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¿Es probable que el sistema bancario español experimente una fuga masiva de depósitos que
coloque a sus entidades financieras contra las cuerdas? ¿Cuán estables son los depósitos
del sistema bancario de España? ¡Veámoslo! En el vídeo de ayer ya analizamos que,
durante el último año, la banca estadounidense ha perdido depósitos por importe de 600.000
millones de dólares. Y una fuga de depósitos de ese calibre es muy difícil de digerir para
una banca que está estructuralmente ilíquida, es decir, una banca que se está financiando a
corto plazo, con los depósitos, para invertir a largo plazo, ya sea en préstamos a largo plazo
o ya sea en activos financieros a largo plazo. Justamente esa fuga de depósitos de entidades
financieras, tanto en Estados Unidos como en Europa, es lo que durante las últimas semanas
ha colocado a parte del sistema financiero occidental contra las cuerdas. La pérdida
de depósitos del Silicon Valley Bank lo obligó a malvender sus activos a largo plazo,
descapitalizándose. Y la fuga de depósitos de Credit Suisse, que amenazaba con acabar con
sus reservas de liquidez en el muy corto plazo, es lo que llevó a las autoridades suizas a forzar
la adquisición de Credit Suisse por parte de UBS. Como digo, una fuga de depósitos descontrolada
en un sistema bancario ilíquido supone, en última instancia, la liquidación a pérdidas de ese sistema
bancario. De ahí que cualquiera que pretenda anticipar cuál puede ser la suerte o la desgracia
de un determinado sistema bancario deba analizar cuán susceptibles son los depósitos de ese
sistema bancario a experimentar una fuga. Es decir, ¿cuán está expuesto el sistema bancario
de un país a que sus depositantes comiencen rápidamente a retirar los depósitos, colocando
a esos bancos contra las cuerdas de tener que mal vender sus activos para obtener algo de
liquidez que les permita responder ante los reembolsos masivos de depósitos? En este vídeo vamos a
analizar cuán susceptible es el sistema bancario español de experimentar una fuga generalizada de
depósitos. Pero antes de analizar esta cuestión es necesario entender qué métrica vamos a emplear
para determinar si efectivamente el sistema bancario español u otro sistema bancario europeo es
susceptible de experimentar fugas de depósitos o no. Para ello vamos a recurrir a la legislación
bancaria de Basilea 3. Basilea 3 establece muchas normas que deben regir la administración de los
bancos y una de esas normas consiste en imponerles unos requisitos de liquidez, una cobertura de
liquidez mínima frente al riesgo de salida masiva de tesorería. Es decir, básicamente lo que se le
exige al banco es, dadas tus fuentes de financiación, estás expuesto a que en un momento de estrés
sufras estas salidas de caja, sufras estas salidas de dinero y como te expones a sufrir estas salidas
potenciales de dinero, te exigimos que tengas esta determinada cantidad de activos líquidos que te
permitan responder a estas fugas de dinero potenciales que hemos estimado. Pues bien,
una de las formas en que Basilea 3 calcula, estima cuáles pueden ser las fugas de efectivo,
las fugas de reserva, las fugas de dinero a las que puede llegar a enfrentarse un banco en un
momento de tensión, en un momento de estrés financiero, es lo que la propia legislación
denomina depósitos estables. Si un banco se financia fundamentalmente a través de lo que
Basilea 3 denomina depósitos estables, ese banco tendrá un riesgo de enfrentarse a una fuga masiva
de capitales muy pequeño, porque se considera que esos depósitos no tienden a ser reembolsados
masivamente ni siquiera en momentos de estrés. Hombre, si el banco está al borde de la quiebra,
lo serán. Pero en condiciones menos extremas de estrés financiero, esos depósitos suelen
permanecer, suelen quedarse en el banco. Dicho de otra manera, aquellos sistemas bancarios que
se financien en gran medida a través de depósitos estables serán sistemas bancarios menos susceptibles
de experimentar fugas de depósitos y de que, por tanto, sus bancos se vean abocados a la suspensión
de pagos precisamente por esas salidas masivas de liquidez que no podrían atender a partir de
la totalidad de su activo. ¿Pero exactamente qué es un depósito estable para Basilea 3? ¿Por qué
esta regulación bancaria considera que determinados tipos de depósitos son poco susceptibles a ser
reembolsados en dinero y, por tanto, a asfixiar financieramente a una entidad bancaria? Bueno,
pues Basilea 3 califica como depósitos estables a aquellos depósitos de particulares que estén
cubiertos por un Fondo de Garantía de Depósitos, ya sea el nacional o el extranjero, y que además
cumplan uno de estos dos requisitos. Primer requisito, que sea parte de una relación a
largo plazo establecida con el banco. Segundo requisito, que se constituya en cuenta corriente,
en una cuenta a partir de la cual efectuamos transacciones. Es decir, que si estamos ante
un depósito de particulares cubierto por el Fondo de Garantía de Depósitos y que o bien forme parte
de una relación establecida con el banco, o bien sea una cuenta corriente, una cuenta desde la que
efectuar transacciones, ese depósito se calificará como estable y, por tanto, como poco probable de
ser reembolsado. Pero ¿cuándo entendemos que un depósito es fruto de una relación establecida
con el banco? ¿O cuándo entendemos que un depósito está actuando como cuenta corriente? Pues de
acuerdo con la regulación de Basilea, entenderemos, por ejemplo, que un depósito actúa como cuenta
corriente cuando sueldos, ingresos u otras operaciones se abonen o se adeuden, respectivamente,
en tales cuentas de manera periódica. Es decir, que si en un depósito solemos ingresar los salarios,
ese depósito contará como cuenta corriente a efectos regulatorios y, por tanto, si ese depósito
es de un particular y está asegurado por el Fondo de Garantía de Depósitos, ese depósito
será calificado como estable. ¿Y cuándo, en cambio, consideraremos que un depósito es fruto
de una relación establecida con el banco? Pues cuando se dé una de estas tres condiciones.
