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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Un año de guerra en Ucrania y un año de guerra económica contra Rusia como represalia por
haber invadido Ucrania. ¿Cuáles han sido hasta el momento las consecuencias más notables,
más desgarradoras de la guerra económica entre, por un lado, Rusia y, por otro, Estados
Unidos, la Unión Europea y Reino Unido? Veámoslo.
Hace un año Rusia invadió Ucrania y a partir de ese momento se desató una guerra económica entre,
por un lado, la propia Rusia y, por otro, Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea.
La base de esa guerra económica ha sido romper las relaciones económicas entre ambos bloques
políticos. Es decir, que Rusia deje de exportar a Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido,
y que, a su vez, Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido dejen de exportar a Rusia.
Y como ya explicamos en el vídeo que dedicamos a esta cuestión hace más de un año, es decir,
antes de que Rusia invadiera Ucrania, a corto plazo quien más tenía que perder por esta ruptura de
las relaciones comerciales era el bloque de la Unión Europea, de Estados Unidos y de Reino Unido,
dado que este bloque importaba desde Rusia esencialmente energía. Y esto tiene dos
implicaciones. Por un lado, que el bloque occidental tenía que buscar nuevos suministros
energéticos alternativos a Rusia, y eso no tiene por qué ser demasiado fácil,
especialmente en el caso del gas. Y por otro, que Rusia en principio lo tenía bastante fácil
para dejar de vender energía al bloque occidental y empezar a venderlo a otros países que no la
hubiesen sancionado. Al fin y al cabo, la demanda de energía es global y, por tanto, si no te
compran unos, previsiblemente te comprarán otros. Sin embargo, a medio largo plazo la más perjudicada
podría ser Rusia, dado que Rusia importaba desde el bloque occidental bienes intermedios, maquinaria,
bienes de equipo, componentes, etc., que no son fáciles de sustituir con otras importaciones
desde fuera del bloque occidental y, por tanto, a medio largo plazo, según se vaya deteriorando
el equipo de capital de Rusia y no pueda reemplazarlo con las importaciones occidentales,
la productividad interna del país se iría resintiendo. Al final, sin embargo,
parece que todos nos hemos hecho bastantes trampas al solitario. Aunque formalmente se ha producido
una ruptura de las relaciones comerciales entre el bloque occidental y Rusia, en la práctica
muchas de esas relaciones comerciales se mantienen, pero a través de intermediarios. En un vídeo
anterior explicamos que, por ejemplo, la Unión Europea ha dejado de importar combustible diésel
desde Rusia, pero lo que está ocurriendo es que Rusia exporta petróleo crudo a la India,
las refinerías de la India refinan ese crudo ruso en diésel, diésel que a efectos globales
pasa a ser catalogado como diésel de la India, y la Unión Europea o Estados Unidos lo que hacen
es importar ese diésel de la India, que no deja de ser petróleo ruso, eso sí, refinado en la India.
