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El dictador socialista Daniel Ortega está encarcelando a sus rivales de la oposición
Nicaragüense de cara a las elecciones del próximo 7 de noviembre.
Pero cómo ha conseguido Daniel Ortega convertir a la democracia Nicaragüense en una tiranía
que encarcela a los opositores?
Veámoslo.
El tirano sandinista Daniel Ortega está encarcelando a todos sus rivales políticos
de cara a las próximas elecciones del próximo 7 de noviembre en Nicaragua.
Evidentemente, si no existen opositores que concurran a esas elecciones porque han sido
encarcelados, Ortega ganará incuestionablemente esas elecciones a las que solo se presentará
a él.
Se trata de la típica estrategia de todos los tiranos, reprimir a cualquiera que le haga
sombra hasta que solo quede uno y ese uno, claro, se proclame vencedor de la farsa electoral
que haya tenido lugar.
De la represión política que está teniendo lugar en Nicaragua, sin embargo, me interesa
destacar cómo la ausencia de separación de poderes dentro de un Estado conduce inevitablemente
a la tiranía.
Porque todo este proceso al que estamos asistiendo, todo este deplorable proceso de arresto de
los opositores a Daniel Ortega al que estamos asistiendo, es simplemente la consecuencia
de que todos los poderes del Estado han terminado concentrados en la figura de Daniel Ortega,
con lo cual se ha convertido, como no, en un tirano.
Primero paso para reprimir legalmente a la oposición cuando has de venido un tirano,
es decir, cuando concentras todos los poderes del Estado, ordenar al legislativo que apruebe
legislación que persiga los delitos de pensamiento, los delitos de opinión, y que los persiga
además con dureza.
Es decir, que esos delitos lleven asociados sanciones durísimas, eso es justamente lo
que hizo Nicaragua a principios de este año, tipificó los delitos de odio sin especificar
exactamente qué son delitos de odio con cadena perpetua.
Segundo paso, ordenar a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que detengan a la
oposición por estar cometiendo esos crímenes de odio, esos delitos de opinión, y a su
vez ordenarle a la Fiscalía General del Estado que les impute ese delito de odio o de opinión
para iniciar un procedimiento judicial en contra de ellos.
Eso es justamente lo que ha estado haciendo Nicaragua con los opositores a los que ha
detenido.
El último, el escritor Sergio Ramírez, que fue vicepresidente del gobierno del propio
Daniel Ortega durante los años 90, durante el primer gobierno sandinista.
¿Qué delitos le imputa la Fiscalía de Daniel Ortega a Sergio Ramírez?
Pues varios, pero entre ellos, violar el artículo 410 y 412 del Código Penal Nicaragüense,
que dice el artículo 410, menoscabo a la integridad nacional, el que realice actos
que tiendan a menoscabar o fraccionar la integridad territorial de Nicaragua a someterla en todo
o en parte al dominio extranjero, al dominio de Estados Unidos.
A afectar su naturaleza de Estado soberano e independiente será sancionado con pena
de 10 a 15 años de prisión e inhabilitación absoluta por el mismo periodo para el desempeño
de función, empleo o cargo público, salvo lo dispuesto en la Constitución Política
de la República de Nicaragua.
Claro, Sergio Ramírez no ha realizado ningún acto que conduzca a ello, por eso hay que
imputarle no solo el 410, sino el 412, y ¿qué dice el 412?
Provocación, proposición y conspiración.
La provocación, proposición y conspiración para cometer cualquiera de los actos previstos
en este capítulo será sancionada con una pena cuyo límite máximo será el extremo
inferior de la pena respectiva y cuyo límite mínimo será la mitad de ésta.
Como vemos, en estas penas todavía no está contemplada la cadena perpetua porque el
Código Penal todavía no ha sido reformado.
Ahora, la Constitución Nicaragua se ha sido reformada y en su artículo 37 ya podemos
leer.
Excepcionalmente se impondrá la pena prisión perpetua para la persona condenada por delitos
graves, cuando concurran circunstancias de odio crueles, degradantes, humillantes e inhumanas
que por su impacto causen conmoción, rechazo, indignación, repugnancia en la comunidad
nacional y este tipo de delitos encajan en esta reforma de la Constitución.
Es decir, que como Sergio Ramírez supuestamente está conspirando para que otros realicen
actos que atenten contra la soberanía de Nicaragua, es decir, como Sergio Ramírez está
criticando al gobierno de Daniel Ortega, la Fiscalía de Daniel Ortega le acusa de estar
conspirando para derrocar el Estado Nicaragüense y ponerlo al servicio de los Estados Unidos.
