This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
Este pasado miércoles, el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias subió a la tribuna
del Congreso de los Diputados para efectuar una legato contra la libertad de prensa.
Sí he dicho bien, contra la libertad de prensa.
Aunque el discurso de Pablo Iglesias pretendía ser una supuesta defensa de la libertad de
prensa frente a los poderes mediáticos, como ahora veremos en la práctica lo que
defendió Pablo Iglesias es la subordinación de la libertad de prensa, de la libertad de
los medios de comunicación al poder político por ser este supuestamente representante de
la voluntad general del pueblo.
Antes de escuchar a Iglesias, sin embargo, es imprescindible para que de verdad entendamos
lo que está diciendo en este discurso parlamentario que repasemos nociones muy básicas sobre
qué son los poderes y más en particular sobre qué es el poder político y también sobre
qué son los derechos frente a esos poderes.
Los poderes simplemente capacidad, aquel que tiene capacidad para hacer algo tiene poder
para hacer ese algo.
Cuando hablamos de poderes con trascendencia social, nos estamos refiriendo a la capacidad
para influir directa o indirectamente sobre el comportamiento de los demás, de tal manera
que los demás terminen haciendo algo que nosotros queremos que hagan, y en ese sentido
el poder social puede tener manifestaciones muy diversas, una manifestación puede ser
el poder económico.
Yo tengo dinero, tú quieres dinero y por tanto, si yo te ofrezco dinero, tú podrás
estar dispuesto a hacer determinadas cosas por mí, es decir, yo con mi dinero puedo
influir directa o indirectamente en lo que tú terminas haciendo.
Otro poder puede ser la belleza, aquellas personas que quedan prendadas de la belleza
de otro individuo, de otra persona, pueden estar dispuestas a hacer casi cualquier cosa
para conseguir el favor sexual de la persona a la que consideran bella.
Otro poder puede ser el poder de la palabra, las personas muy elocuentes, las personas
muy locuaces, las personas muy persuasivas pueden terminar influyendo en lo que los demás
piensan, en lo que los demás hacen, en lo que los demás quieren o no quieren hacer,
y por tanto también están determinando directamente qué hacen esas personas.
Otro poder puede ser la fuerza bruta, si yo soy más fuerte que tú, te puedo forzar,
te puedo coaccionar para que tú hagas lo que yo quiero que hagas, o simplemente te puedo
amenazar de que si no haces lo que te digo que tienes que hacer, terminaré usando la
fuerza bruta contra ti, y a su vez un último poder, que en realidad es una clase, una
categoría particular del poder basado en la fuerza bruta, es el poder político.
El poder político es el poder de utilizar legítimamente la fuerza bruta, y cuando hablamos
de legítimamente nos referimos a usar la fuerza bruta por concurso, por consenso del
conjunto de la sociedad.
El poder político es la capacidad para generar obediencia en la sociedad, para que la sociedad
acepte que hay determinadas personas que tienen la legitimidad en última instancia para
utilizar la fuerza bruta y que por tanto los súditos de ese poder político no deberían
siquiera resistirse a la hora de ser víctimas de esa fuerza bruta.
Por ejemplo, una mafia tiene poder basado en la fuerza bruta, en el sentido de que tienen
a unos pistoleros detrás y te pueden amenazar con que o pagas una mordida, pagas una contribución
coactivamente o atente a las consecuencias, igual te encuentras una cabeza de caballo
en la cama, etcétera.
Los ciudadanos ceden a esa fuerza bruta por miedo, como no quieren enfrentarse a la coacción
que puede perpetrar contra ellos la mafia, terminan cediendo en favor de la mafia.
Sin embargo, con los estados pasa algo distinto.
El estado viene y te dice, oye, págame esta contribución o si no, mando a la policía
y te envió a prisión por haber incumplido el mandato que yo te he dado, es decir, que
superficialmente el estado y la mafia no serían tan diferentes.
Uno vas a su poder para emitir órdenes en la mera fuerza bruta y el otro, el estado,
aparentemente, también vas a su poder en la fuerza bruta, en la fuerza policial, en
la fuerza militar, etcétera.
Sin embargo, el estado tiene algo más.
El estado tiene ese reconocimiento social generalizado de que esa fuerza que amenaza
con emplear está amenazando con emplearla legítimamente.
Y por tanto, mientras que en el caso de la mafia, todos o prácticamente todos consideramos
que sería legítimo si fuéramos capaces resistirnos a la mafia e impedir que la mafia
nos lance órdenes que tengamos que cumplirco activamente, con el estado esto no sucede.
