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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

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This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Luis Caputo, ministro de Economía de Argentina, ya ha anunciado la primera parte del shock
económico que pretende aplicar Javier Millet en Argentina. Concretamente el ajuste fiscal
y el ajuste cambiario.
¿En qué consisten exactamente este ajuste fiscal y este ajuste cambiario? ¿Cuáles van
a ser sus consecuencias sobre la economía argentina en el corto y en el medio plazo?
Veámoslo.
El presidente de Argentina, Javier Millet, ya ha presentado a través de su ministro
de Economía, Luis Caputo, su primer plan de reformas para tratar de reflotar la maltrecha
economía del país.
Y recalco lo de primer plan de reformas, porque quedan otros muchos que previsiblemente conoceremos
a lo largo de los próximos días o de las próximas semanas.
Y en este sentido, este primer plan de reformas económicas es esencialmente un plan de ajuste
fiscal y de ajuste cambiario. Por tanto, quedan pendientes como mínimo, por un lado,
el plan de ajuste de los pasivos remunerados del Banco Central, de las LELICs y de los
PASES, y por otro, el paquete de desregulaciones y liberalizaciones económicas.
Hoy nos vamos a centrar en analizar el plan que conocimos ayer de la mano de Luis Caputo,
es decir, el plan de ajuste fiscal y de ajuste cambiario.
Y aunque en principio podría parecer que no guarda en relación, que una cosa es el
ajuste fiscal y otra cosa es el ajuste cambiario, ya veremos, al final, cómo están más relacionados
de lo que en principio podría parecer.
Pero comencemos analizando específicamente el plan de ajuste fiscal. Javier Millet prometió
un ajuste fiscal de 5 puntos del PIB, un ajuste fiscal que dijo se concentraría especialmente
en el gasto público. ¿Y a tenor del plan de ajuste fiscal que presentó ayer Luis Caputo
ha cumplido Javier Millet con este compromiso? Pues a medias. Las estimaciones del propio
gobierno, de los medios de comunicación, de las consultoras, efectivamente cifran el
ajuste fiscal presentado ayer en alrededor de 5 puntos del PIB, pero solo tres de esos
5 puntos de ajuste fiscal proceden de una reducción del gasto y dos proceden de un
incremento de los impuestos. Aunque, como luego veremos, se trata de una subida peculiar
de impuestos muy vinculada al régimen cambiario particular que tiene la Argentina. Y hasta
cierto punto, al menos en parte, esa subida de impuestos cabría describirla como un recorte
del gasto público, concretamente como un recorte de los subsidios que el Estado argentino
proporciona a aquellos que compren dólares al precio subsidiado del tipo de cambio oficial.
Pero no nos adelantemos, describamos primero el ajuste fiscal que presentó ayer Luis Caputo.
Otras de esas medidas, como la suspensión de la publicidad institucional o la reducción
del número de ministerios, si bien pueden ser correctas por otros motivos, como por
ejemplo dejar de comprar propagandísticamente a los medios de comunicación o reducir el
número de ministerios para que el gobierno se pueda centrar en aquellos asuntos que sean
verdaderamente importantes, si bien pueden ser medidas adecuadas por otras razones, desde
el punto de vista de lo que aportan al recorte del gasto son irrelevantes. Por ejemplo, como
veremos a continuación, Luis Caputo cifra el ahorro por la suspensión de la publicidad
institucional en 34.000 millones de pesos. Claro, así dicho suena mucho, 34.000 millones,
pero teniendo en cuenta que el tipo de cambio real entre el peso y el dólar es de mil pesos
por dólar, estamos hablando de un ahorro de 34 millones de dólares. Que insisto, no digo que
haya que despilfarrarlo, pero su contribución a corregir el déficit público de Argentina va a ser
nula. Escuchemos de todas formas a Luis Caputo describir estas dos medidas. Se decreta la suspensión
de la pauta de gobierno nacional por un año. Durante el 2023 entre Presidencia y los ministerios se
gastaron 34.000 millones de pesos en pauta. No hay plata para gastos que no sean estrictamente
necesarios y mucho menos para sostener con plata de los contribuyentes medios que se crean solo
para alabar las virtudes de los gobiernos de turno. Tres, conforme la ley de ministerios
decretada por el presidente, los ministerios se reducirán de 18 a 9 y las secretarías de
106 a 54. Esto va a redundar en una reducción de más del 50% de los cargos jerárquicos de la
función pública y del 34% de los cargos políticos totales del estado nacional. Como digo,
desde un punto de vista presupuestario esto no tiene ninguna relevancia. ¿Qué otras medidas
anunciadas ayer por Luis Caputo sí tienen relevancia y sí van a tener un impacto en el
ahorro de gastos y por tanto en la reducción del déficit público? Pues en primer lugar la
suspensión de la licitación de nueva obra pública y la cancelación de aquellas obras públicas ya
licitadas pero no iniciadas. El gobierno de Milei estima que en esta partida el gasto público podría
pasar del 1,8% del PIB al 0,7% del PIB, es decir, un ajuste del gasto de 1,1 puntos del PIB.
