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El abandono de la política activa por parte de Iván Espinosa de los Monteros
ha espoleado a que varios miembros destacados de Vox hablen por primera
vez de cuál es la realidad actual del partido. Un partido sometido al dictat
nacionalista y filofalangista de Jorge Buxadé. Veámoslo.
En todo partido político, y en esto Vox no es una excepción, impera la ley del
silencio frente a los que mandan. El que se mueva no sale en la foto.
Probablemente esto sea cierto de toda organización vertical, incluidas las
empresas, y por tanto no algo exclusivo de los partidos políticos. Sin embargo,
en el caso de los partidos políticos es mucho más sangrante porque se nos vende
que los partidos políticos son mecanismos de participación ciudadana a
través de los cuales se persigue el bien común, cuando obviamente no tienen nada
que ver con eso. Un partido político, su no organización vertical, que busca
conquistar el poder dentro de las reglas de la democracia. Y como organización
vertical no promueve internamente el debate, la discrepancia, la disidencia o
las corrientes. Lo que busca es que los de abajo se sometan a las directrices que
marcan los de arriba, porque al final si los de arriba no mandan serán otros los
que los sustituyan y los que manden de verdad. Esta es la lógica de la famosa
ley de hierro de las oligarquías. En una organización siempre hay una minoría que
manda, porque si no es una determinada minoría la que mande, terminará siendo
otra. Y ese ordeno y mando se ejerce dentro de los partidos políticos, de
todos los partidos políticos, incluido Vox, para asegurar la lealtad de todos
los miembros del partido a sus líderes. Y lealtad equivale a asentir sin
rechistar. Lealtad equivale a no ser un individuo con opiniones propias. Lealtad
equivale a ser un soldado de infantería dentro del ejército comandado por los
generales. Y repito que no se engañe nadie, así funcionan todos los partidos
políticos, incluido Vox. De hecho, el nuevo hombre fuerte de Vox, Jorge Buxadé,
hace justo un año plasmó en un artículo dentro del periódico de Vox, la
gaceta de la Iberosfera, plasmó, condensó en un artículo que escribió él mismo
esta misma idea que estoy intentando trasladar. Es decir, que es cierto que en
los partidos políticos el que se muevan no salen la foto y es bueno que eso sea
así, decía Jorge Buxadé en este artículo.
He llegado a afirmar que es valiente un político por decir cosas distintas de las de su
partido, confundiendo valentía con desobediencia, libertad con deslealtad.
Es decir, que para Jorge Buxadé, un político de Vox que emita opiniones
razonadas, pero que vayan en contra de las directrices no tanto de su partido,
sino de la dirección en ese momento de su partido, un político de Vox que haga
esto está siendo desobediente y desleal. Desobediente y desleal no necesariamente al
partido, repito, desobediente y desleal hacia quienes en ese momento mandan en el
partido. Ahora mismo, por ejemplo, él. Con lo cual, los partidos políticos se
terminan convirtiendo en picadoras de carne de individuos con personalidad
propia, con ideas políticas propias, alineadas con las del partido político,
pero no plenamente sometidas, serviles, a las directrices que en un determinado momento
esté emitiendo, esté mandando ese partido político. Dicho de otra manera, para Buxadé,
la lealtad en política consiste en que si en Vox existían diversas familias ideológicas,
unas más cercanas a ciertas ideas liberales, otras más enrocadas en el conservadurismo clásico y
otras escoradas al nacionalismo y al filofalangismo, para Buxadé, si en un determinado momento
la facción nacionalista y filofalangista toma el poder en Vox y marca la línea ideológica del
partido, las otras familias se tienen que callar y tienen que comprar todo el argumentario nacionalista
y filofalangista so pena de ser expulsados del partido por desobediencia y deslealtad.
En el vídeo de ayer ya expusimos cómo la marcha de Iván Espinosa de los Monteros de la política
activa suponía la liquidación de los últimos restos de familia liberal, entre comillas,
dentro de Vox, ya sea por una trama deliberada de las otras corrientes dentro de Vox, especialmente
la nacionalista y filofalangista, o ya sea porque se han acumulado una serie de carámbolas que han
terminado expulsando a todos o a prácticamente todos los representantes de esa familia liberal
o filoliberal. Y probablemente ahora que esa familia liberal o filoliberal o con cierta simpatía
e inclinación hacia el liberalismo, porque tampoco pretendo decir que sean insignes representantes
del liberalismo clásico, salvo quizá alguna excepción, ahora que esa familia liberal,
filoliberal dentro de Vox ha sido liquidada, probablemente sus miembros se sientan con algo
más de libertad, con algo más de autonomía para evaluar la situación en la que está el partido
bajo la dirección de la familia nacionalista o filofalangista que representa Jorge Buxadi.
