy complicado argumentar que los padres comitentes son la
parte dañada, la parte perjudicada dentro de una relación de gestación subrogada. Los padres
comitentes son aquella pareja de progenitores, o en su caso, un único progenitor, que normalmente
por problemas de fertilidad propios, ya sea una mujer sin útero, ya sea un padre soltero, ya sea
una pareja masculina o homosexual, que por problemas de fertilidad propios no pueden gestar
a su propio hijo. Y precisamente porque no pueden gestar a su propio hijo y porque desean ser padres
con todas las cargas y todas las obligaciones y todos los sacrificios en favor de su hijo,
que conlleva ser padre, recurren a esta técnica de reproducción asistida para que otra mujer
voluntariamente les geste a su hijo en fase embrionaria. Si de alguna manera podemos decir
que son los padres comitentes los que inician este proceso de gestación subrogada, aquellos que,
sin ser obligados a ello, salvo quizá en un sentido muy laxo y muy genérico del término,
les obliga su infertilidad natural, pero en todo caso, sin ningún tipo de obligación jurídica ni
de coacción material física de ningún tipo, son ellos quienes inician un proceso de gestación
subrogada, es difícil argumentar que los perjudicados son ellos, que los dañados son ellos. De hecho,
normalmente se pinta a los padres comitentes como los principales beneficiarios de una relación
de gestación subrogada, aquellos que explotan a terceros en su propio beneficio para haber
satisfecho su capricho de ser padres. Desde luego, con este tipo de afirmaciones, es difícil luego
argumentar que los padres comitentes pueden ser la parte perjudicada de una relación de gestación
subrogada. Con lo cual, si uno defiende prohibir la gestación subrogada, debería defenderlo,
o bien para prevenir daños sobre el nastiturus, o bien para prevenir daños sobre la gestante
subrogada. Así pues, en segundo lugar, ¿cabe afirmar que la gestación subrogada perjudica
al nastiturus, al embrión que terminará desarrollándose y naciendo como un bebé?
Pues bueno, salvo que uno se adscriva a las teorías antinatalistas del filósofo David
Benatar, según el cual nacer es una desgracia y deberíamos tener una especie de derecho a no
nacer, resulta muy difícil argumentar que el nastiturus sale perjudicado del proceso de
gestación subrogada, porque precisamente ese proceso de gestación subrogada es esa técnica
de reproducción asistida lo que permite que el nastiturus se desarrolle y nazca. Es decir,
que la gestación subrogada es lo que permite que el nastiturus siga viviendo. Sin gestación
subrogada, ese embrión no llegaría a desarrollarse en un bebé y a nacer, porque recordemos que ese
embrión no está emparentado genéticamente ni ha sido concebido por la gestante subrogada,
ese embrión ha sido concebido por los padres comitentes. Y si los padres comitentes son
infértiles, es decir, no pueden gestar por ellos mismos al embrión, a menos que una tercera persona
que sí tiene ese don, que sí tiene esa capacidad, una mujer que desea ayudarlos, sin una gestante
subrogada, ese embrión no llegaría a nacer en bebé. Por tanto, hasta cierto punto podríamos
decir que en realidad el nastiturus es el principal beneficiario de la relación de gestación subrogada,
porque es gracias a la gestación subrogada por lo que ese embrión es capaz de sobrevivir y de
desarrollarse. Sin gestación subrogada, ese embrión o no llegaría a existir o sería destruido. Sin embargo,
a lo mejor cabría argumentar que el nastiturus sale perjudicado por la gestación subrogada en
un segundo sentido. Podríamos pensar que todo niño tiene derecho a ser criado por su madre,
y en la medida en que la gestación subrogada, supuestamente, separa al niño de su madre,
la gestación subrogada sería una técnica de reproducción asistida que atentaría directamente
contra el bienestar presente y futuro de esa nueva persona. Sin embargo, demos nos cuenta de que este
argumento parte de un presupuesto cuando menos discutible. Y el presupuesto discutible es que la
madre de ese niño, la madre de ese bebé, la madre del nastiturus, es la gestante subrogada. Desde hace
siglos hemos considerado que madre es la que pare por una cuestión de elemental seguridad jurídica,
hasta hace muy pocas décadas la madre que gestaba y que paría necesariamente era la madre genética,
no podía ser de otra forma. De ahí el principio jurídico de que matter sempre que esta est. La
madre siempre es cierta. La mujer que ha dado a luz a su hijo necesariamente ha de ser su madre
genética. Con los padres, obviamente, no podemos decir lo mismo. El padre no gesta al embrión y,
por tanto, potencialmente cualquiera puede ser el padre. La única manera de saber desde un punto
de vista biológico quién es el padre de un determinado niño es a través de un test genético.