El Estado Nacional no va a licitar más obra pública nueva y va a cancelar las licitaciones
aprobadas cuyo desarrollo aún no haya comenzado. Como dije antes, no hay plata para pagar más
obra pública que, como todos sabemos, muchas veces terminan los bolsillos de los políticos
y los empresarios. La obra pública ha sido siempre uno de los principales focos de corrupción del
Estado y con nosotros eso se termina. Las obras de infraestructura en Argentina serán realizadas
por el sector privado ya que el Estado, como dije, no tiene ya plata ni financiamiento para
llevarlas a cabo. En segundo lugar, una reducción de las transferencias discrecionales desde el
Gobierno Nacional a las provincias. El Ejecutivo de Milei estima que esta reducción será desde
el 0,8% del PIB al 0,5% del PIB, es decir, alrededor de tres décimas de PIB.
Vamos a reducir al mínimo las transferencias discrecionales del Estado Nacional a las provincias,
recursos que lamentablemente en nuestra historia reciente se han usado como moneda de cambio para
intercambiar favores políticos, para hacer política, digamos.
Y por último, un recorte de los subsidios al transporte y a la energía que se estima
que será desde el 2% del PIB, que es el monto del gasto que actualmente se destina a estas partidas,
hasta el 0,7% del PIB, es decir, un ajuste de 1,3 puntos de PIB.
Vamos a reducir subsidios a la energía y al transporte. Hoy el Estado sostiene
artificialmente precios bajísimos en tarifas energéticas y transporte a través de subsidios.
La política siempre lo ha hecho porque de esa forma engañan a la gente haciéndoles creer que
les ponen plata en el bolsillo. Pero como todos los argentinos ya se habrán dado cuenta,
estos subsidios no son gratis sino que se pagan con inflación. Lo que te regalan en el precio
del boleto te lo cobran con los aumentos en el supermercado. Y con la inflación esta son
los pobres, finalmente, los que terminan financiando a los ricos. Adicionalmente,
los subsidios al transporte en el AMBA son un acto de profunda discriminación con las provincias del
interior. Vamos a terminar con esta discriminación al interior. Estas tres partidas, la suspensión de
la obra pública, la reducción de las transferencias discrecionales a provincias y el recorte en los
subsidios al transporte y a la energía, suman, en total, un ajuste del gasto de 2,7 puntos del
PIB. Y el gobierno estima que a través de otros ahorros en la burocracia estatal pueden llegar
a ajustar hasta otras tres décimas de PIB, en total tres puntos en el mejor de los escenarios,
diría yo. Y hasta aquí el ajuste oficial y nominal en el gasto público. Luego veremos que
puede haber alguna sorpresa en el futuro. Pero, de momento, hasta aquí el ajuste oficial y nominal
en el gasto público que ha planteado Javier Milei en este primer plan de choque de ajuste fiscal.
