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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Uno de los grandes estandartes que han arbolado la izquierda en España para criticar la evolución que estaba siguiendo
la recuperación en nuestro país es que esta recuperación se ha fundamentado en fortísimos
recortes del gasto social. Incluso se ha hablado un desmantelamiento del estado de bienestar en España.
La realidad es que ciertamente desde el año 2010 hubo que aprobar
recortes en el gasto público debido a que nuestro país estaba a punto de entrar en una situación de bancarrota.
De hecho, en el año 2012, de no haber sido por la intervención monetaria del Banco Centro Europeo,
a través de las mágicas palabras de su presidente Mario Draghi de areto lo necesario para salvar el euro y, créanme, se da necesario.
De no haber sido por esto, decía España muy probablemente habría quebrado debido al fuerte desequilibrio presupuestario
que venía arrastrando desde el año 2009 cuando marcamos un déficit público superior al 11% del PIB.
Por tanto, era evidente que ese déficit público tenía que reducirse y se ha reducido tanto subiendo impuestos.
Montoro algo sabe al respecto, como recortando el gasto público, si bien se ha utilizado mucho más la fórmula de machacarnos a impuestos
que la de adelgazar el sector público.
Por tanto, es verdad, se ha recortado el gasto, era totalmente imprescindible, pero el alarmismo que se ha generado a raíz de estos recortes
no parece demasiado justificado. En esencia, porque en contra de lo que se ha dicho, que se ha desmantelado ya de manera prácticamente irreversible
el está bien estar en España, lo que vemos es que los recortes que se produjeron fueron en todo caso bastante moderados.
El gasto público, ni siquiera en términos reales, llegó a reducirse, en el peor momento de los recortes, ni siquiera llegó a reducirse
por debajo de los niveles alcanzados en el año 2007, es decir, en plena burbuja inmobiliaria.
Es verdad que uno podría decir, bueno, el gasto público no es el gasto público agregado, no es un buen indicador,
dado que durante la crisis también ha aumentado, han aumentado las prestaciones por desempleo, han aumentado los intereses de la deuda
y claro, todas esas partidas podrían estar maquillando recortes muchísimo más intensos en otras áreas de la administración,
como, por ejemplo, pensiones, educación o sanidad.
Sin embargo, esto tampoco ha sucedido de una manera evidente.
Es verdad que hasta el año 2013, por ejemplo, el gasto corriente en sanidad se ha reducido o se redujo un 6,5%
frente a los niveles alcanzados en el año 2007 y el gasto en educación se recortó en torno a un 10%.
Todo esto teniendo en cuenta ya la inflación.
Por tanto, bueno, en el peor momento de la crisis se recortó el gasto en sanidad un 6, casi 7% y un 10% en educación.
Esto dista de ser un desmantelamiento absoluto de la sanidad y la educación pública, pero desde luego son recortes
notables de los que hay que hablar. ¿Qué pasa que entre 2013 y 2016 esta tendencia se ha revertido ya prácticamente por completo?
El gasto educativo en el año 2016 apenas era un 2,6% inferior al del año 2007,
es decir, en plena burbuja inmobiliaria y el gasto en sanidad era un 1% superior al del año 2007.
Por supuesto, uno podría decir, bueno, estas cifras de gasto corriente agregado en educación y sanidad no son
braderamente relevantes, no son totalmente relevantes porque durante estos años la población española ha aumentado
y, por tanto, podría suceder que un mismo monto de gasto agregado suponga un menor gasto por usuario.
Bueno, recientemente tres economistas, Javier Andrés, Ángel de la Fuente y Rafael Domenec han tratado de aproximar
cuál fue en el año 2016 en comparación con el año 2017 el gasto por usuario en sanidad y en educación.
Y lo que demuestran, lo que encuentran es que en el año 2016 el gasto por usuario en sanidad y en educación,
de nuevo ya descontada la inflación, se ubicaba en torno a un 6-7% por encima del gasto por usuario en sanidad
y en educación en el año 2007, es decir, en el pico de la burbuja inmobiliaria.
Es verdad que la metodología que han seguido Andrés de la Fuente y Domenec no es todo lo rigurosa que podría
necesitar este caso, dado que aproximan los usuarios de educación como el número de españoles,
residentes entre 6 y 24 años y el número de usuarios en sanidad como el total de la población española.
Y, evidentemente, hay que tener en cuenta la composición de estos grupos sociales.
