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¿Son Mercadona y el resto de grandes cadenas de distribución los responsables de la precaria
situación económica del campo español?
Veámoslo.
Una queja bastante extendida dentro de las protestas de agricultores y de ganaderos es
que su situación de precariedad económica se debe a los intermediarios.
Serían aquellas empresas especializadas en poner en contacto a productores y consumidores
las que se estarían llevando la mayor parte del pastel, comprando muy barato a los agricultores
y ganaderos y vendiendo muy caro a los consumidores.
De ahí que una de las principales reivindicaciones de estas protestas sean precios justos para
el campo.
Es decir, que los intermediarios paguen mucho más en origen sin cobrar mucho más en destino.
Por ejemplo, desde COAG, la coordinadora de organizaciones de agricultores y ganaderos,
presentan la siguiente tabla con las diferencias de precios entre origen y destino.
Patata, precio en origen 0,32 euros el kilo, precio en destino 1,83 euros el kilo, diferencia
porcentual 472%, limón, precio en origen 20 céntimos el kilo, precio en destino 1,96
euros el kilo, diferencia porcentual 880%, o plátano, precio en origen 27 céntimos
el kilo, precio en destino 2,25 euros el kilo, diferencia porcentual 733%.
Y claro, si uno ve diferencias tan abultadas entre el precio que cobran los agricultores
y el precio que pagan los consumidores, puede tender a pensar que quienes están forrando
son los que se ubican entre medias, es decir, los intermediarios.
Esos intermediarios estarían llevando toda la diferencia de precio entre origen y destino,
por tanto, arruinando a los productores, que cobran muy poco, y también arruinando
a los consumidores, que pagan mucho.
Si consiguieramos meter en vereda a los intermediarios, los productores, los agricultores podrían
cobrar mucho más y los consumidores, al mismo tiempo, podrían pagar mucho menos.
Todo a costa, supuestamente, de los gigantescos beneficios de los intermediarios.
El problema de estas comparativas entre precios en origen y precios en destino es que, evidentemente,
un producto no es el mismo en origen que en destino.
Y cuando digo que no es el mismo, no me refiero a que haya sido sometido a una muy considerable
transformación física.
En ocasiones puede ser el caso, en otras puede no serlo en absoluto.
A lo que me refiero cuando digo que un producto no es el mismo es a que, obviamente, un consumidor
está dispuesto a pagar mucho más por una patata, por un limón, por un tomate, por
una lechuga, por un brécol, si lo puede adquirir en un establecimiento al lado de su casa,
si puede adquirir todos estos productos a la vez en un establecimiento al lado de su
casa, que si tiene que ir a comprar cada uno de estos productos por separado, allí donde
han sido producidos.
Transportar, seleccionar, descartar, almacenar, organizar y distribuir todos estos productos
son actividades que conllevan costes y por las que el consumidor está dispuesto a pagar.
Y en la tabla anterior el valor generado por todas estas actividades no aparece.
Por tanto, de entrada hay que decir que no es una comparativa informativa.
Podría ser que esas diferencias de precios oculten beneficios escandalosos para los intermediarios
o que no lo hagan.
Si esas diferencias de precios, en origen y en destino, se explican fundamentalmente
por diferencias de costes de la actividad de intermediación de toda la cadena de valor
de los intermediarios, entonces las diferencias de precios no se traducirán en beneficios
gigantescos para el sector de la intermediación.
Y si no es así, si esas diferencias de precios entre origen y destino no van de la mano de
mayores costes, pues entonces sí, esas diferencias de precios estarían revelando beneficios
extraordinarios.
Pero como en la tabla no se contienen los costes de toda la actividad de intermediación,
esas diferencias de precios que aparecen en las tablas no son informativas.
Y a veces no somos conscientes de toda la cadena de valor que está implicada desde
el momento en el que se produce y se vende en origen un determinado producto, como un
limón, y el momento en el que el consumidor puede comprarlo en el supermercado.
Por ejemplo, hace aproximadamente una década el Ministerio de Agricultura elaboró una
serie de informes muy detallados sobre la estructura de la cadena de valor de la producción
y distribución de determinados productos agrarios.
En la tabla anterior de Coag, el limón era uno de los productos que más se encarecía
en destino frente a su precio de origen, y justamente el Ministerio de Agricultura ya
explicó de dónde surgían esas diferencias de precios.
