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Podemos y Sumar proponen topar el precio de los alimentos básicos, una medida que lleva
aplicándose en Hungría, en la Hungría de Viktor Orbán, desde hace más de un año.
¿Y cuáles han sido los efectos, las consecuencias, los resultados de este control de precios
en Hungría?
Veámoslo.
Aunque la inflación general parece estar empezando a moderarse en Europa, la inflación
de los alimentos sigue completamente disparada.
De hecho, la inflación de los alimentos en Europa en el mes de febrero marcó su tasa
más elevada en el último año.
Registró un incremento interanual del 17,7%, más que duplicando la tasa de inflación
general.
En España, el encarecimiento interanual de los alimentos se ubica ligeramente por debajo
de la media europea, en el 16,7%, pero eso no ha evitado que dentro de nuestro país aparezcan
ideas, ocurrencias, que defienden la necesidad de establecer un tope al precio de los alimentos.
Estas ideas, estas ocurrencias, han cobrado especial popularidad en el espacio político
que se ubica a la izquierda del PSOE, llamémosle Unidas Podemos, Sumar, Izquierda Unida Modernizada
y Reunificada, la Izquierda de Toda la Vida con Otro Nombre, llamémosle, como le llamemos,
dentro de ese espacio electoral, la propuesta de que hay que controlar los precios de los
alimentos básicos se ha convertido en una de sus propuestas estrella.
Y no deja de ser curioso que el único país europeo que hasta el momento haya aplicado
controles de precios a los alimentos básicos haya sido un país que en lo ideológico no
se alinea demasiado, al menos en teoría, con ese espacio político a la izquierda del PSOE,
y me refiero a Hungría.
Concretamente, en diciembre de 2021, los precios de los alimentos se estaban incrementando
en Hungría a una tasa del 8,3% interanual, y el gobierno húngaro de Viktor Orbán reaccionó
a esta subida de precios de los alimentos imponiendo topes a los precios de 6 alimentos
básicos.
Específicamente el azúcar granulado, la harina de trigo, el aceite de girasol, los
muslos de cerdo, la pechuga de pollo y la leche con un contenido graso del 2,8%.
En el caso de estos 6 alimentos, se estableció que su precio no pudiera superar el que registraban
en octubre del año 2021.
O dicho de otra forma, en Hungría, estos 6 productos tienen a día de hoy, en marzo
del año 2023, el mismo precio que tenían en octubre del año 2021, y a su vez, en noviembre
del año 2022, el gobierno húngaro incrementó esta lista con dos nuevos productos, los
huevos y las patatas, cuyo precio no podía superar el que habían registrado estos productos
en septiembre de ese año, en septiembre de 2022.
Por tanto, en Hungría, a día de hoy, hay 8 alimentos básicos cuyos precios están
regulados, cuyos precios están topados, productos en los que se han establecido precios máximos
para evitar que continúe la inflación de los alimentos.
¿Y cuáles han sido los efectos económicos y sociales de este control de precios aplicado
en Hungría por el gobierno de Viktor Orbán y que quiere ser aplicado en España por Podemos,
Unidas Podemos, UMAR o cómo se llamen?
Pues las consecuencias han sido un desastre.
Por un lado y como suele suceder con los controles de precios, sobre todo cuando se fija el precio
máximo por debajo del precio de mercado, lo que está sucediendo es que hay problemas
de abastecimiento de esos alimentos básicos cuyos precios están siendo regulados.
No es que no pueda encontrarse ni mucho menos azúcar granulado en el país o aceite de
girasol, no es eso, pero las principales cadenas de supermercados del país, Aldi, Lidl, Tesco
o Spar, han empezado a introducir límites a la cantidad de estos alimentos básicos
que puede adquirir cada consumidor, concretamente cada cliente en cada visita al supermercado
solo puede comprar, por ejemplo, un kilo de patatas o un litro de leche.
¿Y por qué?
Pues porque tienen un suministro limitado de esos productos básicos dado que no les
sale a cuenta venderlo.
O dicho de otra forma, esos productos básicos los venden a pérdida, los siguen ofreciendo
aún vendiéndolos a pérdida porque evidentemente tienen que ofrecerlos como cadena de supermercado,
no estaría socialmente bien visto que no ofrecían esos productos, además otros supermercados
podrían sacar partido de aún vendiendo esos productos a pérdida, ofrecerlos y por tanto
quitarles clientes a la competencia, pero aún ofreciéndolos limitan la cantidad de
esos productos que venden a cada cliente porque, como digo, los venden a pérdida.
El propio Victor Orban tuvo que reconocer hace apenas 3-4 días que estos controles
de precios están textualmente enturbiando el suministro regular de estos productos porque
constituyen una intervención artificial en el mercado y defendió que tan pronto como
la inflación de alimentos comenzara a moderarse, su gobierno debería eliminar esos controles
de precios a los alimentos básicos porque, insisto, están enturbiando el normal suministro
de estos productos para los consumidores.
Pero esta no ha sido la única consecuencia al tope del precio de los alimentos básicos
impuesto por el gobierno de Orban y es que, por otro lado, esta medida que pretendía
combatir la inflación de los alimentos, lo que ha provocado en última instancia es disparar
muchísimo más la inflación de los alimentos.
