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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

El racionamiento político de la energía llega a España de la mano del Gobierno de Pessoe y Podemos.
Veámoslo.
¿Cuándo hay escasez de un bien económico tenemos al menos dos formas de economizarlo,
de racionarlo, o por los medios económicos o por los medios políticos?
Cuando hablo de medios económicos, me refiero al mercado y más concretamente a los precios de mercado de ese bien.
Si el precio de mercado de ese bien aumenta, los consumidores tendremos a gastar menos en él,
priorizando aquellos usos que para nosotros, desde nuestra perspectiva subjetiva, sean prioritarios
y descartando aquellos otros usos que sean superfluos, que sean menos importantes.
Y cuando hablo de racionamiento por medios políticos, me refiero al ordeno y mando del Gobierno,
al ordeno y mando de la clase política.
Me refiero a que sean los políticos quienes nos impongan, por decreto,
qué consumir, cómo consumir y cuánto consumir.
Ahora mismo nos encontramos en unos momentos de escasez energética, en gran medida por la desastrosa política energética
que ha seguido durante muchos años la Unión Europea.
Durante años la Unión Europea ha apostado por el subdesarrollo de su capacidad de generación energética interna.
En lugar de permitir, por ejemplo, el fracking dentro de Europa, o en lugar de permitir el desarrollo de la energía nuclear,
ha apostado únicamente por las energías renovables y por la importación de combustibles fósiles,
especialmente petróleo, y lo que más nos interesa ahora mismo gas de terceros países,
con los que potencialmente podía entrar en conflicto, como es el caso de Rusia.
Es decir, consolidamos una dependencia energética enorme de Rusia
y luego entramos en un conflicto geopolítico con Rusia, un plan absolutamente brillante.
Y ni siquiera estoy entrando a valorar si deberíamos haber entrado o no entrado en el conflicto geopolítico con Rusia
como consecuencia de la invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin.
Simplemente estoy constatando que si vas a entrar o puedes entrar en un conflicto geopolítico con tu principal suministrador de gas,
igual estás cometiendo un fallo estratégico bloqueando el desarrollo de tu propia capacidad de generación energética.
Tal vez, si vas a entrar en un conflicto con Rusia, lo más inteligente no es depender energéticamente de Rusia.
Sea como fuere, ahora mismo nos encontramos en un periodo de escasez energética insualmente elevado,
y por tanto hay que economizar el uso que hacemos de esa energía.
¿Cómo lo podemos economizar? Pues por vías económicas o por vías políticas,
pero el gobierno ha apostado por las vías políticas.
Ayer aprobó un paquete de medidas en las que establecía obligaciones para el sector privado,
no ya obligaciones para el sector público, que evidentemente el Estado puede hacer lo que guste
con su propio patrimonio, con su propia administración.
No, estamos hablando de que el gobierno impone obligaciones sobre el uso de la energía en España al sector privado.
En particular, obliga a comercios y a empresas a no bajar el aire acondicionado de los 27ºC en verano,
o a no subirlo de 21ºC en invierno, obliga a apagar las luces de los escaparates de las tiendas a las 10 de la noche,
y obliga a instalar cierre automático de puertas en todos los locales.
De hecho, fijémonos cómo al gobierno le sale el eje despótico cuando nos explica el contenido de estas medidas.
Fijaos en él, se impone.
Sí, afecta a los edificios que no estén ocupados y afecta a los escaparates,
a los que se impone una hora de apagado a las 22 horas.
La economización de un bien económico, en este caso la energía a través del mandato político,
es una economización de la energía mucho más arbitraria, mucho más caprichosa desde el punto de vista del político,
que la economización de la energía a través del mercado, a través de los precios de mercado.
En el mercado, cada uno de nosotros somos soberanos para escoger cómo queremos economizar el uso de la energía.
Queremos gastar más de esta manera o queremos gastar de esta otra.
En cambio, a través de los medios políticos, son los gobernantes quienes nos dicen cómo hemos de gastar,
aún cuando la forma en la que ellos nos imponen cómo hemos de gastar no se ajuste en absoluto con nuestras preferencias.
Imaginate el caso del dueño de un escaparate que prefiere dejar la luz del escaparate encendida toda la noche,
en lugar de encender las luces de su casa a partir de las 10 de la noche.
