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La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, convalida hipócritamente el fraude electoral
y el golpe de Estado perpetrado por el chavismo en Venezuela. Veámoslo.
El pasado 28 de julio, el chavismo perpetró un fraude electoral masivo en las elecciones
presidenciales de Venezuela. A pesar de que fue la oposición quien ganó abrumadoramente
esas elecciones, el chavismo manipuló los resultados electorales para decir que ellos
las ganaron y perpetuarse en el poder. Tan claro, tan flagrante es ese fraude electoral
que casi tres meses después de haberse celebrado esas elecciones, el chavismo todavía no ha
publicado las actas ni los resultados desagregados de las mismas, a pesar de que la ley mandata
que todo esto debería haberse publicado 30 días después de celebradas las elecciones.
Y no publican las actas que obran en su poder porque saben que publicando las actas quedaría
más que acreditado el fraude electoral perpetrado. Pues bien, esto es algo que saben los chavistas,
los antichavistas, el gobierno venezolano y también los gobiernos extranjeros. Y desde
luego no debería sorprendernos que los chavistas y el gobierno venezolano, que son conscientes del
fraude electoral que han perpetrado, no debería sorprendernos que no estén denunciando ese fraude
electoral porque lo han perpetrado o lo han apoyado ellos mismos. Sin embargo, sí debería resultar
llamativo que otros gobiernos extranjeros, presuntamente partidarios de la democracia y del
Estado de Derecho, no estén denunciando continuamente y con absoluta rotundidad este golpe de Estado que
ha perpetrado el chavismo. Porque esos gobiernos extranjeros son conscientes de que ha tenido
lugar un golpe de Estado y muchos de ellos, sin embargo, están guardando un cómplice silencio para
legitimar por la vía de los hechos ese golpe de Estado. Y en ocasiones las excusas para guardar
silencio son muy pintorescas. Por ejemplo, el gobierno mexicano, presidido ahora por Claudia
Sheinbaum, dice, sostiene, que México no va a interferir en los asuntos internos del pueblo
venezolano porque la propia Constitución mexicana consagra el principio de autodeterminación de los
pueblos y, por tanto, el gobierno mexicano tiene una especie de obligación de mantener la neutralidad
hacia los asuntos externos de otros países que no son de su competencia.
Tenemos por la Constitución una definición muy clara de nuestra política exterior, que
es la autodeterminación de los pueblos. En un momento, en un primer momento hubo un llamado
de los tres países después de la elección de Venezuela para que se transparentara los
resultados de la elección. A partir de ahora nosotros nos vamos a mantener ya, digamos,
imparciales ante esto. Y este argumento de Claudia Sheinbaum con respecto a la posición del gobierno
de México frente al fraude electoral cometido en Venezuela no es una oposición suya. Ya su
antecesor, Andrés Manuel López Obrador, suscribió esta misma tesis entre aplausos de los defensores del
chavismo, como por ejemplo Juan Carlos Monedero. En otras palabras, como el gobierno mexicano no
quiere interferir, no quiere intervenir en los asuntos internos de un país extranjero, como en
este caso Venezuela, se limitará a dar por válido lo que digan los responsables institucionales de
validar o invalidar un determinado resultado electoral. En concreto, el Consejo Nacional
Electoral de Venezuela, el CNE y el Tribunal Supremo de Justicia venezolano. Esta política
exterior consistente en la neutralidad o más bien en la indiferencia frente a un fraude electoral cometido
en un país extranjero por una oligarquía golpista, nos podrá parecer una política exterior desacertada,
incertada, cómplice o, por el contrario, nos podrá parecer una política exterior inteligente,
prudente y razonable. Porque es verdad que un gobierno se tiene que ocupar prioritariamente
de su población y eso puede implicar tratar de pisar la menor cantidad de callos posibles en
el resto del mundo, metiéndose en asuntos que ni le van ni le vienen para el objetivo de mejorar la
calidad de vida de sus propios ciudadanos. Por tanto, esta política exterior de neutralidad o de
indiferencia nos podrá gustar más o nos podrá gustar menos, pero en todo caso podría ser una
política exterior coherente y en determinados contextos razonable. Pero es que mucho me temo
que este no es el caso. El gobierno de México no tiene una política exterior neutral frente a los
asuntos internos de otros países. Adopta una apariencia de falsa neutralidad cuando quiere
convalidar el fraude electoral de las oligarquías golpistas con las que está aliado y, en cambio,
adopta una actitud de injerencia externa, de intervención externa en los asuntos internos de
otros países cuando peligra la permanencia en el poder de aquellas castas políticas que son sus
aliados. Y es que hace unos días otro Consejo Nacional Electoral, en este caso el de Colombia,
inició una investigación por la presunta financiación irregular de la campaña electoral de
Gustavo Petro en las elecciones presidenciales de 2022. E inmediatamente después de que el CNE
colombiano iniciara esta investigación, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, se puso a sollozar que
se había iniciado un golpe de estado institucional en su contra, a pesar de que el propio Consejo Nacional
Electoral ya ha manifestado que no tiene potestad para destituir a Gustavo Petro y que, como mucho,
podría terminar imponiéndole una sanción monetaria. Pues bien, ¿cuál creéis que ha sido la reacción de
la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, frente a esta investigación iniciada por el Consejo Nacional
Electoral de Colombia sobre la posible financiación irregular de la campaña de Gustavo Petro? ¿Ha
calcado la misma posición que ha mantenido frente al fraude electoral perpetrado por la oligarquía
golpista del chavismo en Venezuela? ¿Es decir, que no se va a meter en los asuntos internos de otros
países? ¿Que va a respetar la autodeterminación de los pueblos y que, a su vez, va a abrazar las
resoluciones de los responsables institucionales de velar por la integridad del proceso electoral
colombiano, como es el caso del Consejo Nacional Electoral de Colombia? Pues vaya por donde no. En este
se ha posicionado del lado de Gustavo Petro denunciando un golpe de Estado en Colombia.