El hecho de que un hombre esté casado con una mujer no garantiza que ese hombre sea el padre del
hijo de esa mujer. Pero con el desarrollo de las nuevas tecnologías ya no es necesariamente cierto
que la mujer gestante ha de ser necesariamente la madre biológica del embrión que está gestándose
y desarrollándose en su vientre. Si le hiciéramos un test genético a ese embrión, podría resultar
que la madre es otra mujer. Es la mujer que ha aportado el óvulo, que ha sido fecundado
por un determinado espermatozoide, generando el embrión, que posteriormente es implantado en
el vientre de otra mujer y allí es gestado y desarrollado. Por tanto, como poco habría
que cuestionarse si a día de hoy sigue siendo necesariamente cierto, que aquella mujer que
gesta un embrión ha de ser sí o sí la madre de ese embrión o del futuro bebé que se desarrolle
a partir de ese embrión. Y creo que habría que planteárselo máxime cuando, en muchísimas
ocasiones, y en contra de la imagen que suelen transmitir determinados medios de comunicación,
las gestantes subrogadas ni se sienten ni desean ser madres del embrión que se está
desarrollando en su vientre. Muchas de las mujeres que practican la gestación subrogada son madres
de familia. Son mujeres que ya tienen su propia familia, que ya tienen su propio marido, que ya
tienen sus propios hijos y que no quieren nuevos vástagos dentro de su entorno familiar,
especialmente si además ese embrión ni siquiera está emparentado genéticamente con ellos. De
hecho, en los procesos de gestación subrogada, las mujeres gestantes tienen su propio abogado y uno
de los principales cometidos que tiene el abogado de una gestante subrogada es asegurarse, es
garantizarse que la gestante subrogada no va a tener ningún tipo de responsabilidad sobre el
futuro bebé una vez nazca. Es decir, que no va a ser su hijo, que no va a tener ningún tipo de
carga económica para el mantenimiento de ese bebé, etcétera, etcétera, etcétera. Esa es una de las
principales obsesiones de la mayoría de gestantes subrogadas. Participan en esta técnica de
reproducción asistida en favor del hijo en fase embrionaria de unos padres comitentes bajo la
estricta condición de que ellas no deberán madres, tutoras legales, del futuro bebé una vez nazca.
Con lo cual, ¿cabe considerar que una mujer que está gestando un embrión con el que no guarda
ningún tipo de relación genética y que además lo gesta sin sentirse ni querer ser madre, cabe
considerar que esa mujer es la madre del futuro niño que va a nacer, cuando además uno de los
padres comitentes, es decir, de las personas que están promoviendo activamente el proceso de
gestación subrogada para conseguir que ese embrión, que su hijo en fase embrionaria se
desarrolle en bebé gracias a la participación cooperativa de una mujer gestante subrogada,
cuando digo uno de esos padres comitentes puede ser precisamente su madre biológica.
¿Qué sentido tiene rechazar que esa mujer, que es su madre genética y que está impulsando y
deseando la concepción, el desarrollo y el nacimiento de ese futuro bebé? ¿Qué sentido
tiene rechazar que esa mujer es su madre? Y en todo caso, aún cuando por algún tipo de
tradición o de prejuicio no queramos llamar a esa mujer su madre, aún cuando queramos seguir
llamando a la mujer que gesta a ese embrión pero que no desea adquirir la tutela sobre el futuro
bebé, que no desea ser madre de ese embrión, aún cuando queramos seguir llamando a la madre,
lo que debemos plantearnos es algo muy sencillo. Ese futuro bebé estará mejor, tendrá mayor
bienestar, se desarrollará como persona de una mejor manera con una mujer que no quiere ser su
madre, que no quiere ejercer como su madre, que simplemente lo ha gestado para ayudar a unos
padres comitentes que sí desean ser sus padres y que son sus padres genéticos a que su hijo
en fase embrionaria se termine desarrollando en bebé y termine naciendo. ¿Acaso ese bebé tendrá
mayor bienestar con esa gestante subrogada que con sus padres genéticos que han promovido el
proceso de gestación subrogada? ¿Y la alternativa cuál sería si la gestante subrogada no quiere
ejercer como madre porque simplemente ha ayudado a una pareja a que se desarrolle su hijo en fase
embrionaria? Y tampoco admitimos que los padres comitentes ejerzan como padres la alternativa
que mejoraría el bienestar de ese niño sería que los servicios sociales del estado, que los
funcionarios, que los burócratas de un estado ejerzan como padres de ese niño. ¿De verdad
alguien puede creer que en términos generales, en términos promedio, un niño nacido por gestación
subrogada estará mejor con los servicios sociales de un estado que con sus padres genéticos y con
los que en definitiva han promovido todo este proceso de gestación subrogada para conseguir
que finalmente su hijo en fase embrionaria termine naciendo? A este respecto y para finalizar,
también hay que recalcar que no existe evidencia alguna de que los hijos por gestación subrogada
sufran algún tipo de merma en su bienestar o presenten alguna carencia en su desarrollo
frente a los hijos que hayan sido concebidos y nacidos por gestación no subrogada. Y es verdad
que la ausencia de evidencia no equivale a evidencia de ausencia, pero en cualquier
caso sí hay que constatar que no hay datos fehacientes que acrediten el argumento de que
los niños nacidos por gestación subrogada sufren algún tipo de merma en su calidad de vida,
en su bienestar o en su desarrollo emocional. Y por último, cabe considerar que la gestante
subrogada es la parte que sale netamente perjudicada de esta relación, la parte damnificada,
la parte en cuyo nombre habría que prohibir la gestación subrogada. Este es el argumento que
utiliza parte, gran parte del movimiento feminista. Es decir, que las mujeres gestantes están siendo
explotadas por el capitalismo, por unos padres ricos, por el heteropatriarcado, por quien sea.