Pero, como ya hemos mencionado, hay otra parte del ajuste fiscal que no son recortes del gasto
público, sino subidas de impuestos. Concretamente, un incremento del impuesto país del 7,5% al 17%,
y una subida de las retenciones sobre las exportaciones al 15%. A todos los exportadores
se les retendrá a partir de ahora el 15% de sus ingresos en dólares, salvo a los exportadores
de soja que será el 30%. Hasta ahora había muy diversos tipos de retención sobre la exportación,
desde el 0% al 10%. Bueno, pues se unifican todos al 15%, que es una subida en cualquier caso.
Escuchemos a Luis Caputo anunciarlo.
Esta subida de dos impuestos, del impuesto país y de las retenciones sobre los exportadores,
es claramente un incumplimiento respecto a lo que dijo Javier Milei durante la campaña electoral,
y es que no subiría ningún impuesto. Es verdad que Luis Caputo dice que se trata de subidas temporales,
pero aún cuando fueran temporales, nunca olvidemos que nada hay más permanente que
una medida política temporal, aún cuando fueran subidas temporales, se trata de subidas.
No obstante, y pese a que es criticable que se suban impuestos después de decir que no
se iban a subir, creo que también conviene contextualizar el tipo de impuestos que se
están subiendo y el motivo de fondo, más allá del recaudatorio, que siempre es el principal,
pero el motivo de fondo que subyace a esta subida. Y el motivo de fondo es el desajuste cambiario que
sigue existiendo en Argentina. En el día de ayer no solo se anunció un plan de ajuste fiscal,
sino también un plan de ajuste cambiario. El peso se devaluó un 50%, de tal manera que el tipo de
cambio oficial del dólar pasó de 400 pesos a 800 pesos. Los medios de comunicación han interpretado
que esto significa que ayer el peso perdió la mitad de su valor, pero esto es totalmente
incorrecto. El peso ya había perdido todo ese valor en meses anteriores. El tipo de cambio oficial
no es el precio real del peso en los mercados, es el precio al cual el banco central compra y
vende dólares contra pesos. Pero el precio de verdad del peso es el que se fija en el mercado,
es el precio del llamado dólar paralelo, dólar no oficial, que lleva meses rondando en diversos
mercados que no son directamente arbitrables entre sí, lleva meses rondando los 1000 pesos por dólar.
Por tanto, el ajuste cambiario que se hizo ayer fue simplemente reconocer parte de la realidad del
valor del peso. No fue quitarle valor al peso, sino dejar de mentir a través del tipo de cambio
oficial sobre cuál es el valor del peso. No solo eso, tengamos en cuenta que un tipo de cambio
oficial de 400 pesos por dólar, siendo el tipo de cambio de verdad de mercado 1000 pesos por dólar,
el tipo de cambio de 400 pesos por dólar implica dos cosas. Por un lado, implica un fortísimo
subsidio a aquellos importadores que consigan comprar dólares a través del banco central,
compran los dólares a 400 pesos cuando en verdad el dólar vale 1000 pesos, el Estado
argentino te está regalando, te está subsidiando 600 pesos por cada dólar, y a su vez implica una
penalización muy fuerte para los exportadores. Por cada dólar que cobraban los exportadores,
vendiendo fuera de Argentina solo recibían 400 pesos, cuando el valor real del dólar son 1000
pesos. Por tanto, se les estaba quitando a los exportadores 600 pesos por cada dólar. En realidad
se les quitaba un poco menos por cómo se calculaba la liquidación de dólares en pesos. Técnicamente
se calculaba el valor de la liquidación, el 50% al tipo de cambio oficial y el otro 50% a un tipo
de cambio que se llama contado por liquidación, de tal manera que a 400 pesos por dólar los
exportadores terminaban recibiendo no 400 pesos sino 690 pesos por dólar, aún así se les arrebataban
310 pesos por dólar. Al ajustar el tipo de cambio oficial desde 400 pesos por dólar a 800 pesos por
