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El Papa Francisco vuelve a hacer de las suyas, la última a calificar a la globalización capitalista de ser un sistema genocida.
Se trata de un absoluto disparate, porque razón, veámoslo.
En un reciente video mensaje a los movimientos populares, el Papa mostró su tristeza porque cada vez que plantea una alternativa humanista a la globalización capitalista
empieza a recibir insultos y descalificaciones.
A veces me sorprende que cada vez que hablo de estos principios, algunos se admiran y entonces el Papa viene catalogado con una serie de epítetros que se utilizan para reducir cualquier reflexión a la mera adjetivación degradatoria.
No me enoja, me tristece, es parte de la trama de la posverdad que busca anular cualquier búsqueda humanista alternativa a la globalización capitalista, es parte de la cultura del descarte y es parte del paradigma tecnocrático.
Vamos, que si criticas al Papa por meter la pata en asuntos económicos, en sus reflexiones económicas, es que forma parte de una trama, de una conspiración internacional bien engrasada para mantener un antihumano sistema de globalización capitalista.
Y el Papa se entristece de solo recibir insultos vacíos, epítetros descalificativos a los mensajes que el Papa lanza, no acompañados esos epítetros descalificativos de ningún tipo de reflexión.
Bueno, esto dice el Papa, minutos después de haber soltado la siguiente lindeza contra la globalización capitalista. Escuchemosle.
Durante este tiempo pasaron muchas cosas, muchas cosas han cambiado, son cambios que marcan puntos de no retorno, puntos de inflexión,
incluso fijadas en la que la humanidad debe elegir, porque retornar a los esquemas anteriores sería verdaderamente suicida, y si me permiten forzar un poco las palabras, hecosida y genocida. Estoy forzando.
¿Qué piel más sensible tenemos frente a aquellos que dicen no tienes ni idea de economía, abstente de opinar sobre economía si no tienes ni idea?
Ahí tenemos la piel muy sensible, pero en cambio calificar a aquellos que consideran con sus razones de la globalización capitalista es el mejor sistema económico posible para luchar contra la pobreza,
para alcanzar una prosperidad material conjunta, entonces a esos no tienes ningún remilgo, bueno sí, que fuerzas un poquito las palabras en calificarlos de genocidas.
No sé si es que no entiendes realmente qué es un genocida y qué implica ser un genocida, o no lo entiendes, o has perdido toda vergüenza a la hora de descalificar a otras personas con uno de los insultos más atroces que se pueden perpetrar.
Insisto, calificar a alguien de genocida es acusarle de matanzas masivas y focalizadas contra grupos poblacionales concretos. De verdad estás diciendo que yo, que defiendo la globalización capitalista, soy un genocida?
Se puede tener tan poca vergüenza como para siendo consciente de lo que estás diciendo, calificarme a mí o a otras muchas personas que defienden la globalización capitalista de genocida, pero es que además no se trata solo de un insulto gratuito y totalmente impropio de un papa, sino que además es un insulto que vuelve a poner de manifiesto
que este papa no tiene ni idea, ni de economía, ni de lo que ha sucedido en el mundo durante los últimos 40 años. Vamos a ver algunos de los resultados de ese régimen económico anterior, es decir, de la globalización capitalista que según el papa es un régimen económico genocida.
Bueno, ese régimen económico anterior a la pandemia, la globalización capitalista, el régimen económico que quiere enterrar el papa para reemplazarlo, no sabemos muy bien por qué, entre el año 1981 y el año 2017 consiguió reducir la población que vive en pobreza extrema,
es decir, que sobrevive con menos de 1,9 dólares diarios, poder adquisitivo constante, es decir, ya descontada la inflación, desde más del 40% de la población mundial, en 1980 más del 40% de la población mundial, prácticamente una de cada dos personas en todo el planeta vivían en situación de extrema pobreza,
a menos ha conseguido reducirlo a menos del 10% de la población mundial, vaya genocidio. Pero es que si echamos la vista algo más atrás, si nos vamos a los orígenes del actual sistema económico capitalista, la revolución burguesa, la revolución industrial,
que acaeció a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, comprobaremos que los resultados son todavía más espectaculares. Desde los albores del siglo XIX, el porcentaje de la población mundial, que se hallaba en situación de extrema pobreza,
menos de 1,9 dólares diarios, repito, ya descontando la inflación, se ha reducido de entre el 84% o el 94% de la población mundial, depende de la estimación que cojamos, o 84% de la población mundial en situación de extrema pobreza o 94%, pero bueno, en torno al 90%,
9 de cada 10 personas en situación de pobreza extrema, principios del siglo XIX a menos del 10% en la actualidad. De hecho, nunca en la historia de la humanidad, nunca en la historia de la humanidad, menos gente ha vivido fuera de la pobreza extrema que en la actualidad.
6.300 millones de personas, repito, 6.300 millones de personas, viven hoy fuera de la pobreza extrema, gracias a ese sistema económico tan genocida como es la globalización capitalista.
Y a idénticas conclusiones llegamos, si en lugar de adoptar un umbral de extrema pobreza de 1,9 dólares diarios, utilizamos un umbral más elevado, por ejemplo, 3,2 dólares diarios.
En tal caso, el porcentaje de la población mundial que viven en situación de extrema pobreza, definiendo extrema pobreza como aquellos que sobreviven con el equivalente a menos de 3,2 dólares diarios, pasa de prácticamente el 60% de la población mundial,
es decir, más de la mitad de la población mundial, a principios de los 80, a en torno al 25% de la población mundial, antes de la pandemia. Todavía queda mucho camino por recorrer, obviamente, todavía queda mucha pobreza por erradicar,
todavía quedan muchos estándares de vida por elevar y por mejorar, pero la tendencia ha sido clara y sostenida.
Estamos ante la mayor reducción de la pobreza global de toda la historia de la humanidad, y eso es lo que el Papa Francisco califica tramposamente de genocidio.
Pero vayamos a una métrica menos crematística. Fijémonos en cuánta gente pasa hambre, en cuánta gente está desnutrida.
Pues bien, el porcentaje de personas desnutridas en los países en vías de desarrollo, no en el conjunto del planeta, sino en los países pobres.
Evidentemente, en el conjunto del planeta, si metemos a los países ricos, esa ratio será muy inferior a la que ahora os voy a mostrar.
El porcentaje de la población en países pobres, que sufre de desnutrición, ha caído desde el 35% de la población total de esos países en vías de desarrollo a principios de los 70,
a menos del 15% en la actualidad, a menos del 15% antes de la pandemia.
Reducir a la mitad, en menos de 50 años, en dos generaciones, el porcentaje de la población en países pobres, que sufre de desnutrición, es un genocidio.
Creo que por una elemental caridad cristiana, el Papa debería ahorrarse insultos tan injustos y burdos contra aquellos que no piensan como él.
Y también, por una elemental caridad cristiana, creo que el Papa debería ahorrarse proponer a hacer experimentos con gaseosa contra aquel sistema socioeconómico que ha conseguido la mayor reducción de la pobreza en la historia de la humanidad.
¿A qué está jugando el Papa? A ser un pastor o un lobo con piel de pastor.