logo

Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

¿Qué ha ocurrido entre Vox y Podemos? ¿Ha insultado la diputada Carla Toscano a la
ministra Irene Montero? ¿Ha utilizado la violencia política Vox contra Podemos? Veámoslo.
Una de las mayores polémicas políticas y sociales ahora mismo en España son las palabras
que el partido político Vox dirigió contra la ministra de Igualdad Irene Montero en sede
parlamentaria, así como la reacción nacional e internacional a las mismas. Antes de opinar
sobre ellas, pongamos el extracto completo de este intercambio parlamentario.
Aquí tengo que hacer una parada obligada, señora ministra, libertadora de violadores.
No descarto que esta rebaja en las penas se haya hecho con premeditación y alevosía.
Hay que tenerla de cemento armado para insultar a profesionales que se han pasado años de
su vida estudiando derecho y una oposición, cuando el único mérito que tiene usted es
haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias.
El ruego que retire la alusión que ha referido a la ministra en relación a su relación
personal con Pablo Iglesias será retirado del diario de sesiones y le llamo al orden
por primera vez.
Quiero solicitar que se incorpore al diario de sesiones la violencia política que se
está ejerciendo en este momento en la sede de la soberanía popular para que no se borre
y también para que se pueda saber que las feministas y las demócratas somos más y
les vamos a parar los pies a esta banda de fascistas con más derechos.
Lo primero de todo es describir lo que ocurrió en sede parlamentaria y lo que ocurrió en
sede parlamentaria es que, en primer lugar, la diputada de Vox, Carlatos Cano, insultó
a la ministra Irene Montero y utilizo correctamente el verbo insultar a pesar de que sé que muchos
seguidores y militantes de Vox me replicarán que no, que no la ha insultado, que simplemente
ha descrito la realidad tal cual es.
El problema con este tipo de réplicas es que insultar no presupone mentir, insultar
es un acto que va dirigido a ofender, a irritar a una persona y basta con consultar la rae
para verificarlo.
Vox es ofender a alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones y claramente en este
caso Irene Montero se siente irritada y provocada, no solo eso, Vox pretendía con sus palabras
irritar y provocar a Irene Montero, por mucho que crea a Vox que está colocando el dedo
en una yaga que sí existe y que por tanto sólo está reflejando la realidad, nada
de eso es incompatible con que se esté insultando a una persona, tanto por lo que el receptor
percibe como por lo que el emisor pretende.
Por tanto, sí, Vox insultó a Irene Montero, ahora Irene Montero también concluye su intervención
insultando a Vox y les vamos a parar los pies a esta banda de fascistas con más derechos.
De nuevo uno podrá pensar que en Vox son todos fascistas y que por tanto Irene Montero
sólo está describiendo la ideología que predomina en Vox, pero otra vez insultar no
presupone mentir, insultar presupone ofender e irritar, por tanto Irene Montero insulta
o al menos pretende insultar a Vox, no les está llamando banda de fascistas con un propósito
meramente descriptivo de cuál es la ideología en la que los miembros de Vox se auto reconocen,
no les está llamando fascistas, banda de fascistas para ofenderlos y para irritarlos.
Se replica a un insulto con otro insulto desde sede parlamentaria, algunos podrán pensar
que el primer insulto es mucho más grave que el segundo, otros, a buen seguro, juzgarán
que el segundo es bastante más grave que el primero, dado que el fascismo es una ideología
asociada con crímenes contra la humanidad y por tanto acusar a alguien de fascista es
estar asociándolo a esos crímenes históricos contra la humanidad.
En todo caso sea más grave el primer insulto que el segundo o el segundo que el primero,
lo cierto es que estamos en una rueda de insultos que convierten a la política en un
lodazal mayor de lo que ya era antes de que los insultos coparan el discurso público
y llama la atención que desde Podemos se escandalicen porque la política se esté
convirtiendo en un lodazal de insultos mayor del lodazal que ya era antes de que se practicaran
los insultos de manera generalizada, no solo porque ellos recurren también habitualmente
a insultos, sino porque quien entonces fuera su secretario general llegó a defender la
necesidad de naturalizar los insultos en redes sociales.
Recordemos estas palabras de Pablo Iglesias.
Pero creo que hay que naturalizar que en una democracia avanzada, cualquiera que tenga
una presencia pública y cualquiera que tenga responsabilidades en una empresa de comunicación
o en la política, pues lógicamente está sometido tanto a la crítica como al insulto
en las redes sociales y el derecho cuando las cosas se salen de madre ofrece instrumentos
a todo el mundo para emplearlos en este caso.