La primera, mantener una relación contractual activa con la entidad de crédito desde hace
12 meses como mínimo. Es decir, que si hemos mantenido ese depósito con la entidad desde
hace al menos 12 meses, ese depósito de particulares asegurado por el Fondo de Garantía de Depósitos
será un depósito estable. O, alternativamente, si se mantiene una relación como prestatario con
la entidad de crédito vinculada a préstamos sobre bienes inmuebles residenciales u otros préstamos
de larga duración. Es decir, que si yo tengo una hipoteca con el banco y para pagar esa hipoteca
tengo un depósito en el banco contra el que me cargan la letra de la hipoteca, ese depósito con
el banco, si está asegurado por el Fondo de Garantía de Depósitos, también será un depósito
estable. Y, por último, si el depositante dispone de al menos otro producto activo distinto de un
préstamo en la entidad de crédito. Es decir, que si tengo una relación contractual estrecha con
el banco porque también le he contratado otros productos como pueda ser un seguro de vida,
un seguro del hogar, etcétera, ese depósito, si es de un particular y está cubierto por el
Fondo de Garantía de Depósitos, también se considerará estable. Pues bien, ya delimitada
la definición de qué es un depósito estable, ¿qué porcentaje de los depósitos de la banca
española son depósitos estables? Pues, como podemos observar en este gráfico, cortesía del
tuitero Johannes Borgen, por cierto, una cuenta de Twitter muy recomendable a seguir si uno está
interesado en asuntos de finanzas y de banca, en este gráfico que ha elaborado este tuitero,
a partir de los datos de 100 grandes entidades bancarias europeas, lo que podemos observar es
que alrededor de dos tercios de los depósitos de la banca española son depósitos que podríamos
calificar como estables. Estamos, por tanto, más o menos en la media europea. Hay países que tienen
un porcentaje de depósitos estables bastante superior al de España, por ejemplo, Noruega,
Chipre o Grecia se acercan al 80%, pero también hay otros países que están apreciablemente peor
que España y, por tanto, son países cuyo sistema bancario es más susceptible de experimentar un
pánico en forma de fuga de depósitos. Por ejemplo, Reino Unido o Alemania están cerca del 50%. La
mitad de sus depósitos son estables, la otra mitad no. Pero es que, atención, Suiza, y esto nos permitirá
entender mucho del caso de Credit Suisse, Suiza apenas tiene un 10% de sus depósitos calificados
como estables, de ahí que Credit Suisse estuviera tan expuesta a una fuga de depósitos que terminó
asfixiándolo y llevándolo al borde de una suspensión de pagos como para que UBS fuera
forzada a adquirirlo. En definitiva, los depósitos de los principales bancos españoles no están
entre los más estables de Europa, pero desde luego tampoco entre los más inestables. No son
depósitos especialmente susceptibles de experimentar una fuga. Alrededor de dos tercios de su base de
depósitos, de su principal fuente de financiación, no está altamente expuesta a ser reembolsada en
masa. El otro tercio sí puede estar más expuesto, pero tampoco significa necesariamente que sean
depósitos totalmente volátiles. Hay depósitos que, sin ser estables, son bastante estables,
sin ser, por tanto, totalmente inestables. De modo que, repito una vez más, la base de
financiación vía depósitos de la banca española no es nefasta ni mucho menos. No somos el país
cuyo sistema bancario más intranquilidad deba generar a ese respecto. Cuestión distinta,
claro, es que la estabilidad, la solvencia, la liquidez de un sistema bancario no dependa
solo de la estabilidad de sus depósitos. Depende, fundamentalmente, de la capacidad de repago a
corto, medio y largo plazo de sus activos, de los préstamos y de las inversiones que ha ejecutado
la banca. Pero al menos si podemos decir que, salvo que haya un deterioro muy importante de
la cartera de inversiones y de la cartera crediticia de los bancos, no parece que el
sistema bancario español sea de los principales candidatos a experimentar una fuga en masa de
depósitos. Si la experimenta no será tanto por la tipología de depósitos, cuanto por la tipología
de inversiones que haya podido efectuar la banca, y entre ellas la que considero más preocupante para
la estabilidad a medio y largo plazo del sistema bancario español es, sin duda, la deuda pública
española. Si el riesgo soberano del Estado español se disparara, si la prima de riesgo de España se
disparara como sucedió en el año 2011 o 2012, no habrá estabilidad de depósitos que valga. Mientras
tanto, claro, la estabilidad de depósitos nos da un respiro.