Están siendo oprimidas, están siendo forzadas, están siendo obligadas a ejercer como gestantes
subrogadas y, por tanto, están siendo forzadas a separarse de quienes ellas sí consideran sus
hijos. Poco más o menos la imagen que se nos pinta es que se les arrebatan a sus hijos de las manos
en contra de su voluntad. ¿Pero cómo se fuerza a estas mujeres a ser gestantes subrogadas y,
por tanto, a desprenderse de quienes ellas consideran sus hijos? Pues desde luego no está
encima de la mesa la pretensión de que hay algún tipo de organización que, a modo de cuento de la
criada, está forzando, está obligando, está coaccionando a estas mujeres a desprenderse de
sus hijos. Pero lo que se argumenta es que el contexto socioeconómico en el que viven estas
mujeres las obliga a tomar esa decisión. Que su situación económica es tan sumamente desesperada
que no tienen otro remedio salvo que vender a sus hijos. En realidad, y al menos en Estados Unidos,
que es el país donde esta famosa española Ana Obregón ha tenido a su hija por gestación subrogada,
este argumento no tiene demasiado sentido. En Estados Unidos, aquellas mujeres que están
en una situación socioeconómica tan mala como para hallarse desesperadas para, sin quererlo,
gestar a los hijos de otros y entregarles a quienes ellas consideran sus hijos, esas mujeres no tienen
permitido, por las propias agencias de gestación subrogada, no tienen permitido ejercer como
madres gestantes. Y se la rechaza como gestantes por una razón muy elemental, porque a nadie le
interesa que esas mujeres actúen como gestantes subrogadas. Los padres comitentes, que se consideran
padres de su hijo en fase embrionaria y, por tanto, del futuro bebé, desde luego no quieren que una
mujer geste a su hijo si esa mujer se considera a su vez madre de su hijo y que, por tanto,
llegado el caso, pudiese llegar a cometer lo que ellos interpretarían como una locura que
es secuestrar a su hijo, al hijo de los padres comitentes, porque la mujer considera que ese bebé
es en realidad su hijo. No quieren, desde luego, entablar una relación tan tensa, tan enfrentada,
tan confrontada con una mujer que va a gestar durante nueve meses a su embrión y que va a dar
a luz a su futuro hijo. En términos generales, por tanto, las gestantes subrogadas son mujeres
que son muy conscientes de lo que están haciendo, que no están en una situación socioeconómica
desesperada y que, por tanto, saben separar emocionalmente el proceso de gestación de
la adquisición de la maternidad. Son mujeres que, como ya he dicho, mayoritariamente no quieren
ser madres del embrión que están gestando, que se aseguran incluso jurídicamente de no tener ningún
tipo de vinculación ni de responsabilidad hacia el futuro bebé que van a hacer. Son mujeres que
desean ayudar a una pareja a ser padres, a que se desarrolle su hijo en fase embrionaria, pero que
no quieren convertirse en madres de ese hijo. De hecho, en este estudio de 2016, en el que se
efectúa una encuesta sobre el nivel socioeconómico de las mujeres que ejercían como gestantes
subrogadas, encontramos que el 75% de la muestra de este estudio eran mujeres con ingresos familiares
superiores a 50.000 dólares, y un 28,6%, casi un 30%, eran mujeres con ingresos familiares
superiores a 100.000 dólares. Desde luego, es difícil afirmar que estas mujeres, quizá otras sí,
pero estoy hablando de este grupo de mujeres, se encuentre en una situación socioeconómica tan
desesperada como para tener que gestar al hijo de otra pareja en su propio vientre y en contra de
su voluntad, y terminar entregando a un retoño que han gestado ellas mismas que consideran su propio
hijo, pero que ya no tienen otro remedio que terminar dándoles a una pareja que consideran
extraña. No, el proceso de gestación subrogada no funciona así. No funciona así porque no se
desea que funcione así. Nadie lo desea, ni lo desean los padres comitentes, ni desde luego la
gestante subrogada. Y precisamente por eso, cuando hay una labor de intermediación para conectar a
los padres comitentes con la gestante subrogada, una de las misiones críticas que tiene el