La mayoría de la población cree que el estado tiene legitimidad para emitir esas órdenes
y que, por tanto, los gobernados tienen que someterse a esas órdenes y, por tanto, si
no se someten, el gobierno utiliza la violencia para forzar el cumplimiento de sus órdenes
pero la utiliza con la connivencia de la inmensa mayoría de la población.
Y, por tanto, el poder político es un poder mucho más reforzado que el poder que puede
tener cualquier mafia, porque cualquier mafia, si se pasa demasiado apretando las tuercas
a la población, termina enfrentándose al riesgo de revuelta ciudadana.
En cambio, el gobierno, el estado, tiene muchísimo más margen para aplicar la fuerza o la amenaza
de la fuerza bruta, es decir, tiene mucho más poder, sin que la población se revolucione,
porque el grueso de la población cree que el estado está haciendo bien cuando hace
lo que hace dentro de las competencias que esa población le reconoce.
Bien, esos son las distintas fuentes posibles de poder, quizá hay alguna más, pero estas
son las principales fuentes de poder.
¿Y qué son los derechos?
Pues los derechos son formas de regular el poder, es decir, de regular la capacidad
de acción de los demás.
Los derechos especifican qué es legítimo hacer y qué no es legítimo hacer.
Y, por tanto, si socialmente consideramos que no hay un derecho a ejercer la violencia
sobre los demás, a ejercer el poder violento sobre los demás, entonces las personas que
sean muy fuertes, que en principio tengan ese poder basado en la fuerza bruta, si intentan
utilizarlos, encontrarán con la resistencia del resto de la sociedad, porque el resto
de la sociedad considera que la fuerza bruta no es una forma legítima, no entra en la
categoría de derecho, no están parados por el derecho de articular las relaciones sociales.
Es decir, los derechos sirven para ponerle límites al poder, pero fijémonos que si
extendemos demasiado la categoría de derechos, al final podemos terminar constriñendo absolutamente
la capacidad de acción.
Si por ejemplo decimos está prohibido ejercer poder mediático, es decir, que una persona
no puede persuadir a otra de que sus argumentos son mejores o de que tiene que hacer algo
en su favor, entonces lo que estamos haciendo es limitar la libertad de expresión, limitar
la libertad de prensa, limitar la libertad de reflexión científica, etcétera.
A su vez, si decimos no está permitido, no debe estar permitido que una persona le ofrezca
dinero a otra a cambio de una contraprestación, es decir, no está permitido que haya poder
económico, pues en ese caso lo que estamos haciendo es impedir la cooperación mutuamente
beneficiosa entre las personas, yo te doy dinero porque quiero que hagas algo por mí
y tú haces algo por mí porque quieres dinero, es un intercambio mutuamente beneficioso.
Si impedimos que uno ejerza poder económico en el sentido de ofrecerle dinero al otro,
lo que estamos haciendo es atentar contra la libertad de empresa, atentar contra la
libertad de comercio, atentar en definitiva contra la libertad de asociación con motivos
económicos.
Si a su vez restringiramos el poder sexual, pues entonces estaríamos restringiendo la
libertad de relaciones sexuales, la libertad afectiva, etcétera, etcétera, etcétera.
Es decir, los derechos, si se expanden demasiado, si intentan poner demasiados límites al poder
entendido como iniciativa de acción para influir sobre los demás, lo que en última
instancia están cercenando, es la interacción dentro de la sociedad.
Por eso, el pensamiento liberal, lo que dice, es las distintas formas de poder de iniciativa
para influir sobre los demás están permitidas, salvo una, el poder basado en la violencia.
Si tú quieres que los demás hagan cosas por ti, persuadeles, o ofreceles algo a cambio,
ofreceles algo que valoren a cambio, por ejemplo, dinero, pero lo que no puedes hacer
es utilizar la violencia para coaccionar a los demás a que se sometan a tus planes
de acción.
Es decir, lo que no puedes hacer es parasitar a los demás, porque si yo tengo la fuerza,
lo que te estoy diciendo es, o te dejas parasitar, o te voy a imponer un mal todavía mayor.
Y eso, ya digo, es lo que queda fuera del liberalismo, y por eso el liberalismo habla
de derechos de no interferencia, es decir, el derecho que yo tengo frente a ti es que
tú no utilices la violencia, contra mí, a cambio de que yo no utilice la violencia
contra ti, pero a partir de ahí, evidentemente, toda interacción social es licita, es permisible,
y fruto de esas interacciones sociales, evidentemente, el poder económico, el poder mediático,
el poder sexual, harán su aparición y serán moneda de cambio en las interacciones sociales.
