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La histórica nevada que ha caído sobre Texas ha provocado el colapso de su sistema eléctrico,
apagones generalizados para varios millones de personas durante casi una semana, y subidas
estratosféricas de precios para aquellos consumidores que tenían su tarifa vinculada indexada
a los precios del mercado mayorista, que no eran ni mucho menos la mayoría, la mayoría
de ciudadanos tenía una tarifa con el precio cerrado, pero aún así, si hubo consumidores
que tenían su tarifa vinculada al precio que en cada momento se formara en el mercado
mayorista, y esos consumidores vieron incrementar sus precios hasta en un 10.000%. El precio
del megavatio hora alcanzó los 9.000 dólares por megavatio hora. Teniendo Texas uno de
los sistemas eléctricos más desregulados de Estados Unidos, es normal que los enemigos
de la liberalización de los mercados y, por tanto, los partidarios de la regulación estatal
de los mercados hayan querido extraer consecuencias ideológicas políticas de política pública
del caso de lo sucedido en Texas. Básicamente, si el sistema eléctrico más desregulado
de Estados Unidos ha fracasado tan estrepitosamente en la gestión de esta nevada, parecería
que la desregulación del mercado eléctrico ha sido un fracaso y que no deberíamos exportarla
a otros mercados eléctricos de otros países. Sin embargo, en realidad el debate de fondo
que se abre con lo sucedido en Texas no es tanto que marco institucional, si el mercado
o el estado, si la desregulación o la regulación es el más adecuado para proporcionar un sistema
eléctrico eficiente, sino que más bien el debate de fondo es cuánto estamos individual
y socialmente dispuestos a invertir para prevenir la ocurrencia de riesgos catastróficos
pero altamente improbables. Fijémonos que en la prevención, en la inversión para la
prevención de riesgos catastróficos pero altamente improbables, existe una disyuntiva
muy clara. Si invertimos mucho para evitar algo que muy probablemente no suceda, estamos
dilapidando recursos y en la medida en que haya que invertir muchísimo para evitar la
ocurrencia de algo que es tremendamente improbable que suceda, estamos dilapidando muchos recursos,
pero a su vez claro, si no invertimos en impedir que eso altamente improbable pueda terminar
materializándose o que si se materializa estemos preparados para hacerle frente, entonces
nos exponemos a ese riesgo catastrófico. Démonos cuenta que es un debate muy parecido
al que debería haber suscitado la pandemia, es decir, los estados occidentales no habían
invertido para prepararse para una pandemia como la que hemos experimentado ahora mismo.
¿Por qué no habían invertido? Pues porque la pandemia es un fenómeno extremadamente
raro y por tanto si es extremadamente raro hay otros gastos que resultan prioritarios,
educación, sanidad no vinculada con la prevención de la pandemia, investigación y desarrollo
tampoco necesariamente vinculadas con la prevención de pandemia sino con otras problemáticas
más acuciantes en el día a día, infraestructura, pensiones, dependencia, es decir, problemas
que vivimos como digo en el día a día y no potenciales problemas muy grabosos, pero
de nuevo olvidarse de los potenciales problemas muy grabosos te lleva a que si esos potenciales
problemas muy improbables pero muy grabosos suceden terminas experimentando unas perdidas
muy grandes. Y esto como digo es lo que ha sucedido en
Texas más allá de si el mercado como ahora veremos estaba regulado o desregulado. ¿Por
qué razón? Bueno lo que ha sucedido en Texas es que las fuertes nevadas han inutilizado
gran parte de las centrales generadoras de electricidad tanto las centrales renovables
como no renovables y eso ha añadido a que la mayor parte de las centrales de Texas
son de gas y el gas se ha tenido que desviar para suministrar para abastecer la demanda
de calefacción en el mercado tejano durante la nevada pues ha provocado que la oferta
de electricidad se reduzca muchísimo mientras que la demanda se ha mantenido o más bien
ha aumentado también por las necesidades de la nevada. Entonces cuando la oferta ordinaria
de electricidad se reduce muchísimo y la demanda se mantiene o incluso aumenta hay
dos posibilidades, hay dos formas de hacer frente a este fenómeno o ajustamos por cantidades
o ajustamos por precios. Muchos sistemas eléctricos a lo largo y ancho del mundo optan por ajustar
por cantidades, esto que significa que esos sistemas eléctricos cuentan con centrales
de respaldo, con centrales que están normalmente ociosas, que no se están utilizando normalmente
para abastecer el suministro eléctrico pero que se activan cuando hay picos de demanda
con lo cual si tú tienes parte de la estructura de generación eléctrica, normalmente redundante
normalmente superflua pero eres capaz de ponerla a generar electricidad cuando hay un aumento
