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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Después de haber criticado con razón la campaña iniciada en redes sociales que buscaba
el despido de una directiva de Orange simplemente por haber expresado en público sus opiniones
a favor de Vox, ahora esta formación política Vox reclama el despido de una directiva de
Google simplemente por haber expresado en público opiniones que no le gustan a Vox.
Veámoslo.
Hace unos días dedicó un vídeo a criticar la vergonzosa campaña en redes sociales que
se estaba dirigiendo contra una directiva de Orange simplemente porque en una entrevista
callejera había expresado su apoyo al partido político de Vox.
Como pude explicar en ese vídeo, una sociedad tan sumamente envenenada como para exigir
el despido de una persona que meramente expresa su preferencia política por un partido político
es una sociedad que avanza hacia la descomposición y hacia el enfrentamiento social.
Si nos juntamos en torno a grupos ideológicos que busquen cancelar, que busquen silenciar,
que busquen marginar y excluir socialmente a aquellas personas con las que mantenemos
importantes diferencias ideológicas, entonces o bien abrazamos a título particular la autocensura,
es decir, no expresar en público lo que pensamos por miedo a que los demás agrupados ideológicamente
nos cancelen y nos marginen socialmente o bien entramos en una guerra de cancelaciones
mutuas, es decir, hacia una fractura social.
Yo solo me puedo relacionar exclusivamente con los que piensan como yo y estoy del todo
separado del todo divorciado de aquellos que no piensan como yo.
Pues bien, ete aquí que Vox, después de haber denunciado con razón que se estaba
persiguiendo socialmente a una directiva de Orange simplemente por haber expresado en
público su cercanía ideológica con el partido de Vox, ete aquí que Vox a los pocos días
reproduce el mismo sectario comportamiento, la misma estrategia de busca de cancelación
social de una persona contra una directiva de Google de nuevo por haberse atrevido a
expresar en público unas opiniones que están desde luego muy distanciadas de las ideas
de Vox.
Concretamente, Anaís Pérez, directora de comunicaciones de Google España a Portugal,
expresó en su cuenta de Twitter a título personal, porque en su propia cuenta de Twitter
podemos leer que sus opiniones son solo suyas y no representan en absoluto a las opiniones
de la compañía en la que trabaja, Anaís Pérez escribió un tweet en apoyo a unas
declaraciones de Óscar Matute, el portavoz de Bildu, durante el debate entre los portavoces
de los principales partidos políticos de España en las que Matute decía que durante
el asesinato de Miguel Ángel Blanco él había estado en Hérmoa pidiendo la liberación
de Miguel Ángel Blanco.
El portavoz dice el portavoz de la extrema derecha que todos sabemos dónde nos encontrábamos
esos días, y es verdad, yo me encontraba en una vigilia en Hérmoa la noche previa
que asesinaron a Miguel Ángel Blanco, me encontraba pidiendo la libertad de Miguel
Ángel Blanco en Hérmoa, yo no sé dónde estabas tú o dónde estaba usted, yo sí
sé dónde estaba yo, sí sé lo que es Euskalería y sí sé cuál es el componente emocional
que ha vivido Hérmoa, y lo conozco muy bien, y usted debería recordar o debería saber
siquiera ahora que ha viajado por el País Vasco, esa bonita región que dice usted que
en Hérmoa la segunda fuerza política es Euskalería-Bildu y la primera fuerza política
es el Partido Socialista, ni ustedes ni están ni se les espera, sus discursos de odio van
en contra de la voluntad que este pueblo, que el pueblo vasco ha manifestado para avanzar,
para mirar hacia adelante, para dar garantías de no repetición, y se lo está diciendo
un representante de una formación política que ha hecho bandera siempre de la no violencia
y que ha hecho siempre una apuesta para que la política de la izquierda soberanista vasca
se moviera por parámetros de diálogo, de no violencia y desde luego por vías políticas
pacíficas y democráticas, ojalá la extrema derecha del estado español algún día aprender
Anaís Pérez retuitea estas declaraciones y añade, más de esto, por favor. Bueno,
ella sabrá a qué se refiere con más de esto. Si quiere que Bildu dé más pasos hacia un rechazo
de la violencia, si quiere que Bildu haga más declaraciones públicas que los humanicen,
a pesar de que desde Bildu no han condenado expresamente el terrorismo de ETA,
si quiere que Bildu se atreva a enfrentarse más a Vox y les plante cara,
ella sabrá a qué se refiere. Pero se refiera a lo que se refiera es perfectamente legítimo
que exprese en público aquello que considere ideológicamente correcto expresar. Pues bien,
después de haber escrito lo que ha escrito sin haber hecho ningún tipo de mención directa a Vox,
ni haberse burlado de Vox de ninguna manera, sino simplemente retuiteando estas declaraciones de
Oscar Matute y pidiendo más de esto, después de escribir estas palabras, la cuenta oficial de
Vox la coloca en la picota pública con el siguiente tuit. Sorprende que la directora