A su vez, justamente porque el liberalismo rechaza el poder basado en la violencia,
también el liberalismo es tremendamente escéptico con el poder político, porque no olvidemos
que el poder político es simplemente violencia socialmente legitimada, pero claro que a
mucha gente le parezca bien una determinada forma de violencia, o que un determinado actor
pueda ser violento, no debería llevarnos a considerar que esa violencia es perselegítima.
Esa mayoría de la gente puede ser un grupo mayoritario que quiere parasitar, por ejemplo,
las minorías, que quiere explotar a las minorías, o que simplemente se le ha lavado la cabeza
para que legitime la violencia física de un tercero, con lo cual los derechos de no
interferencia que defiende el liberalismo también son prima facie, derechos de no interferencia
frente al Estado. Es decir, el poder político tampoco tiene derecho, tampoco tiene el privilegio
de utilizar la violencia física contra los individuos dentro de la sociedad para reprimir
su acción o su interacción con otras personas. Ese es el sistema de libertades. Cada individuo
tiene libertad individual plena dentro de su esfera de autonomía para actuar como crea
conveniente eso sí, sin interferir sobre la esfera de libertad de los demás, y sin
que los demás interfieran sobre la suya. Y entre esos demás que no pueden interferir
en su esfera de libertad también está el Estado. El Estado, por tanto, no es una gente
excepcional, moralmente excepcional, que se puede comportar como el resto de personas
no tiene derecho a comportarse. El Estado no puede, dentro de la óptica liberal, violentar
los derechos ajenos simplemente por ser el Estado. Si hay alguna razón por la que los
derechos de no interferencia, las libertades de los ciudadanos han de ser limitados debe
ser una justificación universal y general y muy profunda, no simplemente yo soy el
Estado y, por tanto, como soy el Estado, puedo hacer contigo lo que me dé la gana. Eso
no es una justificación válida para legitimar el uso de la violencia física dentro del liberalismo.
Podemos, desde luego, no es liberal, aunque en el discurso parlamentario de Pablo Iglesias
en varias ocasiones pretende vendernos que su discurso es convalidable con el liberalismo.
Pablo Iglesias no es liberal. Pablo Iglesias no defiende que haya una esfera jurídica
inatacable por el Estado en cada individuo. Pablo Iglesias considera que todas las relaciones
sociales, que todas las acciones e interacciones sociales deben someterse al poder político.
¿Y por qué todas las acciones e interacciones sociales han de someterse al poder político?
Porque el poder político, para Pablo Iglesias, es la emanación de la voluntad popular, de
la voluntad del pueblo. Y él considera que la voluntad del pueblo tiene que prevalecer,
tiene que primar sobre los proyectos de vida individuales de cada persona. Por tanto, es
cada persona la que tiene que someterse al poder político del Estado, porque el Estado
tiene la legitimidad democrática detrás. Y desde esta óptica, desde la óptica de
que, como el Estado tiene el aval de la mayoría detrás, Pablo Iglesias considera que, por
supuesto, todos los otros poderes sociales, el poder económico, el poder mediático,
el poder sexual, todos esos poderes sociales, toda esa capacidad de acción e interacción
social de las personas ha de someterse a la voluntad del Estado, que supuestamente es
la voluntad del pueblo, pero que en la práctica es la voluntad de aquellos agentes que en
un determinado momento están controlando el Estado, es decir, en el caso actual del
gobierno de coalición, Peso de Podemos, o en todo caso del Parlamento, que indirectamente
ha investido a ese gobierno de coalición. Pues bien, hecha esta aclaración, creo que
ya podemos entender y leer perfectamente entre líneas lo que está queriendo decir Pablo
Iglesias a lo largo de este discurso en el Parlamento. Lo que nos está diciendo es que
el poder político ha de ser absoluto sobre otros poderes, en este caso el poder mediático,
que aquellos grupos de comunicación, aquellos medios de comunicación, incluso aquellos
periodistas que tengan mucha capacidad para influir en el pensamiento de la sociedad,
deben de estar tutelados por el poder político, porque en caso contrario están poniéndose
en contrapesos, en cortapisas, para el poder político. Si el poder político quiere tomar
una decisión y un grupo de comunicación, un periódico, incluso un periodista, son
tremendamente influyentes como para volver a la opinión pública en contra del gobierno,
evidentemente el gobierno se ve presionado para no tomar la decisión supuestamente
soberana que quería tomar. Y por tanto, eso, Pablo Iglesias lo entiende como un ataque al
poder político, es decir, a la voluntad del pueblo. El pueblo quiere que el gobierno tome
una determinada decisión, pero como hay otros contrapoderes sociales que son capaces también
de presionar al gobierno o más bien de presionar a la opinión pública convenciéndola, persuadiéndola
o incluso sobornándola en otros casos de que ese proyecto político no es adecuado,
no es interesante, no es pertinente, entonces como digo, el poder político se siente restringido,
no siente que tiene un poder absoluto para hacer lo que le dé la gana en sociedad y
eso es lo que Pablo Iglesias quiere evitar. Y eso es lo que Pablo Iglesias, por cierto,
denunció también en una reciente entrevista en Salvados, que ya comentamos en su momento
en este canal y que podréis consultar en la sección de arriba a la derecha.