de la demanda, los precios cuando aumenta la demanda y cae la oferta ordinaria no tienen
por qué dispararse o no tienen por qué dispararse tanto porque tienes estas centrales ya digo
normalmente redundantes pero que aquí te suministran generación eléctrica de apoyo,
esa es una opción. Pero fijémonos que es una opción cara porque supone que los consumidores
del sistema eléctrico tienen que estar pagando mes a mes a los dueños aunque sea al estado,
me da igual a los dueños de las centrales eléctricas que están normalmente ociosas,
que están normalmente paradas para que no hagan nada, se les está pagando simplemente
para que esas centrales existan y que en caso de necesidad se pongan en marcha, pero repito
normalmente están paradas y no prestan ningún servicio con lo cual estás pagando por normalmente
no recibir nada. La otra opción de cómo ajustar cuando la oferta cae y la demanda sube mucho
en el mercado eléctrico es ajuste vía precios, si la demanda sube mucho en la oferta cae
pues vas aumentando el precio hasta que la demanda cae hasta equipararse con la oferta,
también idealmente el aumento del precio provoca que haya un incremento del suministro
eléctrico, por ejemplo importando electricidad desde otras regiones del país o incluso de
otros países, el problema es que el sistema eléctrico de Texas está aislado del resto
del sistema eléctrico de Estados Unidos porque conectarte al sistema eléctrico del resto
de Estados Unidos implica someterte a la regulación federal y el estado de Texas prefería
autoregular su sistema eléctrico, eso no significa necesariamente liberalizar su mercado
eléctrico, significa que querían tener control estatal a nivel regional estatal de su sistema
eléctrico, por ejemplo Texas ha podido también invertir más intensamente en energía eólica
que otras partes del país porque no han tenido que someterse a la autorización de proyectos
eólicos por parte de las autoridades federales, querían control estatal sobre su sistema
eléctrico y eso ha llevado a tener que desconectar a no estar adheridos al sistema eléctrico
del resto de Estados Unidos o a los distintos sistemas eléctricos que existen porque tampoco
es uno único en el resto de Estados Unidos, con lo cual van a aumentar a ser el precio
en este caso no había un aumento muy significativo de la oferta porque no tenías de donde importar,
en todo caso, Texas ha escogido el segundo mecanismo de ajuste de desequilibrios entre
oferta y demanda, en lugar de estar efectuando pagos periódicos por capacidad, es decir
para que haya centrales que estén paradas y que se puedan activar cuando hay un desequilibrio
entre oferta y demanda, sean suprimido esos pagos por capacidad, es lo que se conoce como
un sistema eléctrico de sólo energía y, de esa manera, los consumidores finales habitualmente
en condiciones ordinarias pagan un precio por la electricidad menor que si al precio por
la electricidad le tuvieras que añadir el pago por capacidad. Nosotros en España,
en cambio, en la factura que pagamos todos los meses, parte de esa factura va dirigida
a remunerar a las centrales eléctricas para que tengan sobrecapacidad de producción eléctrica
de tal manera que cuando hay un pico de demanda, en lugar de que el precio suba para ajustar
oferta y demanda, lo que sucede es que se activan esas centrales de respaldo para suministrar
electricidad y evitar que el precio se dispare. Pero claro, como digo, para evitar que eso
suceda, los consumidores españoles, mes a mes, pagan un recargo en su recibo que normalmente
no les sirve para nada, simplemente para tener, repito, capacidad ociosa instalada dentro
del sistema eléctrico. Texas, como he dicho, o mejor dicho, la mayor parte de Texas, porque
dentro de Texas conviven también distintos sistemas eléctricos, los minoritarios están
conectados con el resto de Estados Unidos, y el sistema mayoritario en Texas, gestionado
por ERCOT, que suministra electricidad al 90% de los consumidores de los usuarios de
Texas, ERCOT optó por un sistema de solo energía donde no hay pagos por capacidad, simplemente
se paga lo que cuesta, en ese momento, generar electricidad. Y sí, la demanda aumenta por
encima de la oferta, lo que sucede es que los precios suben. Y los precios suben para
qué, como he dicho, para equilibrar demanda y oferta, y también para proporcionar incentivos
económicos a que los oferentes puedan, en todo caso, sin pagos fijos periódicos incrementar
su capacidad de producción y dejar una parte de esa capacidad de generación ociosa, porque
claro, si cuando suben los precios tú tienes capacidad de generación ociosa, entonces
tú, generador, vas a recibir por ser capaz de suministrar en ese momento en el que los
demás no están suministrando y la demanda está disparada, recibirás esos altos precios.