Evidentemente si el Poder Judicial fuera independiente de Daniel Ortega, es decir, del Poder Ejecutivo,
cuando viera que no hay ningún tipo de sustancia en estas acusaciones, exoneraría, declararía
inocente a Sergio Ramírez, que sucede que cuando el Poder Judicial es un títere en
manos de Daniel Ortega, ese Poder Judicial condenará a aquellos a los que Daniel Ortega
quiera haber condenados.
El propio Ramírez tiene muy claro que todo esto es una farsa precisamente por la inexistencia
de separación de poderes.
Fijaos como recalca su Fiscalía, la de Daniel Ortega, sus jueces, los de Daniel Ortega.
Daniel Ortega me ha acusado a través de su propia Fiscalía y ante sus propios jueces
de los mismos delitos de incitación al odio y la violencia, menoscado de la integridad
nacional y otros que no he tenido tiempo de leer, acusaciones por las que se encuentran
presos en la almorra de la misma familia, muchos unicaragüenses dignos y valientes.
Las únicas armas que poseo son las palabras y nunca me impongrán el silencio.
Y por supuesto, el propio Daniel Ortega también tiene muy claro que todo esto es una farsa
para perseguir a los opositores a los que él mismo califica y condena como delincuentes,
como criminales.
Entonces, aquí no estamos buscando a políticos, no estamos jugando candidatos, aquí se está
juzgando a criminales que han atentado contra el país, contra la seguridad del país, contra
la vida de los ciudadanos al intentar nuevamente organizar otro 18 de abril, otro golpe de
estado.
Esto constituye una tiranía desde la apariencia formal de democracia, aprobamos delitos de
pensamiento, delitos de odio, delitos ideológicos, enviamos a los cuerpos y fuerzas de seguridad
del Estado a detener a aquellos a los que acusamos de haber cometido esos delitos y
finalmente ratificamos judicialmente que han incumplido las leyes que nosotros mismos
hemos aprobado para condenarlos, por ejemplo, a cadena perpetua.
Lo único que falta para que todo esto termine de funcionar bien, termine de funcionar de
manera ingrasada y pueda continuar en el tiempo, es conseguir una cierta legitimación
interna y externa a las prácticas tiránicas, pero con apariencia democrática, que está
desarrollando un Estado, en este caso el Estado Nicaragüense, si la mayoría de la población
interna está convencida de que estas acciones no son acciones represivas, sino que son acciones
dirigidas a salvaguardar la paz contra unos delincuentes que estaban atentando contra
la misma y si el resto de Estados extranjeros, además, ratifica que efectivamente el Estado
Nicaragüense sigue siendo una democracia, porque únicamente lo que está haciendo es
cumplir con la ley que internamente se han dado sus ciudadanos, pues entonces esta represión
contra la oposición puede durar sin edíe, por eso no basta con que el tirano concentre
todos los poderes, por eso el tirano tiene que explicarse y tiene que vender su propia
versión ante su propia población y ante la comunidad internacional, y eso es lo que
estaba haciendo Daniel Ortega diciendo, no, no, es que estos no son políticos, estos
son delincuentes, son criminales que están intentando dar un golpe de Estado y por eso
los detengo, por eso los poderes del Estado Nicaragüense, que son poderes independientes,
que casualmente reman todos en la misma dirección, los detienen y los condenan antes de las
elecciones del próximo 7 de noviembre. La elección a extraer más allá de que Nicaragua
es una tiranía más allá de que el sandinismo comunista ha convertido a Nicaragua en una
tiranía, la elección a extraer es que debemos ser muy cuidadosos primero, con la legislación
que sancione delitos de pensamiento, porque esa legislación es la puerta abierta a perseguir
a cualquiera que tenga unas ideas que incomoden al poder político, y segundo que hay que
ser muy cuidadoso también con la separación de poderes, porque sin separación de poderes,
cuando legislativo, ejecutivo y judicial coinciden en la misma persona, esa persona es capaz de
aprobar las leyes que ella quiere, es capaz de ejecutar esas leyes como a ella le viene
en gana y es capaz de interpretar que se han ejecutado las leyes correctamente a través
de ese sistema judicial que monopoliza. Legislación de odio con concentración de
poderes es la vía abierta a la tiranía, y creo que no es necesario trazar paralelismos
demasiado complejos para darnos cuenta de que muchos estados occidentales están transitando
por la vía de la legislación de odio, de la legislación contra el pensamiento y también
por la vía de la concentración de poderes. Ni Caragua podrá parecernos hoy una República
Vananera, pero en el futuro la República Vananera podemos serlo nosotros.