Bueno, pues aclarado todo esto, vamos viendo las partes más importantes del discurso de
Pablo Iglesias para que veáis cómo efectivamente está diciendo lo que yo he resumido en los
minutos anteriores.
Le agradezco enormemente que me dé la oportunidad de reflexionar en sede parlamentaria en esta
tribuna de algo enormemente importante sobre lo que casi nunca se reflexiona en la sede
de la soberanía popular, el poder mediático y el papel del poder mediático en la democracia,
un temátabu, un temátabu del que parece que está prohibido hablar y creo que eso
es el síntoma de una carencia de nuestra democracia que es necesario superar. Normalidad democrática
es también, señoría, que se pueda hablar de todos los actores que tienen un papel relevante
en el desarrollo de la política.
Como vemos aquí, Pablo Iglesias está repitiendo lo que ya he resumido con anterioridad, que
el único poder que existe en sociedad no es el poder político. Y, por tanto, que el
poder político, en cierto modo, está limitado por esos otros poderes que existen en sociedad.
Pero recordemos que esos otros poderes que existen en sociedad es lo que llamamos libertades
individuales. La libertad de prensa es el poder que tiene un medio de comunicación
de decir lo que le dé la gana aunque al gobierno le moleste, aunque al poder político le moleste.
La libertad de expresión, más en general, es la libertad que tenemos todos de decir
lo que nos apetezca con independencia de que eso perjudique los intereses del poder político.
La libertad comercial es la libertad que tenemos todos de efectuar las transacciones, que podamos
y que queramos efectuar por mucho que al poder político le moleste. Entonces, si bien
hay otros poderes en sociedad, que son los que he mencionado antes, que es simplemente
la libertad de actuación y de interacción entre las personas, y si bien esos poderes
evidentemente influyen en sociedad y, por tanto, tienen una repercusión sobre el poder
político, lo que no deberíamos caer es en la trampa que ya desde el comienzo intenta
atender iglesias. Lo que iglesias, al final de esta primera intervención, está intentando
decir es que, en la medida en que esos poderes tienen una trascendencia social, habría
que caracterizar todos esos poderes como poderes vinculados, relacionados, como poderes
que forman parte del poder político, y como él, o Pedro Sánchez, él y el resto del parlamento,
son los titulares últimos, como representantes del pueblo o del poder político, todos esos
poderes sociales deberían estar subordinados al poder político, y no es así. Un poder
político que quiera anular todos los otros poderes sociales, y que quiera subordinar
a ese poder político todos los otros poderes sociales, todas las otras libertades individuales,
es un poder político que, en teoría política llamaríamos totalitario, sería totalitarismo.
Toda esfera de acción y de interacción social queda subordinado al poder político del estado,
y, por tanto, el poder político del estado lo ocupa todo, lo controla todo. Y eso es
lo que Pablo Iglesias no sé si consciente o inconscientemente, es decir, no sé hasta
qué punto es consciente de las implicaciones últimas del discurso que está elaborando,
pero eso es, en última instancia, lo que Pablo Iglesias está diciendo.
Señor, y el poder mediático es un poder real, es el cuarto poder, la gente lo reconoce,
pero sabe cuál es la diferencia del poder mediático con respecto al poder ejecutivo,
al poder legislativo y al poder judicial, que no hay ningún elemento de control democrático.
Al fin y al cabo, usted y yo nos sentamos aquí porque nos han votado millones de ciudadanos.
Al fin y al cabo, la manera en la que se elige un Gobierno, o incluso, como desde la soberanía
popular, con mecanismos llenos de defectos y llenos de problemas, se condicionan los
órganos de Gobierno del Poder Judicial al menos hay una suerte de fundamento democrático.
Pero cuáles son los dispositivos de control de la ciudadanía sobre un poder tan inmenso.
Fijémonos en lo que está diciendo Iglesias aquí, que la democracia tiene que extenderse
hacia todos los rincones de la sociedad para controlar todas las manifestaciones del ejercicio
de la libertad individual, en este caso, de la libertad de prensa.
Lo que está diciendo es, sí, los medios de comunicación están ejerciendo su libertad
de prensa, pero como esa libertad de prensa tiene capacidad para influir sobre terceros,
esa libertad de prensa está ejerciéndose generando poder social, relaciones de poder
social, de poder mediático.