dólar, ¿qué se consigue? Pues por un lado, reducir el subsidio que se otorga a aquellos importadores
privilegiados a los que el Banco Central sí les vende los pocos dólares que tiene al precio de
400 pesos por dólar. Insisto, no todos los argentinos, ni siquiera la mayoría, la mayor
parte, pueden comprar dólares al tipo de cambio oficial, solo aquellos a los que el poder político
decide discrecionalmente vendérselos. Pues bien, al incrementar el tipo de cambio oficial de 400
pesos a 800 pesos por dólar, se reduce el subsidio que el Estado entrega a esas personas, a esas
empresas privilegiadas que consiguen comprar los dólares al tipo de cambio oficial y, por otro
lado, también se reduce la penalización que recae sobre los exportadores, porque en lugar de
tener que vender los dólares que cobran exportando a un precio de 400 pesos por dólar, en realidad
ya hemos dicho que, por cómo se calcula técnicamente 690 pesos por dólar, ahora pasarán a cobrar cada
dólar a 800 pesos. O mejor dicho, y de nuevo porque no cobran los exportadores exactamente el tipo de
cambio oficial, sino una cantidad que resulta de una fórmula donde el tipo de cambio oficial es
una de las variables, los exportadores después de esta devaluación pasarán a cobrar 860 pesos
por dólar. Y aquí es donde se encuentra la lógica, si cabe llamarlo así, de la subida del impuesto
país, es decir, del impuesto que graba la compra de dólares al tipo de cambio oficial y también la
subida de las retenciones sobre los exportadores. ¿Cuál es esa lógica? Primero, ya hemos dicho que
vender dólares a 400 pesos implicaba un subsidio de 600 pesos por dólar, es decir, el Estado
argentino estaba entregándole gratis 600 pesos a cada argentino que, de manera privilegiada por
sus buenos contactos con la política, conseguía comprar dólares a 400 pesos al tipo de cambio
oficial. Bueno, pues tras la devaluación del peso sigue habiendo un subsidio. Si el dólar en realidad
tiene un valor de 1.000 pesos por dólar, vender dólares a 800 pesos sigue suponiendo un subsidio
de 200 pesos por dólar. Aquellos que consigan comprar dólares al tipo de cambio oficial
estarán recibiendo 200 pesos extra gratis por parte del Estado argentino. ¿Cómo se subsana en
parte este subsidio? Pues si no quieres llevar el tipo de cambio oficial al precio de mercado del
peso, mil pesos por dólar aproximadamente, con un impuesto, y eso es el impuesto país. Quien compre
dólares al tipo de cambio oficial tendrá que pagar un 17% más, es decir, que en realidad no
comparará los dólares a 800 pesos por dólar, sino a 936 pesos por dólar. El subsidio se reduce
de alrededor de 200 pesos por dólar a en torno a 70-60 pesos por dólar. Por eso decía que el
incremento del impuesto país hasta cierto punto lo podemos interpretar como una reducción de
los subsidios que el Estado argentino estaba pagando a quienes conseguían comprar moneda al
tipo de cambio oficial. Y algo similar ocurre con las retenciones sobre los exportadores.
Antes de la devaluación ya hemos explicado que los exportadores cobraban aproximadamente 690 pesos
por cada dólar que recibían de sus exportaciones. En realidad era menos de esos 690 pesos por dólar,
porque a este precio había que quitar las retenciones que había en ese momento sobre
las exportaciones. El importe de estas retenciones será variable según el producto exportado,
pero podemos aproximarlas en torno al 5%. Bueno, pues si las retenciones sobre la exportación eran
del 5%, por cada dólar que se exportaba se cobraban 690 pesos y de esos 690 pesos se quitaba el 5%.
Es decir, que al final los exportadores cobraban unos 650 pesos por cada dólar que cobraban de la
exportación. Se les quitaban de una forma o de otra 350 pesos por dólar. Tras la devaluación ya
hemos dicho que los exportadores comenzarán a cobrar 860 pesos por cada dólar exportado.
Pero esta cifra hay que corregirla por el incremento de las retenciones sobre la exportación.
