logo

Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Son muchos los partidos políticos a los que les gusta auto calificarse como liberales,
como seguidores de la filosofía política del liberalismo.
Sin embargo, hay dudas razonables de que muchos de ellos sean verdaderamente liberales, pero
para determinar si alguien es liberal o no, debemos dar una definición de qué es el liberalismo.
Bueno, a mí una definición que particularmente me parece muy atractiva del liberalismo es la que
presenta el filósofo Chandran Kukatas. Kukatas dice que el término liberalismo se identifica con
un paradigma político que responde a la diversidad humana, es decir, un paradigma político que reconoce
que los seres humanos son distintos, son diversos, mediante la defensa de instituciones que permiten
la coexistencia de distintas creencias y modos de vida. Es decir, el liberalismo responde a la
diversidad humana creando instituciones que permiten que esa diversidad humana se manifieste en
diversidad de creencias y en diversidad de modos de vida. El liberalismo acepta la pluralidad de
esas creencias y modos de vida, la multiplicidad de valores religiosos y morales en el mundo moderno
y promueve la tolerancia. Por tanto, instituciones que respeten esa diversidad de creencias y que
promuevan la tolerancia de las personas distintas hacia ellas. El liberalismo se diferencia de otras
filosofías políticas en que rechaza la idea de un orden social orgánico y espiritualmente unificado
dentro del cual los intereses de los individuos se alinean en perfecta armonía con los intereses
de la comunidad. El liberalismo, por tanto, rechaza que la idea de que todos en una comunidad queremos
lo mismo y que los intereses de la comunidad son mis intereses. El liberalismo reconoce que hay
conflictos de intereses, que unas personas quieren unas cosas y otras personas quieren otras, y la
solución que plantea ante esa diversidad de intereses, ante esa diversidad de concepciones de la buena
vida, de concepciones del bien personal, del bien comunitario, no es obligando a que unas personas
se sometan a los intereses de otras personas, sino respetando sus esperas de libertad. Los
individuos, por tanto, poseen fines distintos y no existe un único objetivo común que todos
deban compartir y, por tanto, necesariamente, los fines de esos individuos entrarán en conflicto.
No existe un único fin al que todos deban someterse. Incluso la idea de bien común,
cada uno de nosotros tiene una particular concepción de bien común. Es injusto, es
inconveniente, por tanto, que unos individuos se tengan que someter a los fines de otros individuos
y que, por tanto, no puedan perseguir su modo de vida. La cuestión, dice Cucatas, a resolver,
la cuestión a resolver desde un punto de vista liberal es la de cómo regular y no la de cómo
radicar tales conflictos. Los conflictos, en cuanto a la diversidad de intereses, existen y lo que
necesitamos son instituciones políticas que respeten esa diversidad de valores, esa diversidad de
modos de vida, esa diversidad de planes de vida y no intenten eliminarla y no intenten, no pretendan
que unos planes de vida de unas personas se sometan a los de otros. La raro cuestión, la solución,
no es que todos tengan que querer lo mismo, sino que a cada cual se le respete por lo que
quiere y, por tanto, los modos de vida diversos puedan coexistir, aunque existan conflictos entre
ellos que exista un escrupuloso respetuo múltiplo. Esta es la definición que da Chandran Cucatas,
pero esto tiene una serie de implicaciones que en parte ya hemos ido desgranando. ¿Qué implicaciones
tiene? ¿Cuáles son los valores nucleares del liberalismo? Pues para responder a esta pregunta
podemos acudir a otro filósofo llamado Jason Brennan y Jason Brennan a cota, ¿cuáles son los valores
del liberalismo? El primero es la tolerancia radical. El liberalismo reconoce la existencia,
como decíamos, de diversidad de modos de vida y la respuesta que da a esa diversidad de modos
de vida es vive y deja vivir. Tú vive tu modo de vida y no te metas en el modo de vida de los demás.