Y, por tanto, como todo poder, aunque sea una manifestación de una libertad de la libertad
de prensa, como todo poder ha de estar subordinado al poder político, entonces es inadmisible
que no haya mecanismos de control político, de control democrático, sobre ese poder mediático.
Pero, insisto, esto es lo que pretende extender la capacidad de deliberación y de votación
democrática a prácticamente todos o todos los asuntos de la sociedad, es decir, que todo
sea objeto de votación o mejor, que los políticos que hayan resultado supuestamente
electos en unas elecciones tengan fruto de esa legitimidad democrática, poder para
decidir absolutamente todo en la vida privada de los individuos, como ellos son representantes
del pueblo y el pueblo a depoderlo todo, incluso aplastar la libertad de prensa, la libertad
de expresión, la libertad de comercio, como el pueblo a depoderlo todo en la filosofía
política de iglesias, entonces es inadmisible, repito, que los medios de comunicación hagan
uso de su libertad de prensa para intentar influir en la esfera pública como Pablo Iglesias,
por cierto, tanto como vicepresidente del gobierno como cuando no era vicepresidente
del gobierno, hacía uso de su libertad de expresión para también intentar influir
en la esfera pública.
Imaginamos que este discurso lo hubiese elaborado Mariano Rajoy en el año 2014 o en el año
2015 y hubiese dicho, como este señor, Pablo Iglesias, está en el ocuente que está moldeando
la opinión pública, apareciendo además en los medios de comunicación que ahora Iglesias
denuncia como un oligopolio que están contra la agenda del gobierno, pero bueno, da igual,
como este señor es tan persuasivo, es tan influyente, este señor al que no ha votado
nadie en el año 2014 o en el año 2015, no era un representante del pueblo español en
España, este señor está influyendo en la agenda política y no lo ha votado nadie,
a mí y a Mariano Rajoy si me ha votado mucha gente, y por tanto, yo tengo derecho a controlar
lo que este señor, Pablo Iglesias, está diciendo, envenenando, influyendo sobre la
opinión pública.
Bueno, pues, haciendo uso del discurso, de la lógica discursiva que está empleando
Pablo Iglesias, Mariano Rajoy podría haber dicho esto, pero creo que en ese caso todos
entenderíamos perfectamente que Mariano Rajoy se habría comportado como un presidente autoritario
o incluso totalitario, es decir, habría terminado reprimiendo, cercenando la libertad de expresión
de Pablo Iglesias, porque sí, Pablo Iglesias tenía poder mediático, poder comunicativo,
poder de locuacidad, de palabra, y con ese poder, con esa capacidad de persuasión, de
influencia, ha terminado convirtiéndose.
No lo olvidemos en vicepresidente segundo del gobierno, porque ha generado un clima de opinión
favorable a su partido, a sus ideas, a su persona, y, por tanto, con ese clima construido
sobre su propaganda, sobre su persuasión, ha conseguido poder político.
Pues bien, Mariano Rajoy, insisto, podría haber dicho lo mismo que está diciendo Iglesias
para silenciar a Iglesias, afortunadamente no lo dijo, pero Iglesias sí está en cambio,
diciendo que, claro, él ya, ahora, ya ocupa el poder político, y, por tanto, como poseedor
del poder político, ha de tener primacía sobre otras formas de poder social, que deben
estar subordinadas a su poder político, es decir, lo que está proponiendo es establecer
límites políticos, que marque él, que marque el Parlamento, en todo caso, pero que marque
él como líder de su partido político, en la parte proporcional del Parlamento que controle
él y sus socios parlamentarios respectivos, establecer límites a esa libertad de prensa,
para subyugarla a la agenda política, al interés político, que en cada momento ellos
quieran promover.
Ustedes dirán, esto es plena normalidad democrático, pues, mire, que los poderes mediáticos no
puedan ser contrapoderes, sino más bien brazos mediáticos de poderes económicos,
yo creo que merece una cierta reflexión. Le pongo un ejemplo, ¿qué es lo que van
a hacer los brazos mediáticos de la patronal inmobiliaria para impedir que este Gobierno
cumpla el acuerdo que firmamos y haya una ley que regule los alquileres? Presionar, presionar,
presionar y presionar, cuando no les ha votado nadie, para que los representantes de la soberanía
popular no puedan hacer lo que se han comprometido a hacer, firmado en un documento.
