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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

La Comisión Europea pretende calificar a la energía nuclear como una energía verde,
pero realmente lo es, veámoslo.
La Comisión Europea pretende etiquetar a la energía nuclear como energía verde.
Y rápidamente, después de conocer esta noticia, se han sucedido las críticas desde colectivos
ecologistas a semejante decisión. Por ejemplo, en España, y Diego Rejón, el líder de más
país, un partido que aspira a liderar, a colocarse a la vanguardia del movimiento ecologista
moderno en España, publicaba en Twitter de los creadores del agua que seca y el fuego
que enfría la energía nuclear verde.
Y asimismo, la ministra de trabajo, vicepresidenta segunda del Gobierno y lideresa de Unidas Podemos,
otro partido de la izquierda que pretende ondear la bandera ecologista, también publicaba
en su cuenta de Twitter lo siguiente.
Europa todavía tiene la oportunidad de reconsiderar esta decisión para evitar alejarse de la evidencia
científica y de la demanda social.
Tenemos la responsabilidad política de perseguir un green deal transformador y ambicioso para
la ciudadanía europea.
Las críticas no solo han llegado desde la izquierda española, también el gobierno alemán
o el gobierno austríaco, conformados por una coalición dentro de la cual se encuentran
formaciones ecologistas, también han levantado la voz de crítica, la voz de alarma, pidiendo
a la Comisión Europea que reconsidere que replantee esta etiqueta de verde para la energía
nuclear.
Y bueno, dado que Yolanda Díaz apelaba a la evidencia científica disponible para oponerse
a esta propuesta de la Comisión Europea de etiquetar a la nuclear como energía verde,
vamos a repasar cuál es esa evidencia científica que avala o que rechaza la calificación de
verde para la energía nuclear.
De entrada hay que aclarar que entendemos por energía verde.
Yo voy a definir como energía verde aquella que tiene un escaso, un prácticamente nulo
impacto medioambiental.
Esta no es exactamente la definición que ha adoptado la Comisión Europea en su propuesta
para etiquetar como verde a la energía nuclear, básicamente la Comisión Europea califica
como verde a aquellas energías que pueden desarrollar un papel crucial a la hora de
descarbonizar nuestras economías durante los próximos años, durante las próximas
décadas y para las que no existe una sustitución tecnológica inmediata.
No tanto mi definición de energía verde es mucho más exigente que la que está planteando
la Comisión Europea, dado que no solo me voy a fijar en el impacto que tiene la energía
nuclear sobre las emisiones de CO2, sino desde una perspectiva más amplia en el impacto
que tiene la energía nuclear sobre el medio ambiente.
Empecemos no obstante, analizando cuánto CO2 emite la energía nuclear por cada gigavatio
producido a lo largo de toda la vida útil de la central, es decir, no solo considerando
el funcionamiento, la marcha de la central nuclear, sino también, por ejemplo, su construcción.
Este gráfico y los siguientes están extraídos del informe técnico que posee la Comisión
Europea sobre el impacto ecológico que tiene la energía nuclear.
Y al respecto, lo que nos dice este gráfico es que la energía nuclear es una de las fuentes
de electricidad que genera menos gases de efecto invernadero a lo largo de todo el ciclo
vital de las centrales.
Como podemos observar, la fuente de energía eléctrica que genera más CO2, más toneladas
de CO2 por cada gigavatio hora producido es el lignito, 1069 toneladas de CO2 o equivalentes
por cada gigavatio hora producido.
A continuación encontramos el carbón, 888 toneladas, seguidamente el petróleo, 735
toneladas por cada gigavatio hora de electricidad producido y luego viene el gas natural.
El gas natural como fuente de energía eléctrica genera una media de 500 toneladas de CO2 o
equivalentes por cada gigavatio hora producido.
Y este dato es significativo porque recordemos que la estrategia que están siguiendo gobiernos
como el de España o el de Alemania es el de utilizar el gas natural como tecnología
eléctrica complementaria para las fuentes de energía renovables.
Las fuentes de energía renovables producen de manera intermitente y cuando no están
generando Alemania o España echan mano del gas natural para generar electricidad de manera
suplementaria.
Pues bien, vemos que esta estrategia puede tener cierto sentido cuando consiste en reemplazar
centrales de carbón por centrales de ciclo combinado que utilizan gas natural porque
efectivamente el carbón emite mucho más CO2 a la atmósfera que el gas natural.
Sin embargo, aún así el gas natural es una fuente de electricidad que emite mucho CO2
a la atmósfera, 500 toneladas por cada gigavatio hora producido.