El siguiente valor del liberalismo es la voluntariedad, la voluntariedad radical. Toda interacción
entre personas tiene que partir del consentimiento mutuo. Una persona no puede imponerle a otra su
concepción del bien, su concepción de la buena sociedad, su plan vital para que ambas
personas se respeten. Una tiene que aceptar el plan o tolerar el plan vital de la otra persona y la
otra tiene que tolerar mi plan vital y por tanto nuestra interacción solo se dará en tanto en
cuanto ambos consentamos en ella. La tercera es el respeto radical. La tolerancia se materializa en
un respeto jurídico, en un respeto institucional. El liberalismo reconoce la necesidad de proteger
la esfera de acción, la capacidad de agencia, la capacidad de tomar decisiones de las personas
y se opone por tanto a que unas personas puedan imponerles sus planes de vida a otras personas.
El tercero es la igualdad, pero no la igualdad de resultados, sino la igualdad del punto de partida.
Todas las personas tienen el derecho a perseguir su plan vital sin que otras personas les coaccionen.
Partimos por tanto de una igualdad moral, nadie tiene derecho a gobernar sobre otros, nadie tiene
derecho a imponer su plan vital a otros. Todos tenemos derecho a autodeterminarnos, a perseguir
nuestros propios objetivos, respetando eso sí los objetivos personales de los demás porque tienen
ese mismo derecho y por tanto somos iguales jurídicamente. Existe igualdad en cuanto a derechos
y libertades. El quinto valor es la paz. Los liberales se oponen a la violencia y se oponen
a la violencia entre individuos, entre grupos y entre estados, precisamente porque el punto de partida
ha de ser el respeto a los valores, a los modos de vida, a los planes de vida de las personas y por
tanto la oposición a que unos grupos se impongan violentamente sobre otros el ejercicio de la
violencia a de estar proscrito para el liberalismo. Como mucho el liberalismo acepta la violencia
defensiva, que si alguien me agrede yo pueda defenderle, pero no la iniciación de la violencia
para imponerles a otros mis planes de vida, ni tampoco para sacrificar los planes de vida de
los individuos al bienestar del estado o de la comunidad. El liberalismo se opone a las guerras
invasivas que tienen como propósito beneficiar a ciertos grupos cúlculos económicos, a ciertos
lobis o a la burocracia estatal o a la burocracia militar. A eso se opone el liberalismo porque
estamos sacrificando en las vidas y las libertades de personas concretas de aquellos a los que se
obliga a ir a la guerra o aquellos que soportan y sufren la guerra para mayor gloria de los
objetivos personales o corporativos de algunos individuos. El liberalismo también promueve
obviamente la responsabilidad. Las personas son libres de perseguir sus planes vitales,
pero se han de responsabilizar de las consecuencias que se deriven de las acciones que tomen al perseguir
esos planes vitales. No es posible perseguir mi plan vital si yo me desentiendo de las consecuencias
sobre terceros del proyecto de vida que yo he escogido. Y por último, por tanto, libertad.
Libertad como el valor que agrupa todos los anteriores. Se debe respetar la libertad de
cada persona para perseguir sus propios fines y, por tanto, una persona no puede socavar y
erosionar la libertad de otras personas a perseguir sus propios fines. O por traducir estos valores
en elementos a los que el liberalismo se opone. ¿A qué se oponen los liberales? Pues Jason Brennan
también nos ofrece esa respuesta. ¿Qué idea rechaza el liberalismo? Primero, la sociedad no tiene
fines distintos a los de los individuos que los componen. Una sociedad puede tener fines individuales
mayoritarios, pero la sociedad como tal no tiene fines que no sean los fines de los individuos. Los
fines de la sociedad, cualquiera que queramos denominarlos como tal, serán fines concretos de
los individuos. Y, por tanto, cuando se apela a fines sociales para promover fines a costa de
otros planes vitales individuales, lo que en realidad se está haciendo es promover los fines de
determinados individuos a costa de los de otros, por muy mayoritarios que puedan ser esos fines. Las
mayorías para el liberalismo tampoco tienen derecho a ejercer la violencia o a atentar contra los
proyectos vitales de las minorías. Según la idea que se rechaza, las personas no nacen endeudadas
con la sociedad. Las personas no, cuando nacen, nacen libres, nacen sin vinculaciones, sin cargas,