Quiero hacer público, patente, nuestra solidaridad con el presidente Petro, el Consejo Nacional
Electoral de Colombia. Dos años después de la elección abre una investigación por gastos de
campaña y el día de ayer él lo llama un golpe de Estado, porque incluso fuera de las leyes de
Colombia se abre este proceso de investigación. Entonces, nuestra solidaridad con el presidente
Petro es, como ustedes saben, prácticamente el único presidente progresista que ha tenido
Colombia y siempre nuestro apoyo, nuestra solidaridad. Cuando haya siempre una injusticia es parte de
nuestra política. Cuando haya una injusticia es siempre parte de nuestra política denunciarla,
salvo en el caso, le ha faltado decir, de que la injusticia consista en que la oligarquía chavista
aliada del Gobierno de México cometa un fraude electoral masivo en el proceso electoral venezolano
y dé, por tanto, un golpe de Estado en el país. Esas injusticias no las denuncia Claudia Sheinbaum.
Ahí se pone de perfil y reivindica la neutralidad de la política exterior venezolana frente a los
asuntos internos de otros países. El guión, por cierto, es el mismo que está siguiendo ese aliado
de la oligarquía golpista chavista, que es Juan Carlos Monedero. Después de habernos dicho que hay
que respetar el fraude electoral cometido en Venezuela porque los dos responsables institucionales
de validar ese resultado electoral, el Tribunal Supremo de Venezuela y el Consejo Nacional Electoral
de Venezuela lo han dado por bueno y, por tanto, no hay nada más que opinar. Si eso es lo que dicen
los cauces institucionales legítimos de Venezuela, pues entonces habrá que hacerles caso. Después de
habernos dicho esto con respecto a Venezuela, también vocifera golpe de Estado en Colombia por
el hecho de que el Consejo Nacional Electoral haya decidido iniciar una investigación contra
Gustavo Petro. El lofer arranca contra el presidente Gustavo Petro. La derecha, que por primera vez en
200 años quedó fuera del gobierno, usa a jueces corruptos para intentar lograr fuera de las urnas
lo que no fue capaz de ganar en las elecciones. Todos los demócratas con Petro. En Venezuela no hay
lofer. En Venezuela no hay jueces corruptos en contra de la oposición y a favor del régimen tiránico que
los ha colocado en esos puestos. No. En Venezuela hay que respetar lo que dicen las instituciones del
Estado venezolano. Ahora las instituciones del Estado colombiano, cuando pretendan investigar por
corrupción al presidente de Colombia, que es aliado de la oligarquía chavista y por tanto también tu
aliado, ahí ya de entrada vamos a tener un golpe de Estado. No hay que respetar ninguna institución
del Estado colombiano. O solo hay que hacerlo siempre que esas instituciones remen a favor del
poder político que le interesa impulsar a Juan Carlos Monedero o en México al gobierno de Claudia
Seinbaum. Vamos, que aunque todos ellos se llenen la boca a la hora de hablar de democracia, de Estado
de Derecho, de institucionalidad, de derechos humanos, en realidad todos esos conceptos son para
ellos, para Claudia Seinbaum o para Juan Carlos Monedero, es decir, para los aliados de la oligarquía
chavista, todos esos conceptos son conceptos vacíos. Solo abrazan su significante despreciando su
significado, porque el significante lo pueden utilizar como arma propagandística para persuadir
a incautos para que les entreguen el poder. Pero eso es lo único que realmente les importa,
el poder a cualquier coste. Y si para perpetuarse en el poder hay que pisotear la democracia,
el Estado de Derecho, las instituciones del Estado y los derechos humanos, no tengan la menor duda que
apoyarán todo eso y mucho más.