En este esquema podemos observar toda la cadena de valor de la producción y distribución
de cítricos, desde que son producidos hasta que son adquiridos en las tiendas.
Se trata de la cadena de valor más desagregada posible, esto que significa que no siempre
todos los agentes que vamos a describir a continuación participan como agentes independientes
en este proceso.
Puede haber algún agente que desarrolle por sí solo dos o tres etapas de este proceso,
pero en cualquier caso todos los costes que vamos a describir a continuación dentro de
esta cadena de valor son costes que va a tener que asumir alguien, ya sea cada agente económico
independiente en cada una de estas etapas o ya sea un agente económico que cubra varias
de estas etapas.
Pues bien, primera etapa, la producción.
La producción de cítricos.
Aquí ya tenemos varios costes que terminan configurando el precio en origen, el precio
que aparece en la tabla anterior de COAG.
¿Cuáles son esos costes?
Pues la mano de obra salariada, la maquinaria, el agua, los agroquímicos, los gastos generales,
el coste de oportunidad y el beneficio del agricultor.
Una vez producidos, los cítricos se tienen que transportar a un mayorista en destino,
y esto se puede hacer en una etapa o en dos etapas.
La primera etapa podría ser el transporte a la central ortofrutícola, en cuyo caso
habrá que cubrir el coste de recolección y el coste de transporte a la central, o si
no los cítricos podrán ir a parar directamente al mayorista en origen.
Y nuevamente el mayorista en origen tiene costes que cubrir.
¿Cuáles son esos costes?
Destrío y mermas, es decir, la pérdida, el deterioro de parte de los cítricos desde
que se han recolectado hasta que llegan al mayorista en origen, los materiales, la mano
de obra, los gastos generales, los gastos comerciales, el propio transporte hasta el
mayorista y el beneficio del mayorista.
Desde el mayorista en origen, a su vez, la fruta tiene que llegar al mayorista en destino,
los mercados de abastos de cada región, por ejemplo, Mercamadrid.
Y de nuevo, estos mercados de abastos tienen sus propios costes.
Los generales, nuevas mermas que se hayan producido con el transporte y con el paso
del tiempo y su propio beneficio.
Y por último, desde el mayorista en destino, tiene que llegar la mercancía hasta las tiendas
donde los consumidores terminan comprando estos productos.
Y a su vez, estas tiendas, estos supermercados, también tienen sus propios costes que cubrir.
El transporte hasta el punto de venta, las mermas adicionales que se hayan ido produciendo,
los gastos generales, la mano de obra del local y su propio margen de beneficios.
Y a su vez, tengamos en cuenta que muchos de estos costes que he ido mencionando están
grabados con impuestos.
Por ejemplo, el impuesto de hidrocarburos a los transportistas o, por ejemplo, el impuesto
especial a la electricidad que afecta a la actividad de todos ellos.
Probablemente algunos de vosotros, después de observar esta larguísima cadena de valor,
donde en todas las etapas hay costes, costes, costes, y en cada una de ellas también margen
de beneficios, margen de beneficios, margen de beneficios, etcétera, os estáis planteando.
Y todo esto no se puede simplificar.
¿No sería más sencillo, por ejemplo, que el supermercado final comprara directamente
al agricultor en origen y nos quitáramos al mercado de abastos en origen y al mercado
de abastos en destino?
Y sí, como he dicho, este es el modelo más extenso posible de intermediación desde
el productor al consumidor, pero hay otros modelos donde se prescinde de alguna o de
varias de estas etapas porque hay un intermediario que las absorbe.
El punto es que absorber todas estas etapas tampoco es tan sencillo, porque para hacerlo
has de tener una logística impresionante.
Todos entendemos, por ejemplo, que una tienda de barrio no se puede ocupar de negociar en
origen con los productores de cada uno de los productos que venden tienda, no se puede
encargar de transportar o de contratar el transporte para cada uno de estos productos,
de almacenarlos en destino hasta que lleguen a origen, de hacer el destrío de las piezas
que están bien y de las piezas que están mal en cada una de las etapas, etcétera.
De la misma manera que en el resto de la economía las empresas tienen proveedores, porque así
cada empresa se puede especializar en aquello en lo que es relativamente mejor, en la intermediación
entre producción y consumo, también hay intermediarios especializados y no es tan
sencillo que una empresa pueda dedicarse a todas las actividades propias de la intermediación
y batir al mismo tiempo, en costes, en eficiencia, a todos los intermediarios especializados.