Si las retenciones sobre la exportación pasarán a ser ahora del 15% para todos los exportadores,
salvo los de soja, que será del 30%, por cada dólar que cobren de exportar terminarán recibiendo
760 pesos. No 860, sino 760. Ahora bien, antes de la devaluación y de la subida de las retenciones,
los exportadores recibían 650 pesos por cada dólar. Por tanto, en realidad, lo que ha hecho
Mileia ha sido reducir la mordida que el Estado argentino, a través del tipo de cambio oficial
y de las retenciones, del efecto conjunto de ambas, les practicaba a los exportadores argentinos. Pero,
claro, la reducción de esa mordida se articula con una devaluación del peso, es decir, te damos
más pesos por cada dólar que exportas, pero a su vez con un incremento de las retenciones.
El efecto individual de subir las retenciones es que te quitan más que antes, pero el efecto
conjunto de devaluar más subir las retenciones es que te terminan quitando menos pesos que antes.
En cualquier caso, el objetivo de devaluar el peso desde 400 pesos por dólar a 800 pesos por dólar,
de incrementar el impuesto país y de incrementar las retenciones, es por un lado impulsar las
exportaciones y desincentivar las importaciones para incrementar el saldo comercial de la Argentina,
y por tanto, para incrementar la entrada de dólares en el país, porque si se exporta mucho
más y se importa mucho menos, entran muchos más dólares y salen muchos menos. Por tanto,
se acumulan reservas internas y, a su vez, al incrementar los impuestos que directa o
indirectamente recaen sobre esas reservas, también aumentan las reservas en dólares del Banco Central.
Y este es uno de los principales efectos deseados por estas medidas. Al mejorar la
situación financiera del Banco Central, porque sus ingresos en dólares van a tender a aumentar y
sus gastos en dólares se van a reducir, debido sobre todo a la devaluación del peso,
todos los pasivos del Banco Central denominados en pesos ahora se pueden liquidar en dólares
a mitad de precio que antes, pues mayores ingresos en dólares, menores gastos en dólares,
mayor solvencia del Banco Central, que facilitará el segundo paquete de medidas urgentes de Javier
Milei, que es solventar, como ya hemos explicado, el problema, el problemón de los pasivos financieros
remunerados del Banco Central, de las LELICs y de los PASES. Si el Banco Central se espera
que sea más solvente en los próximos meses, será más fácil refinanciar a largo plazo los
pasivos LELICs y PASES a muy corto plazo del Banco Central para desactivar esa bomba hiperinflacionaria.
Pensemos que ahora mismo Javier Milei y su equipo económico están negociando con inversores
extranjeros cómo refinanciar o cómo liquidar, veremos cuál es la opción finalmente elegida,
los pasivos financieros remunerados del Banco Central. Y lo que les van a decir es,
mirad, acabamos de mejorar la solvencia del Banco Central, por tanto, es más creíble que
vayamos a ser capaces de pagar la deuda que nos prestéis para refinanciar o para liquidar
esos pasivos. De ahí que primero se haya aprobado este plan para intentar negociar en mejores
condiciones financieras con los inversores internacionales que van a refinanciar o a
financiar la liquidación de los pasivos remunerados del Banco Central. No obstante,
tengamos muy presente que esta medida, la de evaluación del tipo de cambio oficial del peso
respecto al dólar, muy probablemente conlleve un incremento de la inflación a lo largo de los
próximos meses en Argentina, porque todos aquellos importadores que compraban mercancías fuera de la
Argentina para luego venderlas dentro para el consumo interno, todos aquellos importadores que
financiaban esas importaciones, comprando dólares al tipo de cambio oficial, es decir,
comprando dólares de manera subsidiada, ahora van a ver incrementar sus costes de manera muy
sustancial. Ya no van a poder comprar dólares al precio de 400 pesos, sino que ahora van a tener
que pagar 800 pesos por dólar. Y ese encarecimiento del precio al que pueden importar productos desde
el extranjero se va a trasladar en una subida de precios interna. Y aquí es, creo, donde encontramos
potencialmente la mayor parte del ajuste fiscal de Javier Milei, que vendrá durante los próximos
meses y que los medios de comunicación no han recogido adecuadamente y que, por supuesto,
el gobierno no ha comunicado expresamente como tal. Me explico. La inflación, como consecuencia
de la devaluación y como consecuencia de todas las políticas monetarias desnortadas aplicadas
hasta la fecha, es muy posible, es muy probable, que se acelere durante los próximos meses.