Y a partir de ahí ya nos encontramos con las llamadas energías renovables que prácticamente
no emiten CO2 por cada gigavatio hora producido.
Para solar fotovoltaica 85, la hidroeléctrica 26, la eólica 26 y la nuclear 28 toneladas
por cada gigavatio hora de electricidad producido.
Es decir, vemos que la energía nuclear es de las fuentes de energía que menos CO2 emite
a lo largo de todo el ciclo de vida de la central.
Por tanto, desde el punto de vista de la emisión de CO2 para generar electricidad, claro que
las centrales nucleares se las puede clasificar como energías verdes.
La cuestión es si también se las puede clasificar como energías verdes en otros muchos marcadores
de impacto ecológico.
Y eso es lo que vamos a analizar en el resto del vídeo tomando como base este informe técnico
de la Comisión Europea.
Seguimos emisiones de dióxido de sulfuro y de óxido de nitrógeno que pueden generar
lluvia ácida.
En este gráfico vemos cuántos gramos por kilovatio hora de electricidad generan diversas
tecnologías.
Y como observamos, de nuevo, las tecnologías más dañinas son los combustibles fósiles,
el carbón, el petróleo y en menor medida, pero también el gas natural.
Y en cambio nos encontramos con que los reactores nucleares de tercera generación no emiten
nada de dióxido de sulfuro y de óxido de nitrógeno a lo largo de todo el ciclo de vida
de estas centrales, algo menos incluso que la solar fotovoltaica y al mismo nivel que
la solar termoeléctrica.
Y precisamente por ello, la energía nuclear también está considerada la que conlleva
un menor riesgo de acidificación.
Como podemos observar en el siguiente gráfico, la energía nuclear es la que menos gramos
de dióxido de sulfuro o equivalente se emite a la atmósfera por cada kilovatio hora generado.
Estamos hablando de que en este sentido la energía nuclear es más verde que la eólica
o que la solar fotovoltaica.
Y a su vez la energía nuclear también es la que tiene un menor potencial de utrofización,
es decir, de un enriquecimiento excesivo de nutrientes del ecosistema acuático que pone
en riesgo la supervivencia de la biodiversidad dentro de ese mismo ecosistema acuático.
Como podemos observar en el gráfico, la nuclear es en términos generales, en las diversas
estimaciones que se han hecho al respecto, la que menos gramos de fosfato o equivalente
emite por cada kilovatio hora de electricidad generado.
Y a su vez, la energía nuclear también es la que menos contamina, o según otras estimaciones
una de las que menos contamina, tanto el agua dulce como el agua salada.
Y por último, con respecto al impacto medioambiental, también hay que decir que la energía nuclear
es la que tiene un menor potencial de dañar la capa de ozono.
Asimismo, si nos preocupa el consumo de recursos no renovables de nuestro entorno, el llamado
agotamiento abiótico, hay que señalar que la energía nuclear es la que menos recursos
minerales metálicos y no metálicos consume.
Como podemos observar en este gráfico, el potencial de agotamiento abiótico con la
energía nuclear es mucho menor que con la energía solar o con la energía eólica.
De hecho, en un vídeo anterior ya explicamos que para poder completar la transición energética
a través de energías renovables, como la solar o como la fotovoltaica, sería necesario
un incremento brutal de la extracción minera del conjunto del planeta, porque estas fuentes
de energía consumen muchos recursos, muchísimos recursos minerales.
Y de la misma manera claro, la contribución de la energía nuclear al agotamiento de los
combustibles fósiles es nula, es casi.
Que prácticamente no se utilizan en todo el ciclo de vida de la central nuclear.
Esta es una característica más o menos compartida con las centrales eólicas o con las centrales
fotovoltaicas, pero desde luego no con las centrales de carbón, de petróleo o de gas
natural porque consumen muy intensivamente combustibles fósiles.
Por tanto, la conclusión es si utilizamos fuentes de energías renovables como la eólica
o la solar, lo que estamos haciendo es incrementar el riesgo de agotamiento de recursos no renovables
fundamentalmente extraídos de la minería.
Y si en cambio utilizamos fuentes de energía que emplean combustibles fósiles, no estaremos
haciendo un uso muy intensivo de la minería, pero si estaremos avanzando en el agotamiento
de los combustibles fósiles.
A su vez, las centrales nucleares también son las centrales que generan una menor cantidad
de desechos químicos comparadas con prácticamente todas las otras formas de producir electricidad.
