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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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La deuda pública española cerró 2020 en el equivalente al 120% del PIB, una magnitud
claramente inquietante que puede poner contra las cuerdas nuestra solvencia a largo plazo.
Sin embargo, el gobierno de España confía en que esta cifra irá reduciéndose en el
futuro, no tanto porque el gobierno vaya a tomar medidas con las que minorar el numerador
de este ratio, es decir, nuestro endeudamiento público, sino porque confía en que el denominador
de este ratio, nuestro PIB, va a ir aumentando durante los próximos años. De esta manera,
el Ejecutivo de Peso de Podemos confía en cerrar el año 2024 con una deuda pública
equivalente al 112% del PIB. El problema de este tipo de pronóstico, sin embargo, es que
los gobiernos tienden a subestimar cuál va a ser su deuda pública futura. Si analizamos
las previsiones que hicieron los gobiernos occidentales durante los últimos 25 años
sobre cuál iba a ser su endeudamiento público sobre el PIB en el corto medio plazo, comprobaremos
que de media estos gobiernos occidentales se desviaron en 9 puntos del PIB, es decir,
que anticiparon unos niveles de deuda pública a corto y medio plazo que eran 9 puntos del
PIB inferiores a los que realmente terminaron siendo.
¿Y por qué se equivocaron los gobiernos occidentales en sus pronósticos de cuál iba a ser su endeudamiento
público sobre el PIB? No porque se equivocaran durante los tiempos de bonanza, durante los
tiempos de crecimiento económico. Durante esos años anticiparon, de manera más o menos
correcta, cuál iba a ser su endeudamiento público en relación al PIB. La razón por
la que en términos generales se desviaron de la realidad fue porque los gobiernos occidentales
no anticiparon las crisis económicas que iban a venir en el futuro. Si durante una crisis
económica el PIB se reduce y sobre todo el endeudamiento público se incrementa y los
gobiernos no son capaces de anticipar cuando va a llegar o no va a llegar una crisis económica,
entonces es evidente que, salvo que salga todo bien y no haya en el corto, medio y largo
plazo ninguna crisis económica, salvo que eso suceda, entonces es evidente que los gobiernos
tenderán a subestimar cuál va a ser su endeudamiento público futuro.
Y ese es precisamente el gran problema de la actitud del gobierno de España frente
a nuestro endeudamiento público. En lugar de adoptar medidas decididas para
reducir nuestra deuda, nuestro volumen total de endeudamiento, el gobierno confía en que
el crecimiento del PIB hará su trabajo. Sin embargo, para que esas previsiones se
terminen cumpliendo, es necesario que en los próximos 5, 10 o 15 años no venga ninguna
otra crisis económica, no venga ninguna otra pandemia, o Dios no lo quiera, no venga ninguna
guerra, porque ante cualquiera de estos imprevisibles fenómenos nuestro PIB se contraería, nuestro
endeudamiento público crecería y, por tanto, nuestro endeudamiento público en relación
al PIB se dispararía hasta unos niveles mucho más peligrosos que los actuales.
En lugar de prepararse para lo imprevisible, en lugar de prepararse para aquello que no
es capaz de prever, en lugar de empezar a tomar medidas activas para reducir nuestra deuda
pública, por si acaso en el futuro las cosas no salen todo lo bien que el gobierno querría
que salieran, nuestro gobierno prefiere quedarse de brazos cruzados, instalado en la complacencia
de pensar que todos los semáforos estarán en verde. En lugar de tomar medidas para resolver
el problema de la deuda pública, confía en que se disuelva solo. Pero quién pagará
los platos rotos en caso de que el gobierno se equivoque en sus previsiones? Nosotros,
no ellos.