Vamos que, por ejemplo, a una tienda pequeña de barrio le sale más a cuenta ir a Mercamadrid
a seleccionar el género que quiere comprar en la tienda que dedicarse a hacer todas las
actividades anteriores que he mencionado.
Pero también puede haber ciertas grandes empresas que sí tengan una capacidad logística
muy desarrollada y que opten por absorber algunas de las etapas de intermediación para
tratar de ahorrar en costes y, por tanto, de incrementar sus beneficios.
Y creo que hay una empresa que todos tenemos en la cabeza, que es muy grande, que es muy
buena en logística, que ya lleva desde hace muchos años saltándose algunas de estas
etapas de la cadena de intermediación con sus propios interprovedores, hay una empresa
que podría hacer esto, que de hecho ya lo está haciendo, y esa empresa se llama Mercadona.
En teoría, Mercadona sería una empresa que está muy cerca de pagar los precios en origen
que hemos visto antes en la tabla de Coag y de cobrar los precios en destino, porque
sería ella misma o sus interprovedores especializados los que desarrollarían toda esta cadena de
intermediación.
Por tanto, si hubiese beneficios extraordinarios en la intermediación entre productores y
consumidores, esos beneficios extraordinarios deberían aparecer en las cuentas de resultados
de Mercadona.
Mercadona se debería estar forrando, comprando muy barato a los agricultores y vendiendo
muy caro a los consumidores, porque ella misma desarrolla gran parte de toda la intermediación.
Y en cambio, si la intermediación no fuera una actividad tan lucrativa, porque hubiese
entre medias implicados para desarrollar todas estas actividades que conectan al productor
con el consumidor, eso también debería reflejarse en la cuenta de resultados de Mercadona.
Si ella misma es la que desarrolla la intermediación, si ella misma es la que asume los costes y
se queda con los beneficios de esa intermediación, si los costes son muy altos y muy cercanos
a los beneficios, no deberíamos observar beneficios extraordinarios en la cuenta de
resultados de Mercadona.
Pues bien, examinemos la cuenta de resultados de Mercadona del año 2022, que fue además
el año en el que nominalmente Mercadona tuvo mayores beneficios de toda su historia.
¿Qué observamos en esta cuenta de resultados?
Pues que los beneficios antes de impuestos de Mercadona en el año 2022 ascendieron a
928 millones de euros.
Desde luego se trata de una cifra bastante considerable, pero es una cifra que hay que
poner en relación con los ingresos por venta de Mercadona.
O dicho de otra manera, por cada euro que vende Mercadona a los consumidores finales,
¿cuánto dinero gana Mercadona?
Pues en el año 2022, los ingresos por ventas de Mercadona ascendieron a 28.466 millones
de euros.
Si ponemos en relación los beneficios antes de impuestos de Mercadona, 928 millones de
euros con los ingresos por ventas de Mercadona, 28.466 millones de euros, llegaremos a la
conclusión de que su margen de beneficios, antes de impuestos, su margen de beneficios
sobre ventas es del 3,2%.
Es decir, que Mercadona, en el año 2022, ganó 3,2 céntimos de euro por cada euro
de ventas.
Y si quitamos el impuesto sobre sociedades, porque Mercadona pagó en 2022 210 millones
de euros, el margen de beneficios sobre ventas de Mercadona fue de 2,5 céntimos de euro
por cada euro de ventas.
O dicho de otra manera, de cada euro que le pagamos a Mercadona, o a cualquier otro supermercado,
porque las cuentas son muy similares, 96,5 céntimos van a cubrir costes.
¿Y cuáles son esos costes que absorben prácticamente todos los ingresos por ventas de Mercadona?
Pues casi 75 céntimos por cada euro de ventas van dirigidos a pagar la mercancía que Mercadona
compra a sus proveedores, ya sean los agricultores o ya sean normalmente sus interprovedores.
Y luego 13 céntimos por cada euro de ventas de Mercadona va a parar a pagar los salarios
de sus casi 100.000 trabajadores.
Por tanto, solo proveedores y trabajadores de Mercadona ya absorben 88 céntimos de euro
por cada euro vendido de Mercadona.
Y luego 8,5 céntimos por cada euro de ventas van a cubrir otros costes, como por ejemplo
la electricidad, o el alquiler de los locales que Mercadona tenga alquilados, o la amortización
de los locales que Mercadona tenga en propiedad.