Concretamente, ya hemos dicho que este control de precios a 6 productos básicos, posteriormente
ampliada hasta 8 productos básicos, empezó a aplicarse en enero del año 2022.
En ese momento, la tasa de inflación de los alimentos estaba en el 8,3%.
Pues bien, a día de hoy está en, atención, el 47%.
Hungría tiene con mucha diferencia la tasa de inflación sobre los alimentos más elevada
de Europa, del 8,3% al 47% en poco más de un año y mediando un control sobre el precio
de los alimentos básicos.
Lo sabrá que piensen que no hay ninguna relación directa entre, por un lado, establecer controles
de precios sobre los alimentos básicos y, por otro lado, que el precio de todos los
demás alimentos se haya disparado en un 47%.
Es decir, cabría pensar que en ausencia de esos controles de precios sobre los alimentos
básicos, la inflación de alimentos habría aumentado todavía más.
Y desde luego, no pretendo afirmar que la única causa que está detrás de este brutal
incremento de los precios de los alimentos en Hungría durante el último año, no pretendo
afirmar que la única causa, ni mucho menos, sea el control de precios sobre 6, posteriormente
8, productos básicos.
Lo que sí pretendo afirmar es que ese control de precios sobre 6, 8 productos básicos ha
contribuido a alimentar la inflación sobre el conjunto de los alimentos, no a frenarla,
sino a alimentarla.
Y, de hecho, no es algo que diga yo, es algo que dice el propio gobernador del Banco Nacional
de Hungría, del Banco Central de Hungría, a saber que la medida de establecer controles
de precios sobre 6, 8 alimentos básicos ha contribuido a incrementar la inflación en
Hungría, no a controlarla, sino a incrementarla.
¿Y por qué dice esto?
Pues por dos razones.
Primero, ya hemos visto que el suministro de los productos básicos cuyos precios han
sido regulados, fijados por el Gobierno de Hungría, ya hemos visto que el suministro,
la oferta regular de esos productos, está experimentando problemas.
Es decir, los ciudadanos no pueden comprar toda la cantidad de esos productos que puedan
llegar a desear.
Y eso ha llevado a que gran parte de los ciudadanos, que no pueden comprar todas las unidades de
determinados productos que querrían comprar, busquen alternativas, se decanten por alternativas,
por sustitutivos relativamente cercanos de los productos básicos cuyos precios están
regulados.
Por ejemplo, en lugar de azúcar granulado, azúcar en polvo.
En lugar de muslo de cerdo, lomo de cerdo.
En lugar de pechuga de pollo, muslos de pollo.
Y este desplazamiento de la demanda, desde alimentos básicos cuyo precio está regulado
a alimentos cuyo precio no está regulado, ha provocado que el precio de esos alimentos
no regulados se haya encarecido mucho más de lo que lo habría hecho sin esa sustitución,
sin ese desplazamiento de la demanda, como consecuencia de los problemas de suministros
derivados del control de precios sobre los alimentos básicos regulados.
Y por otro lado, precisamente porque está habiendo este desplazamiento de la demanda,
y los distribuidores de estos productos tratan de compensar las pérdidas que están experimentando
vendiendo por debajo de coste los productos cuyo precio ha sido regulado, ha sido topado.
Tratan de compensar las pérdidas que experimentan por la venta de esos productos regulados,
subiendo todavía más los precios, ampliando todavía más los márgenes sobre estos otros
productos cuyo precio no está regulado.
Por ejemplo, desde que se impuso el control de precios a comienzos del año 2022, el precio
del azúcar en polvo se ha incrementado, atención, en un 222%, el precio del lomo de cerdo ha
aumentado en un 152% y el precio de los muslos de pollo en un 167%.
Por tanto, sí, congelamos los precios de una cesta de alimentos básicos, pero como
esa congelación de precios provoca que los consumidores no puedan comprar todas las
unidades de esos productos cuyos precios están regulados, todas las unidades que querrían,
los consumidores se ven abocados a comprar otros productos sustitutivos de los anteriores,
disparando así su precio.
Y alguien podrá decir, pues entonces la solución es regular absolutamente todos los precios
de los alimentos.
Bien, si hacemos esto, lo que sucederá es que los problemas de suministro que ahora
mismo solo se experimentan en seis alimentos básicos y no son críticos en gran medida
porque existe la válvula de escape de otros productos sustitutivos de los anteriores,
pero cuyos precios no están regulados, lo que sucederá es que esos problemas de suministro
se extenderán a todos los productos, pero corregidos y aumentados, porque no habrá
productos que poder adquirir en sustitución de esos otros productos cuyo precio está
regulado.
Si regulamos los precios de todos los alimentos y los fijamos por debajo de coste, como sucede
seis o ocho alimentos cuyo precio está a día de hoy regulado en Hungría, lo que ocurrirá
es que habrá problemas de suministro en todos los productos sin que haya alternativas con
un suministro regular, con un suministro bien abastecido, que poder comprar en sustitución
de los productos con precio regulado y cuya oferta escasea, de modo que la demanda desbordará
la oferta en todos los alimentos y habrá problemas de suministro en todos ellos.
En definitiva, topar el precio de los alimentos no es una buena solución al problema de
la inflación de alimentos, lo proponga Sumar o lo proponga Viktor Orbán, o quizá porque
lo proponen Sumar y Viktor Orbán.