Que probablemente el insulto sea inevitable dentro de cualquier sociedad porque siempre
habrá personas que quieran ofender o irritar a otras con sus palabras o con sus acciones,
lo que no debería suceder es que esa sociedad sea indiferente ante la proliferación de
insultos como reemplazo del debate político, del debate de ideas políticas.
Cuando uno busca insultar no está tratando de atacar el fondo de la idea a la que se
está enfrentando.
Está tratando de criticar para anular al emisor de esa idea.
Por tanto, reemplazamos el debate de ideas por una lluvia de insultos entre personas
que no guardan demasiada relación con el fondo de las ideas que deberían estar debatiéndose.
Y aquí Pablo Iglesias básicamente está diciendo que hay que naturalizar que las personas
que tengan una cierta relevancia pública sean insultadas.
No hay que naturalizar nada de eso.
Una cosa es que eso sea inevitable que suceda, una cosa es que no haya que perseguir penalmente
a quienes insulten y otra muy distinta que haya que considerarlo como algo consustanciado
a las sociedades democráticas.
No, es una forma de emponzoñar el discurso público.
Inevitable tal vez, sí, pero criticable.
Y de hecho una de las funciones que tiene criticar el insulto en el espacio público
es evitar que prepondere más, porque si se genera una especie de estigma social contra
quien insulta recurrentemente como sustituto del argumento político no habrá una sanción
penal contra esa persona, pero si habrá una crítica social que pondrá límites a esos
insultos recurrentes como sustituto del razonamiento intelectual.
Vamos, las normas de educación y de civismo de toda la vida.
No vamos a sancionar penalmente a un maleducado, pero tampoco le vamos a aplaudir o a mostrarnos
indiferentes frente a sus actos incibicos.
Y démonos cuenta de que aquí podemos pasar rápidamente de un extremo al otro.
Por un lado, Pablo Iglesias nos está diciendo que hay que naturalizar el insulto, que hay
que quitarle hierro al insulto contra figuras públicas en una democracia avanzada, y por
otro, Irene Montero en sede parlamentaria calificó de violencia política los insultos que acababa
de recibir de box.
Lo mismo nos dicen que insultar no es para tanto que hay que naturalizarlo, que no hay
que perseguirlo penalmente, como que el insulto es violencia política.
Volvamos a dar rae.
Violencia significa cualidad de violento.
¿Y qué es violento?
Pues dicho de una persona que actúa con ímpetu y fuerza y se deja llevar por la ira, en
este caso box podrá haber insultado Irene Montero, pero desde luego no la insultó movido
por la ira, así que esta definición no encajaría.
El propio de la persona violenta, es una definición circular, en tercer lugar que implica una
fuerza e intensidad extraordinarias, y cuarto que implica el uso de la fuerza física o moral.
Dentro de la fuerza moral se incluye, esencialmente, las amenazas.
El insulto es algo que hay que criticar, incluso uno podría pensar que es moralmente paritario
responder al insulto con el insulto, bien, el problema es que esto se puede ir degenerando
como hemos visto, hasta que el insulto se responde con insulto, con más insulto, con
más insulto, etcétera, pero en todo caso el insulto no es violencia, y es muy problemático
equiparar insulto con violencia, porque la violencia supone utilizar la fuerza, o amenazar
con utilizar la fuerza física sobre una persona, y no es lo mismo ofender que utilizar la fuerza
contra una persona.
Creo que todos entenderemos que habría sido extraordinariamente más grave que un diputado
agreda físicamente a otro diputado, a que un diputado insulte a otro diputado.
Pero si intelectualmente vamos derruyendo las nítidas fronteras que existen entre el
insulto y el uso de la fuerza física para coaccionar a una persona, entonces terminaremos
cayendo en el absurdo de que puede resultar proporcional responder a un insulto con el
uso de la fuerza física.
Si tan violencia es el insulto como la fuerza física, entonces aquel que se sienta insultado
tendría un derecho de legítima defensa, sobre todo para evitar que se le siga insultando,
que podría consistir en el uso de la fuerza física, de la violencia de verdad, contra
aquel que le está insultando.
Así que fijémonos en el totum revolutum, en el disparate intelectual en el que está
cayendo Podemos.
Hemos pasado de decir que tampoco hay que darle tanta importancia al insulto, que hay
que naturalizarlo como parte de nuestra sociedad democrática a que el insulto es violencia
y por tanto o bien los particulares podemos ejercer violencia física contra el insulto
o al menos debería estar sancionado el insulto como violencia dentro del código penal.