No la inversión que se hace en adquirir o en renovar cada año un local, sino la periodificación
a largo plazo del coste de adquisición o de renovación de ese local.
Por tanto, como digo, por cada euro que vende Mercadona, solo 3,2 céntimos de euro se convierten
en beneficios de Mercadona antes de impuestos, que si además quitamos los impuestos, solo
2,5 céntimos por cada euro vendido.
Y esto es algo que a mucha gente le sorprende.
¿Cómo es posible que una empresa tan grande, tan poderosa, tan rentable?
Porque lo es.
Como Mercadona, únicamente gane 3,2 céntimos de euro por cada euro vendido.
Si su margen de beneficios sobre ventas fuera tan pequeño, dicen algunos, lo que tendría
que hacer Mercadona es cerrar, porque no sería en absoluto rentable.
Pues no, una empresa puede ser tremendamente rentable, y Mercadona lo es, con un margen
de beneficios sobre ventas muy pequeño.
¿Qué es preferible?
Vender una unidad a 100 euros con un margen de beneficio del 90%, en cuyo caso ganaré
90 euros, o vender 10 unidades a 100 euros con un margen de beneficios del 10%, en cuyo
caso ganaré 100 euros.
Pues evidentemente lo segundo.
La fuente del beneficio de Mercadona no está en que gane mucho dinero por cada unidad que
vende, sino en que vende muchísimas unidades.
Como ya hemos dicho antes, en el año 2022 los ingresos por ventas de Mercadona ascendieron
a 28.466 millones de euros, y esto es equivalente a 2,34 veces todo el activo de Mercadona.
El activo total de Mercadona, es decir, todo lo que tiene la empresa, tiene un valor de
12.158 millones de euros.
Pues bien, cada año Mercadona vende casi 2,5 veces todo lo que vale Mercadona.
Por tanto, por poquito que ganes en cada venta, si tus ventas son muchísimas, al final terminarás
ganando muchísimo en relación con el capital que has invertido en ese activo.
Y esa, repito, es la clave del beneficio de Mercadona o de cualquier otro supermercado.
No ganar muchísimo sobre cada unidad vendida, sino vender muchísimas unidades sobre las
que se gana un poquito.
Por supuesto, 3,2 céntimos de euro por cada euro vendido es el margen de beneficio agregado
sobre todas las ventas de Mercadona.
Puede haber productos en los que Mercadona tenga un margen mayor y otros en los que tenga
un margen menor.
Y en este sentido uno podría pensar que el margen de beneficios sobre los alimentos frescos,
sobre los productos del campo, que el margen de beneficio en estos casos será mucho más
alto que en el resto.
Pero démonos cuenta de que si el margen de beneficio agregado es el 3,2%, el margen de
beneficio de los alimentos frescos no puede ser muy superior.
Por ejemplo, en el año 2022, los ingresos del conjunto de la distribución minorista
alcanzaron los 105.000 millones de euros.
De ahí que normalmente se diga que Mercadona representa el 25% de toda la distribución
minorista en España, porque el 25%, algo más del 25%, de todos los ingresos de todos los
distribuidores minoristas de España van a parar a Mercadona.
Pues bien, de estos 105.000 millones de euros por ingresos de distribuidores minoristas,
el 32% eran ingresos por alimentos frescos.
Pues bien, si estos mismos porcentajes se reproducen en el caso de Mercadona, y no se
desviarán mucho, de hecho se venden más alimentos frescos en las grandes superficies
como Mercadona que en los pequeños comercios, pero bueno, imaginemos que estas cifras del
conjunto del sector se reproducen más o menos en el caso de Mercadona, si en el 68% de las
ventas de Mercadona que no son de alimentos frescos, Mercadona obtuviera un margen del
0%, en el 32% de ingresos que sí son ingresos por ventas de alimentos frescos, Mercadona
sólo podría tener un margen máximo del 10% si es que su margen agregado sobre todas
sus ventas es del 3,2%.
Por tanto, en el más exagerado de los casos, Mercadona sobre los alimentos frescos ganaría
10 céntimos por cada euro vendido.