Y por eso, tras la marcha de Iván Espinosa de los Monteros en el día de ayer, se han acumulado
críticas directas, transparentes, contra la estrategia que está siguiendo la dirección de
Vox y que ha seguido la dirección de Vox durante los últimos meses por parte de personas que están
o estaban en la órbita de Iván Espinosa de los Monteros, es decir, dentro de lo que podríamos
llamar la familia liberal o filoliberal de Vox. Y dado que estas personas están hablando y están
contando cosas que se podía sospechar desde fuera que ocurrían, pero que no teníamos ninguna
revelación testimonial desde dentro de qué ocurrían, creo que es bueno que escuchemos a
esas personas. En primer lugar, José Luis Sánchez, ex presidente de Vox Madrid hasta la llegada de
Rocío Monasterio. Atención al hilo que publicó en Twitter. La marcha de Iván Espinosa de los
Monteros es una muy mala noticia para Vox y para todos los que iniciamos este proyecto. Primero
se terminó con la democracia interna. Yo pude ser el primer presidente de Vox Madrid sin ser
fundador gracias a primarias, que luego se suprimieron. Luego se prescindió de gente que
lo dio todo por Vox desde el inicio, como Víctor Sánchez del Real o Mazali Aguilar, a la que han
ninguneado su arduo trabajo en defensa del campo español desde Bruselas y que consistentemente
han silenciado desde Vox Europa, los cuales, por orden de Jorge Buxadé, no publicaban desde el
perfil oficial de Vox Europa el gran trabajo de Mazali Aguilar, etcétera, etcétera, etcétera.
Y es la primera vez que digo esto abiertamente porque, con todo el cariño y respeto que tengo
a Santiago Abascal, te has rodeado de aduladores y no de gente que quiere lo mejor para ti y para
España. Los que hemos estado desde el inicio de Vox sabemos del esfuerzo y el milagro que ha
supuesto llegar hasta aquí. Quien hoy te compra con su adulación, mañana te venderá con su
traición. Ahora toca ser valiente y honesto y hacer autocrítica. Todavía se está a tiempos ante
Abascal. Echasteis a Víctor Sánchez del Real sin una explicación, a Mazali Aguilar ninguneada,
etcétera. Lamento decirte que si no cesas a Jorge Buxadé y te vuelves a rodear de gente que no te
adula, Vox desaparecerá. Puede que ya sea tarde y la salida elegante de Iván Espinosa de los
Monteros, como lo fue la salida injusta de Víctor Sánchez del Real, remate el final. Pero hay que
intentarlo. Un abrazo desde el cariño, pero nunca desde la adulación en vano. Y, por último, añade,
aprovecho para matizar a los críticos de otros partidos. Esto que ocurre en Vox y en otros
partidos pequeños es lo mismo que pasa en los partidos grandes PP y PSOE, pero estos tienen un
entramado de poder tan grande que es muy difícil desbancarlos. Y, por cierto, parte de estas críticas
de José Luis Sánchez contra la actual dirección de Vox fueron ratificadas posteriormente por
Víctor Sánchez del Real, quien retuiteó y confirmó la información que estaba dando José Luis Sánchez
que desde Vox Europa, es decir, Jorge Buxadé, había dado orden de ningunear, de oscurecer,
de desplazar a Mazal y Aguilar para copar los puestos de confianza alrededor de Santiago
Abascal. Pero, desde luego, la opinión más dura, más contundente, más clara, más transparente y,
probablemente, más certera de cuantas escuchamos en el día de ayer a raíz de la salida de Iván
Espinosa de los Monteros fue la del ex portavoz económico y autor del mejor programa económico
que ha tenido Vox, el del año 2019, Rubén Manso. Ayer Rubén Manso publicó un artículo en Voz
Popular titulado, Vox no tiene futuro. Atención, ¿eh? Vox no tiene futuro. Repito este título para
todos aquellos que ahora están intentando tapar la marcha de Iván Espinosa de los Monteros diciendo
que en Vox no hay disidencias, que en Vox están hechos todos una piña, que en Vox están todos bien
avenidos y bien alineados. No, en Vox, como en todos los partidos políticos, no estoy aquí cargando
especialmente tintas contra Vox, en Vox, como en todos los partidos políticos, todos están sometidos
a la dirección nacional. Y solo cuando uno sale de los puestos de responsabilidad es moderadamente
autónomo para hablar con libertad. Y si en Vox no hay más críticas públicas tras la salida de
Iván Espinosa de los Monteros es porque saben que el que se mueva no sale en la foto y que el que
critique interna o externamente la estrategia que está siguiendo el partido, escorándose hacia
el nacionalismo y hacia el filofalangismo, no sale en la foto. Que el que no siga el dictat de Jorge
Buxadé y de su facción dentro de Vox, que son los que ahora controlan el partido, ese termina
siendo acusado de traición, de deslealtad, de desobediencia y, por tanto, sale de la foto. Pues
bien, ¿qué dice Rubén Manso, una de las mejores cabezas que ha tenido Vox en este artículo?