no están sujetas a los caprichos o alguna responsabilidad con la sociedad, porque las
personas no son responsables de haber nacido en sociedad. Y si no son responsables de haber nacido
en esa sociedad, no se les pueden imponer obligaciones naturales vinculadas a estar en esa
sociedad. Se les ha de reconocer el derecho a separarse de esa sociedad. Si no consienten
informar parte de la misma, se les debería reconocer la potestad de autoorganizarse,
de autoorganizarse, política y socialmente. Tercera idea que se rechaza, los estados no deben
actuar paternalistamente con sus ciudadanos. Los estados no son nuestros padres que nos tengan
que orientar en la vida. Las personas, como hemos dicho, son responsables primero de trazar su propio
proyecto vital y segundo de responsabilitarse de las consecuencias de ese proyecto vital. El estado
no está legitimado para ejercer la violencia y socavar los planes vitales de determinadas
personas adultas y irresponsables. Se reconoce la libertad no solo frente a otras personas,
sino también frente al estado. ¿Y por qué el estado no tiene autoridad política para actuar como
nuestros padres? Pues porque los estados no tienen una autoridad natural sobre nadie. Nadie, de hecho,
tiene una autoridad natural sobre nadie. Si las personas son iguales, nadie nace con el derecho
natural a ejercer la violencia y a gobernar y a mandar y a dirigir a otras personas. Las relaciones
también las de jerarquía se basan en el consentimiento. Si yo no consiento, nadie puede
violentarme ni obligarme a hacer aquello que yo rechazo a hacer, porque se me reconoce mi espera
de libertad. La violencia, en consecuencia, no es un fin legítimo para alcanzar nuestros fines. La
violencia, entendida como conculcación de las libertades de otra persona sin el consentimiento
de esa persona, implica que una persona se arroga el derecho a gobernar sobre otras,
incluso ejerciendo la violencia. Y no existe tal derecho porque la libertad prevalece sobre ese
presunto derecho a gobernar a otros. Presunto derecho que no existe, como hemos comentado,
porque las personas parten desde la igualdad moral, desde la igualdad jurídica. Y, por
tanto, nadie es más exante que nadie. Nadie tiene derecho a mandar sobre otros. Asimismo,
las fronteras estatales no deberían separar a las personas. Las fronteras estatales son
constructos artificiales del poder político, por el cual se impide que determinadas personas
entren e incluso en la propiedad de otros individuos que están dentro de un territorio y
donde querrían esos individuos que entraran. Yo no puedo invitar a mi casa a un extranjero que
no esté dentro de España, sino que esté fuera de España, si el Estado me impide hacerlo. Y,
por tanto, en este caso el Estado se arrogaría un derecho para reprimir mis libertades y para
reprimir las libertades de circulación de la persona que quiere entrar porque yo le autorizo
a entrar en mi propiedad. Y, por último, los liberales tienen una visión realista,
no romántica del Estado. Entienden que el Estado no busca el bien común. Lo que hace el Estado es
servir los intereses concretos de políticos, burocratas, lobis y clientes. Por mucho que nos guste
pensar que la política se orienta a buscar el bien común y hemos visto que no existe un único
concepto de bien común. Cada persona tiene una idea de cómo debe ser la buena sociedad y lo que
deberíamos hacer es respetar a través de la autorrealización social las distintas concepciones
de bien común. Hay que respetar con una persona se monte una comuna con otras para vivir de una
determinada manera y que otras personas se monten otra comuna con otras para vivir de una
determinada manera. Lo que no hay que hacer es unificar a todas esas personas bajo un mismo
proyecto hospital obligándoles a ser uniformes, porque eso conculca sus derechos y sus libertades.
Pero es que además el Estado tampoco pretende alcanzar un único concepto de bien común. Lo que
pretende el Estado es servir los intereses de quienes han tomado el poder y se arrogan la
autoridad política del Estado. Y lo que hacen es utilizar esa autoridad política que no deberían
tener para servir sus fines personales apelando a un inexistente bien común. Los liberales son
conscientes de ello y por eso y porque aunque persiguieran el bien común no estarían legitimados
a imponer su visión de la buena sociedad a los demás, los liberales se oponen al intervencionismo
generalizado del Estado en la vida no solo económica sino también en la vida social.