Ahora bien, si es cierto que son las centrales que generan una mayor cantidad de desechos
radiactivos en comparación con todas las otras centrales, aún así no olvidemos que el potencial
de reciclaje de este combustible nuclear utilizado a través de las centrales de cuarta generación
es una posibilidad cada vez más cercana y por tanto es una forma de dar salida a ese
combustible utilizado radiactivo.
Y por último, ¿cuál es el impacto de las distintas fuentes de generación de energía
eléctrica sobre la vida en el planeta?
Pues por un lado, si nos fijamos en el impacto negativo que el uso de la tierra por parte
de las distintas centrales tiene sobre la biodiversidad, comprobaremos que ese impacto
es mínimo en el caso de la energía nuclear, porque la energía nuclear utiliza muy poca
tierra para generar electricidad.
Es un impacto tan bajo como el de la eólica marina y desde luego muy inferior al de las
centrales de carbón de gas, pero también al de las centrales fotovoltaicas.
La energía nuclear, por tanto, es la energía más compatible con el florecimiento de la
biodiversidad.
Y por otro lado, si nos fijamos en el impacto que las distintas fuentes de generación
eléctrica tienen sobre la salud o sobre la vida del ser humano, comprobaremos que la
energía nuclear es una de las fuentes de energía que tiene un menor impacto sobre
la mortalidad de seres humanos por cada gigavatio ahora producido.
En esta estadística solo la bate la energía hidroeléctrica, tanto la eólica como la
fotovoltaica implican una mayor mortalidad, un mayor riesgo de muerte por cada gigavatio
ahora producido, no digamos ya el carbón o no digamos ya el gas natural, pero a su vez
también es una de las fuentes de energía que tiene un menor impacto negativo sobre la
salud de los seres humanos al margen de la mortalidad.
La hidroeléctrica, eólica y solar están algo mejor en esta métrica, pero no abismalmente
mejor.
En definitiva, la evidencia científica disponible nos permite calificar la energía nuclear
como una energía verde, es decir, como una energía que no tiene un impacto significativamente
negativo sobre el medio ambiente, rotundamente sí.
Otra cuestión es si el único criterio para decidir adoptar una fuente de energía u otra
debe ser el impacto ecológico que estas tengan, también hay que considerar el impacto económico
si son baratas o son caras de las distintas fuentes de energía.
Y en este sentido, si en el futuro el gas natural se abaratara a los niveles en los que se encontraba
antes de 2021, la energía nuclear dejaría de ser competitiva únicamente desde la métrica
de los costes monetarios frente a la utilización del gas natural.
Quizás si consideráramos las externalidades negativas que puede tener el gas natural y
le añadiramos un precio, un coste monetario a esas externalidades negativas, la nuclear
volvería a ser competitiva.
Pero sin monetizar esas externalidades negativas al precio del gas natural previo a 2021, la
nuclear no sería competitiva y entonces deberíamos plantearnos si conviene más instalar nuevas
centrales nucleares o seguir echando mano del gas natural o recurrir a otro tipo de
tecnologías renovables que están en una etapa incipiente pero que quizá tengan potencial
en el futuro.
Dicho otra manera, calificar a la energía nuclear como verde no zanja el debate sobre
la conveniencia o sobre la inconveniencia de incrementar el peso de la nuclear dentro
de nuestro mix eléctrico.
Sigue habiendo argumentos a favor y argumentos en contra que deben ser ponderados, cada uno
de ellos, para decidir si apostar o no por más centrales nucleares. Lo que no es honesto,
lo que no es de recibo, es tratar de manipular los términos para, a través de los términos
insuflar e inocular mi propia conclusión preconcebida sobre la conveniencia o la inconveniencia
de adoptar energías nucleares, los que se oponen a calificar a las centrales nucleares
como energías verdes, no lo hacen porque las nucleares no tengan un mínimo impacto ecológico
adverso, lo hacen porque por las razones que sea no quieren incrementar el peso de la energía
nuclear dentro de nuestro mix energético.
Y como no quieren incrementar el peso de la energía nuclear, lo que hacen es manipular
desde el inicio los términos lo que quieren hacer es calificar la energía nuclear de
energía no verde para ganar en las etiquetas lo que quizá no pueden ganar en los debates
de fondo.
Sea como fuere, si siguiendo a Yoranda Díaz hacemos caso de la evidencia científica,
deberemos concluir que, estemos a favor o en contra de la energía nuclear, deberemos
concluir que la energía nuclear es una energía verde.