¿Cómo que los representantes de la soberanía popular no pueden hacer lo que se han comprometido
a hacer? Ellos, por supuesto, siguen teniendo plena capacidad de iniciativa política. Lo
que sucede es que otros individuos, otros grupos, otras asociaciones, pueden intentar
también influir sobre la opinión pública, para que la opinión pública quizá no esté
tan convencida de que la agenda política que supuestamente se votó, que se tenía que
aplicar, porque realmente también es muy ingenuo pensar que un votante del PP, de PSOE, de
Podemos, se ha leído y comparte en la totalidad los programas electorales de esos partidos
y además entiende perfectamente cuáles van a ser todas las consecuencias políticas
sociales y económicas de cada una de esas medidas. Evidentemente, eso no sucede. Y por
tanto decir, Pablo Iglesias, que los ciudadanos están plenamente convencidos cuando votaron
a Podemos de que esa era la agenda política que haría que aplicar, es un exceso a todas
luces. Y por eso, si otros participantes en el debate público aportan otros argumentos
y persuaden al personal, como ha sido persuadido previamente por Iglesias, de que las propuestas
de este gobierno no son acertadas y que, por tanto, si las intentan aplicar a lo mejor
en las siguientes elecciones no les votan, pues eso sí, claro, limita al poder político,
es que justamente los contrapoderes sociales están para limitar la aspiración absolutista
del poder político. Y eso es lo que le molesta a Pablo Iglesias. Pablo Iglesias está reivindicando
que su poder político no debería tener, no debería encontrarse con ninguna fricción
en sociedad, que todo el mundo dentro de la sociedad, cuando él quiere aplicar una medida
política, debería decir, sí, buena, no debería protestar. Aunque haya mucha gente que considere
que esa medida es un error o que simplemente sale perjudicada por esa medida e intenta
visibilizar ante la opinión pública cómo esa medida está perjudicando excesivamente
sus intereses y por qué ese perjuicio tan excesivo contra sus intereses puede ser ilegítimo
o los demás podrían llegar a considerar que es ilegítimo.
Al margen de consideraciones consecuencialistas, si a una persona que tiene, por ejemplo,
cinco casas se les propian cuatro, no digo que el gobierno lo vaya a hacer, pero es un
ejemplo, esa persona, claro, puede decir, oye, resto de la sociedad española, quizá
este gobierno se está excediendo en sus supuestas competencias para garantizar el derecho a
la vivienda. ¿Por qué? Porque estas cinco viviendas eran mi derecho de propiedad, era
un derecho de propiedad que había adquirido legítimamente y me las está robando, me
está imponiendo coactivamente un sacrificio, un perjuicio excesivo. ¿No os parece que
os estáis pasando de la raya? ¿No os parece que, como ciudadanos, no deberíais tolerar
el comportamiento las iniciativas políticas de este gobierno? Y si esa persona que es
perjudicada presenta argumentos que el resto de la población considera suficientemente
persuasivos y convincentes, ¿por qué el resto de la población ahora no va a cambiar de
opinión y oponerse a esa medida del gobierno? ¿Eso es lo que le molesta a Pablo Iglesias?
Porque dice, yo ya he conseguido con la propaganda política convencer a suficientes gente como
para llegar al gobierno. Y a partir de ahí quiero carta blanca. No quiero que nadie oponga
resistencia a lo que quiero hacer, a lo que estoy determinado a hacer. Y no. Por supuesto
que afortunadamente, en un régimen de libertades, el gobierno no lo puede hacer todo. El gobierno
no tiene un poder total, un poder absoluto. Y quien quiere tener un poder total o un poder
absoluto es un totalitario.
Señoría, los poderes mediáticos son los espacios de socialización política más
importantes. Es sobre todo a través de ellos donde la gente se educa políticamente. ¿Usted
imagina que todas las escuelas de España fueran propiedad de los bancos? ¿O que los bancos
decidieran los planes de estudio, las asignaturas, qué se explica y qué no se explica en clase?
Pues esto es lo que ocurre con buena parte de los medios de comunicación en España.