de comunicación de Google para España y Portugal, Anaís Pérez, muestre apoyo a Bildu en
plena campaña. No transmite confianza que una gran tecnológica como Google tenga a una responsable
que haga campaña al brazo político de una banda terrorista. ¿Qué busca exactamente Vox con este
tuit más allá del linchamiento público de esta señora que simplemente ha expresado una opinión
que nos podrá gustar mucho o nos podrá parecer absolutamente despreciable, pero es su opinión
personal que tiene pleno derecho a expresar? ¿Qué está buscando Vox exactamente cuando dice que Google
no es una empresa confiable mientras mantenga como directora, como jefa de comunicaciones en
España y Portugal a esta persona que Vox interpreta que está expresando su apoyo a Bildu? Pues
obviamente lo que está reclamando Vox es que la despidan, que la única forma de restituir la
confianza pública en Google es que echen a la calle a esta señora por atreverse a decir lo que
ha dicho. Es decir, exactamente lo mismo que Vox criticaba que hicieran con la directiva de Orange
cuando la directiva de Orange expresó en público su apoyo político a Vox. ¿Qué pasa? Que aquellos
que expresan su apoyo político a Vox no tenemos absolutamente ningún derecho a cancelarlos. Ahora,
aquellos que expresan su apoyo político o su ligera cercanía, porque tampoco es un apoyo político
demasiado explícito, su ligera cercanía ideológica a Bildu, a esos sí que hay que
descerrarlos de cualquier tipo de ámbito público o privado. Sí que tienen que perder absolutamente
cualquier puesto de trabajo de responsabilidad que puedan estar ocupando. O eso o se autocensuran,
porque si no nos encargamos nosotros de cancelarlo socialmente y de que no vuelvan a encontrar trabajo
en ninguna otra empresa salvo que esa empresa se quiera exponer al riesgo de ser cancelada por no
ser una empresa confiable en tanto en cuanto está contratando a una persona que debería ser
socialmente desterrada por sus ideas. Cuidado, no estoy diciendo que no se pueda criticar a esta
señora por ser directiva de Google. En absoluto. Esta señora publica sus opiniones en una red
social y, por tanto, está expuesta a la crítica pública por cualquier otra persona dentro de esa
red social. Mi argumento no es en absoluto este. Mi argumento es que no deberíamos buscar activamente
el despido de esta persona por el hecho de que sus opiniones ideológicas, por el hecho de que sus
opiniones políticas estén muy alejadas de las nuestras e incluso nos parezcan despreciables.
Critiquemos a la persona por lo que piensa. Expongamos públicamente que lo que piensa es
un error. Desarmemos las bases de su ideología. Desarmemos las bases de su propaganda. Pero
respetemos su vida personal y su vida profesional. No metamos a la empresa que la contrata en esto.
Esto no trata de la empresa. No trata de Google ni trata de Orange. Google y Orange ni son ni
han de ser corresponsables de lo que estas personas digan o dejen de decir. Justamente lo virtuoso en
una sociedad capitalista es que todos podemos cooperar con todos al margen de lo que cada uno
piense de los demás. Las relaciones mercantiles no son relaciones personales. No conllevan lazos
afectivos. Esto es lo que Marx llamaba con desprecio el fetichismo de la mercancía,
pero es en realidad uno de los grandes logros de la sociedad capitalista, que cooperamos a través
de las cosas y por tanto no tenemos por qué fijarnos en quién está detrás de las cosas.
Quizá detrás de las cosas que consumimos o que producimos están otros individuos que en lo
personal los consideramos despreciables, pero eso no nos impide cooperar con ellos,
colaborar con ellos a través del mercado. Es decir, que cada uno le proporcione al otro
bienes y servicios que ambos consideran mutuamente ventajosos. Y si intentamos suplantar esas
relaciones estrictamente profesionales o mercantiles por relaciones personales,
entonces es cuando empezamos a envenenar a la sociedad, porque en ese momento impedimos
que una persona se integre en sociedad si esa persona no se somete al rodillo ideológico de
la mayoría. Si no contratamos o despedimos a una persona en función de lo buena o mala profesional
que sea, sino en función de cuáles sean sus convicciones morales e ideológicas,
entonces una persona solo se podrá llevar pan a la boca si somete sus ideas al dictat de la
mayoría. Las minorías ideológicas serían socialmente marginadas dentro de nuestras
comunidades y eso creo que es una distopía hacia la que ninguno de nosotros querría avanzar.
Por tanto, muy mal aquí Vox por reproducir con apenas unos días de diferencia, ni siquiera han
pasado meses o años, sino apenas unos días de diferencia, las mismas conductas que el propio
Vox denunciaba en público porque efectivamente había que denunciarlas en público. No hay que
cancelar, no hay que marginar, no hay que excluir socialmente a las personas en función de lo que
piensan. Con este tipo de actitudes parece que a Vox no le preocupe en sí mismo la cancelación
ideológica de ciertas personas. Lo que le preocupa, o lo que parece que le preocupa,
es que no sean sólo sus rivales ideológicos aquellos que resulten cancelados.