El problema también es que en Texas, si bien se ha implantado el sistema de solo energía
en el que se espera que los generadores incrementen su capacidad de producción y tengan cierta
capacidad ociosa, debido a la expectativa de picos de precios cuando la demanda se
dispara, en el caso de Texas, además, hay una limitación al precio máximo al que puede
elevarse el precio en el mercado mayorista, y eso también provoca un menor incentivo
o de alguna manera restringe la inversión potencial máxima en sobrecapacidad, porque
las centrales generadoras saben que en todo caso las rentas que pueden obtener por tener
capacidad ociosa cuando a épicos de demanda están limitadas, y eso, repito, también
limita la predisposición a invertir en sobrecapacidad, sea como fuere.
Como he dicho, la decisión que adopta el gestor del 90% del sistema eléctrico de
Texas, ERCOT, es que el sistema eléctrico será de solo energía, no habrá peajes,
no habrá pagos por capacidad, y en este caso también incluyo en pagos por capacidad,
porque esto también ha sido especialmente relevante en el caso de Texas, pagos para
remunerar la adaptación del sistema eléctrico al funcionamiento bajo temperaturas extremas,
que al final es lo mismo, hay que hacer una inversión muy costosa para permitir que
el sistema eléctrico siga funcionando bajo temperaturas que son enormemente anormales
en Texas, pero que se pueden llegar a dar, y que si se dan, pues entonces el sistema
eléctrico dejaría de funcionar, salvo que hayamos efectuados esas inversiones.
Por tanto, ERCOT decide que no haya pagos por capacidad, incluyendo pagos para remunerar
la adaptación del sistema eléctrico a su funcionamiento bajo temperaturas extremas,
y eso permite que en términos ordinarios los tejanos paguen menos por la factura eléctrica,
que si al coste de la generación hubiese que añadirle además un pago por capacidad.
¿Cuál es la contrapartida? ¿Cuál es la desventaja de esto? Pues que en momentos extraordinarios
te vas a enfrentar a costes muchísimo más altos que si hubieses ido efectuando pagos
ordinarios mes a mes para tener sobrecapacidad. Al final el problema es relativamente similar
a cuando una familia decide si contrata un seguro del hogar o no lo contrata. La familia
sabe que normalmente pagando el seguro del hogar no va a recibir ningún tipo de contrapartida
por parte del seguro, porque si no hay ningún siniestro, y lo habitual es que no haya siniestros,
estás pagando un seguro que no te proporciona nada a cambio. Ahora bien, también sabes
que si sucede algo extraordinario y hay un siniestro el seguro te lo va a reembolsar,
por lo cual un hogar se puede plantear contrato el seguro para tener cubierto el riesgo de
siniestros extraordinarios, o en cambio me ahorro pagar el seguro todos los meses o
todos los años, a cambio claro de quedar expuesto a que sucede un siniestro y en ese caso tenga
que cubrir yo íntegramente el coste y no solo pueda cargar al seguro. Por tanto, todo
sistema eléctrico tiene que escoger si ser un sistema eléctrico más caro y más resiliente
o un sistema eléctrico más barato pero menos resiliente, y la lección óptima no es del
todo intuitiva, depende por ejemplo de cuáles sean las preferencias, las actitudes frente
al riesgo de los ciudadanos. Si los ciudadanos son neutrales frente al riesgo, es decir,
no tienen demasiada versión al riesgo, lo normal es que rechacen cualquier pago por
aseguramiento, cualquier inversión para prevenir riesgos que no pase un frío análisis coste
beneficio. Ahora bien, si los ciudadanos son adversos al riesgo, esos ciudadanos pueden
estar dispuestos a gastar más en prevenir riesgos catastróficos o no catastróficos
que lo que a lo mejor terminan ahorrándose haciendo frente directamente sin aseguramiento
sin prevención a esos riesgos catastróficos. Pero como digo, la disyuntiva entre sistema
eléctrico más barato y menos resiliente o más caro y más resiliente está ahí
y lo está para todo sistema eléctrico. ¿Es esto un fallo de mercado? Para que fuera
un fallo de mercado habría que explicar por qué un sistema eléctrico libre es incapaz
de proporcionar un sistema eléctrico caro y resiliente a unos consumidores que demandan
un sistema eléctrico caro y resiliente. Si eso sucediera, si los consumidores quieren