Esta parte del discurso me parece extraordinariamente reveladora del tipo de sociedad en el que
está pensando Pablo Iglesias. Evidentemente que todas las escuelas fueran propiedad de
los bancos o de un banco o que los bancos tuviesen capacidad para imponer sus planes
de estudio a todas las escuelas es algo que en general creo que todos los que estemos
escuchando este vídeo rechazaríamos. Incluso desde posiciones liberales hay argumentos
para rechazar esta monopolización de la educación, es decir, esta restricción de
la iniciativa para crear nuevas escuelas que no estén sometidas al dictad, por ejemplo
en este caso, de la banca. Con lo cual aquí creo que Iglesias puede empatizar en esta
crítica con prácticamente todo el auditorio. No creo que haya nadie que viera con buenos
ojos que se diera la situación que está describiendo Iglesias. Pero es que esa situación
que está describiendo Iglesias, que alguien sea propietario de todas las escuelas o que
alguien tenga la capacidad de dictar los planes de estudio de todas las escuelas de España,
se da, ya se da, con el Estado, con el Poder Político. El Poder Político tiene la propiedad
de la mayoría de escuelas en España, de las escuelas públicas, y en todo caso en las
escuelas concertadas, que están, digamos así, indirectamente compradas con el Poder
Político, o incluso de las escuelas privadas, que son independientes financieramente del
Poder Político, incluso en esas tiene la capacidad de imponerles los planes de estudio. Por
tanto, este monopolio sobre la propiedad de los centros de enseñanza, o sobre el contenido
de los planes de estudio que se aplica a esos centros de enseñanza, no es algo que a Pablo
Iglesias le moleste. Le molesta sólo en la medida en que ese monopolio no esté en manos
del Poder Político. Y por tanto, lo que él está diciendo es, la sociedad sí debería
ser así, o sí está bien que sea así, pero siempre y cuando reemplacemos bancos por Poder
Político. Y como hoy en día el Poder Político no tiene un control pleno sobre los medios
de comunicación, afortunadamente, por eso está protestando. Si el Poder Político tuviese
un monopolio sobre los medios de comunicación, a Pablo Iglesias no le importarían absoluto,
no le molestarían absoluto, como no le molesten absoluto que el Poder Político tenga un control
absoluto sobre los planes de estudio, o sobre la titularidad de las escuelas dentro de España.
Lo que le molesta es que ese control lo tenga en otros que no sea el Poder Político, otros
que él llama Poder Mediático, pero que en realidad son muchísimas otras organizaciones
distintas, porque sí, en televisión hay dos grandes grupos mediáticos, pero los medios
de comunicación no se limitan a las televisiones, ni siquiera a las radios, también tenemos
la prensa, la prensa digital, por ejemplo, o cada vez más, afortunadamente, tenemos
más espacios para, por ejemplo, a través de YouTube, transmitir nuestras ideas al
margen de esa televisión concentrada en dos grupos mediáticos.
Si Iglesia se limitará simplemente a criticar que pueda haber mucha concentración en las
televisiones o en las radios, pues quizá podría tener algún punto de razón si lo que intentará
promover es abrir la competencia para que otros medios de comunicación privados entran
en ese espacio.
Lo que no tiene ningún sentido es lo que está haciendo Pablo Iglesias, que es cargar
contra todos los medios de comunicación, contra todo el Poder Mediático a la vez.
El discurso de Pablo Iglesias sirve tanto para regular el oligopolio de las televisiones
como sirve para regular la libertad de expresión dentro de este canal de YouTube, si este canal
de YouTube en algún momento llegará a tener tantísima influencia como para, por ejemplo,
determinar directa o indirectamente la agenda política.
Insisto, lo que le molesta a Pablo Iglesias no es que en un momento determinado pueda
haber un exceso de concentración mediática en algunos grupos de comunicación, eso le
puede molestar también, pero lo que le molesta, sobre todo, es que él no tenga el monopolio
de marcar la agenda política porque él es el supuesto representante del Poder Político
y, por tanto, quien tiene detrás la legitimidad del pueblo.
Y todos los que intentamos influir, a veces a muy pequeña escala como este canal, en
la agenda mediática y en la agenda política, pero no somos representantes del pueblo, según
Pablo Iglesias, no estamos legitimados realmente para hacer lo que estamos haciendo y deberíamos
estar regulados y deberíamos estar sometidos a la voluntad de ese Poder Político que simplemente
representa la voluntad del pueblo en general.
En definitiva, señoría, y voy terminando.
Creo que es una evidencia que es necesario democratizar los poderes mediáticos en España
para que haya más pluralidad.
Esto es puro liberalismo en los grupos mediáticos privados para que haya más medios públicos
que, ojo, no deberían ser correas de transmisión de los partidos políticos con poder institucional,
sino estar regulados mediante concursos públicos como nosotros siempre hemos defendido para
la radio-televisión pública.