Y de la misma manera que el bloque occidental ha encontrado vías de burlar el embargo energético
que ellos mismos le han impuesto a Rusia como sanción por haber invadido Ucrania, de la misma
manera que en gran medida seguimos comprando petróleo ruso pero etiquetado como petróleo
de fuera de Rusia, Rusia también ha encontrado formas de seguir importando desde el bloque
occidental aquellos bienes de equipo, aquella maquinaria, aquellos componentes que necesita
para que su economía siga funcionando. Echémosle un vistazo a este gráfico que
publica hoy el Financial Times. En este gráfico se recoge la evolución de las importaciones de
distintos países del mundo desde la Unión Europea y Reino Unido, es decir, cuánto importa
Armenia, Georgia, Bielorrusia o Rusia desde la Unión Europea y Reino Unido. El valor 100 se
corresponde con las importaciones medias en el período 2017-2019. Pues bien, en este gráfico lo
que observamos son dos claras tendencias. Por un lado tenemos a Rusia y a Bielorrusia cuyas importaciones
desde la Unión Europea y Reino Unido se han hundido con respecto a la media histórica. Rusia
importa menos de un 50% de lo que solía importar desde la Unión Europea y desde Reino Unido y
Bielorrusia alrededor de un 40% menos. Por tanto, ya sea por efecto de las sanciones o porque muchas
compañías occidentales, por cuestiones de imagen, de marca, de reputación, de lo que sea, se niegan
a venderle a Rusia, ya sea por lo uno o por lo otro, lo que ha ocurrido es que las importaciones
rusas desde la Unión Europea y Reino Unido se han desplomado. Esa es la primera tendencia que
observamos en el gráfico. Pero cuidado, que también se aprecia otra tendencia muy curiosa,
y es que durante el mismo período en el que se hunden las importaciones rusas desde la Unión
Europea y Reino Unido, se disparan las importaciones de los países de la Asia Central desde Reino
Unido y la Unión Europea. ¿Y esto por qué es relevante? Pues porque los países de la Asia
Central son países cercanos a Rusia, en algunos casos limítrofes con Rusia, y, por tanto,
podrían estar actuando como intermediarios entre la Unión Europea y Rusia. Concretamente,
las importaciones de la Asia Central se disparan más de un 30%, pero es que las de algunos países,
como Armenia o Kirguistán, se disparan alrededor de un 80%. ¿Qué explicación razonable cabe a esto,
salvo que hasta cierto punto, en buena medida, estén actuando como intermediarios comerciales
entre Rusia y la Unión Europea? Es decir, la Unión Europea exporta maquinaria a Kirguistán y
Kirguistán la reempaqueta y reexporta a Rusia. Formalmente no la compra Rusia a la Unión Europea,
pero sí lo hace a través de Kirguistán. Por tanto, el divorcio económico entre el
bloque occidental y Rusia ha sido, probablemente, bastante menos intenso de lo que podría parecer
en un primer momento. No es que la Unión Europea y Rusia estén viviendo ya vidas completamente
separadas, sin ningún tipo de contacto entre ellos. En gran medida siguen relacionándose,
sigue habiendo interlocución entre ambos bloques, pero en este caso mediado por una especie de
consejero matrimonial. Es decir, a través de un intermediario que, obviamente, cobra su
correspondiente comisión por hacer de intermediario. Con ello no quiero decir que las sanciones no
hayan tenido absolutamente ningún efecto. No es eso. Como ya he mencionado, el intermediario,
ya sea la India o ya sean los países de Asia Central, están cobrando sus correspondientes
comisiones por mantener cierto flujo comercial entre ambos bloques económicos formalmente
divorciados. A su vez, en el caso del petróleo, por ejemplo, el petróleo ruso de los Urales cotiza
a un importante descuento frente al Barril Brent, cosa que no sucedía antes de la guerra. De modo
que, aunque Rusia siga vendiendo petróleo a la Unión Europea o a Estados Unidos a través de
la India, el dinero que está recibiendo por ese petróleo es sustancialmente menor. Y, a su vez,
ahora parece que la Unión Europea quiere investigar estas exportaciones de bienes
intermedios desde la Unión Europea a Asia Central por si se están reexportando a Rusia,
y en la medida de lo posible frenarlo. Y si efectivamente consiguiera frenarlo,
eso sí podría limitar las importaciones de bienes de equipo y de maquinaria y de
componentes que la economía rusa necesita a medio plazo para mantener o incrementar su
productividad. Por tanto, no es que las sanciones, no es que el divorcio económico haya sido del
todo irrelevante. Pero, desde luego, no ha sido tan sumamente relevante, tan sumamente rupturista,
tan sumamente desgarrador como podríamos intuir meramente leyendo los titulares de los periódicos.
Un año después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, y prácticamente un año después
de que se iniciara la guerra económica en forma de ruptura comercial entre ambos bloques políticos,
la conclusión que podemos extraer es que la guerra estrictamente económica ha tenido una
menor intensidad de lo que podía parecer en un comienzo.