A y el sistema eléctrico desregulado, liberalizado, no puede ofrecer A, entonces sí, claro, hay
un fallo de mercado. Pero en realidad un sistema eléctrico libre, si los consumidores así
lo quieren, puede proporcionar un sistema caro y resiliente. Basta con que los consumidores
únicamente contraten el suministro eléctrico con aquellos comercializadores que les aseguren
sobrecapacidad. Esos comercializadores les venderán la electricidad más cara que otros
comercializadores que no aseguren sobrecapacidad, pero a cambio estarán remunerando, estarán
teniendo atadas a centrales eléctricas ociosas, normalmente ociosas, que en momentos de alta
demanda les pueden proporcionar esa sobrecapacidad. Pero en este caso el problema no es que el
mercado sea incapaz de ofrecer eso, sino que eso no le ha sido demandado al mercado y,
por tanto, las empresas han ofrecido aquello que los consumidores, a lo mejor con insuficiente
información, pero en todo caso aquello que los consumidores demandaban. Y fijémonos
que esto es algo que también puede suceder perfectamente en un mercado regulado. Imaginemos
que sometemos a referéndum si los ciudadanos quieren pagar un sobrecoz en la tarifa eléctrica
o un impuesto extraordinario para financiar la sobrecapacidad dentro de un sistema eléctrico
regulado. Sería perfectamente factible que el fruto de ese referéndum fuera no lo queremos
pagar porque consideramos que esos riesgos son muy improbables y, por tanto, no tiene
sentido estar pagando todos los meses un sobreprecio en la tarifa eléctrica, un impuesto extraordinario
recurrentemente para hacer frente a algo que no va a suceder. Por tanto, esto es algo que
también puede pasar en un mercado regulado donde los ciudadanos pueden escoger no invertir
en sobrecapacidad. Es más, aunque los ciudadanos deciden invertir en sobrecapacidad, puede ser
que no deciden invertir lo suficiente en sobrecapacidad. Quizá invierten en sobrecapacidad
para hacer frente a riesgos relativamente improbables y medianamente, moderadamente catastróficos,
pero no para invertir en sobrecapacidad en riesgos altísimamente improbables, pero totalmente
catastróficos. Con lo cual, incluso en un sistema regulado, podríamos decir, los votantes
no han tenido en cuenta que podía llegar a suceder este evento tan altísimamente improbable
y, por tanto, han preferido ahorrarse unos euros en la factura eléctrica o en impuestos
para escatimar en inversiones que podrían haber hecho frente a ese riesgo súper catastrófico
o también súper improbable. Con lo cual, más que un fallo del mercado o del Estado,
en todo caso será un fallo de las preferencias de los ciudadanos como consumidores o como
votantes o, en todo caso, un problema de información. Y la información la pueden dar
tanto los políticos, en cuyo caso sería un fallo de la política por no haberles explicado
a los ciudadanos de Texas cuáles eran los riesgos reales de no estar pagando por sobrecapacidad
y también lo pueden ofrecer las empresas, en cuyo caso también podríamos decir que
es un fallo del mercado por no haber proporcionado desde el sector privado suficiente información,
ya por ejemplo publicidad o campañas de concienciación. Pero si es un fallo del mercado en ese sentido,
no es un fallo del Estado porque en Texas nadie ha ofrecido esa información o a lo mejor
simplemente sí la han ofrecido, porque en el año 2011 sí se advirtió sobre esto,
pero los ciudadanos aún con esa información han preferido ahorrarse pagos en sobrecapacidad
exponiéndose, claro, la contrapartida es que te expones a estos riesgos catastróficos.
En definitiva, lo que ha fallado en Texas no es tanto el mercado como un mecanismo de
coordinación descentralizada para suministrar de la manera más eficiente posible aquello
que los consumidores están demandando, o si ha fallado el mercado se da por otras razones
distintas a lo que estamos viviendo en la demanda, sino que en todo caso lo que ha fallado
son las preferencias expresadas por los ciudadanos por recibir un determinado sistema eléctrico,
que en este caso era un sistema de sólo energía sin pagos por capacidad. Y ese es un problema
que se puede dar en el mercado o en el Estado a través de la democracia, a través del
voto de unos ciudadanos que pueden no ser conscientes de todo el riesgo que implican
determinadas decisiones de ahorrarse algunos costes.