Aquí vemos clarísimamente las intenciones de Pablo Iglesias, nos está diciendo que
hay que democratizar los medios de comunicación, y eso que significa que los medios de comunicación
sean esencialmente públicos, y eso que significa que se acceda a los medios de comunicación
supuestamente a través de concursos imparciales y despolitizados, aunque en la práctica sabemos
que eso nunca es así, porque en la medida en que la financiación de esos medios públicos
depende de la elaboración del presupuesto que depende del Parlamento, quieras que no,
el Parlamento va a tener un poder, una capacidad económica, en este caso no legítima, porque
es con recursos extraídos coactivamente a la población, pero en todo caso va a tener
un poder económico muy grande a la hora de tutelar de qué hablan o de qué no hablan,
con qué línea editorial o con qué otra línea editorial hablan los medios de comunicación
públicos, y eso suponiendo, insisto, que están abiertos efectivamente abiertos concursos
imparciales, no sesgados, no controlados desde la esfera política, pero más allá de eso
la concepción de que debe haber un número cerrado de medios de comunicación, que estos
han de ser públicos, y que sólo ha de poder accederse a esas posiciones mediáticas a
través de un concurso es una posición delirante. ¿Qué pasa? Que si yo quiero crear un periódico
no he de tener la libertad de crear ese periódico, que Pablo Iglesias ha de habilitar una plaza
de funcionario para que yo pueda editar un periódico, y que si Pablo Iglesias no habilita
esa plaza de editor de medios de comunicación, yo no tengo derecho a iniciar, a crear un
periódico o a abrir este canal de YouTube, porque ese es el mensaje. El mensaje es, solo
son legítimos aquellos medios de comunicación que directa o indirectamente emanen del poder
político, es decir, medios de comunicación públicos, y los medios de comunicación públicos
son medios de comunicación financiados por el Estado y regulados por el Estado, y todos
los otros medios de comunicación privados que no entren esta lógica no son legítimos
porque están intentando influir en la esfera política sin que de alguna manera hayan sido
validados, sin que de alguna manera hayan sido respaldados por la voluntad general del pueblo,
y por tanto, todas aquellas voces que no se canalicen a través de los espacios públicos
habilitados por el Estado a tal efecto son voces que deberían estar silenciadas. Y esto
es tan evidente como que el propio Pablo Iglesias reprocha a los medios privados ser corresponsables
del auge de la extrema derecha, es decir, del auge de Vox. Es decir, en cierto modo,
lo que está diciendo Pablo Iglesias es que si los medios privados estuviesen regulados,
estuviesen tutelados por el poder político, la extrema derecha no habría llegado a emerger
políticamente. Pero entonces lo que está diciendo Pablo Iglesias es que él pretende
instrumentar los medios públicos, él pretende instrumentar el control político de los medios
de comunicación para censurar ideologías políticas distintas de la suya.
Escuchemos a Pablo Iglesias argumentando esto.
Y creo que digo algo evidente cuando afirmo que una de las causas principales del auge
de la extrema derecha no es lo que han hecho los partidos políticos, es la normalización
de las agendas de la extrema derecha en los poderes mediáticos. Si se habla de determinados
temas, claro que se pone la pista de aterrizaje para que determinadas fuerzas políticas tengan
éxito.
¿Qué nos quiere decir con esto? Que si hubiesen medios públicos regulados y tutelados por
el poder político, nunca se pondrían, desde esos medios públicos supuestamente independientes
a los que se accede por concurso que están despolitizados, nunca se pondrían sobre la
mesa determinados temas que favorecieran a la extrema derecha. Es decir, que se implantaría
la censura y se implantaría la propaganda en favor de las ideologías que en ese momento
estén en el gobierno de turno, de la ideología de Podemos, de la ideología del PSOE y quizá
dándole algún pequeño espacio para guardar las apariencias a la ideología de Pepeo de
Ciudadanos, pero no más allá. Todo lo que desborde ese espectro ideológico debería
estar censurado y aquí vemos claramente el auténtico peligro de restringir la libertad
de prensa, que la agenda política en última instancia es controlada por el poder político
en régimen de monopolio y, por tanto, este termina controlando los medios de comunicación
en su propio beneficio.
En definitiva, si uno intenta entender lo que de verdad nos está diciendo Pablo Iglesias
en este discurso, que él mismo consideró inédito, revolucionario, que rompía a tabús en el
Congreso porque nunca se había hablado sobre estos temas, lo que en última instancia nos
está diciendo es que la libertad de prensa le queda grande, que la libertad de prensa
es excesiva, que la libertad de prensa no debería ser tolerada por el poder político,
al menos no tanto como la está tolerando ahora mismo. Tampoco sé si Pablo Iglesias
quiere reprimir totalmente cualquier manifestación de la libertad de expresión fuera del ámbito
público, aunque desde luego su discurso es compatible con este extremo, pero en todo
caso lo que sí quiere es limitar la libertad de expresión, la libertad de prensa, para
que el poder político tenga el monopolio de la agenda política. Y eso se llama simplemente
implantar la censura dentro de España e implantarla, además, para beneficio electoral,
para beneficio político del partido que ahora mismo está en el gobierno. Es decir, lo que
se busca es someter la libertad de prensa para consolidar dentro del poder político
a determinadas formaciones partidistas.