Lo siguiente. No recuerdo en los 45 años que han pasado desde las elecciones del 15 de junio de
1977, las primeras tras el referéndum que seis meses antes aprobó la reforma política de España,
mejor portavoz en las Cortes que Iván Espinosa de los Monteros, el mejor diputado de las últimas
dos legislaturas, las únicas en las que una cicatera a España le ha permitido representarla
porque España no quiere a los mejores. No está orgullosa de sus mejores hijos,
sino que los envidia. Y los envidia más cuanto más cerca los tiene, y Espinosa de los Monteros se
estaba acercando mucho a la historia. Demasiado. Así que mejor relegarlo a las hemerotecas y al
diario oficial de las Cortes Generales, donde, para siempre, quedarán sus más que brillantísimas
intervenciones. Pero yo no he venido aquí a glosar la figura de mi amigo. El encargo que me han hecho
es otro y voy a cumplirlo, aunque me cuesta ante la figura de Iván, primero relegado y luego dimitido,
pero nunca caído. Vox no tiene futuro. Este partido del que muchos hacían una caricatura que,
como toda caricatura, era injusta e hiperbólica, ha decidido parecerse a ella, a esa caricatura,
y no al épico retrato que algunos, con Espinosa de los Monteros de maestro, iban pintando. Muchos
de los votantes de Vox votarán a partir de ahora al PP, por aquello del voto útil o del mal menor.
Otros muchos se quedarán en la abstención o el voto en blanco. El conjunto de fuerzas
no nacionalistas a la derecha del PSOE perderá votantes, salvo que el PP se sacude a sus complejos
y entienda que, solo no agradando a la izquierda actual y a sus enloquecidos aliados, puede volver
a gobernar para hacer lo que hay que hacer. Y lo que hay que hacer es parar, primero, y reducir
después el estado hasta fijarlo en lo que son sus funciones, porque más allá de ellas,
se convierte en un obeso gigante de apetito desenfrenado que devora a quien tiene que
servir, la vida, la libertad y la propiedad. El diván de la oposición, con la humedad y el
calor que se produce en sus pliegues, cultiva el moho verde de la envidia que devora el sano
cuerpo de la ambición, incapaz como es de dar frutos propios. El diván de una oposición pequeña
y mezquina en la que no faltará el calor y la humedad suficiente para devorar cualquier cosa que
no sea el verde blanquecino de la uniformidad de vida. Este párrafo puede ser muy poético,
pero se está refiriendo a Vox. Se está refiriendo al Vox actual. Se está refiriendo a la actual
dirección de Vox. Vuelvo a leer. El diván de una oposición pequeña y mezquina, los 33 diputados
de Vox, en la que no faltará el calor y la humedad suficiente para devorar cualquier color,
cualquier disidencia, cualquier verso suelto, cualquier opinión política ligeramente distinta
del nacionalismo y del filofalangismo dominante, cualquier color que no sea el verde blanquecino
de la uniformidad de vida. ¿Uniformidad de vida por qué? Por lo que hemos leído de Buxaday,
que el que discrepe de Buxaday es desobediente y desleal. Por tanto, obediencia de vida.
Y concluye Rubén Manso. Vox será el primer partido de derecha no convencional que
fracasará en Europa por haber optado por ser lo que sus enemigos le decían que era,
como algunos adolescentes ha decidido castigar a sus padres, a Iván Espinosa de los Monteros,
comportándose de manera irresponsable, porque Vox tenía una responsabilidad de la que ha dimitido.
Espinosa de los Monteros no. No estoy diciendo que el análisis de Rubén Manso por necesidad
vaya a acertar. Veremos si Vox tiene futuro o no lo tiene. Pero, desde luego, lo que pone de
manifiesto el análisis de Rubén Manso es una ruptura radical con los principios, con la estrategia
que hoy está marcando la Dirección Nacional de Vox. Si Rubén Manso, repito, una de las mejores
mentes que ha tenido Vox, considera que el partido está abocado a desaparecer, al fracaso,
a la extinción, es obvio que Rubén Manso no comparte ni las ideas ni la estrategia que,
a día de hoy, está siguiendo el partido y que lo han llevado a pasar de 52 diputados a 33.
Y si Rubén Manso no la comparte, si Víctor Sánchez del Real no la comparte, si José Luis Sánchez no
la comparte, si, previsiblemente, aunque no se ha pronunciado como tal, al menos de momento,
Iván Espinosa de los Monteros, del que son amigos, muy amigos, todos estos que sí han hablado,
si Iván Espinosa de los Monteros tampoco la comparte, entonces, que no se nos venda,
que en Vox existe una unidad de criterio. Lo que existe entre sus dirigentes es una
unidad de silencio. De silencio frente a la única voz que, a día de hoy,
está autorizada a hablar y a dictar doctrina. La voz nacionalista y filofalangista de Jorge Buxare.