A lo mejor se acuesta temprano y prefiere sacrificarse de esa manera, renunciando al consumo eléctrico en su hogar,
antes que renunciar al consumo eléctrico en el escaparate de su tienda, que quizá es lo que le permita lograr unas buenas ventas al día siguiente.
Es decir, ¿qué es el gobierno quien me marca? ¿Cómo tengo que consumir energía?
No es el gobierno quien me marca que he de ahorrar energía, porque los precios de mercado también me fuerzan a economizar el uso de la energía,
o al menos me incentivan muy poderosamente a hacerlo. No, es el gobierno el que me indica cómo he de economizar el uso de la energía,
y por tanto, ¿cómo he de vivir mi vida? ¿Qué actividades puedo desarrollar y qué actividades no puedo desarrollar?
Y esto, claro, es un caldo de cultivo para arbitrariedades gigantescas.
Acepta a los edificios que no estén ocupados y afecta a los escaparates, a los que se impone una hora de pagado a las 22 horas.
En lugar de empezar con el sector público, con medidas de economización de energía que únicamente afecten al sector público,
empezamos imponiendole obligaciones al sector privado y muchas de las medidas de economización de energía del sector público
las dejamos para más adelante y ya veremos si las adoptamos o no las adoptamos.
Pura arbitrariedad política, no quiero que el sector privado consuma energía de esta manera para que el sector público pueda consumir energía de esta otra manera.
Ya no es solo que no le permitan al sector privado decidir cómo quiere consumir energía, sino que además le imponen una restricción energética
para ampliar la capacidad de consumo de energía del sector público.
Pero realmente es necesario el racionamiento político de la energía en lugar de permitir que cada persona, en función de los precios de la energía a los que se enfrenta,
sea ella misma la que decida cómo economizar la menor energía que es capaz de consumir porque el suministro energético se ha reducido.
Pues sería necesario si no viéramos que el sector privado ya está reaccionando a esos mayores precios.
Podría ser necesario si el sector privado entrar en una carrera por incrementar el consumo de energía a pesar de que los precios se han disparado.
E incluso en ese caso sería discutible, pero bueno, podría tener un pase, podría tener un sentido, pero fijémonos en este gráfico.
En este gráfico se refleja el consumo de energía eléctrica, no de toda la energía, solo de la energía eléctrica en España.
Y lo que vemos es que el consumo de energía eléctrica en España lleva reduciéndose, lleva en caída desde hace bastantes años.
Y desde luego, durante este ejercicio en el que se han alcanzado precios históricos de la electricidad,
el consumo de electricidad está cayendo a uno de los mayores ritmos de las últimas décadas.
Estamos hablando de caídas interanuales del consumo de energía eléctrica de entre el 5 y el 7%.
En consecuencia, el sector privado sí está reaccionando a los mayores precios, economizando el consumo energético.
No hace falta que venga el gobierno a imponernos cómo, cuánto y qué tipo de energía hemos de consumir.
Y por supuesto, alguien podría objetar en contra del racionamiento del mercado, de la economización del consumo de un bien en función de los precios de mercado,
diciendo que pueda haber algunas personas o pueda haber bastantes personas que, como no tienen ingresos suficientes,
no les quede otra que reducir el consumo de energía tanto de la superflua como de la prioritaria porque no son capaces de pagar esos altos precios.
Y esa objeción es una objeción que puede tener sentido y que podría llegar a justificar determinadas políticas gubernamentales
de apoyo de rentas a ese colectivo de personas que no tienen ningún tipo de ingresos, no tienen ningún tipo de ahorro
y que por tanto se enfrenta a unos altos precios de la energía sin capacidad de compra.
En esos casos podría tener sentido otorgarles una capacidad de compra para consumos básicos, para consumos esenciales,
es decir, un cierto mantenimiento de rentas que les habilitará a consumir una cierta energía,
pero desde luego no a imponerle al conjunto de la sociedad, al conjunto de la población,
qué energía ha de consumir, cuánta energía ha de consumir y cómo ha de consumirla.
Se puede apoyar a un segmento desfavorecido de la ciudadanía sin controlar la vida de toda la ciudadanía.
Pero justamente, hacia eso vamos, hacia un mayor control político sobre nuestras vidas,
en este caso articulado a través del control de la energía, a través del control de los términos en los que nos podemos relacionar con la energía.
Su política energética genera escasez de energía y luego, con la excusa de la escasez de energía sobrevenida, cercenan nuestras libertades.