Y no podrá pensar, bueno, en este caso se está utilizando el término violencia o violento
de manera metafórica como cuando decimos que una situación que nos incomoda es una situación
violenta sin que con ello queramos expresar que esa situación nos está agrediendo físicamente,
pero en realidad claro que hay una agenda y una ideología política que pretende restar
la importancia a la violencia física e incrementar la importancia social que tienen otras formas
de ofensa o de pensamiento que no implican violencia física pero que sí se quieren
perseguir desde el Estado y para ello es necesario equipararlas a la violencia física.
Y si creemos que esto no es así, que en realidad nadie pretende hacer esto, basta con que leamos
a la escritora y a la periodista Nuri Alavari en el país defendiendo a Irene Montero frente
a los insultos de Vox, que me parece una opinión perfectamente legítima a la de querer defender
a Irene Montero frente a los insultos de Vox, lo que ya me parece más problemático como
vamos a ver son los argumentos que se quiere emplear para ello.
Dice Nuri Alavari, toda violencia verbal o de pensamiento, ni siquiera ya verbalizar
determinado contenido insultante sino meramente concebirlo en tu mente, toda violencia verbal
o de pensamiento contra una persona es una violencia física y uno podría pensar bueno
a lo mejor está empleando el término violencia verbal o de pensamiento en otra accepción
que no sea meramente insultar a una persona, pues no, de hecho no hay una transición
tan grande como nos gustaría creer entre insultar a una persona y golpearla, entre insultar
a una mujer y matarla, entre insultar a un colectivo y aniquilarlo, pero qué disparate
es este, de verdad está sugiriendo o afirmando Nuri Alavari en defensa de Irene Montero que
deberíamos equiparar o al menos acercar bastante el tipo penal por insultar a una mujer con
el tipo penal por matar a una mujer, y quien dice una mujer entiendo que también a un
hombre, porque será igual de grave insultar y matar a un hombre que a una mujer, una cosa
es que se quiera argumentar que si insultamos recurrentemente a una persona o a un colectivo
si terminamos deshumanizando a esa persona o a ese colectivo verdualmente podemos terminar
escalando en nuestros actos, nosotros u otras personas y llegar a la violencia física,
se podría ser un argumento legítimo, si se denigra sistemáticamente al pueblo judío
pues se puede terminar cometiendo crímenes contra la humanidad contra el pueblo judío,
bien no es un argumento absurdo, ahora pretender que insultar al pueblo judío ya es en sí
mismo, casi tan grave como aniquilar al pueblo judío, ya ni siquiera insultarlo sino incluso
pensar en insultos hacia el pueblo judío es tan grave como aniquilarlo, es un absoluto
despropósito que lo que hace es vaciar de contenido a la palabra violencia, y si no
somos capaces de graduar la gravedad de unas palabras o de unas acciones entonces todo
vale contra todos, incluso cabrían como acabamos de comprobar crímenes de pensamiento, meramente
pensar en algo negativo hacia Irene Montero, sería insultarla y sería maltratarla físicamente
según este brillante razonamiento de Nuri Alavari, incluso este sarcasmo que acabo
de emplear contra el artículo y contra los argumentos de Nuri Alavari que me parecen
desastrosos, se podrían llegar a equiparar con un insulto y por tanto con una agresión
física contra la periodista, lo cual insisto sería un absoluto despropósito, por tanto
y en definitiva llamemos a las cosas por su nombre y no intentemos manipular los nombres
para manipular lo que ha ocurrido en la realidad.
Primero Vox ha insultado a Irene Montero, no digamos que se ha limitado a describir
objetivamente la situación profesional de Irene Montero, Vox ha insultado a Irene Montero
porque quería ofender e irritar a Irene Montero e Irene Montero se ha sentido ofendida e irritada.
Segundo Irene Montero también ha insultado de vuelta a Vox llamando los fascistas, de
nuevo, aunque uno crea que Vox es fascista, cuando se lo califica como fascista, no es
porque los de Vox se sientan orgullosos de ese término y lo empleen frente a los suyos,
se les llama fascistas para ofenderles y para irritarles.
Y si eso es así, Irene Montero también ha insultado de vuelta a Vox y en tercer lugar
ni Vox ni Irene Montero, por esto han empleado la violencia, insultar no es utilizar la violencia,
la violencia son actos físicos o amenaza de actos físicos contra una persona y aquí
afortunadamente no hemos pasado de las palabras a los actos, no hemos pasado del insulto
a la violencia física y son aquellos que quieren difuminar la frontera entre el insulto
y la violencia física los que parece que están deseando que pasemos de la ponzoña
que ya es el insulto a un enfrentamiento civil de todos contra todos.