intermediario, la agencia, es seleccionar adecuadamente a las gestantes, es decir,
filtrar y separar a aquellas mujeres que no están psicológicamente preparadas para ser
gestantes subrogadas y a aquellas otras mujeres que sí lo están. Y por tanto, las mujeres que
participan de un proceso de gestación subrogada, que normalmente son mujeres, no siempre, pero
normalmente son mujeres que ya han tenido sus propios hijos, esas mujeres, repito, gestan en
beneficio del nastiturus y en beneficio de los padres comitentes. No gestan para concebir a su
propio hijo, ni siquiera gestan como causa principal, al menos eso es lo que señalan los
principales estudios, por el mero hecho de recibir una gratificación monetaria. Gestan porque tienen
un fuerte sentido de ayudar a terceros, hasta el punto de sacrificarse durante nueve meses a concebir
en su vientre el hijo de otra pareja. De hecho, si quienes plantean que las gestantes subrogadas
solo pueden ser por necesidad mujeres pobres y desesperadas porque ninguna otra mujer estaría
nunca dispuesta, si no lo necesita, a gestar el hijo de otras personas, si de verdad las personas
que formulan este argumento se lo creyeran, lo que harían sería defender la gestación subrogada
por parte de aquellas mujeres que superen determinados umbrales de renta. Por ejemplo,
las mujeres cuya renta familiar sea inferior a 50.000 o 60.000 dólares anuales o euros anuales
no tienen permitido ser gestantes subrogadas por si acaso lo están siendo por una situación
económica desesperada. Ahora bien, las mujeres que superen un determinado nivel de ingresos o un
determinado nivel patrimonial no deberían tener impedido ser gestantes subrogadas. No habría
por qué presuponer que si ellas voluntariamente deciden ser gestantes subrogadas para ayudar a
terceras personas, a una pareja de padres comitentes y a su hijo en fase embrionaria a
desarrollarse y a nacer, si ellas escogen ayudar a estas personas que lo han escogido bajo algún
tipo de coacción o en contra de su voluntad. No incluso aquellos que compren el argumento de que
las circunstancias socioeconómicas te coaccionan. Una vez has descartado las circunstancias
socioeconómicas a través de umbrales de ingresos o de patrimonio, deberían aceptar que una mujer
adulta, si voluntariamente decide ser gestante subrogada en favor de una tercera pareja,
esa mujer no sale perjudicada del proceso de gestación subrogada, porque voluntariamente
decide formar parte de él. Es decir, ella misma juzga que prefiere ser gestante subrogada a no
serlo. Y por tanto, si ni los padres comitentes, ni el nastiturus, ni la gestante subrogada son
necesariamente partes perjudicadas de una relación de gestación subrogada, quién sale perdiendo,
quién sale dañado, quién sale damnificado por la misma. Y cuidado, que nadie salga necesariamente
damnificado no significa que no pueda haber casos de damnificados, pero eso sucede en cualquier
faceta de la sociedad, sucede en cualquier tipo de relaciones humanas. Sería como decir que,
como en algunos casos hay violencia dentro del matrimonio, todos los matrimonios necesariamente
implican un perjuicio para alguna de las partes. No estamos evaluando si puede haber abusos en
determinados casos de gestación subrogada, que, por supuesto, lo que estamos evaluando es,
primero, si hay necesariamente abusos y, segundo, si la evidencia nos indica que normalmente hay
abusos. Y ni lo uno ni lo otro. De modo que, una vez nos informamos sobre la realidad de este proceso,
una vez reflexionamos cabalmente sobre el mismo, lo que nos muestra la razón y la evidencia es que
no hay damnificados dentro de un proceso de gestación subrogada. Los padres comitentes
terminan convirtiéndose en tutores legales de su hijo en fase embrionaria una vez este se haya
desarrollado en bebé gracias a la generosísima cooperación de una mujer que ha actuado de
gestante subrogada. ¿Quiénes son entonces los perjudicados? Los únicos perjudicados solo pueden
ser aquellas personas que no toleran la felicidad ajena cuando esta derive de relaciones perfectamente
voluntarias.