Ahora bien, como es obvio, Mercadona no obtiene un margen del 0% sobre el 68% de sus ventas,
por tanto el margen sobre los alimentos frescos, aún cuando esté por encima del 3,2%, estará
por debajo, significativamente por debajo del 10%, quizá pueda ser del 5, del 6 o como
mucho del 7%, que es, por cierto, el margen sobre beneficio minorista que encontró que
halló el Ministerio de Agricultura en el año 2010-2011 cuando desarrolló el esquema
de la cadena de valor que hemos visto antes.
Todo esto ¿qué significa?
Pues que el beneficio de Mercadona o del resto de supermercados que todavía tienen márgenes
más pequeños, Carrefour, por ejemplo, tiene un margen de 1 céntimo de euro por cada euro
de ventas, el beneficio de todos estos supermercados no procede de pagar muy poquito a los agricultores
y de cobrar muchísimo a los consumidores, procede de vender mucho.
Cuidado, con esto no estoy diciendo que los supermercados u otros intermediarios paguen
mucho a los agricultores, puede darse perfectamente el caso de que Mercadona u otros intermediarios
fuercen pagar muy poco a los agricultores para también mantener precios muy bajos de
cara a los consumidores, y cuando digo precios muy bajos me refiero a precios que cubran
todos los costes que hemos visto con anterioridad, porque si el margen de beneficios sobre ventas
de Mercadona es del 3,2%, lo que estamos diciendo es que no hay mucha diferencia entre el coste
de producción y distribución de un producto y su precio de venta final, y es que a Mercadona
no le interesa que haya mucha diferencia, porque si Mercadona obtiene sus beneficios
de vender mucho, ¿cómo puede conseguir vender mucho?
Preguntando los precios todo lo bajo que pueda, cubriendo costes, claro está, para
así batir a la competencia y maximizar su volumen de ventas.
O expresado de otra manera, si Mercadona pagara mucho más a sus proveedores, incluyendo a
los agricultores, tendría que cobrar mucho más a los consumidores.
Y la cuestión es, ¿los consumidores españoles están dispuestos a pagar mucho más para
que los intermediarios a su vez paguen mucho más a los proveedores?
Pues por desgracia para los proveedores me parece que no, porque si los consumidores
españoles estuviesen dispuestos a pagar mucho más de lo que pagan para que los agricultores
pudiesen también cobrar mucho más, Mercadona sería la primera que en un inicio subiría
precios para ganar más dinero.
Le seguiría pagando lo mismo a los agricultores y cobraría mucho más a los consumidores.
Pero claro, Mercadona no sube más los precios porque los consumidores no quieren pagar más,
y como hemos dicho, la única forma en la que Mercadona podría pagar sustancialmente
más a los agricultores, dado su estrecho margen de beneficios, sería cobrando mucho
más a los consumidores.
Pero como estamos diciendo, los consumidores no están dispuestos a pagar más, porque
si los tuvieran, Mercadona ya les estaría cobrando más.
De ahí también, por cierto, que gran parte de la producción agraria nacional no se consuma
dentro de España, sino que se exporte a otros mercados extranjeros, con mayor poder
adquisitivo, que sí están dispuestos a pagar mucho más que los consumidores españoles
por la producción agraria española.
En definitiva, como hemos visto en vídeos anteriores, muchos agricultores sí están
atravesando una situación económica muy precaria.
A su vez, como también hemos visto en vídeos anteriores, algunas de sus reivindicaciones
para conseguir incrementar su rentabilidad son reivindicaciones justas.
No todas, pero sí algunas de ellas.
Ahora bien, la causa de esa precariedad económica en la que viven muchos agricultores no es
de los intermediarios, los cuales no tienen márgenes de beneficios sobre ventas demasiado
altos.
Los problemas residen en la baja productividad de muchas explotaciones, en la alta regulación
y burocratización de la actividad agraria en España, del bajo poder adquisitivo del
mercado local, donde se podrían comercializar directamente ya bajo coste de distribución
muchos de estos productos, etcétera.
Pero no matemos al mensajero, es decir, no matemos al intermediario, es decir, no les
reclamemos a los políticos que hiperregulen y destruyan el sector de la intermediación
comercial en España, que funciona razonablemente bien.
El sector agrario español y europeo necesitan de una reconversión muy profunda y lo que
sí habría que reclamarles a los políticos nacionales y europeos es que no encarezcan
artificialmente esa reconversión con regulaciones absurdas y con burocracias redundantes.
Es decir, que no les compliquen todavía más de lo que ya es la vida a los agricultores.