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El Banco de España ha publicado hoy un informe en el que estima, a finales de 2015, cuál
será el monto de dinero que se perderá como consecuencia del rescate bancario.
Y esta cantidad, la cantidad que no se prevé recuperar, que tampoco se ha recuperado ya
hasta la fecha, asciende a más de 60.000 millones de euros.
Afortunadamente no son 60.000 millones de euros que hayan salido todos de nuestros bolsillos
porque hay una parte alrededor de 20.000 millones que ha salido del fondo de garantía de depósitos
que venían nutriéndose de las aportaciones que obligatoriamente efectuaban año tras
año las distintas entidades financieras con cargo a un impuesto especial que existía
al respecto, con lo cual el coste que de verdad ha supuesto el rescate para los contribuyentes
según el Banco de España, a finales de 2015, es de 40.000 millones de euros o alrededor
de 2.200 euros por familia.
Se trata de un coste exagerado, sobredimensionado, injustificable, donde pagan evidentemente justos
por precadores, porque son el conjunto de los ciudadanos quienes no tienen ninguna responsabilidad
en la gestación de pérdidas de la banca, los que terminan soportando los agujeros
que ha generado la banca y más en concreto las cajas de ahorros que estaban siendo dirigidas
por los mismos políticos que luego han obligado a los ciudadanos a costear el agujero que
fueron ellos los que lo generaron, digo, se trata de una mordida absolutamente injustificable
pese a que muchos dijeron en su momento que no había otra alternativa, dado que el destrozo
económico que se habría producido en nuestra economía, en caso de que hubiésemos dejado
caer a las cajas, habría sido tan grande que más que compensa el coste de rescate que
efectuamos.
Y es verdad que una quiebra desordenada de bancos, sobre todo en nuestro sistema de
banca muy líquida, muy apalancada, donde además no tenemos una moneda alternativa en
la que refugiarnos en caso de que desaparezca el dinero crédito, la moneda crédito que
manejamos para las transacciones económicas diarias, es verdad que tiene efectos devastadores
sobre un sistema económico y que si la única alternativa fuera la quiebra desordenada, pues
sí que habría de decir que probablemente el coste del rescate bancario ha sido muy
inferior al que habríamos experimentado en caso de dejar caer desorganadamente la banca
y proceder una liquidación generalizada de la economía.
La cuestión es que sí había alternativa en contra de lo que nos dijeron y la alternativa
es el llamado veilín, es decir, que sean los acreedores de las cajas, los inversores
que financiaron a las cajas y que por tanto permitieron que fueran las cajas quienes desarrollaran
una serie de malas inversiones en activos tóxicos que sean estos acreedores de las cajas
los que soporten las pérdidas de la cárphera de activos de las cajas.
Las cajas no tenían accionistas, pero bueno, si los hubieran tenido, los accionistas deberían
haber sido los primeros en soportar las pérdidas y después, si con las pérdidas de los accionistas
no hubiese bastado para absorber las pérdidas de la cárphera de activos tóxicos, pues habría
que haber imputadas las pérdidas a los acreedores que prestaron fondos, que prestaron capital,
que prestaron capital de las cajas para financiar las inversiones.
¿Quiénes son los acreedores?
Pues los acreedores subordinados, los que compraron deuda subordinada, los acreedores
senior, por ejemplo, los que tenían bonos emitidos por las cajas, ya sean bonos garantizados,
es decir, respaldados por algún tipo de activo en particular o no garantizados sobre el conjunto
del activo de la entidad financiera, y también los depositantes, especialmente los de más
de 100.000 euros, porque los de menos de 100.000 euros existen una garantía estatal que podrá
ser criticable, que de hecho debería ser criticada, pero existe una garantía estatal,
un compromiso estatal de que los depositantes de menos de 100.000 euros van a ser rescatados.
Por tanto, solo hubiese sido posible imponerles pérdidas a los acreedores, a los depositantes
de más de 100.000 euros.
El caso es que si uno mira el pasivo de las entidades que fueron rescatadas y el agujero
que tuvieron que soportar, había acreedores más que suficientes, incluso no aplicando
quitas superiores al 20, 30% en los depositantes de más de 100.000 euros para recapitalizar
completamente las entidades que fueron rescatadas.