Puede haber la misma población total en España, pero sí es una población mucho más envejecida,
dado que el gasto sanitario en edades avanzadas es sustancialmente más alto que durante la vida adulta e intermedia,
pues una misma volumen total, una misma cantidad total de población con otra composición más sesgada
hacia la vejez puede suponer un recorte efectivo del gasto en sanidad por usuario, de la misma manera
y como argumento en contra del alarmismo de los recortes, también hay que tener en cuenta que no todo recorte
del gasto público necesariamente implica un recorte de la calidad de los servicios que recibe cada usuario.
¿Por qué? Porque se puede recortar gastos superfluos o se puede recortar el gasto pero aumentar la eficiencia
en la prestación del servicio, de manera que con menos input consigue el mismo output que entonces.
En todo caso, siendo no absolutamente rigurosos los cálculos que aportan Andrés de la Fuente y Dominic,
sí nos proporcionan una primera aproximación y nos indican que en el año 2016 el gasto por usuario en sanidad
y en educación era básicamente el mismo que en el año 2007.
Por tanto, los recortes, los famosos recortes sociales que ya habían desmantelado definitivamente,
esto de bienestar en España, ya son parte de la historia.
Quizá alguno, como nos hemos hablado de pensiones, crea que nos estamos centrando en sanidad y en educación
ocultando un recorte brutal de las pensiones, pero todo lo contrario.
La pensión media descontada de inflación en el año 2016 era un 20% superior a la del año 2007.
Esto no significa que todos los pensionistas cobren un 20% más que en el año 2007.
De hecho, no es así, lo que significa es que durante esta última década se han jubilado personas
que han devengado derecho a una pensión más alta que los antiguos pensionistas,
de tal manera que la pensión media sube.
Pero en todo caso no ha habido un recorte del gasto en pensiones,
sino todo lo contrario, el gasto en pensiones ha subido de manera muy sustancial.
Por tanto, los recortes sociales en sanidad, educación y pensiones, como decía, son parte de la historia.
Han sido un instrumento que ha utilizado la izquierda y sobre todo la extrema izquierda
para tratar de llegar al poder, para crear un clima social frentista
y de mucho enfado y mucha contestación social,
tratando de confundir los problemas económicos que se vivían en fruto de la crisis,
destrucción de empleo, destrucción de empresas, caída de los salarios,
pérdida en definitiva de la calidad de vida y también, evidentemente,
una mayor contención en la prestación de servicios públicos,
dado que la población se estaba empobreciendo y no había margen
para financiar esos servicios públicos con cargo a una población empobrecida,
se ha tratado de confundir todo esto, todos estos problemas,
ciertos que se viven en las fases más ondas de la depresión,
con una política pública determinada, motivada por la troika,
de desmantelar el estado de bienestar.
El estado de bienestar se recortó de manera muy moderada par y transitoria
para hacer frente a la que se presupuestaria, pero una vez la recuperación ha vuelto,
hemos regresado a las andadas.
El estado de bienestar no está retrocediendo, sino que está aumentando
y lo está haciendo además a costa de la sociedad, a costa del sector privado,
porque aunque el gasto por usuarios en edad y en educación
es el mismo que en el año 2007, aproximadamente el mismo que en el año 2007
y el gasto en pensiones es mucho mayor, la renta per cápita de los españoles
en el año 2016 sigue por debajo de la de 2007.
Es decir, aunque somos más pobres, el estado gasta mucho más o gasta más,
ahora que cuando éramos más ricos o aparentemente más ricos,
porque la renta per cápita del año 2007 era una renta per cápita burbujística.
Por tanto, el estado no ha retrocedido, el estado ha utilizado la crisis
para seguir creciendo, que es lo que hacen siempre todos los estados,
aprovechar las crisis para engordar.
Y solo ha faltado que la extrema izquierda,
pese a que el estado estaba creciendo a costa de la sociedad,
nos haya intentado comer la cabeza,
con que el estado estaba retrocediendo y desmantelándose
para aumentar todavía más,
para justificar un aumento todavía mayor del tamaño del gasto público.
No ha sido así y debemos tener esto muy claro,
porque desde luego este estado cada vez más grande,
cada vez más omnipresente de nuestras vidas,
debería ser objeto de un profundo, y en este caso sí,
auténtico recorte en todas sus funciones
para que estas regresen a la sociedad civil.