Con una inflación tan alta como la que ya hay en Argentina, no digamos si es todavía más alta,
es necesario ajustar nominalmente al alza todas las partidas de gasto público para que estas
no se reduzcan en términos reales. Imaginemos el sueldo de los empleados públicos. Si cada
año los precios se duplican o se triplican y tú no duplicas o triplicas nominalmente el sueldo
de los empleados públicos, lo que estás haciendo de facto es rebajar automáticamente y de manera
muy intensa el sueldo de esos empleados públicos. Este mecanismo de ajuste del gasto, la licuación
inflacionaria del gasto público, es el mecanismo de ajuste que en el año 2002 utilizó el presidente
peronista Eduardo Dualde para cuadrar las cuentas en Argentina. Pues bien, mi impresión es que si el
plan de ajuste fiscal que acaba de presentar Luis Caputo no es suficiente para cuadrar las cuentas
del Estado argentino durante los próximos meses, durante el año 2024, lo que se hará es cuadrar
las cuentas mediante la licuación inflacionaria del gasto público. Es decir, no revalorizando
las principales partidas de gasto público del presupuesto argentino tanto como estén subiendo
los precios. De hecho, ayer también conocimos que el Ministerio de Economía de Luis Caputo remitirá
al Congreso una propuesta para desindexar las pensiones de la inflación. Ahora mismo las
pensiones se actualizan trimestralmente según la inflación acumulada. Pues bien, lo que se pretende
es que no haya actualizaciones automáticas de las pensiones cada tres meses, sino que el incremento
nominal de las pensiones para ajustarlas a la inflación se decida mes a mes, trimestre a
trimestre, con la periodicidad que sea, pero se decida discrecionalmente por decreto gubernamental.
¿Esto qué significa? Que llegado un determinado momento, si el déficit público sigue siendo muy
alto, lo que se hará es subir las pensiones o los salarios de los empleados públicos menos que la
inflación, y de esa manera se reducirá el gasto público real. Es una especie de cláusula de
salvaguarda para garantizar que durante el año 2024 se alcanzará el equilibrio presupuestario.
Pues hasta aquí el primer paquete de reformas económicas del gobierno de Javier Milei. Un
paquete que contiene el ajuste fiscal y el ajuste cambiario. Un ajuste fiscal a través de reducciones
nominales del gasto, de aumento de ciertos impuestos que en realidad implican una reducción de los
subsidios del Estado a los compradores de moneda al tipo de cambio oficial y, sobre todo, una
reducción potencial del gasto a través de su licuación inflacionaria. Y un ajuste cambiario que
en todo caso será un ajuste cambiario incompleto, porque el objetivo a corto medio plazo del gobierno
de Javier Milei es unificar todos los tipos de cambio, es decir, que no haya un tipo de
cambio oficial y un tipo de cambio paralelo, y levantar el cepo. Pero antes de hacer eso hay
que solucionar el problema de las lelix y de los pases del Banco Central para que el levantamiento
del cepo y la unificación de los tipos de cambio no provoque un escenario hiperinflacionista. Y
justamente para solventar el problema de las lelix y de los pases se ha aprobado primero el
paquete de ajuste fiscal que incrementa la solvencia percibida del Estado argentino y del
Banco Central argentino, facilitando así la negociación de la refinanciación de la deuda
del Banco Central. La cuestión es que la tregua entre los poderes fácticos de Argentina y el
gobierno de Javier Milei probablemente concluya muy pronto. Así que o bien el gobierno de Javier
Milei se da mucha prisa en aprobar todos los otros paquetes de reformas económicas para que estemos
ante un cambio integral del modelo económico argentino o estos paquetes parciales que solo
son piezas de un puzzle mucho más amplio pueden terminar fracasando.