Por tanto, había alternativa al rescate público, al rescate financiado por el contribuyente
que no tenía ninguna responsabilidad en gestar, y la alternativa era el rescate a costa del
acreedor, que sí tenía responsabilidad a la hora de gestarlo.
¿Por qué no se hizo?
Bueno, pues, por supuesto, estos son hipótesis, no estamos en la cabeza de los políticos que
tomaron determinadas decisiones en el año 2012, hoy, por cierto, sí tendrían la obligación
de realizar el veilín, porque el veilín que algunos reclamamos en el año 2012 hoy afortunadamente
se ha consagrado como norma europea, como el principal procedimiento para recapitalizar
entidades financieras con problemas, pero en el año 2012 no era norma europea, solo
algunos presionamos para que se llevara a cabo.
¿Por qué no se llevó a cabo?
Pues probablemente porque el poder utilizar el dinero del contribuyente para recapitalizar
al sistema financiero otorgaba un poder muy grande a los políticos que habían manejado
durante años las cajas de ahorros para poder seguir, digamos, mangoneando, dirigiendo,
controlando el proceso de reestructuración bancaria, y además para manejarlo en connivencia
con los poderes financieros, con los bancos que adquirían las cajas quebradas y saneadas
a costa del contribuyente a precios irrisorios y con unas garantías también a costa del
contribuyente absolutamente escandalosas, pues bien, con esos poderes financieros podían
negociarse de tú a tú para que los favores que antiguamente les hacían las cajas a los
partidos políticos hoy se las hagan los bancos a los que se les han regalado cajas saneadas.
Cajas saneadas, insisto, a costa de pérdidas trasladadas a los contribuyentes.
No en vano, el Tribunal de Cuentas hace unos meses publicó un informe muy duro denunciando
las muchísimas irregularidades, la falta de transparencia, las decisiones sin lógica
alguna más allá del lucro de las partes políticas y financieras implicadas que plagaron el
rescate bancario.
Con el veilín no habría habido ninguna de estas corruptelas, los acreedores habrían
soportado las pérdidas, la entidad se habría refinanciado, pero no habría habido tráfico
de dinero público para comprar favores político-financieros.
No solo eso, de cara al futuro el mensaje que se ha lanzado con el rescate, a menos
que seamos capaces de convencer a los inversores en entidades financieras de que el futuro
va a ser distinto del pasado, de que el futuro se iba a estar marcado por el veilín y no
por el bailout, por el rescate a costa del contribuyente, si no somos capaces de lograr
esto, de generar expectativas creíbles, de que no va a haber más rescates a costa
del contribuyente, pues lo que habremos hecho con este rescate a costa del contribuyente
es reforzar el riesgo moral, el comportamiento imprudente de los inversores en entidades
financieras.
Porque si estos son conscientes de que aquel capital que presten a los bancos va a ser
rescatado por el contribuyente en caso de que vengan maldadas, evidentemente todo incentivo
a controlar la gestión irresponsable e imprudente de las entidades financieras desaparece,
al contrario, se crea, se genera un incentivo a favorecer comportamientos imprudentes, porque
comportamientos imprudentes y especulativos, si salen bien, pueden reundar en ganancias
muy altas y si salen mal, no pasa nada, porque el coste se lo trasladamos al contribuyente.
Por tanto, tanto por mera justicia no robar a la gente inocente, dos, por pudor frente
a la corrupción y por tratar de evitar la corrupción y tres, por no generalizar un
sistema de incentivos absolutamente perversos en el sistema financiero, nunca debimos rescatar
las cajas de ahorros, había alternativa y la alternativa era el bailing, imponerles
pérdidas a los acreedores, pero no se quiso hacer, se nos vendió que no había alternativa
al bailout, al rescate a costa del contribuyente, pero nos engañaron y nos engañaron no por
buenos motivos, no porque fuera cierto que no hubiese alternativa, nos engañaron para
poder seguir controlando el sistema financiero o para obtener favores del sistema financiero
mucho más concentrado que ha resultado del rescate y todo ello a costa del contribuyente,
que como siempre es el que paga los desmanes del poder político.