Por ejemplo, otro caso que no está vinculado al sistema eléctrico. España invierte relativamente
poco en defensa. ¿Por qué invierte relativamente poco en defensa? Porque la mayoría de la población
cree que el gasto en defensa es en general un despilfarro porque si no hay guerras para
que vamos a estar pagando a un ejército muy grande, muy poderoso que nos defienda de
ningún enemigo. También uno podría argumentar que si uno tiene un ejército muy grande tiende
a utilizarlo en ataques, en ofensivas, que no responden a una provocación. Pero en todo
caso, desde luego, tener un ejército pequeño con poco gasto te expone a que si en algún
momento hay una guerra en la que tú eres atacado no vas a tener capacidad de defensa.
Y ese es un riesgo, insisto, al que España está expuesta. Ahora es un riesgo muy altamente
improbable y, por tanto, a lo mejor tiene sentido no invertir tanto en defensa y poder destinar
ese dinero a otros gastos públicos o directamente a mantener ese dinero en el bolsillo del contribuyente.
Ahora bien, imaginemos que en el futuro hay una guerra y España es atacada y es derrotada
por no haber invertido lo suficiente en defensa. ¿Diríamos que es un fallo del estado en
el sentido de que el estado es una estructura incapada de movilizar los recursos necesarios
para ganar esa guerra? No, porque el estado claro que tiene capacidad para movilizar
esos recursos a través del sistema impositivo y de la elaboración de un presupuesto donde
parte de los impuestos se destinan al gasto, lo que diríamos es que en ese estado concreto
los votantes tenían unas determinadas preferencias donde el riesgo de guerra no les parecía
un riesgo demasiado importante y preferieron no invertir en el presupuesto de defensa, pero
el estado como tal sí es una estructura que es capaz de invertir muchísimo en defensa.
Por tanto, más que un fallo del estado sería un problema con las preferencias expresadas
por los votantes en ese estado, por lo mismo con el sistema eléctrico de Texas. Sé que
es seductor tratar de echarle la culpa de lo sucedido en Texas al libre mercado, pero
la culpa en todo caso es de un sistema eléctrico que no ha invertido en sobrecapacidad, que
no ha invertido en la prevención del suministro bajo temperaturas extremas y que se ha encontrado
con un evento altísimamente improbable, aunque otros podrían decir que estos eventos cada
vez debido al cambio climático irán siendo más recurrentes, irán siendo menos improbables,
pero si es el caso, desde luego rápidamente los tejanos cambiarán de preferencias y pasarán
a escoger un sistema por pagos con capacidad, pero en todo caso no han querido hacer frente
a las inversiones necesarias por el sobrecoste que suponía de lo necesario para prevenir
estos eventos catastróficos y cuando ha sucedido un evento altamente improbable y catastrófico,
pues ha sucedido una catástrofe en ese sistema eléctrico. Pero ni un mercado libre en materia
eléctrica impide que los consumidores escogan un sistema eléctrico más caro y más resiliente
ni un sistema eléctrico sobreregulado y planificado por el Estado te garantiza que se va a invertir
lo suficiente en prevención de riesgos catastróficos porque los votantes pueden terminar escogiendo
otras cosas. Por tanto, más bien, la reflexión que deberíamos hacer es estamos evaluando
adecuadamente los riesgos de eventos catastróficos y si lo estamos haciendo, realmente estamos
dispuestos a pagar, a cargar con las consecuencias que implicarían esos riesgos catastróficos
o en cambio preferimos renunciar a parte de nuestro bienestar ordinario para asegurarnos
que esos eventos catastróficos, que esos cisnes negros, si suceden no nos afecten tanto.
Y este es un debate que en la mayoría de sectores, y desde luego en el sistema eléctrico, se
puede resolver al margen de si el sistema eléctrico es estatal o es un sistema eléctrico liberalizado.
Y ese, insisto, es el debate que deberíamos estar planteando públicamente ahora y no el
debate ideológicamente sesgado, ideológicamente interesado de si ha fallado el mercado y el
Estado en cambio lo habría hecho mucho mejor. Al final, no olvidemos que los votantes tejanos
durante años han estado validando este sistema eléctrico, han estado validando la desconexión
del sistema eléctrico de Texas, del sistema eléctrico del resto de Estados Unidos y por
tanto, en cierto modo, esto, si es un fallo del mercado, desde luego también es un fallo
del Estado.